"Cuando un libertino desea a una mujer es capaz de luchar con quien sea para tenerla, aunque su oponente sea Dios mismo"

Los personajes de esta historia no son de mi pertenencia, salvo aquello se mi propia invención, son de CLAMP yo solo hago esto por diversión y ocio.

Divino Amor

Capítulo 1

"La Promesa"

Año 1896

Abrió sus ojos apenas la luz la despertó a través de la venta, arrugando sus ojos aún soñolienta se puso de pie para dirigirse al espejo que colgaba en la fría pared gris de su pequeña habitación. Hacía ya nueve años que vivía allí, y estaba tan acostumbrada a su nueva vida. No le incomodaba lo fría que podía parecer aquel lugar, sus paredes de ladrillos, en ella no colgaba ningún cuadro pintoresco salvo una imagen de Jesús sacrificado, y si no fuera por aquella ventana no podría apreciar la suave brisa que bañaba su rostro en aquel momento, y deleitarse con el hermoso paisaje que este le brindaba. No podía negarlo, era hermoso, con sus montañas verdes a lo alto, y las flores que cubrían el pasto en aquella primavera, pensó en que traería algunas para revivir un poco su habitación.

Se retiró de la ventana para comenzar su día, debía cambiarse rápido antes que fueran a buscarla.

Sakura Kinomoto, vivía en aquel convento desde sus catorce años, se podría decir que era feliz, pues siempre fue lo que quiso junto con los deseos de su madre, y lo único que lamentaba era que en todos esos años no había visto a su familia, pero lo consideraba como un sacrificio que luego sería muy buen compensado, ya que cuando fuera monja podría ir a visitarlos. Se miró en el espejo para peinarse su larga cabella castaña, no se consideraba bonita, porque nadie antes le había dicho que lo fuera, aunque aún cuando era una niña su madre siempre le hacía saber que era hermosa, y que sus ojos verdes esmeralda era lo que más llamaba la atención en ella con esas largas pestañas. Su nariz respingona y sus labios pequeños enmarcaban su hermoso rostro aunque ella no reparara en eso.

No era alta, se podría decir que algo pequeña para sus 23 años, pero no le molestaba en absoluto.

-Hermana Sakura-escuchó que la llamaban a la puerta, ya había terminado de vestirse, con el típico traje de las demás Hermanas, con excepción que el de ella era blanco completo, debido a que aún era apenas una novicia.

-Pase hermana Teresa-contestó y la puerta dejó entrar a una mujer mayor, quizás de casi cincuenta años, que a pesar de los años y de las arrugas que se asomaban a su tez blanca, sus ojos azul claro brillaban de jovialidad. Era más alta que ella y algo regordeta. La hermana Teresa era una de las monjas con quien mejor se llevaba, siempre la defendía cuando creían que ella hacía algo impropio para su moral y el convento. Como en aquella semana la habían encontrado cabalgando temprano en la mañana sin llevar el traje de novicia, sino un vestido gris de puritana, que aunque la cubría hasta los tobillos, y las mangas le llegaban hasta las muñecas, habían considerado que fue muy exhibicionista de su parte al dejar tan expuesto su cuello, a lo que ella iba a reprochar, pero la hermana Teresa había salido en su defensa, y prometiéndole a las demás hermanas que algo así no se iba a repetir.

-Que bueno encontrarte aquí, no querría salir corriendo detrás de ti tratando de alcanzarte mientras vas por ahí campante de la vida en un caballo-dijo mientras se sentaba en la cama.

-Hermana, ya su edad no está para ir corriendo tras un caballo-argumentó Sakura divertida.

-Deberías pensarlo mejor entonces, para que tengas más consideración a esta pobre mujer enviada de Dios-utilizó un tono al dramático para decir aquello, cosa que le causó bastante gracia a la joven novicia.-vamos, no hagas esperar a la directora, te espera abajo en el salón.

-¿Y ahora que hice?-preguntó con inocencia.

