Los personajes de esta historia son propiedad de J. K. Rowling. Puede que en un futuro existan algunos otros personajes que sean completamente de mi autoría.
Personajes: Harry Potter/Draco Malfoy
Género: Romance
Resúmen: Después de cinco años de ausencia, Harry Potter regresa al Mundo Mágico. Desea rehacer su vida pero se encontrará con que las cosas han cambiado bastante. ¿Por qué se fue? ¿Qué es lo que busca ahora?
Advertencias: SLASH. Esta historia narra una relación homosexual.
Para todo aquel que quiere regresar a casa. Donde la familia espera...
Capítulo 1.
Caminaba por sobre una amplia calle con edificios de líneas imponentes y ya llena de tráfico. Los transeúntes iban y venían rápido. Hombres y mujeres yendo seguramente al trabajo, madres que llevaban de la mano a sus hijos al colegio, grupos de jóvenes saludándose a la entrada de la facultad. Todos y cada uno ellos, siguiendo sus vidas como él había hecho con la suya durante todo ese tiempo.
Se ciñó el abrigo nuevamente pues el viento era helado. Aquello era evidencia de que el invierno estaba por llegar. Metió sus manos dentro del abrigo y conforme caminaba los edificios eran menos imponentes, hasta que llegó a una calle con varias oficinas de aspecto desaliñado, un pub y un llamativo skip.
Llegó hasta la vieja y conocida cabina telefónica roja que estaba ante una pared llena de graffitis. Abrió la puerta y entró sin vacilación alguna para después cerrarla. Respiró profundamente. Ya estaba allí y no se iba a retractar, no cuando había llegado tan lejos.
Alcanzó el receptor y marcó los números que él recordaba. Seis, dos, cuatro, cuatro, dos. La voz femenina que él esperaba fue la misma, sonaba igual de fresca como aquella vez.
- Bienvenido al ministerio de magia. Por favor indique su nombre y ocupación.
- Departamento de Seguridad Mágica. Soy... – respondió. Pero a pesar de todo seguía dudando –... Neville Longbottom.
El traqueteo esperado por fin sonó. Tomó la placa cuadrada plateada con la inscripción "Neville Longbottom. Departamento de Seguridad Mágica" y la puso sobre su abrigo. Nuevamente la voz femenina habló.
- Visitante al ministerio, se le solicita que se someta a un reconocimiento y que presente su varita para registrarla en el mostrador de seguridad, que está situado al final del patio.
Como aquella vez, el suelo de la cabina se estremeció. Se hundía lentamente y la oscuridad se cerró sobre su cabeza. Entonces no pudo ver nada, sólo oía el ruido que hacía la cabina atravesando la tierra. Después de un momento, la luz dorada iluminó sus pies, supo entonces que había llegado.
La voz de la mujer sonó nuevamente, dándole la bienvenida. Salió con paso lento. El lugar no había cambiado ni un poco. El techo seguía siendo azul con runas doradas que se movían, el suelo de madera oscura, las chimeneas doradas fijas en las paredes de madera artesonada donde las brujas y magos emergían de ellas. Y allí estaba, en el centro del pasillo, tal y como lo recordaba... una fuente, con el grupo de estatuas de oro colocadas en el centro del estanque. Se acercó a la fuente y miró el agua que caía sobre ella. Sacó diez galeones y los puso como aquella vez, hace mucho tiempo atrás.
Siguió caminando y cruzó la puerta dorada que se encontraba al final del pasillo. Directamente se aproximó al mago que se encontraba sentado detrás de su escritorio donde un anuncio con las palabras "Seguridad" resaltaba. Después de que el mago lo revisara con la barra dorada de arriba a abajo, sacó su varita de la bolsa de su abrigo y se la entregó. Cuando la metió en ese extraño instrumento de cobre, comenzó a vibrar y salió una tira de pergamino por la ranura.
El mago le extendió la varita y se quedó con el pergamino, sin quitarle la mirada de encima. Tomó su varita rápidamente y antes de que hiciera algún comentario, le lanzó un Confundus. Se dio la media vuelta y siguió caminando por el estrecho pasillo donde estaban los ascensores. Entró en uno de ellos. Estaba casi vacío a excepción de una bruja que iba leyendo un pergamino sin mirar a los lados.
Agradeció el hecho de que sólo aquella bruja estuviera allí a lo largo de todo el viaje en el ascensor. Las verjas se deslizaron y subió lentamente.
- Nivel dos. Sección de Entrada en vigor de Leyes Mágicas, incluyendo la Oficina del Uso Incorrecto de la Magia, Cuartel General de los Aurores y Servicios de Administración de los Pergaminos.
