Disclaimer: Los personajes utilizados en este Fic no me pertenecen. Son propiedad de Akira Toriyama.

Rating: - M- De momento no lo es, pero conforme avancen los capítulos lo será.

Este es mi primer fic, de hecho es mi primer todo, es la primera vez que me animo a escribir. Hace años leí miles y miles de fics y ahora que están dando Bola de Drac Z Kai por la tele me ha vuelto a picar el gusanillo.

Perdón por los posibles errores ortográficos, gramaticales o de estructura y desarrollo.

Nota: me han comentado que este fic se parece bastante a otro, leí ese fic hace tiempo y quiero dejar claro que mi intención nunca fue copiar o sacar ideas. El parecido que pueda tener con ese fic o con cualquier otro es pura coincidencia y finalmente os recomiendo pasaros por el fic "La proposición" de nittasayuri.


La Real Academia define la palabra imposible como algo que no tiene facultad ni medios para llegar a ser o suceder, y define improbable como algo inverosímil que no se funda en una razón prudente. Puestos a escoger, a mi me gusta más la improbabilidad que la imposibilidad, como a todo el mundo, supongo. La improbabilidad duele menos y deja un resquicio a la esperanza, a la épica. Que David ganara a Goliat era improbable, pero sucedió. Que Vegeta, príncipe de los saiyans se enamorara de mi era improbable, pero también sucedió.

El amor, las relaciones, los sentimientos... no se fundan en una razón prudente; por eso no me gusta hablar de amores imposibles, si no de amores improbables, porque lo improbable es, por definición, probable. Lo que es casi seguro que no pase, es que puede pasar y mientras haya una posibilidad, media posibilidad entre mil millones de que pase, vale la pena intentarlo.

(Los hombres de Paco)


A mis 23 años he empezado a planear mi mundo quitando la palabra 'amor'. ¿Qué por qué he borrado esa palabra de mi diccionario? Por que sólo la podría utilizar con él.

Será mejor que empiece por el principio. Hola a todos, mi nombre es Son Pan y ésta es mi historia.

Todo comenzó cuando tenía 16 años, mi abuelo se había ido con el dragón, la Tierra estaba en paz y yo, por obligación de mi padre, me pasé el verano estudiando para recuperar el año que perdí por haber ido a buscar las bolas de dragón pero en ese momento los estudios estaban en lo más abajo de mi lista de prioridades, yo sólo pensaba en entrenar y lo hacía siempre que podía y cuando no podía también, perdí la cuenta de la cantidad de veces que llegué a estar castigada. Habíamos llegado a un punto insostenible, insistía e insistía en que ya no vendrían más enemigos, que no era necesario entrenar tanto, que había más cosas en la vida y un día, dijo aquello de "mientras vivas bajo mi techo harás lo que yo diga", queda por descontado decir que tal y como acabó de hablar cogí la puerta y me fui.

No sé por cuanto rato estuve volando o en que lugar exacto me encontraba, estaba llena de ira, de rabia y sabía que así no llegaría a ningún sitio, tenía que pensar, buscar una solución. Si me iba a vivir con mi abuela prácticamente no cambiaría nada, ya lo dicen, de tal palo tal astilla y no se podía negar que en ese aspecto Son Gohan había salido a Chichi. También pensé en ir con mi abuelo Satán pero mis padres fácilmente lo convencerían para que hiciera los que ellos quisieran. ¿Es que no había ninguna persona a la que no pudieran manipular? Y de repente, supe donde encontrarla, Corporación Capsula… era perfecto, mataría dos pájaros de un tiro, me iría de mi casa y seguro que allí no me pondrían pegas para entrenar. Seguí volando hasta que agoté todas mis fuerzas y caí desmayada en medio de la nada. Al día siguiente me desperté en mi cama, supongo que mi padre me trajo de vuelta.

-Me gustaría ir al instituto de Bra -mis padres se quedaron tan sorprendidos que no les salió palabra, así que seguí hablando-. Siempre me habéis dicho que su colegio es uno de los mejores, pero claro, está un poco lejos y me tendría que quedar a vivir en su casa -intenté no mostrar mucho entusiasmo en la última parte pero por la cara de mi padre supe que no lo había conseguido.

