Holo~

Este es mi primer fic de la otepé, de Percy Jackson y de la historia (? así que espero que no sea tan vomitivo uwu

Los personajes son del Tío Rick 'El Troll' Riordan (? hasta los extras (? okno akdjfda pero la historia es mía uwu

Se me ocurrió mientras veía una película de Pompeya xDDD

So... aquí va :3


Estaba solo, encadenado y expuesto ante una multitud de personas que no tenían ni una pizca de buenas intenciones. Estaba tan enojado y asustado como el día en que lo separaron de su hermana, a los 9 años.

-¡Doy 50 monedas por el chico!

- ¡50 monedas por aquí! ¿Alguien ofrece más?

- ¡Yo doy 70!

Fijó su vista en sus temblorosas manos esposadas y atadas al poste de la 'tarima de exibición', lo que le hacía impensable si quiera tratar de huír aunque las ganas le sobraran. Sabía de antemano que esto no terminaría bien para él de ninguna manera, y el simple hecho de recordar fugazmente todo lo que había pasado con sus anteriores dueños… le hacía difícil reprimir el impulso de vomitar.

A sus casi 16 años, Nico había vivido muchas más cosas que las que debería vivir cualquier joven o cualquier persona. Pero claro, el no podía considerarse como una persona, eso se lo habían remarcado durante toda su corta vida. Era sólo un esclavo. Algo equivalente a un animal o incluso un simple objeto.

- ¡100 MONEDAS!

- ¡Oh! ¡100 monedas aquí! ¡Vamos, hagan más ofertas! – el regordete comerciante de esclavos se paseaba de un extremo a otro del improvisado escenario, enardeciendo a la multitud a ofrecer cada vez más dinero.

-¡230!

- ¡250!

- ¡300!

- ¡Sigan subiendo, sigan subiendo!

Aunque mantuvo su inexpresivo gesto, tensó levemente la mandíbula y desvió su vista hacia un lado.

Todos eran tan despreciables como sus anteriores dueños, eso lo podía sentir claramente en las miradas clavadas en él, y se sintió idiota por albergar una pequeña llama de esperanza de que en Pompeya las cosas cambiarían un poco. Cambiaba el lugar, pero nunca las personas.

Empuñó sus huesudas manos esposadas.

Como los odiaba a todos.

-¡450!

-¡Heeheeheey! ¡Ahora empezamos a hablar de verdaderas ofertas!

Nico sabía que estaba haciendo un gran negocio, porque lo habían comprado en Roma por solamente 200 monedas – era considerado un mal esclavo al 'resistirse a los deseos de su amo' y 'no complacerlo como es debido', de manera que terminó vendido a cualquier precio con tal de deshacerse de él – así que pronto el negocio estaría cerrado y el comerciante, más que feliz.

-¡500!

- ¡Vamos, den más!

- ¡Ese chiquillo escuálido no vale más! – una rasposa voz profunda resonó por encima del alboroto, y causo una ola de risas entre los compradores – ¡ya véndalo y pase al siguente!

La ira de Nico comenzó a transformarse rápidamente en abatimiento.

Fuera de ese rincón, en el mercado de la ciudad, las personas se paseaban por los puestos de mercancía con sus hijos o criados en un día de compras tan común como cualquier otro en sus vidas, sin inmutarse si quiera. Claro, para ellos era algo completamente normal la compra y venta de esclavos, así que a nadie le importaba especialmente lo que pasaba allí.

Retrocedió inconsientemente, sumido en la desesperanza, hasta que la cadena que lo unía al poste lo detuvo.

A nadie le importaba lo que pudiera ocurrirle a él después de que lo vendieran.

Y a nadie le importaba lo enojado, asustado o desesperado que se estuviera sintiendo en ese presiso instante.

Absolutamente a nadie.

-¡Vamos, vamos!

-¡500 es mi última oferta! – vociferó un hombre mayor, acercándose a la tarima y atrayendo la mirada de Nico sobre él. Su expresión era perversa y oscura, por lo que no le permitía esperar nada bueno a futuro. - ¡Nadie le ofrecerá más de eso, démelo ya!