-Por ahora que yo sepa nada, pero date prisa jovencita, no quiero hacer despertar tan temprano a la "hermana gruñona"-dijo con una mueca en la boca, así solía llamar a la directora del convento, a la Hermana Sol María, por ser a veces, o en la mayoría del tiempo "poco amigable" o en las palabras de la hermana Teresa "tan gruñona".

-Bajare en un momento, aún no he hecho mi oración-confesó Sakura.

-¡Santo Dios!-exclamó-pues hazla, y debes saber qué es lo primero que haces al abrir los ojos, ¡Santo Dios! Cada año son más rebeldes-decía al persignarse y salir de la habitación, aunque Sakura sabía que lo que hacía solo era para divertirla y por eso sonrió al cerrarse la puerta.

Se arrodilló frente a la cama, y junto sus manos en posición de oración, acercándolas a su pecho, y al cerrar sus ojos oró. Dándole gracias a Dios por ese maravilloso día, pidiéndole que proteja su familia y que a ella la mantuviera siempre en su camino y terminó con un suave…

"Amén"

Aún no quería levantarse, tenía una jaqueca terrible por haber tomado tanto, recordaría matar a su amigo por hacerlo beber de esa manera solo por que el estaba en "celebración". Sintió nuevamente un fuerte dolor de cabeza y acariciando sus sienes susurró:

-Te mataré, o al menos cuando encuentre mis pantalones-termino diciendo al observar su completa desnudez en aquella cama que no reconoció que fuera suya, entonces sintió aquel cuerpo extraño moviéndose encima suyo y se percató de la joven que dormía plácidamente en su pecho y descaradamente desnuda como él. Entonces apreció ese tan bien delineado trasero cuando pudo recordar.

Después de haberse tomado todos esos tragos junto con su mejor amigo y ex acompañante en busca de aventuras, como solía decir para no tener que mencionar que buscaban mujeres, porque así como él era el libertino más famoso en toda Inglaterra, su amigo lo seguían pisando los talones. Pero no, este había decidido echarse la soga al cuello con una mujercita de sociedad que había conocido, estaba feliz por él, claro, pero no comprendía porque si podía tener a todas las damas y rameras que él quisiera para él, ¿para qué conformarse con una? Además, el al menos nunca se casaría, si al fin de cuentas todas las mujeres son iguales de infieles, ya que muchas de sus conquistas eran mujeres casadas, él prefería siendo hombre para todas ellas. En fin, después de un par de tragos en una de las tabernas que solían visitar, el decidió que era buen momento para ir a la cama con la dulce Rose, una viuda que había conocido unos meses atrás, que después de perder a su marido hacía un año en alta mar, había fijado su mirada en él, y él no perdía el tiempo cuando se trataba de complacer sus necesidades más básicas. Por esa razón fue a buscarla, después de salir de la taberna, y ella nunca le negaba nada, y al encontrarla estaba igual de complaciente como siempre cuando él la deseara, y así fue.

Se la quitó suavemente de encima dejándola recostada de la almohada y comenzó a buscar sus ropas.

-¿A dónde vas?-preguntó una voz suave y sensual-aún es muy temprano.

-Te equivocas querida, tengo cosas que hacer-decía mientras se ponía los pantalones y ella se puso de pie frente a él, acercándose peligrosamente, él la miraba como caminaba sin vergüenza alguna, e hizo un gruñido cuando ella comenzó a frotar su mano contra su ingle. La apartó con suavidad para que no se ofendiera-ahora no querida-dijo al acariciar uno de sus rizos rojos que colgaban juguetonamente sobre sus pechos.-más tarde será.

Ella no dijo nada, sabía que cuando él se negaba lo mejor era dejarlo tranquilo, porque siempre se ponía de perros cuando alguien no entendía que "no es no" y ella quería seguir siendo su favorita, o al menos eso era lo que ella pensaba, porque aquel no tenía favoritas, solo mujeres a montón.

Terminó de cambiarse y salió de aquel lugar, quería darse un largo baño y dormir en su cama, aún la jaqueca no se esfumaba.