Habían llegado al segundo piso y ahí era donde su insignia sobre el abrigo decía que tenía que ir. Pero no salió cuando las rejas ya estaban abiertas, sin embargo, antes de que la bruja saliera, lanzó un Confundus, el segundo del día. Se cerraron otra vez las rejas y volvió a subir. Ahora estaba sólo. Se abrieron las puertas y la voz sonó nuevamente.
- Nivel uno. Ministro de la Magia y personal de apoyo.
Al fin había llegado. Salió del ascensor y caminó lentamente en dirección a la elegante puerta dorada que se encontraba al final del pasillo. Respiró profundamente. Ya era hora. Tocó dos veces la puerta y esperó, hasta que la voz del otro lado le indicó que pasara. Colocó su mano sobre la manija y la giró lentamente.
Entró a la habitación y la mirada que le otorgó el mago desde el otro lado del escritorio fue indescriptible. Estaba sorprendido. Caminó un poco más y se dirigió al hombre que tenía enfrente con una sonrisa.
- Ministro.
Los dos se miraron. Tantos años habían pasado desde la última vez que se habían visto. Kingsley Shacklebolt se levantó y se dirigió al retrato que tenía detrás de él. Fue el primero en hablar, por lo que el otro agradeció en silencio.
- Han pasado muchos años. Muchos años desde que te fuiste sin decir nada. Todo el mundo estaba buscándote, incluyéndome. Me sorprende, aunque no lo creas, el hecho de que hayas venido a verme. A alguien que pertenece y trabaja para el Ministerio. Me pregunto... – y lo miró esta vez directo a los ojos - ¿Qué te hizo regresar?
No respondió al instante. Seguía parado, posando su vista en el cuadro que momentos antes el Ministro observaba. Sonrió con nostalgia y dijo:
- Quería regresar a casa.
Kingsley sonrió ampliamente. Regresó la vista al retrato donde un hombre de sonrisa amable asentía felizmente. Se lo había dicho. Le había asegurado que el muchacho algún día regresaría.
Si, nada había cambiado. Tal vez... algunas cosas eran diferentes. Pero aún así, todo seguía siendo tal y como él lo recordaba.
Lo invitó a sentarse y mientras bebían Whiskey de Fuego, por insistencia de Kingsley, éste le contó rápidamente como eran las cosas en el Mundo Mágico en esos días. De cómo había pasado de ser Ministro Temporal a Ministro Oficial después de la guerra. También le dijo que los Dementores habían dejado de custodiar Azkaban, que la discriminación de los nacidos de Muggles disminuyó y de cómo Dolores Umbridge fue arrestada, interrogada, y encarcelada por todos los delitos que había cometido.
- Hubo muchos cambios, pero fue difícil reconstruir el Mundo Mágico pues tomó mucho tiempo restablecer el Ministerio. Después de la guerra, la gente quedó muy devastada y muchos no querían confiar en nadie que ejerciera el papel de líder.
Era de esperarse. Después de todo lo que él pasó, sabía que era muy difícil confiar en alguien que tuviera poder. Pero gracias a Merlín que Kingsley tenía el papel de Ministro. Es lo mejor que le pudo pasar al Ministerio.
- A pesar de todo, gané la simpatía de aquellos que todavía estaban renuentes a aceptarme.
El muchacho sonrió. Sabía que el hombre que tenía frente a él era una gran persona. Kingsley siempre lo había apoyado desde un principio.
- Aunque no lo creas, nos hiciste mucha falta. Por cierto... ¿Cómo es que pudiste entrar aquí sin ser detectado o acorralado por la multitud ante tu llegada?
Esa era una gran pregunta, aunque no tenía muchas ganas de responderla.
- No hay muchos magos y brujas a esta hora. La mayoría ya entró a sus oficinas o cubículos. Aun así, mi apariencia no es igual a como lo era antes.
Y era cierto. No llevaba lentes de armazón, porque la ocasión lo ameritaba. Era unos centímetros más alto y sus facciones eran más marcadas. Además, cinco años de haber estado fuera del Mundo Mágico ayudaba a no ser reconocido. A pesar de todo, su cabello era un poco más largo que antes, pero seguía siendo igual de indomable como siempre.
- De todos modos... – siguió - no hay nada que un par de Confundus no pueda solucionar. No usé mi capa de Invisibilidad porque se que hay un hechizo que detecta la presencia humana antes de pasar la fuente. No quería que armaran un revuelo con aquello. "Alguien se ha infiltrado en el Ministerio". Sería un escándalo.
Kingsley le dedicó una mirada que pretendía ser severa, pero no pudo hacerlo bien porque después empezó a reír.
- Muchacho inteligente. Y... ¿Por qué Neville Longbottom?
