PRÓLOGO

Me duele tanto estar haciéndote esto. Voy a casarme con otra persona…siempre pensé que este paso lo daría contigo…pero no estás, me dejaste solo cuando más te necesitaba. Tenía que seguir con mi vida. Pero aún así, me duele muchísimo estar haciéndote esto.

La quiero, de verdad que la quiero, con toda mi alma, mi corazón, mi fuerza. La quiero con toda mi mente…pero por más que lo intente, por más que me esfuerce, nunca podré quererla como te quise a ti. Con todo el poder del Universo, con toda la vida que existe sobre la faz de la Tierra, con toda el alma de la Madre Naturaleza.

Tengo que olvidarme de ti, olvidarme del tiempo, breve, que estuvimos juntos, y entender de una vez por todas que sólo volveré a ver tu cara en mis sueños. Comprender que sentir tu presencia a mi lado es sólo un intento desesperado de aferrarme a ti. Y no es justo, para nadie. Y menos para ella.

Cuando desapareciste, todo pareció volverse del revés, mis pies no tocaban el suelo, perdí mi centro de gravedad. No podía ver ninguna luz…mis ojos brillaban con tu cara, si no puedo verte…me apago, o me apagaba, porque logré salir. Yo sentía que no te habías ido, que volverías…que jamás te hubieses marchado sin despedirte de mí, todos me dijeron que lo asumiera, que no te importaba y te habías ido, o que habías muerto. No quise creerles, pero no he tenido más remedio. Han pasado dos años y medio, y no has vuelto. Me duele pensar que quizá tengan razón ¿Cómo pudiste irte sin decirme nada?

Ginny no se merece que siga pensando en ti, que siga obsesionado con tu cuerpo, con tu cara, con tu aroma, con tu voz. Ella me lo ha dado todo y siempre ha estado ahí, abrazándome en las noches de insomnio, sosteniendo mi mano y mi alma al enterrar tu ataúd vacío.

No puedo evitar quererla, mirarla y que me invada su cálida seguridad. A su lado estoy tranquilo, cuando me toca, soy capaz de olvidar todo lo que ha ocurrido. No recuerdo que mi corazón está roto y continúa sangrando. Ella se está encargando de reconstruirlo, pedazo a pedazo. Siempre tendré las cicatrices, pero al menos estará entero. No puedes reprocharme que la quiera, que necesite compartir mi vida con la suya.

¿Sabes que siento que te estoy traicionando? Estoy caminando hacia ella, y ella hacia mi, y pese a que sonrío y nadie podrá saber qué estoy sintiendo, en estos momentos tengo ganas de gritar, de desgarrarme la piel. Debería estar feliz. Deseo esto con todo mi corazón. Todas esas caras alegres que me sonríen con aprobación y felicidad lo saben, saben que lo que siento por ella es puro y sincero, pero jamás sabrán que nunca dejaré de echarte de menos. Ni que siento que te traiciono al casarme con ella, y no contigo.

Cojo su mano y la beso en la mejilla. Es tan distinta a ti…. Una vez más me maravilla su calidez y frescura, su aroma tierno y familiar. Estoy listo para unirme a ella. Aunque el cariño que sienta por Ginny tenga que convivir con tu recuerdo.

Voy a dejar de pesar en ti durante el resto del día. Al menos hoy, debo ser solo suyo.

- ¿Estás bien?- pregunta con su voz dulce, cargada más con nerviosismo que con preocupación. No quiero mentirle, pero no puedo decirle la verdad…

- Si, un poco nervioso- me aprieta la mano y sonríe, tratando de tranquilizarme. No puedo evitar perderme en sus límpidos ojos azules.

- Todo saldrá genial- le sonrío con sinceridad. Nos giramos hacia el Toiseachadh que oficiará la ceremonia en la que nos uniremos en matrimonio.

Pasa más deprisa de lo que habría esperado. Pronto ha llegado el momento en el que entrelazan nuestras manos con la cinta ritual, colocándolas sobre el cuenco en el que arde el sándalo. Hay que pronunciar los votos.

Respiro hondo y me pierdo de nuevo en esos ojos azules que me brindan seguridad y cariño.

- Harry, me comprometo a ti libremente, con la promesa de respetarte, amarte, protegerte, y tratar de hacerte feliz. Te entrego mi alma, cuyo corazón posees, desde hoy, hasta que los hados nos separen- la emoción quiebra sus palabras. Temo ponerme a llorar si abro la boca, pero he de hacerlo.

- Ginevra, me comprometo a ti libremente, con la promesa de respetarte, amarte, protegerte y tratar de hacerte feliz. Te entrego mi alma, cuyo corazón proteges, desde hoy, hasta que los hados nos separen- sonríe. Sonrío, aunque siento pesado el corazón.