-Señor Li-dijo el mozo al abrir la puerta de su casa, un hombre alto y de postura recta, que el color de sus cabellos y bigote ahora eran blancos. Trabajaba para él desde que había adquirido esa casa. Le entregó su chaqueta.- ¿Necesita algo señor?

-Haz que me preparen el baño, y por favor llévame una taza de café a la habitación, tengo una jaqueca espantosa-se quejó frotando el puente de su nariz.

-Enseguida-dijo al hacer una pequeña reverencia y retirarse.

Shaoran Li Lord de Brighton, a sus 29 años era conocido como uno de los libertinos más famoso, en toda la ciudad, o mejor dicho de toda Inglaterra. Descendía de una de las familias más dignas y adineradas de su país, a pesar de la fortuna que tenía por derecho a su herencia, y con la cual podría vivir cómodamente toda su vida si así lo deseara, sin tener que levantar un dedo, pero el no era hombre que podría solo quedarse en casa y despilfarrar su dinero en mujeres y apuestas, no, al le gustaba sentirse útil, y aún sin depender de ello, prefería trabajar por su propia cuenta. Había iniciado con un pequeño puerto comercial a las afueras de la ciudad, donde transportaba mercancías a otros países, y ahora era dueño de uno de los puertos comerciales más importantes, de la línea de barcos Starline, y como socio tenía a su mejor amigo. No podía quejarse de su vida. Era el único hombre entre todas sus hermanas, en total cuatro, Fuutie, Shiefa, Fanren y Feimei, era el menor de todas. Antes de que su hermana Feimei, la menor entre ellas, se casara, había decidido salir de casa, y buscarse una propia, sus padres no se lo impidieron, pensaban que quizás de esa manera iba a madurar un poco más y sentar cabeza, pero estaban equivocados, eso sólo le había otorgado la libertad total que el deseaba. Y aunque ya sus problemas debido a "faldas" no iban a parar en casa de sus padres, los chismes al final llegaban a sus oídos. Muchas peleas tuvo que afrontar en el campo del honor por hermanos enfurecidos y esposos indignados, pero nunca perdía, sin embargo nunca había matado a nadie, solo los dejaba muy adoloridos, que quizás terminaban en cama por varias semanas. Sus padres ya comenzaban a perder las esperanzas de que su hijo sentara cabeza y encontrara una mujer para formar una familia, por tal razón habían dejado de abrumarlo con sermones sobre el tema.

Shaoran subió la escalera para llegar a su habitación. Su casa era bastante grande, decorado a la moda de la época, algunos cuadros al estilo barroco decoraban las paredes del salón, una de sus preferidas era "Las Meninas" que colgaba sobre la chimenea del salón, las puertas y muebles eran de puro caoba, tenía un estudio donde solía pasar gran parte del tiempo, el cual estaba provisto de diversos libros, y allí analizaba la contabilidad de su empresa. Era el estilo perfecto para un hombre soltero como él.

Entró a su habitación, tan amplia como todo lo demás, su cama en el centro cubierta de suaves sabanas de satén negro, y las cortinas de igual color y texturas, tenía un buró de unas seis gavetas, de pino, muy sofisticado. Se sentó en la cama para comenzar a desvestirse mientras le preparaban el baño.

No podía negarse que era un hombre sumamente atractivo, por algo las mujeres suspiraban al verlo, era bastante alto, un metro ochenta, corpulento y fornido, un pecho ancho que le daba aires de aristocrático, al decir verdad, lo era. Sus cabellos rebeldes de castaño oscuro y mechas doradas, hacían resaltar esos ojos que hacían temblar a cualquier mujer, parecían llevar una flama viva en sus pupilas cubiertas de un ambarino hermoso, era placentero con tan solo verlo.

-Su café señor-dijo el mozo al entrar a la habitación y colocar sobre el buró una bandeja de plata con una taza de café ya servido.

-Gracias Wei-le dijo antes de dar unos pequeños sorbos.

