Esta es una continuación del fic "Before Its too late", no hace falta haberse leído el anterior para entrarse de lo que pasa en este. Hacía mucho que no me ponía ha escribir y se que tengo fics a medias, pero espero poder redimirme. Quiero volver a daros tantos fics como pueda

y sobretodo en este fandom. Muchas gracias a los que me leeís y esperaís a que suba algo, es lo que me anima a seguir escribiendo 3 Especial mención a SheenaRogers por sugerirme esta idea ya que según ella "sabes escribir fluff" y bueno aquí esta, espero que os guste~

En la vida del capitán Zacharius no había muchas cosas de las que arrepentirse, había elegido sabiamente como iría su vida. Primero decidió entrar en el ejército en vez de una vida burguesa, no es como si su familia fuese una de las más ricas, pero dentro del Muro Rose su familia estaba de maravilla. La verdad es que no se opusieron a su decisión, después de todo se veía que él había nacido para luchar: su altura, su agilidad, su fuerza ¡Y eso teniendo tan solo doce años! Realmente era como si los dioses hubieran diseñado el soldado perfecto y que Mike fuera la encarnación de este.

Segundo, no irse a la policía militar y elegir la legión. Claro que muchos se opusieron a su elección, debía de estar loco. Siendo el primero de su promoción con notas que entraban en la historia, la palabra perfección era la que definía sus notas, todos hablaban ya del comandante Zacharius. Las chicas en la academia suspiraban cada vez que pasaba a su lado, los chicos le admiraban y hasta el entrenador le respetaba, entonces ¿Por qué alguien que tenía el puesto como comandante en la policía militar casi asegurado, con éxito ante todo lo que se proponía elegía irse a Legión de Reconocimiento? Era una locura, hacía casi un siglo desde que los titanes no aparecían, no había razón para querer salir. Era un suicidio. Pero eso no fue lo difícil, no temía a los titanes, lo que realmente le resultó difícil de la situación fue Nile.

Nile Dok y él se habían hecho amigos al instante. Dok era todo lo contrario a Zacharius, era ruidoso, hablaba con todo el mundo, no se callaba ni debajo del agua; mientras que él era un hombre de pocas palabras que prefería ser discreto. Luego se unió Erwin Smith, era el típico chico que tenía siempre algún libro y nadie le ganaba en los debates; así se formo su particular hermandad. En la academia los tres habían sido inseparables: en las pruebas, de fiesta, escapándose por las ciudades. Por ello el día de la elección tuvo que decirle a su querido amigo que había cambiado de opinión, que no iría a la policía militar; sino a la legión con Erwin. Tardo unos días en aceptarlo, pero tras varias semanas sin hablarles les llegó una carta de Nile exigiendo que debían de irse a una nueva taberna donde les esperaban las camareras más guapas.

A decir verdad esas eran sus dos grandes decisiones en la vida. Nunca decidió ser el más fuerte, aunque muchos decían que debía tener un entrenamiento especial, otros que si era sobrehumano y algunos incluso decían que era cosa de magia. Pero en realidad era un hombre simple, hacía lo que tenía que hacer, no se rendía y era constante. Por ello no era muy hablador, simplemente porque la gente esperaba que fuera grandilocuente como los héroes de las leyendas, pero al final era un ser humano como todos, con la suerte de tener grandes cualidades. Pocas personas sabían esto de Mike: sus siete hermanas, Erwin, Nile y Nanaba. Está última había sido la gran sorpresa del capitán Zacharius. Al entrar en la legión sabía a lo que se metía, y que jamás tendría una vida normal con esposa e hijos. Eso lo tenían claro tanto él como muchas de sus amantes, él nunca prometía nada; siempre respetaba a las mujeres que en varias ocasiones le sugerían pasar la noche con ellas ¿Y quién era para resistirse? Era humano y también debía disfrutar lo que podía de la vida; dado que en cualquier momento podría morir pues no iba a perder el tiempo. Cuando la muerte te asola por todas partes las personas buscan calidez o un momento donde desconectar de todo los horrores de la vida, una forma de escapar del mundo lleno de muertes y obligaciones eran esos encuentros. Nunca se había enamorado, ni lo pretendía. Sabía que si lo hacía sería un sufrimiento para la mujer que lo esperase después de cada expedición, y mucho menos su incertidumbre al pensar que no podría volver a la mujer que amaba. Lo más sabio era evitar ese tipo de relaciones y seguir adelante con su vida.