Tragó saliva pesadamente y cerró los ojos, aunque sentía la boca llena de arena. No importa cuantas veces viviera ese proceso, nunca se podría acostumbrar a la horrible sensasión.

El trato ya estaba hecho, y una nueva jornada de su horrible trabajo vitalicio estaba a punto de comenzar.

- ¿Nadie más de 500? – el comerciante le ignoró y cuestionó a la multitud tras el viejo. Numerosas personas negaron con la cabeza - ¿Nadie?... bueno, en ese caso…

- ¡800 MONEDAS!

Un agudo grito atravesó el ruidoso ambiente, y de inmediato se hizo un silencio sepulcral.

La mente de Nico súbitamente se quedó en blanco.

Eso lo había imaginado o…?

-Ejem – el responsable se aclaró la garganta rápidamente, bajando unos cuantos tonos su voz – ofrezco 800 monedas… por él.

Estupefacto, como todos los demás, buscó con los ojos muy abiertos a quien había irrumpido en la venta tan bruscamente con aquella oferta.

Las miradas de todas las personas se cruzaban en un mismo punto, y parecían sorprenderse aún más mientras se asomaba una cabellera rubia brillante entre la multitud.

Era un chico no mucho mayor que Nico, pero definitivamente, muy diferente, empezando por una complexión mucho más fuerte que la del delgadísimo esclavo, y eso se podía ver aún a través de toda la ropa – bastante vieja, por cierto – que traía encima.

El muchacho realmente destacaba bastante entre todos los presentes, saltando a la vista además… que su clase social era más baja que la de todos los presentes.

En todas las ventas en las que Nico había estado, los compradores se jactaban de sus grandes sumas de dinero disponibles para gastar en sirvientes de su gusto. Pero ese chico no parecía venir de una familia con grandes sumas de dinero, si no mas bien de una con el dinero justo para vivir, y las familias así no malgastaban su dinero en esclavos…

Todos estos hechos solo mantenían la confusión de la multitud, que comenzó a susurrar cuando el chico había recorrido ya buena parte de la distancia desde donde estaba hasta la tarima con grandes pasos y una expresión seria y altiva que Nico no terminaba de reconocer como auténtica.

Ante los murmullos crecientes de las personas mayores mientras avanzaba, sacó de entre sus ropas un pequeño saco de tela marrón cerrado con cuerda y lo levantó hacia el robusto comerciante, que no le apartaba la mirada de encima.

-¡Aquí está el dinero, cuéntelo si quiere! – desafió – pero exijo que detenga esto ahora y me dé al chico.

- ¿Quién eres tú? – respondió en cambio el regordete vendedor que, sin salir de su confusión del todo, acercó una mano a la bolsa que se le ofrecía.

- ¿Importa? – respondió altivamente el joven, al tiempo que le entregaba el paquete de tela y lo veía comprobar el monto con el ceño fruncido – Sólo complete la venta, si no quiere perder ese dinero.

- ¿Y de qué basurero saliste tú? – El hombre que se había proclamado ya dueño del esclavo escupió con desprecio las palabras, sacando también una bolsa con dinero – ¿Estás jugando a comprar esclavos? Ya quisieras. Vamos, este lugar no es para mocosos, apártate.

- ¡Si tengo el dinero voy a cerrar el trato! – respondió con coraje el chico rubio – Así que creo que el que se tiene que apartar ahora… es usted.

- ¿Quién te crees, enano? – replicó el viejo propinándole un leve empujón - No me hagas reír, no hay manera de que tengas 8-

-¡800 MONEDAS! – interrumpió el vendedor con un grito, levantando la cabeza luego de terminar de examinar el contenido de la bolsa y confirmar la nueva oferta – ¡Si nadie ofrece más, está vendido!

- ¡¿Q-Qué?! – respondió el comprador interesado, mirando alternadamente al joven y al comerciante, incrédulo.

