Summary:"En un mundo donde la vida es fugaz, las flores no se marchitan, los niños lloran sin parar, las lágrimas caen, y las alas se tiñen de un color escarlata por cada error cometido, las acusaciones se hacen presentes.
El amor está prohibido, es fatal, el dolor no es opcional, y la pérdida de uno mismo es la respuesta a los anhelos del corazón... Ambos quieren sentir, les intriga saber de la humanidad, el porqué ellos se han ido destruyendo tanto ante tantas consternaciones de la misma vida... tan etérea... minúscula e insignificante.
Su vida se detiene, no envejecen, tampoco tienen muy en claro el porqué de su existencia...
y ahora, se adentraron a un lado que no debían de tocar
Este fic está creado por un grupo de chicas para el #MesmidoTaka cada capítulo tiene una diferente autora, pero es la misma historia.
-Capitulo Uno-
En la creación, el supremo se encargó de proporcionar, inteligencia, sabiduría, altruismo y respeto hacia los que fueron sus seguidores antes de la llegada de los humanos. Estos seres fueron denominados guardianes, su tarea era sencilla, resguardas la seguridad y vitalidad del paraíso. El supremo asombrado y conforme a sus creaciones siguió dándoles más libertades, hasta que en algún momento, las expectativas que tenía de ellos decayeron. Dejándoles sin resguardo, fuera del paraíso.
De las tantas grandezas a las que el supremo les dio vitalidad, hubo una en especial de la que tenía cierto apego, en vez de darles la capacidad de libertad, les dejó a su lado. Le servían de consejeros, ligeramente de amigos, platicaba con ellos, les comenzó a dar a los que fueron los más grandes y sus más fieles seguidores las tareas de cuidar y resguardar la vitalidad y la paz de la tierra, dándoles la fuerza para las batallas, un mensajero celestial, el protector de los enfermos y la felicidad, otro quien fue el encargado del templo del supremo. A estos guardianes mayores, se les daba la libertad de cuestionar la creación, y al mismo tiempo de conservarla siguiendo las reglas de su supremo. Ninguno tenía duda de lo que él les mandaba a realizar.
Existen tres motivos principales que nos explican por qué se rebelaron algunos ángeles:
1) libre albedrío,
2) lujuria,
3) vanidad
-He comenzado a comprender porqué nuestro padre me ha creado- Gabriel observó tranquilamente a su compañero, quien se encontraba afilando la ligerita espada en sus manos mientras había hablado.
-Él mismo te lo explicó en el momento que llegaste aquí. No veo cómo es que apenas lo vas comprendiendo. -los ojos rojos que poseía su compañero se posaron con descontento en aquellos orbes esmeralda.
-No lo comprendes muy bien que digamos, es aún más complejo, él quiere que yo tenga una mayor amplitud de jurisdicción, puedo ser mucho más bueno que todos los de aquí -de un momento a otro, el cuerpo del pequeño se levantó de aquel pasto tan verde y comenzó a dar caminatas como si fuese un león enjaulado, de aquellos que deseaban la libertad sin importarle el costo, observó cómo sus manos estuvieron jugando con aquella espadita que le servía para ahuyentar a aquellas personas que se fueron por el camino equivocado -Soy mejor, mejor que todos aquellos que alguna vez han sido los hijos elegidos. Aquellos que según aspiraron a más, los que llevaban aquella paz, que no han podido conservar.
-Te recuerdo que estás con uno de ellos -dijo con la voz más seria que tenía, seguía sentado, observándole como si sintiera pena, aquella mirada de frustración la conocía. La había visto en los ojos de sus compañeros, que milenios atrás, se habían dejado llevar por la lujuria, y el "amor" de algún humano. Se les denominó caídos, pero al mismo tiempo, su padre y creador, piadoso de ellos, les dio lo que tanto habían deseado desde hace tiempo... la mortalidad. Y les dejó vivir con quienes eran las personas amadas. -No te conviene seguir hablando de esta manera si no quieres ser desterrado.