Pero esa mujer había llegado con una cálida sonrisa, el corazón abierto, una mirada sincera y ese olor a lavanda que le hacía suspirar. Estaba perdidamente enamorado de ella, no era como las demás, simplemente habló con ella y conectaron; algo natural y sencillo. Al principio no sabía como comportarse, no quería ser tan callado, pero cada vez que habría la boca se sentía un completo imbécil. Odiaba sentirse así, era un capitán de la legión, no un recluta; pero ella era una excepción, su debilidad. Aunque al poco tiempo de conocerla vio que ella no tenía interés alguno en él, Y así pasaron a ser amigos, dos personas que día a día se contaban todo y había una confianza inmensa. Tan inmensa como con Erwin y Nile, solo que a ni de lejos quería besar a esos dos, para él eran como sus hermanos; en cambio con Nanaba no. Todo en ella era nuevo y desconocido, durante años tuvo que aguantarse todo lo que sentía; finalmente tras muchos años de silencio le confesó al amor de su vida todo lo que debía de decirle. Esa vez fue una decisión fácil, tan fácil como el inicio de su amistad. La soldado de cabellos rubios correspondió sin problema alguno. Desde entonces su vida personal había ido todo lo bien que uno podía desear, pero desde hacía unos días una idea loca no paraba de darle vueltas.

Matrimonio.

No era algo común entre soldados de la legión, a causa de que nadie quería ver a su marido o mujer morir de la forma más horrible que a uno se le pudiera ocurrir.

Aún así la idea de que Nanaba llevará su apellido, de poder compartir la cama con ella por las noches sin tener que ocultarlo, poder celebrar con todos sus seres queridos su unión y demostrarle lo mucho que significaba esa mujer para él. Ya hacía años que se había hartado de ir de cama en cama, él solo quería ser de ella, aunque sonará raro. Pero ya todo lo que él era le pertenecía ¿Así que porque no tenerlo de una forma oficial y que todos lo vieran?

Nunca había hablado del matrimonio, salvo la vez que Nile se casó. El comandante de la policía militar se emborracho como costumbre con sus dos mejores amigos, y había exigido que la siguiente boda sería más épica y la siguiente aún más. Pero bien, ellos tres eran personas que disfrutaban de las fiestas, sino fueran altos cargos militares con responsabilidades estarían todo el día de bar en bar.

Podía preguntar a Erwin, pero por muy listo que su amigo cejudo no sabía sobre el matrimonio. Él estaba casado con la legión, aunque sabía que había alguien en su corazón no iba a presionarle. Su misión estaba clara y lamentablemente no podría centrarse en otros aspectos de su vida. Así que descartó la idea.

Se quedó el resto de la tarde pensando en si era el momento para tomar esa decisión o no, pero no podía aclararse ¿Y si ella no estaba preparada para ese paso? ¿Quería ella casarse? ¿Su familia le aceptaría? ¡Ni siquiera sabía nada de la familia de Nanaba! ¿Cómo se lo tomaría Erwin? ¿Pensaría que se estaba tomando con calma las promesas que hicieron sobre librar a la humanidad por ella? ¿Lo estaba haciendo? Había muchas cosas a tener en cuenta, pero sobretodo temía que ella no se sintiera bien con esa decisión, después de todo les iba muy bien como estaban. Podía ser que cada día se hacía mayor y que sentía como si tuviera que casarse por la edad.

Llegó la noche y todavía seguía pensando. Decidiendo dejar el tema para otro momento se levantó de la silla de su despacho y fue hacía su dormitorio.

Una de las cosas de ser alto cargo militar y haber sido durante más de diecisiete años el soldado más fuerte de la humanidad, era su dormitorio. Algunos ricachones de Sina le mandaban cosas para condecorarle, y su sueldo era algo más alto que el de la mayoría de sus compañeros. Tenía una cama de tres metros de largos y cuatro de ancho; ya que al ser un hombre de casi dos metros y una gran musculatura necesitaba una cama donde pudiera entrar cómodamente. En su dormitorio se encontraba otro escritorio acompañado de un par de estanterías y dos sillones. Realmente no podía quejarse, y menos al entrar en la habitación y encontrarse a Nana cambiándose de ropa.

-Hola Mike ¿Qué tal el día?-

-Bien.- Asintió el otro, pasando su mano por su pelo y dejando a la vista sus ojos; aunque la idea era poder verla mejor, no solo oler ese magnifico olor a lavanda que dejaba en su cuarto.

