Todo pertenece a la excelentisima y favoritisima escritora Joanne K. Rowling y por supuesto no soy yo porque sino estaria jugando al tennis en mi mansion o yendome de compras a Armani.

CAPITULO 1: Un Recuerdo De La Infancia

Remus habia cumplido 9 años y su padre le habia echo el mejor regalo del mundo, una casa en el campo. La vida en un pueblo de Muggles cerca de Hogsmeade no había sido tan divertida. Su padre se pasaba el día fuera de casa trabajando, pero ahora, el Ministerio le había encargado la tarea de desplazarse a un bosque porque había detectado que últimamente, allí, había una concentración de animales mágicos heridos y estaban convencidos de que su padre seria capaz de curarlos. Así que, Sebastian Lupin, había decidido comprar una casa cerca del bosque, donde poder vivir con su mujer muggle y su hijo.

Remus era castaño claro y tenia los ojos marrones/verdosos, su padre decía que físicamente era igual que su madre, una mujer muy reservada, que había sido introducida en el mundo mágico cuando se caso pero seguía lavando la ropa, cantando canciones muggles y vistiendo con vestidos que nada tenían que ver con las túnicas y los sombreros que solían llevar las brujas. Lo cierto es que su madre era una autentica muggle.

Nunca recordaba haber estado mas contento, en su pequeña casa de campo con su pequeña familia feliz.

Hoy era un día precioso de primavera, jamas había visto tantas flores juntas. Su padre por la mañana lo había despertado y lo había llevado a la orilla del bosque, donde habían encontrado un gran caballo alado que estaba tirado en la hierba agonizando, era blanco y con las alas doradas y tenia los ojos de un lindo color azul. Remus sonrió, le encantaban los animales, pero la sonrisa desapareció cuando observo la fea e infectada herida que el animal lucía en el lomo, era como si una criatura le hubiese mordido. Su padre estuvo un buen rato curándole.

-Es un granian, uno de los caballos alados mas veloces y famosos del mundo, se recuperara.- dijo con firmeza mirando a su hijo- no se que criaturas les hacen esas heridas a los animales del bosque... aunque, me lo imagino.- dijo y cambio su cara particularmente alegre por una seria.

Por la tarde, se había pasado el día en la mesa de la cocina haciendo dibujos de caballos alados y otros animales con los lápices de colores que le había traído su madre de un mercado muggle. Al verlos su madre dijo que los colgaría en el frigorífico.

-¿frigorífico?- preguntó Remus extrañado -¿qué cosa es esa?-

Su madre no contesto y cogió un cesto de ropa sucia y se dirigió al lago para lavarlo. Justo después de salir su madre, entro su padre. Remus estuvo a punto de levantarse para saludarle pero vio en su cara un rasgo de seriedad que lo asusto. Poco después, observo que no venia solo, un hombre alto, delgado y con una túnica negra muy ceñida y estropeada había entrado en la casa. No llego a verle la cara porque enseguida entro junto a su padre en su despacho pero juraría que desprendía un extraño olor. Una extraña curiosidad que no había sentido antes se apodero de el y sigilosamente se fue acercando a la entreabierta puerta del despacho de su padre para espiar la conversación.

Pudo ver como su padre se había sentado en la silla que había detrás de su mesa y miraba al hombre con los ojos entrecerrados, los cuales derrochaban desprecio. Remus detectó en el otro de negro una sonrisa burlona y un pelo castaño oscuro adornado con dos enormes patillas.

-...El caso es Lupin, que no sabia que tuvieses pensado desplazarte a esta zona. Se que suena un poco... salvaje.- dijo con una voz muy ronca ensanchando mas su sonrisa al encontrar la palabra correcta.- pero sabes que este es nuestro territorio.

-La verdad es que no lo sabia, pero me lo imaginaba, dado la cantidad de animales heridos que he estado encontrándome.- dijo mirando al hombre a los ojos.

-Vamos, Vamos, Lupin, tu sabes que tu y yo nos hemos encontrado muchas noches en el Cabeza de Puerco... aunque nunca hayamos hablado... pero estoy seguro de que no serás capaz de decirle al Ministerio que somos nosotros los que herimos a los animales por tu... propia seguridad.- dijo y Remus pudo apreciar como extrañamente enseñaba los dientes.