Tal y como aquella vez, fue el primer nombre que le pasó por la mente.
- Es una larga historia.
Sonrió al recordar aquello. Esa noche, cuando escapó de la casa de Tía Petunia, cuando Stan Shunpike le preguntó su nombre antes de entrar al Autobús Noctámbulo. Cuando... cuando por primera vez vio a Sirius.
- ... Ahora trabaja en el Departamento de Aplicación de la Ley Mágica...
- ¿Perdón?
Pensar en Sirius lo había desconcertado un poco.
- Decía... que deberías ir a visitar a la señorita Granger. Actualmente trabaja en el Departamento de Aplicación de la Ley Mágica.
Así que... Hermione había conseguido entrar al Ministerio. No estaba sorprendido. Su constante lucha por cambiar las leyes para la igualdad total entre nacidos de Muggle y sangre pura, era obra de ella.
- Bien. – Se levantó – Entonces es hora de irme. Gracias Kingsley. Fue un gusto verlo.
- No, gracias a ti muchacho. Un gusto verte de nuevo. Espero que tu regreso sea para quedarte definitivamente.
- Esa es la idea.
Le dedicó una sonrisa, caminó hacia la puerta y antes de que la abriera, el Ministro habló.
- Nivel dos.
Se giró para sonreírle en agradecimiento. Tomó la manija y abrió. Salió, pero antes de cerrar la puerta, nuevamente Kingsley volvió a hablar. Esta vez no se giró para mirarlo, sino que espero dándole la espalda.
- Bienvenido a casa, Harry Potter.
Harry alzó su mano derecha en señal de despedida y cerró la puerta.
- Tenías razón Dumbledore. El chico es único.
El hombre de ojos azules sonrió ampliamente. Después... desapareció.
Se dirigió al nivel dos tal y como le había dicho Kingsley. ¡Jefa del Departamento de Aplicación de la Ley Mágica! Había sido el sueño de Hermione, el servir a la Comunidad Mágica de la mejor manera.
Igualdad ante todo.
Aún recordaba el día en que ella había llegado con alrededor de cincuenta insignias de diferentes colores que tenían plasmadas las letras P.E.D.D.O. Él y Ron fueron los primeros dos miembros-obligados en unirse a la Plataforma. Todo eso en su cuarto año en Hogwarts. Sonrió, todavía guardaba aquella insignia.
Había llegado a la puerta indicada, sobre ella había una placa que decía:
Hermione Granger. Jefa de Departamento de Aplicación de la Ley Mágica.
Respiró profundamente, estaba muy nervioso. ¿Qué diría en cuanto le viese? ¿Lo reconocería? Tocó dos veces y la voz le indicó que podía pasar. Abrió la puerta y la cerró cuidadosamente para no hacer ruido. Ella aún no se percataba de su presencia, pues tenía la mirada en unos pergaminos bastante extensos.
- Hola Hermione.
Un saludo casual, pero con todas las emociones que sentía en ese momento, plasmadas en aquellas dos palabras.
Ella levanto la mirada desconcertada, dejando completamente de lado lo que estaba haciendo. No sabía que decir pues estaba bastante sorprendida. Se levantó rápidamente de su escritorio, lo cual hizo que toda la tinta cayera sobre los pergaminos. Corrió hasta él y empezó a dar puñetazos sobre su pecho.
- ¡Tú... completo... estúpido... Harry... Potter!
Seguía dando un golpe cada vez que puntualizaba. No había hecho nada para detenerla, sabía que se lo merecía. Que merecía cada uno de esos golpes. Ella había comenzado a llorar sobre su hombro y él se dedicó a envolverla en un abrazo. No pudo evitar recordar aquella vez que Ron había llegado después de tanto tiempo, y de cómo Hermione lo había recibido con las mismas palabras que a él.
Lo había extrañado, eso era un hecho.
- Supongo que comenzaremos con el interrogatorio.
Hermione se separó del abrazo, limpió sus lágrimas con la manga de su abrigo, tomó su varita y apunto hacia él. Harry estaba desconcertado.
- ¡Expecto Patronum!
Dijo y un Patronus en forma de nutria color plateada apareció para después desaparecer.
- Ahora no Harry Potter. Tenemos cosas que hacer, antes de empezar las preguntas.
Lo tomó del brazo y la siguiente cosa que sintió fue que estaba siendo presionado con mucha fuerza, no podía respirar. Tragó una bocanada de aire. Había realizado la Aparición después de mucho tiempo y se sentía mareado.
Lo que sintió después, fue un golpe directo a su quijada que lo hizo caer al suelo.
- ¡Tú!
No pudo evitar sonreír, también se merecía aquello.