Nico comenzó a procesar por fin lo que estaba ocurriendo, pero aún así las preguntas se agolpaban en su mente y le causaban gran confusión. ¿Por qué querría un chico así comprar un esclavo por una suma tan exorbitante? ¿Y cómo podía llevar consigo tal monto? Era imposible a simple vista…

- ¿Nadie? – Interrogó al público el nuevamente sonriente hombre. Numerosas cabezas volvieron a negar.

- Esto es ridículo – el comprador volvió a guardar su dinero, mirando al chico moreno de reojo – esa rata no valía ni 500 monedas – e indignado, se internó nuevamente en la multitud.

Nico lo vio alejarse con un torbellino de ideas y emociones en su mente que le impedía concebir ideas con coherencia, y a penas escuchó el '¡Vendido!' gritado con fuerza por el comerciante.

¿Qué estaba pasando exactamente? Aún se sentía perdido mientras un ayudante lo desataba del poste y lo arrastraba, bajando de la tarima para completar la transacción.

Casi ni se dio cuenta cuanto llegó al lado del chico y cuando la cadena unida a sus esposas ya se encontraba entre las manos del mismo.

En el escenario, ya había subido un nuevo esclavo y las ofertas ya habían comenzado a aparecer. Todo parecía seguir como si ya todos se hubieran olvidado de lo que acababa de pasar.

¿Qué…? Está bien, la trata de esclavos era la última de las preocupaciones de cualquier ciudadano libre, pero ¿En serio? Nadie podía negar que era todo muy extraño. O quizás Nico era el único que le daba importancia ya que… bueno, se trataba de él. ¿Quizás habían enviado al chico a comprar un sirviente para una familia rica? No, a los compradores les gusta ver el 'producto' que iban a adquirir por ellos mismos. ¿O quizás tan sólo estaba cumpliendo un capricho propio? Pero definitivamente no tenía el aspecto ni la actitud de todos aquellos que podían permitirse eso…

Entrecerrando los ojos, le examinó con una desconfiada e inquisitiva mirada.

Su rostro, aunque estaba crispado por una expresión severa, no lograba eliminar del todo su resplandor dado por el brillo de sus ojos azules, que destacaban sobre su piel de un tono un poco más claro que la canela, y los rasgos armónicos y finos en justa medida eran enmarcados por su ondulado cabello dorado.

Cuando sus miradas se encontraron, su máscara de seguridad y fiereza se desmoronó por un segundo, dando un fugaz paso a una expresión de culpabilidad - que parecía pedirle a gritos una disculpa - para luego recomponerse en un instante y volver al estado anterior.

-Bien –comenzó a alejarse del lugar a paso acelerado y firme, volteando y arrastrándolo consigo – vámonos.

Nico le siguió al paso a quien comenzaba a aceptar como su nuevo dueño – no quedaba de otra, la verdad, si había tenido el dinero para hacerse con él… - y se dejó guiar sin dejar de reflexionar y examinarlo.

No se parecía a ninguna de las personas con las que había tratado y recordara. Y desde luego, ninguno le había dado esa impresión, aunque haya sido muy lejana en primera instancia, de… calidez? No tenía idea, pero no provocó el rechazo inmediato que Nico estaba acostumbrado a sentir por sus dueños…

Sería posible que…?

Sintió como una minúscula chispa de esa esperanza que se había obligado a desechar renacía de las cenizas, pero se rependió de inmediato por ello.

La experiencia le enseñó de la manera más cruel que al final, todo terminaba exactamente igual, por lo que no podía permitirse guardar ilusiones en esta vida. No después de todo lo vivido.

Se concentró en apurar el paso y en seguir al chico que lo conducía con rapidez y agilidad hacia un futuro del cual… francamente, no sabía qué esperar.


Que las piedras vengan con amooor (? (人) jadfkda okya

La próxima actualización planeo hacerla el 13 de Marzo ;; eso.

Gracias por darse el tiempo de leer esto ~ c: Lov lov