-Sé, Greyback, que tu no has elegido la vida de marginación que se te ha impuesto pero no tienes derecho a venir a mi casa a amenazarme, ni tampoco tenéis derecho a atacar a animales por el hecho de que vivan en el mismo bosque que vosotros.-

-Yo defiendo mis ideales.- dijo Greyback abruptamente y se apoyo en la mesa de su padre para que sus caras quedasen a un palmo. -Los magos os creéis más importantes por poder hacer magia con una varita y tenéis toda la vida resuelta, pero nosotros nos ganamos la comida y el orgullo todos los días y no tenemos un estúpido palito de madera. El fin justifica los medios, y si tengo que matar, robar o hacerte daño para conseguirlo ten por seguro que lo haré.-

Su padre sonrió por primera vez.- Entonces lo que haces Fenrir no tiene ningún merito...

-¿Estas diciendo que lo que hago no tiene ningún merito?- dijo en voz ronca y baja y levanto un poco la cabeza para mirar a su padre. -Por supuesto que tiene merito lo que hago, sigue con esa dinámica Lupin. Últimamente tu vida se esta volviendo un poco diferente ¿no crees? Te mudas a una pequeña casita en el campo apartada de la sociedad y te casas con una sucia muggle, destrozando el linaje de sangre pura que tu familia había conservado todos estos años. Los magos normales no hacéis esas cosas, sé como sois porque ahora conozco a muchos. Tengo algunos amigos que aseguran que te estas volviendo como ellos dicen "Amigo de los sangre sucia" o peor aun, "Amigo de los Muggles".-

Su padre se levanto de repente y miro a Greyback directamente a los ojos. -No vuelvas a meterte con mi familia, jamás. Con migo puedes meterte si quieres pero deja en paz a mi familia.- dijo furiosamente y Remus pudo ver como su padre empuñaba la varita con una mano temblorosa. Greyback lo miraba también furioso y volvía a enseñar los dientes pero miraba la varita de reojo con miedo. Adivino que el hombre iba a dar media vuelta e iba a salir, cuando agito la capa, así que, corrió lo más rápido y silenciosamente posible fuera de la casa para no ser descubierto.

Cuando llego al exterior su corazón latía muy rápido y el dibujo que había estado haciendo estaba arrugado en su mano derecha. Remus dirigió su vista al río, donde su madre seguía lavando la ropa. De repente, la puerta de su casa, por donde había salido antes, se abrió y el hombre con el que había estado hablando su padre apareció. Camino unos pasos pisando fuerte y parecía que tenia muchas ganas de irse, pero la sensación de que alguien le estaba mirando le hizo darse la vuelta. Remus se encontró de frente con el hombre que había intentado intimidar a su padre. Ahora podía verlo de cerca, su pelo castaño oscuro, sus enormes patillas, sus colmillos largos y sus enormes ojos claros que parecían volverse amarillentos cuando lo miraba.

-Hola.- dijo el hombre y se acerco a el con una sonrisa especialmente sádica que a Remus lo dejo paralizado al momento. -No sabia que tu padre tuviese un hijo tan guapo.- dijo agachándose para verlo mejor. -¿Cómo te llamas?-

Mirándolo con mas miedo del que había sentido en su vida, trago saliva y contesto. -Remus.-

-Oh, Remus, bonito nombre.- dijo y enseño aun más los dientes. -¿Qué es eso que llevas ahí?- dijo y cogió el trozo de papel arrugado que tenia en la mano.- mmm... parece un caballo ¿te gustan los animales?- pregunto mientras se acercaba mas a él y puso una de sus manos con uñas extremadamente largas sobre su hombro.

-...Si...- dijo con voz tímida y ahogada.- Me gustan los caballos, los ciervos, los hipogrifos, los centauros, los dragones, los lobos,...los..-

Pero Greyback le interrumpió y repitió con una voz entusiasmada y mas ronca de lo normal que verdaderamente asustaba. -... los lobos... ¿te gustan los lobos?- le miro a los ojos por unos segundos y antes de que se diera cuenta su cabeza estaba avanzando hacia su cuello. Remus pudo oír como volvía a repetirle susurrándole al oído. -¿te gustan los lobos?- Su respiración se acelero y pudo sentir los labios del extraño contra su cuello.

En ese momento, la puerta de la casa se volvió a abrir y Greyback se levanto increíblemente rápido. Su padre le miro un poco sorprendido y le dijo. -¿Aun no te has ido?, Fuera de mi casa.- dijo sin rodeos.

Greyback dio media vuelta y se fue por el camino rápidamente, no sin antes echarle una mirada viciosa a Remus.