Antes de Wei salir le avisó que su tina estaba preparada para que tomase el baño, Shaoran le agradeció nuevamente y siguió tomando su café, y al recordar aún esa punzada de dolor que aún sentía, recordó que debía matar cierto amigo por haberlo incitado a beber tanto, aunque así dejara la novia viuda antes de la boda. Hizo una de los clásicas medias sonrisa al pensar lo divertido que sería la situación. Depositó nuevamente la taza ahora ya vacía y salió de la habitación directo al baño.

Aún todavía Sakura no salía de su conmoción tras escuchar lo que la Hermana Sol María le había dicho, estaba tan contenta que sin darse cuenta había saltado abrazando a la Hermana, la cual aún con su seriedad hizo una ligera mueca que quizás podría considerarse una sonrisa.

-Compórtese Hermana Sakura-le decía al soltarla y hacerle señas que se sentara otra vez. Ella así lo hizo, aunque se sentía muy entusiasmada como para estarse quieta.

-Lo siento hermana-se disculpó aún con una sonrisa de oreja a oreja y sus ojos brillosos.

-Entienda, vamos a trasladarte al Orfanato de Coventry, allí impartirás clases para los niños, esto lo hacemos para que estés allá un tiempo antes de que solicitemos la orden para convertirte en monja, como así Dios quiere-le explicaba-y como sé que la aldea queda cerca del pueblo donde vive tu familia, y sabiendo que llevas ya nueve años sin verlos, queremos que pases una temporada con ellos, pero no mucho tiempo, quizás un mes, antes de que te instales en el orfanato.

-Entiendo Hermana, realmente muchas gracias-decía con ojos llorosos y tomaba las manos de la directora y besó cada una-gracias por esta alegría que me ha concebido, Dios la bendiga-no pudo aguantar más, y allí estaban las lágrimas inundando sus mejillas.

-No puedo negar que has sido durante todos estos años muy obediente y disciplinada, a pesar de cierto evento ocurrido en esta semana…

-Del cual estoy absolutamente arrepentido-la interrumpió y ella la miró severamente, sabía que eso le molestaba bastante, que la interrumpieran al hablar-perdone.

-Como decía, pensé que no sería justo enviarla a aquel lugar, sin permitirle poder visitar a su familia, ya le hemos comunicado sobre su llegada, así que prepárese para partir mañana temprano. Pero recuerde hermana Sakura, debe comportarse, y el hecho de que yo no este allá o ninguna de sus superiores no significa que pueda hacer lo que le plazca, usted tomó una decisión, y eso implica sacrificios, recuerde ante todo que debe vivir humildemente, se de los títulos de su familia, pero usted ya renunció a ello, y has decidido entregar tu vida a Dios, el celibato querida...

-¡Santa María, madre de Dios!-decía al hacer la señal de la cruz sobre su pecho, y advirtió nuevamente la mirada de su superiora al interrumpirla otra vez.

-En fin, recuerde todo eso, y estaremos bien, ¿de acuerdo?

-Por supuesto, y gracias, gracias otra vez.

Salió del salón casi dando brincos de alegría, volvería a ver a sus padres y a sus hermanos después de tantos años, ¿cómo estarían ellos? De seguro sus hermanos deberían estar convertidos en unos hombres hechos y derechos, según su madre a través de cartas que le enviaban estaban cada día más atractivos. Tenía dos hermanos, Touya el mayor de unos treinta años, y Yue de unos veintisiete años, recordaba cuando niña que su hermano mayor siempre le jugaba bromas, mientras Yue salía a su defensa, y él le había enseñado a montar caballo, y solía salir por las mañana en cabalgatas con él. Pero ambos hermanos eran sumamente protectores y la adoraban por ser la única hembra. Su madre Nadeshiko era una mujer esplendorosa que deleitaba con su belleza casi angelical, se parecía bastante a ella, incluso en sus ojos verdes, lo había heredado de su madre, aunque el pelo castaño era por su padre Fujitaka. Su padre se dedicaba a los negocios, por eso era frecuente que no estuviera en casa algunas semanas, sus hijos al haber adquirido la edad suficiente se integraron en el negocio familiar. Y Sakura había decidido tomar esta vida, aunque más bien la había aceptado, todo por aquella promesa, la cual su madre se había dedicado a relatársela todas las noches cuando era apenas una niña.