- En el frío y en el calor. Lo bueno, y lo malo. En la luz y en la oscuridad. Permaneceremos abrazados. Podrán llover sobre la Tierra, mil lluvias, mil años. Pero nada podrá borrar el sándalo de nuestras manos. Que nos lleve el amor por donde quiera, él sabrá donde ir- no puedo evitar que me tiemble la voz entonando el salmo junto a ella…ya estamos llegando al final, y soy feliz, de verdad, quería unirme a ella, y me alegro de estar haciéndolo en estos momentos. Nunca creí que pudiese sentir esta felicidad. La alegría de saber que por una vez, lo correcto, es lo que quiero hacer. El Toiseachadh se aclara la garganta, ha llegado el momento del consejo.

- Nacisteis juntos, y juntos permaneceréis para siempre. Aunque las blancas alas de la muerte dispersen vuestros días. Juntos estaréis las memorias silenciosas de los Dioses. Mas dejad que en vuestra unión crezcan los espacios. Y dejad que los vientos del cielo dancen entre vosotros. Amaos uno a otro, mas no hagáis del amor una prisión. Mejor es ser un mar que se mezcla entre las orillas de vuestras almas.

Llenaos mutuamente las copas, pero no bebáis solo en una. Compartid vuestro pan, mas no comáis de la misma hogaza. Cantad y bailad juntos, alegraos, pero que cada uno de vosotros conserve la soledad para retirarse a ella a veces. Hasta las cuerdas de un laúd están separadas, aunque vibren con la misma música.

Ofreced vuestro corazón, pero no para que se adueñen de él. Porque sólo la mano de la Vida puede contener vuestros corazones. Y permaneced juntos, mas no demasiado juntos: Porque los pilares sostienen el templo, pero están separados. Y ni el roble ni el ciprés crecen el uno a la sombra del otro.

Al terminar el Toiseachadh, el círculo de familiares y amigos que nos rodea se halla en completo silencio, expectantes. La señora Weasley, mi suegra, se acerca a nosotros con el semblante serio y orgulloso. Nos tiende el athame ritual de las uniones de la familia Weasley. Yo debo empuñarlo en primer lugar. Ginny extiende su mano con total confianza. Esa mano suave y fuerte, que tantas veces ha estrechado la mía. Apoyo la afilada punta de la daga en su línea de la vida, y hago un corte, haciéndola sangrar. Sus labios se contraen en un ligero rictus de dolor, y sonrío para reconfortarla. Su madre recoge la sangre vertida de su hija en una redoma de cristal. Tiendo el cuchillo a Ginny y extiendo mi mano izquierda.

Noto el pinchazo, como el frío acero corta la piel de la palma de mi mano. Cierro los ojos, y al abrirlos levanto la vista.

Estás aquí. Detrás de Ginny. Sostengo tu mirada mientras mi corazón se encoge. Estás llorando. Cierro los ojos con fuerza para ahogar un grito. Vuelvo a abrirlos para reencontrarme con tus pupilas y decirte que ya no puede ser, que te quiero más que a mi vida, pero que es tarde para nosotros….

Pero ya no estás. Has desaparecido. Una vez más te marchas…me había alegrado tanto volver a verte. Saber que estabas bien, aunque no fuese junto a mí. Sólo te imaginé. Pero eras tan real…

La mano herida de Ginny aferra la mía, devolviéndome a esta realidad. Noto su sangre penetrando en mi cuerpo, su magia y la mía vinculándose. El Toiseachadh envuelve nuestras manos con la cinta ritual para simbolizar nuestra unión física, mágica y espiritual. Sólo queda pronunciar las palabras que harán efectivo este antiguo ritual de unión de almas, de vínculo perpetuo.

- Eres sangre de mi sangre, y hueso de mis huesos. Te doy mi cuerpo para que los dos seamos uno. Te doy mi espíritu para que los dos seamos uno- con las manos entrelazadas nos abrazamos. Su cuerpo cálido y reconfortante se recuesta contra el mío. Tiemblo, y no puedo evitar que una lágrima ruede por mi mejilla. Pensarán que es de emoción. Pero no es así.

¿Por qué has venido? ¿No te basta con haberme abandonado cuando más falta me hacías? ¿Con haber desaparecido cuando tuve que cumplir con mi destino? ¿Dejándome solo cuando sabías el terror que sentía? ¿Tenías que volver? ¿Hoy? ¿A recordarme que hubiese vendido mi alma al diablo por ti? Ahogo el rencor…no tengo por qué odiarte, me gustaría convertir mi tristeza en rencor, es más fácil de sobrellevar. No puedo odiarte. He sido yo quien te ha traído hasta aquí. Han sido mis propio demonios, y los injustos remordimientos que siento, los que han hecho que te vea.

Porque se que cruzaste al otro lado, que jamás volverás a caminar en este mundo. Desapareciste tan súbitamente, que quiero pensar que tu vida se apagó, en lugar del cruel abandono que se rumoreó. Dado el momento complicado que vivíamos, tu muerte es algo muy sencillo de suponer. No sabremos nunca qué ha sido de ti, pero no regresarás. He de asumirlo. Por Ginny. Por la familia que ahora empiezo. Por mí.