-Sé perfectamente por donde van tus intenciones y a pesar de todo no me parece mal, la compañía de Bra te hará bien y como ni en un millón de años conseguirás que Vegeta te deje entrar en su adorada cámara de gravedad y todavía será más imposible que consigas que te entrene no te distraerás de tus estudios –con ese convencimiento en la cabeza de mi padre lo arregló todo para que me fuera a vivir a Corporación Capsula.

Imposible… cuan equivocado estaba, pobre, si hubiera sabido todo lo que estaba por venir estoy segura que me hubiera entrenado él mismo, me habría construido una sala de entrenamiento e incluso me habría permitido dejar de estudiar. Yo, a pesar de todo, no me arrepiento de nada.

Y así fue como pasé del "mientras vivas bajo mi techo" de mi padre al "mientras entrenes en mi cámara de gravedad" de Vegeta, aunque eso vendría un poco más adelante.

Los primeros días en mi nuevo hogar básicamente me dediqué a observar el comportamiento de cada uno: Bulma se pasaba el día o en el laboratorio o en reuniones de la empresa. Bra, de compras o con sus amigos o en su habitación maquinando excusas para contarle a su padre y poder salir con sus amigos a escondidas (¿y se supone que esa es la buena influencia que Bra tendría en mi? en fin…). Trunks entraba y salía cuando quería y al igual que Bulma la empresa le quitaba la mayor parte de su tiempo y en el poco que le quedaba no le vi entrenar ni una sola vez. Y finalmente Vegeta, fue menos desagradable conmigo de lo que esperaba, creo que le gustaba que me hubiera rebelado contra mi padre y que me viera entrenar a todas horas en el jardín puede que también ayudara.

El instituto comenzó y mi rutina también, entrenar de 6 a 8, colegio de 9 a 15, estudiar de 16 a 19, volver a entrenar de 19 a 22, y después si me quedaban fuerzas estudiaba una hora más. Me lo habían dejado muy claro, un solo suspenso y me iba directa para casa, sin segundas oportunidades. A decir verdad no es que mi vida de ahora fuera muy diferente a la que tenía en mi casa pero ver a Vegeta entrenar valía la pena, era mi última esperanza de conseguir a alguien que me entrenara en condiciones, mi padre, mi tío Goten e incluso Trunks, las veces que accedían a luchar conmigo siempre se contenían por no hacerme daño y así no se puede ni aprender ni avanzar.

Todos los días a las 7 Vegeta pasaba por el jardín donde yo entrenaba para ir a su cámara de gravedad y todos los días le daba los buenos días y le preguntaba si podía entrenar con él y como todos los días recibía un gran rotundo no como contestación.

El día siguiente amaneció diluviando.

-Buenos días Vegeta –dije empapada de los pies a la cabeza.

-He de reconocer que no esperaba verte hoy –dijo desde la puerta, resguardado de la lluvia.

-Se necesita algo más que un poco de agua para que falte a un entreno y no quiero romper nada de lo que hay en el patio interior, además creo que aquí fuera tengo más oportunidades de aprender –dije refiriéndome a todas las veces que me quedaba observándolo a escondidas por la ventana de la cámara-. ¿Puedo entrenar contigo?

-Ya sabes la respuesta, no. ¿Es que no te cansas de intentarlo? –curiosamente no parecía molesto por hablar conmigo sino más bien divertido.

-¿Que clase de persona sería si me rindiera a las dos semanas de empezar? ¿Es que acaso tú te estás cansando de decir que no? Podrías decir que sí para variar.

-Nunca te diré que sí.

-En ese caso me conformo con que no me digas que no.

-De momento confórmate con mirar por la ventana, mocosa. ¿Lo del disimulo no es lo tuyo, verdad? –le sonreí.

-Me tendré que conformar con eso y con hacerlo menos tiempo del que me gustaría, no todos nos quedamos en la cama hasta las tantas…

-No te pases de lista niña.

Se debió picar porque al día siguiente me lo encontré a las 6.

-Buenos días Vegeta

-Buenos días mocosa –¿eso era una sonrisa?

-¿Puedo entrenar contigo?

-No –sí, definitivamente era una sonrisa.

Continuará.