Ya había subido a la habitación para comenzar a organizar sus cosas, tenía poco tiempo, aunque la verdad no tenía mucho que guardar. Sus ojos esmeralda otra vez se inundaron de lágrimas al recordar los viejos tiempos de su niñez, sentía que había pasado más del tiempo transcurrido por la falta que le hacía estar con ellos, y fue inevitable el recordar otra vez del porque estaba ahí hoy.

Flash Back

Su madre todo el tiempo se refería a ella como un milagro de Dios, como una de las maravillas más apreciadas en la vida, porque eso es lo que había sido para sus familiares, un milagro. Después de haber dado a luz a sus dos hijos, su madre aún anhelaba un tercero, desebada con todo su corazón tener una niña, era su sueño más querido. Durante varios años sus padres siguieron intentándolo, pero no era como esperaban, durante tres años lo intentaron y cada uno de los embarazos terminaba en abortos, ya fuera a inicios o a mediados de este.

Nadeshiko se sentía devastada cuando tuvo que enterrar a su hijo, que solo pudo estar dentro de ella por cinco meses, lloraba todas las noches y cada día su vida desvanecía. El doctor le recomendó a su padre que lo mejor era que lo dejaran, que no había muchas posibilidades de que ella mantuviera un embarazo hasta su término, después de tantos abortos, y que su cuerpo quizás no lo resistiría. Pero ella no quería perder las esperanzas, rezó y rezó cada noche, hasta que sucedió, otra vez estaba embaraza y con los riesgos que esto corría. El doctor le sugirió que estuviera en reposo el mayor tiempo posible, y su esposo preocupado por su salud no le permitía salir de la habitación y debía permanecer en cama.

Una noche, a penas en sus siete meses y medio de gestación, Fujitaka había tenido que salir por unos negocios y no regresaría entre una semana. Ella sabía lo que pasaría aquella noche, el dolor y las contracciones aunque no eran muy seguidas estaban ahí. Pidió llamar por el doctor, sus hijos, Touya de tan solo siete años y Yue de cuatro, estaban muertos de miedo, no entendían lo que ocurría en esos momentos, todos estaban agitados, corrían de un lugar a otro, las mucamas llevaban toallas y agua caliente a la habitación de su madre. El doctor después de su llegado no les permitió la entrada y permanecieron en su respectiva habitación. Y se asustaron cuando escucharon los primeros gritos de su madre aquella noche.

Su respiración era cada vez más agitada, se encontraba tendida en la cama con las piernas abiertas, estaba cansada había trascurrido unas seis horas de haber comenzado la labor de parto, cos sus otros dos hijos había sido más sencillo.

-Aún no sale-decía el doctor al revisarla.

-De eso me doy cuenta-dijo al apretar los dientes, ya que otra contracción atacaba.

-Estas completamente dilatada-comentaba al doctor obviando el comentario de su paciente-tendremos que hacer presión.

Ella no comprendía a que se refería, hasta que vio como el doctor se acercaba a ella, y con el antebrazo apretaba su vientre para intentar hacer descender al bebé. Gritó de dolor, y trató de respirar.

-Vamos, puja-le pedía una de las mucamas que ayudaba en ese momento, y el doctor tomó otra vez su posición.

Ella lo hizo, pero era como si su bebé se negara a obedecerla.

-Vamos cariño, se buena hija-decía al acariciar su vientre, y algunas lágrimas descendían a sus labios secos.-mamá quiere verte hija.

Entonces sucedió, como si hubiera entendido lo que su madre le pedía, el doctor pudo ver su cabecita.

-Así es, puja otra vez, puja-pidió, y unos minutos más recibía a una pequeña niña-es una niña-dijo.

Nadeshiko lloraba de la emoción, y extendía sus brazos para que se la entregaran, pero entonces se dio cuenta que algo extraño sucedía, todo estaba muy silencioso, entonces la preocupación y el dolor envolvieron su corazón, el cual no resistiría la perdida de un hijo más.

