Gran pérdida

Lelouch hizo una mueca cuando los cantos empezaron en el funeral del príncipe Clovis. Le dio asco escuchar acerca de sus virtudes, que según el viejo Rey eran todas las que podían esperarse de su noble sangre. Recordó las veces en las que hacía trampa para ganarle en el ajedrez, cómo tenía que complacerle porque era menor y Clovis se encaprichaba. La forma en que sus lágrimas le ensuciaban la pechera. Sus mentiras. Nada parecía complacerle más que correr a las rodillas del rey para contarle cómo había desprestigiado a los de castas inferiores, encarnados en Lelouch. No era una gran pérdida. Y quedaba mucho por ganar antes de derrotar a ese Imperio.