-¡Que lo hagan! Lo deseo Gabriel... Acaso, ¿tú no lo ves? No seas ciego... sé que también lo deseas, en tus ojos hay anhelo, desesperación por ver qué se siente todo lo que los humanos tienen... ¡SENTIR! ¿No te desespera? Por eso ves siempre tus manos, siempre tratas de que algo te dé un poco de noción, de calidez, ¿Por qué los humanos tienen ese derecho? Nosotros somos mejores, ven conmigo, lideraremos a todo este mundo, seremos mejor que aquel padre que nos lo arrebató todo. Podrás sentir, podrás conocer lo que eso conlleva, tendrás todo lo que un humano tiene, y serás inmortal. -algo en el interior del oji verde se comenzó a inquietar, ver a una de las creaciones de su padre tan exaltada y decidida a realizar un mundo mejor era bastante desconcertante, él que siempre seguía a su supremo, que lo alababa, le entregaba todo lo que pedía... No podía dudar de lo que había hecho hasta ahora. Dudar sería dejar de creer de su mera existencia. Y no, no tenía derecho de hacer eso. Lo que más odiaba era su inmortalidad, siempre había odiado aquello, ver cada día de aquel martirio cómo las creaciones de su padre perecían. Algunos por haber vivido de una manera que él en el fondo deseaba, anhelaba tener. Y otras, que eran aquellas en donde la vida... ya no significaba nada.
-No Luzbeth, te equivocas -cansado ya de escuchar tantas tonterías de aquella manera, se levantó con pesadez y observó como si fuese una ilusión, el color negro que comenzaba a marcar las alas de su compañero que alguna vez fueron pulcramente blancas. -Tus... alas. -logró susurrar con calma en el momento que el de ojos rojos le sonreía. Y el color blanco volvió a inundar aquellas pulcras alas, brillando ligeramente más.
-Vamos Gabriel, nota aquella diferencia, que tú y yo podremos ser los mejores... Sólo si vienes conmigo podrás hacer lo que quieras.
-No. No tienes ninguna idea de lo que se siente estar de esta manera. Puedes dejar de hablar. Y yo olvidaré por completo las tonterías que estás diciendo -sin dejar que su acompañante hablase, caminó lejos de él.
Gabriel se quedó observando nuevamente hacia la tierra, esperando comprender un poco más acerca de los humanos, sin reglas, fuera de las creencias que a ellos les habían dado, y con consciencia, esa habilidad de poder razonar y muy pocos eran lo suficientemente capaces de utilizarla como eran capaces. Dentro de su ser se estaba viendo un poco más la posibilidad de irse, no volverse un caído, sino desertar, dejar de lado todo esto e irse, vivir como si fuese un humano, y arrancarse las alas... las alas, el punto débil, aquel que le impediría regresar a su puesto a menos de que su creador volviese a colocárselas, e impedirle caer directo al olvido... a todo aquello que él odiaba.
-Luces bastante distraído Gabriel -Jofiel, uno de sus compañeros desde el inicio le miró un instante. Gabriel se miró una última vez las manos, y después de observar ligeramente hacia el panorama dirigió su mirada a su acompañante.
-No es nada, me he quedado pensando... en la nueva creación de nuestro padre. ¿Por qué debemos nosotros de supervisarle?
-Sabes que nuestro creador nos coloca las cosas porque sabe muy bien lo que puede llegar a suceder... aunque nosotros difiéramos de sus planes, a final de cuentas... algo que él estaba planeando en algún momento.
-Esta nueva creación será muy joven para lo que va a venir en un futuro. ¿Y si es corrompido? Los jóvenes son más fáciles de manipular, y sabes perfectamente que alguien así.. puede desatar el apocalípsis. -antes las palabras certeras de Gabriel, Jofiel sonrió con calma e infinita paciencia.
-No sucederá, por algo nos están llamando a nosotros a su nacimiento, ¿no lo crees?-con un asentimiento le otorgó la razón, caminando hacia las puertas que se encontraban frente a ellos. Gabriel observó la pulcra sala llena de unos colores tan cálidos y limpios, como si fuese una sala de espera vista desde un modo más... intenso.
-¿Dónde está nuestro creador? -suaurró con calma Gabriel,mientras iba a tomar asiento en una de aquellas sillas que tenían un aspecto acojinado.
-No vendrá -el oji verde se quedó a medio sentar al escuchar aquello, mientras fruncía el ceño, buscó un momento al rededor y suspiró, totalmente resignado. -Eres bastante inteligente, ya sabes qué va a suceder en esta instante.
-No pienso recibir a su creación... ¿Recuerdas lo que sucedió la primera vez que uno de nosotros recibió a una? Ni loco lo hago.
-Uriel tenía la expresión más sombría, al ver la materia de la que estaba hecho el pequeño -dijo en un tonito burlón.
-No importa, no pienso hacerlo. No es un buen momento para traerlo a este mundo -dijo suspirando el pelo verde.
-Dudar de todo en este instante ya viene siendo normal Gabriel, por ello, nuestro creador te eligió a ti -sonrió un poco -Como te decía, ya es normal que tengas duda, puedes tener todo. Y seguir aquí. Eso lo ve nuestro creador, no necesariamente te va a obligar a quedarte. Y lo sabes. Es demasiado piadoso -la mirada que le dirigió en ese instante le dió la compasión que necesitaba para poder seguir manteniéndose de pie -Recuerda que la corte celestial también escucha las cuestiones que todos tengamos. -como si su hermano supiese lo que algunos días había sucedido con Luzbeth le habló, haciéndole sentir una ligerita incomodidad en su cuerpo y suspirar con fuerza.