-¿Qué pasa?-exigió saber con desesperación, intentó moverse de la cama, pero era imposible en su estado-Mi hija que tiene, mi hija-gritaba sin encontrar consuelo alguno.

El doctor la había llevado a una esquina de la habitación para examinarla, era muy pequeña aún, y aunque respiraba, lo hacía muy forzado, muy seguro que sus pulmones no se habían desarrollado completamente, quizás no sobreviviría aquella noche. La envolvió en sabanas limpias, y la entregó en brazos de su madre.

-¿Por qué no llora doctor?-quiso saber al verla.

-Es posible….-trataba la mejor forma de decirle que su hija no viviría mucho tiempo, pero cómo destrozar el corazón de una madre.-lo siento…pero quizás.

-NO-gritó-calle, ella vivirá, mi hija debe vivir-como deseaba que su esposo estuviera ahí, para que le dijera que su pequeña princesa se salvaría y que la verían crecer convirtiéndose en una mujer. No podían quitarle ese derecho cuando apenas empezaba a vivir.

Después de varias horas la situación no mejoraba, la niña no se alimentaba, no succionaba la leche de su madre, y eso la frustraba aún más, debía alimentarla. Así llegó otra noche más, la pequeña no lloraba aún, y apenas si tomaba un poco del seno, pero no lo suficiente, porque al poco tiempo lo devolvía al regurgitar.

-Sakura-susurró su nombre al acariciar su suave mejilla, ya había decido que su hija se llamaría así-mi pequeño ángel, por favor no me dejes, porque apenas es ahora que empiezo a conocerte-sintió como se le hacía un nudo a su garganta-sé que estás luchando, sigue así, se que eres fuerte como tu padre, por favor vive, vive mi pequeña.-las lágrimas surgieron, pero no era suficiente para desahogarse, no quería pasar por lo mismo otra vez, entonces aún con su hija en brazos miró hacia el crucifijo que colgaba sobre la pared, y rezó como tantas veces, pero de forma diferente-Dios mío, compadécete de esta mujer que llora por su hija, apiádate de ella y tómame a mi si así fuera necesario, porque su vida es más importante que cualquier otra cosa para mí. Oh…Dios, escucha mi plegaria, sálvala, permite que este entre nosotros, si he de sacrificarme así lo haré, solo pídeme lo que quieras y lo haré con tal de salvarla-cerró sus ojos con fuerza, pensando que quizás así vería alguna señal, y entonces los abrió lentamente-te la entrego a ti, en tus brazos, y has de ella tu voluntad…tómala, te la entrego en tu gloria, pero déjala vivir…déjala vivir-la estrechó contra su pecho y lloró hasta que no quedaron más lagrimas, y el sueño y el cansancio se apoderaron de ella.

Abrió los ojos pesadamente, aún no amanecía, sólo la luz de la luna iluminaba la habitación en esos momentos. No supo si era producto de su imaginación debido al cansancio, o es que ya estaba perdiendo el juicio, pero vio un reflejo cruzar la habitación que hizo que se le erizara la piel. Se sobresaltó, Sakura reposaba al lado de ella, y la tomó entre sus brazos, y otra vez estaba aquel reflejo, y no supo por qué, pero no sintió miedo, mucho menos al sentir como unos brazos cálidos la abrazaban, y una paz increíble invadió su alma y corazón, nunca se había sentido así, era como si todo su sufrimiento se esfumara con un simple soplo de viento.

Y como un canto para sus oídos escuchó llorar a su hija, lloraba a todo pulmón, como exigiendo que la atendieran. Rió y lloró al mismo tiempo, era una mezcla de alegría y alivio a la vez. Llamó a todos en su casa, incluso sus hijos corrieron a ver, las sirvientas subieron corriendo a la habitación para asegurarse de que estaba pasando. Y cuando entraron vieron a una madre radiante alimentando a su hija, la cual succionaba con urgencia el pecho de su madre, de seguro tenía mucha hambre.