Le ofreció esa sonrisa calmada que siempre tenía, esa que hacía que el corazón de sus soldados fuera un remanso de paz. Ahí Mike se dio cuenta de que estaba en casa, ella se ponía el pijama delante suyo sin pudor, confiando en el. Mientras se cambiaba no despegaba su mirada de su cuerpo, era como si estuviera hipnotizado, a sus ojos ella era la mujer más preciosa que había visto. No tenía unas curvas muy llamativas, pero ahí estaban, tenía un cuerpo atlético y a su manera era femenina, de una forma muy juvenil. Tampoco es que se llevarán muchos años, pero ella siempre se veía jovial y alegre ¿Cómo era posible que ningún otro hombre se hubiera fijado en ella?

-¿Vas a dormir con los arneses o como? -Dijo mientras se acercaba a su capitán y le quitaba el uniforme, sin pedir permiso ni nada. Pero a la hora de quitarle la chaqueta no llegaba a causa de la altura, lo que hizo que ambos se rieran al unisono. Finalmente Mike terminó la tarea que estaba haciendo su novia y comenzó a ponerse el pijama.- No te he visto en todo el día.

-Tenía unos informes que rellenar- Respondió mientras se tumbaba sobre la cama y abría los brazos para que ella se acomodará en estos, algo que la soldado Nanaba ya había tomado como costumbre. En los meses que llevaban saliendo habían conseguido un grado de intimidad increíble y de forma natural, era como su amistad, tan fácil y sencilla como respirar; solo que ahora no había muros para que dejar que su relación fuese lo que ambos querían: una pareja. Con este pensamiento rodeo con fuerza a su novia una vez estuvo entre sus brazos.- ¿Todo bien en el entrenamiento?-

-Sí, los demás te echaron en falta durante el entrenamiento, Gerger y Thomas no paraban de hacer el tonto. Decían algo de hacer unos movimientos finales, parecía que fuesen niños. Por lo menos los otros dos se han portado como es debido..-

-Entonces no te supone ningún problema, después de todo siempre te han gustado los niños ¿No?-

-¿Eh? ¿Por qué dices eso?- Preguntó perpleja.

-Siempre se te dan bien los reclutas, cuanto más jóvenes son, más confían en ti.-

-Eso es diferente, tener hijos o incluso cuidar de alguno...no se, no sería una buena madre.-

-Creo que te equivocas.-

-Mike...-Dijo en un suspiro mientras alzaba la mirada.- Nunca he sido alguien que pudiera dejar todo por la familia, tengo mis prioridades.-

-Así que ni matrimonio ni hijos.-

-Sí, bueno..-La joven se mordió el labio inferior, dudando. No sabía si sería hablar demasiado, pero después de todo ahora eran pareja, habían dejado atrás todos los secretos ¿Por qué no iba a contarle esto? Exhaló un largo suspiro antes de hablar.- Mi familia quería que tuviera un marido e hijos, pero no era la vida que quería. Veía tantas injustas que luchar, y no podía parar de pensar en que yo podría hacer algo. Así que tuve que fugarme de casa para entrar en la academia. No estoy en contra de tener familia, pero se que no es lo mio. A decir verdad me sigue sorprendiendo que estemos saliendo.-

-Nunca me lo contaste...-Fue todo lo que pudo decir, apretándola más contra él. Pensaba en lo sola que debió de sentirse al principio, en los días libres donde los demás volvían a sus casas y ella se quedaba sola. Se inclino para besar su frente- Nana, ya no estas sola ¿vale?-

-Lo se.-Respondió la otra con una enorme sonrisa.- Incluso antes de estar juntos, tu amistad fue de gran ayuda. Cuando vine a la legión perdí el contacto con Riko, pero tu fuiste gentil conmigo y me hacías sentir que este era mi hogar. Y ahora soy feliz así.-

-Me alegra. Y una cosa; no vuelvas a decir que te sorprenda que estemos juntos. Ya te lo dije, estoy enamorado de ti y me pareces perfecta. Lo raro sería no querer estar contigo.-

-Esta bien, esta bien.- Rodó los ojos, acostumbrada ya a sus reproches. No le molestaba que quisiera dejarle claro lo que significaba ella para él. Pero su mente divago a otro parte.- ¿Por qué tanto interés en el tema?

