Summary: Organizar una fiesta sonaba tentador. Sobretodo cuándo terminan abrazados con sus cuerpos más juntos de lo común en un sofá de mala calidad.
Disclaimer: Lok no me pertenece. Todo es de Bryke.
N/A: Se necesita más Linumi en esta vida. Pienso que ambos mantendrían al otro en la friendzone. Weird.
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Fiestas y cariños
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Bumi dejó que su cuerpo se recostará contra el asiento del sofá. Su mirada azulada, cansada y agotada, se fijó en el techo del departamento. Detrás de él estaba una ventana de gran tamaño, y evitaba mirarla. Era demasiada altura para su gusto.
La figura joven femenina se asomó por la entrada sin puerta que daba a la cocina. Con su cabello negro azabache desordenado, su camiseta sin mangas blanca completamente desaliñada, y sus pantalones de uniforme más cortos de lo común era un vista agradable.
—Ya terminé la lista —dijo la mujer, aunque fue difícil de comprender lo que había dicho por las galletas que aún masticaba.
La boca de Bumi se abrió de ambos lados, dejando a la vista una brillante dentadura blanca que ocupaba cerca de medio rostro. Lin tragó las galletas que tenía en la boca, y cogió el bol que quedaba de ellas. Penga, siendo pasada alumna de su madre, mantuvo una buena relación con ella desde siempre.
Y que galletas hacía esa mujer.
Dejó el bol en la mesa de té y se lanzó hacia el sofá, siendo recibida por el brazo de su amigo y compañero de casa por un mes. Claro, hasta que llevara su trasero de nuevo a las Fuerzas Unidas. Un futuro que veía muy lejano para su lamentar.
—¿Invitaste a chicas guapas? —ronroneó el hombre—. Ya sabes, mis necesidades...
Lin lo interrumpió con una carcajada, tomando otra galleta.
—Créeme, Bumi; las invité —respondió mientras mordía la galleta sugestivamente—. Pero invité a Kya, así que creo que estarán más ocupadas con nosotras dos como para prestarte atención.
El marinero bufó, tomando una galleta con violencia. A pesar de eso su rostro aún tenía su expresión bonachona de siempre.
—Eso es lo bueno de mi hermana y tú, puedo hablar sobre chicas y pedirles opiniones.
—Si tu lo dices...
Los brazos morenos de Bumi se enredaron alrededor del cuerpo de la pequeña chica. A sus veintidós años, Lin seguía siendo notablemente pequeña. No tanto como su madre, pero sí lo era. Incluso Suyin era casi de su estatura. Por eso era tan cómodo abrazarla y que su cabeza cálida se recostara sobre su pecho.
Masticó la galleta, enredando sus gruesos dedos en el tupido cabello negro, que era una mezcla de rizos y mechones lacios. Maleable y cómodo de acariciar.
—Deberías quedarte más seguido —sonrió—. Sólo tú sabes hacer fiestas.
—Y Kya.
—Pero Kya es hippie así que no cuenta —rió la maestra tierra.
El sofá rechinó cuando las rodillas de Lin se afincaron en el, y cuando los brazos de Bumi sujetaron sus muñecas firmemente. Con un sabor a galleta de canela y las listas de invitados siendo arrugadas por sus cuerpos, se permitieron algo de diversión en el sofá.
No todo era tan malo cuando vivía con el pedante de Bumi.