Ese día por la tarde llegó su esposo, el cual esperaba encontrar lo peor, había abandonado el negocio al recibir un mensaje de que su mujer había dado a luz y las pocas posibilidades que su hija tenía para sobrevivir. Pero ahí estaban ambas en la cama, ella dormía placidamente en los brazos de su madre. Le hizo señas a Fujitaka de que hiciera silencio, pues le había costado hacerla dormir, ahora lloraba tanto como tratando de compensar el tiempo perdido.

Tomó a su hija en brazos por primera vez, y ella se revolvió suavemente en ellos, y poco a poco, como si hubiera sentido la presencia de alguien extraño, abrió sus ojitos, que aún no se acostumbraban a la luz.

-Tiene tus ojos-dijo Fujitaka al admirarla.

-Sakura, ese es su nombre-sonrió-es nuestro pequeño milagro-dijo, y recordó la promesa que había hecho, y la cual cumpliría.

Fin del Flash Back

Era una mañana espléndida, llena de sol, prometía ser un día hermoso. Y ya era la hora de partir, el cochero había finalizado de subir su equipaje al carruaje, y era el momento de la despedida. Aunque estaba feliz de regresar a casa, no podía dejar de sentirse triste por aquel lugar, que a pesar de sus frías paredes le proporcionaban una alegría y paz increíbles. Es cierto que su madre había influido para que ella tomara la decisión de ser Monja, pero ella también lo había aceptado de buena voluntad, era feliz haciendo lo que hacía, y no dudaba que este era su camino correcto.

Abrazó a la Hermana Teresa por tercera vez, pues ella no dejaba de llorar y decir que la extrañaría. Así siguieron los abrazos y las despedidas.

-Cuídense, las voy a extrañar mucho-dijo y se puso la capa por encima de su vestido de novicia, y ya se disponía subir por la portezuela con ayuda del cochero cuando escuchó la voz de una de las novicias más jóvenes que ella.

-Espere hermana-decía algo fatigada ya que había venido corriendo-esto…acaba de llegar-le dijo al extenderle un sobre, era una carta, le agradeció al sonreírle, y al entrar al carruaje se despidió con la mano a través de la ventana.

Cuando se hubo alejado un poco y al secarse las lágrimas, se dispuso a abrir el sobre. Reconoció la letra de inmediato.

Querida sakura:

¿Cómo has estado? Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que nos escribimos, y me siento culpable por no haberte escrito antes, pero es que tantas cosas han pasado en mi vida. Pero antes quiero decirte que te he extrañado mucho, ¿cuándo podré verte? Espero que sea pronto.

¿Recuerdas mi última carta donde te decía que había conocido al hombre de mi vida? Amiga mía, te informo que voy a casarme, no sabes la alegría que siento, estoy que tiemblo de la emoción. El es simplemente maravilloso, como quisiera que estuvieras aquí para el compromiso que será entre una semana, o al menos para la boda.

Espero tu respuesta pronto, y te escribiré con más detalles, porque ahora tengo a mi madre atacándome con todo los preparativos, ya sabes como es.

Besos

Tu querida amiga Tomoyo Daidouji

La emoción que sintió al tener tales noticias de su amiga de la infancia la embargó completamente. Dentro de poco le daría la sorpresa con su llegada, ya anhelaba ver su rostro al verla.

Su vida estaba completa en esos momentos, vería a su familia y a su mejor amiga, la cual de seguro rebosaba de felicidad, y no había nada más en el mundo que ella quisiera que sus allegados fueran felices.

El carruaje siguió su camino, el cual ella deseaba tanto recorrer, y el cual sin ella misma saber cambiaría su vida, perturbando sus más recatados pensamientos.

Continuará….

Nota de la autora: Hola mis queridos lectores, espero que hayan disfrutado de este 1er capitulo, no es tan largo, pero cuenta más o menos de que tratará esta historia.

Ya saben dejen sus reviews sean buenos y criticas constructivas ^^

Nos veremos en otro encuentro.