Ahí estaba la pregunta, tenía tres opciones: decir que solo era curiosidad; en cuyo caso pasarían de largo, inventarse cualquier excusa o decirle la verdad. Sabía que preguntarle sobre eso tras la historia que le había contado era algo tan peligroso como pelear bajo la lluvia con un titán. Cuando eso ocurría, el contraste del agua y el calor del titán hacía que se viese solo humo, haciendo difícil el campo de visión. Claro que también si pasaba de largo sería como dejar a uno suelto, sentiría que podría haberlo hecho y salvar alguna vida; o en este caso la suya. En ese momento tenía que decidir que iba a decir. Pasando su mano por la cintura, hizo que se girase para estar cara a cara.

-Es sólo que últimamente he estado pensando en el matrimonio.-Podía ver como sus ojos se habrían un poco a causa de la sorpresa. Era normal sorprenderse de que un antiguo mujeriego se plantease casarse fuese de extrañar. Pero eso no le detuvo.- No tienes que responderme ni hoy, ni mañana, incluso podemos hacer como que nunca ha pasado nada y seguir como ahora. Aún así he podido parar de pensar en que me gustaría que estuviéramos casados. No para formar una familia, sino para dejar claro que estamos juntos. Quiero poder decir que eres mía, poder celebrarlo con el resto de mis seres queridos. Sobretodo quiero que en este mundo quede constancia de que mientras vivía estuve casada con una mujer fuerte e inteligente, que aunque a veces sea terca también es la más cariñosa que he conocido. Nana quiero casarme contigo, claro que puedo entender que no quieras, pero necesito que sepas esto, sobretodo por mi salud mental.-

La habitación se quedó en el silencio máximo, ninguno dijo nada. Mike había cerrado los ojos, derrotado ante su negativa. No había dicho nada pero sabía que estaba pensando en como decirle amablemente que no. Ella era así, demasiado buena para este mundo y para él. Al menos había salido al fin de dudas. Ahora no le quedaba otra que aclarar el malentendido y mañana sería un nuevo día. Zacharius abrió su boca para volver a hablar cuando unos labios se apoderaron de los suyos, y al instante sintió como dos gotas de agua caliente caían sobre su mejilla. Sus ojos se abrieron de golpe, viendo de que se trataban de sus lágrimas. No entendía lo que estaba pasando, simplemente esperó a que ella se apartase o que hiciera algo. La espera no fue larga; ya que Nanaba separó sus labios repentinamente y se lanzó a abrazarle. Su cuerpo temblaba de los pies a la cabeza.

-Eres un idiota. Pero un idiota de verdad.-Dijo con voz llorosa. Se apartó para mirarle y darle un leve empujón.- ¿¡Qué esperabas que dijera?! ¿Es que crees que no te quiero?.-

-¿Eh? No, no, para nada yo..-

-Por supuesto que lo haré.- Le cortó repentinamente, estallando de nuevo en un mar de lágrimas. Los sentimientos eran demasiado fuertes. No era una mujer emotiva, ni lloraba por cualquier tontería. Pero cuando la persona de la que llevas enamorada toda tu vida te hace esa pregunta no puedes evitar dejar que todo salga. Se maldecía a su misma por no poder parar de llorar, no quería que la viese así.- Será todo un honor ser tu esposa.-

-Nana..-Dijo esta vez con una sonrisa triunfal, se veía tan feliz. Alzó sus manos para limpiar con sus pulgares las lágrimas, inclinándose para besar el recorrido que dejaban por sus mejillas.- Todo esta bien, deja de llorar. Quiero que sonrías conmigo, no me gusta ver a mi prometida así.

-Idiota.-Dijo con una sonrisa, volviendo a abrazarle.

Puede que tal vez muriesen en cualquier momento, que los muros se fueran eliminados, o cualquier otra desgracia les pudiera suceder. Pero por esa noche se permitirían soñar con un futuro mejor, lleno de felicidad y sobretodo donde pudiesen estar juntos. Ambos habían aprendido por las malas como era perder a un ser querido o simplemente ver muertes horribles; por ello apreciaban más que nunca los pequeños momentos como estos, donde solo eran dos personas que intentaban compartir un mismo futuro. Por muy doloroso o toda la incertidumbre que podía tener, ellos quería avanzar hacia un nuevo mañana cogidos de la mano y sin dudar del otro.

De nuevo muchas gracias por vuestro tiempo. Espero que os haya gustado y con suerte subiré más sobre esta pareja y también sobre otras

Attentamente Feuerimherz.