Cuidado con el ángel

Por Nochedeinvierno13


Disclaimer: Todo el universo de Harry Potter es propiedad de J. K. Rowling.

Este fic participa del Reto permanente: "Harry Potter" del Foro "Un mundo de retos".

Dedicado a mi querido cupcake mayor, fan irremediable de Oberyn con Drogo, amante indiscutible del incesto y slash, ferviente seguidora de Loras con Renly. Véase, mi guapísima Erly.


La chimenea está llena de ceniza seca y ennegrecida, y en la habitación no hay más calor que el de las velas. El débil resplandor proyecta la sombra tenue de los cuerpos enredados y apasionados. Los condenados amantes no parecen percibir el aire frío y cortante de invierno. Los dedos bailan, parsimoniosos y tentadores, sobre la piel joven y ansiosa. Los gemidos que manan de las bocas ardientes, rebotan contra las paredes y corrompen el ambiente con su sonido lujurioso.

Hugo es pestañas cobrizas bordeando ojos de un intenso cerúleo, piel canela espolvoreada de pecas sobre el puente de la nariz y labios de un rojo ardiente como la última ascua de un fuego extinto. Hugo es un torbellino de sensaciones que arrasa con la cordura y la sensatez a su paso, dejando una estela de incertidumbre y desazón. Hugo es un mar de deseo prohibido que invita, abraza y sumerge, hasta condenarte al irremediable infierno de lo incorrecto.

Lo que están haciendo es un aberrante acto de locura, fruto de la más insana e inmoral pasión, método para acallar los anhelos profundos del lado oscuro del corazón y recurso para aniquilar las penas que vienen luego de consumado el acto.

Dientes perlados y ávidos se cierran sobre el hombro del mayor, manos hábiles se aferran a su cintura como si no existiera un mañana y deja al descubierto el apetito voraz que le caracteriza. Él no puede hacer otra cosa que dejarse doblegar por la mano de hierro que es la pasión de Hugo y ceder ante la cúpula evanescente de placer que comienza a ascender en su pecho como una espiral. Embestidas profundas, erráticas e intensas, y un concierto de gemidos cuidadosamente orquestados.

Finalmente, el orgasmo de placer llega implacable e impregnado de remordimiento.

«Estoy condenado —piensa George—. Estoy condenado a la perdición por un chiquillo.»