Él era el mensajero y portador de noticias de su padre, aquel que daba la última palabra... Era Gabriel. Entonces, ¿porqué se sentía ligeramente perdido con todo esto?
Un guardián no puede tener sentimientos ocultos, dudas y secretos para sus otros hermanos guardianes.
Tampoco puede tener una expectativa de vida corta. Su fiel espada es como su Alma. Las alas demuestran su inclinación y grandeza. No puede inclinarse a lo sentimental. No puede sentir físicamente. Y su punto eternamente débil... Son sus alas.
"De las cenizas resurgirás para resguardar la tierra, tu sangre pura será, de los cielos caerás, serás un guardian, de la vida eterna, de lo conocido y lo desconocido, desenvainarás tú espada para liberar de guerras a tu padre y creador, le serás fiel el resto de tus días. Y responderás al nombre de Valmieth."
Ante las palabras susurradas por Gabriel, Jofiel observó como de aquel manantial el agua desprendía un color azul platónico de sus entrañas, mientras esa sonrisa que ya poseía se ensanchaba con más fuerza al tener en cuenta las palabras del despertar único que le otorgó Gabriel. Esta vez, Gabriel había sido un seudocreador. Único... Como siempre. Y quien resurgiera de aquel lugar le seguiría por siempre.
-¿Porqué es tan pequeñito? -dijo ligeramente asustado el oji verde al ver como aquel minúsculo ser salía a flote sobre el agua sin movimiento alguno.
-Para que despierte debes cargarlo -dijo su acompañante con un tono divertido.
-¡¿Qué!? -al parecer las reacciones del guardián mensajero en cualquier momento le harían soltar una carcajada en cualquier momento por la reacciones del seudocreador.
-Eso mismo. Cuando alguien es seudocreador debe cargar a su pequeña creación. Es como... Una bienvenida, además te tocará ser el primer recuerdo del pequeño.
Las piernas le comenzaron a temblar tanto que sus lañas comenzaron a revolotear para poder mantenerlo en sintonía.
Con miedo, se inclinó tomando la pequeña sábana dorada que su acompañante le ofrecía. El pequeño cuerpecito regordete del bebé se elevó del agua y estiró lentamente sus manos para poder sostenerlo. Gabriel sin percatarse tomo el cuerpo en brazos mientras la sábana resbalaba por sus manos.
-Gab... -las palabras utilizadas por su acompañante se quedaron trabadas en su garganta.
Y así, un escalofrío se sintió recorrer los brazos del ojo verde, una electricidad comenzó a nacer por la punta de sus dedos, y recorrerle por las muñecas, antebrazos, codos hasta llegar a su pecho, en donde sintió cómo el pecho le comenzó a doler.
-Que... -un jadeo salió de su ser cuando se percató de que el pequeño le abría los ojos y soltaba una risa. Eran de un azul platinado, y su cabello negro. La pequeña manita se estiró hasta llegar a su rostro, y un cosquilleo se extendió por todo su rostro.
Supuestamente un guardián de alto rango no podía tener el sentido del tacto... Entonces, ¿porqué un calor se entendía por todo su cuerpo junto con ese cosquilleo? Ahí, sintiendo la calidez del pequeño se perdió en todo eso.
-Gabriel -la voz de su compañero se escucho sacándolo de su ensimismamiento -Cúbrelo -observó como la mano de su compañero tocaba la suya, contrariamente no había algún sentir.
Pero sentía los movimientos del pequeño en sus brazos, quien entretenido jugaba con su cabello ahora.
-Siento.
El pequeño soltó otro grito y una risita.
Gabriel observó el reflejo de su cara en los ojos del pequeño, y lo que vio, le dejo asustado.
-Protege al pequeño -la voz de su acompañante le desconcertó -No dejes que nada le suceda. Si te hizo sentir, hay algo distinto aquí.
Apegó el cuerpo del pequeño a su pecho y suspiró.
Había visto un sin fin de vidas enteras al lado de este minúsculo ser.
Pero para ello... Debía perder sus alas.
¿Su Dios se había equivocado?
Vidas eternas... Buscándole.
¿Por qué?
Dios... ¿Qué estabas planeando?
(Esta primer parte fue realizada por ShinTak, con aportación de varias chicas en el mes MidoTaka a quienes les doy la dedicatoria a este capitulo, las segundas actualizaciones se darán por medio de otras chicas :3)
