Estás en el colegio, durante los cortos minutos que dura el descanso. El patio está lleno de muchos niños como tú, tus compañeros, otros alumnos, pero tú estás solo. Te encuentras bastante alejado de ellos en realidad, casi fuera del patio, hacia la puerta principal del colegio; pero eso no importa, disfrutas de tu soledad. Levantas la vista hacia el cielo estrellado y pierdes la mirada en cada una de esas pequeñas luces que parece contener todo un mundo. Te permites soñar cómo sería de día: el sol brillante iluminaría todo y sus cálidos rayos te harían sentir confortable y tranquilo, aunque luego deberías buscar un lugar de sombra para refugiarte del, ya entonces, abrasador ente de luz. Pero en la realidad en la que vives, tus ojos no necesitan escapar de los fulminantes rayos de sol; la serenidad y calma de la luna es lo único que encuentran. Si tan sólo no hubiera una guerra…
De repente, un sonido estrepitoso te saca de tus pensamientos y te paras de la banca en la te encontrabas sentado para saber de qué se trata. Otros niños a tu alrededor también paran sus actividades para prestar atención. Intentas dar un paso hacia la dirección por la que crees vino el sonido, pero antes de que puedas reaccionar, el piso se mueve violentamente, pierdes la estabilidad y caes. A tu alrededor, los pequeños grupos de niños comienzan a ayudarse para no perder el equilibrio o se quedan quietos; algunos pocos tratan de caminar hacia un lugar más seguro. Permaneces en el suelo un rato más hasta que el movimiento cesa. Finalmente puedes ponerte de pie otra vez. Pero entonces descubres un hecho sorprendente.
Desde donde te encuentras, puedes ver que un objeto gigante bloquea la puerta, la principal ruta de escape. No puedes estar seguro de qué es; tendrías que acercarte para examinarlo. Comienzas a avanzar hacia la puerta y el misterioso obstáculo, lenta y cuidadosamente .Y entonces se te ocurre: podría ser un ataque. No, eso es imposible, tratas de luchar con ese terrible pensamiento. Pero no puedes evitar que el pánico comience a inundar tu pecho y sientes tu corazón latir más rápido. Necesitas mantener la cabeza fría y pensar de manera lógica. No crees que nadie más haya visto el objeto que bloquea la puerta aún pero te debates entre avisar o no a los demás. Si tu presentimiento es cierto, lo mejor sería poner en alerta a todos para evacuar el colegio. Pero si haces esto, tienes menos posibilidades de escapar. La multitud desesperada crearía mucho desorden y la ruta de escape sería más difícil de alcanzar.
Siempre has sido muy egoísta, decides; te importan muy poco otros si eso te pone en riesgo. Nunca tuviste don de gentes, aunque nunca se esperó de ti eso tampoco. Tus padres se preocupan más por otras cosas. Te imaginas que en esta situación no habrían siquiera considerado la otra opción. Con eso en mente, emprendes tu camino hacia la otra salida, con paso rápido. Tienes que llegar lo más rápido posible y evitar cualquier posible parada; estás dispuesto a ignorar a cualquiera que intente cuestionarte, pero de todas maneras nadie se cruza en tu camino.
No te das cuenta que alguien te estaba siguiendo
