Nota de la autora:
¡Bienvenidos/as a mi nueva serie!. Constará de 13 capítulos máximo. Pretende ser ante todo una historia cómica, pero los que ya me conocéis desde hace años, sabéis que me gusta mezclar un poco de todo así que también meteré cuando proceda, acción, tensión o incluso drama.
Quien pueda leerme por primera vez, debe saber que soy de esas autoras a las que les gusta escribir capítulos largos, y la verdad es que son pocas las series mías publicadas anteriormente donde los capítulos pesan poco. Quizás en "Salvaje" sí se cumpla esa premisa, pero sólo en los primeros caps del fic.
En fin, empecemos la lectura. Espero que sea de vuestro agrado y a quien le apetezca, me diga lo que piensa en un review. Un beso fuerte. RAkAoMi. ;-)
"Enamorada."
Cap.1. "Amortentia."
Faltaba un día para San Valentín, y casi todos los estudiantes maquinaban planes para conseguir a ese chico o chica especial.
Sólo una persona se resistía a dejarse influenciar por aquel ambiente histérico-romántico que inundaba Hogwarts.
Era una chica de dieciocho años, con pelo castaño y alborotado, cuyo único interés consistía en terminar el curso con las mejores calificaciones para poder acceder a la carrera mágica de Auror que pretendía compartir con sus dos mejores amigos.
Esta chica se encontraba en la Biblioteca, memorizando datos de un libro de pociones que había encontrado en la Sección Prohibida.
Sólo le faltaba apuntar dos cosas más y su trabajo sobre la pócima "Amortentia" estaría listo.
Hermione no entendía por qué Snape se había ofrecido a ayudarla a subir nota en su asignatura cuando ella siempre tuvo claro que ese hombre la detestaba tanto como a Harry y Ron.
Pero no iba a cuestionárselo al profesor, le bastaba con los puntos extras que él le pondría para que ella obtuviese la ansiada Matrícula de Honor.
Soltando un sonido bajo de fastidio por lo aburrido y absurdo que le resultaba el libro, pasó a la última página.
Una vez anotado lo que vio útil, lo cerró y devolvió a su lugar original.
Tras entregarle el trabajo escrito al profesor de pociones, recibió la orden de preparar un frasco.
Hermione no quiso mostrar su desagrado, pero la manera en que agarró el recipiente vacío, le hicieron comprender a Severus que la castaña no estaba a gusto.
- ¿Debo recordarle por qué está usted haciendo este trabajo, señorita Granger?
- No señor.
- Si no quiere la Matrícula, siempre puede renunciar al encargo, pero entonces me encargará personalmente de amargarle todas las clases que nos queden hasta el final de curso. ¿Me ha entendido?
- Sí profesor.
- Lárguese, y procure traerme la poción antes de cenar.
Hermione obedeció, marchándose tan rápido como le permitieron las piernas sin llegar a correr.
Decidió que el lugar mejor para preparar la poción sin que nadie la interrumpiese o la llenase a preguntas, sería el baño de Myrtle la llorona, pues los estudiantes no solían frecuentarlo.
Sentada en el suelo con las piernas cruzadas, esperaba que estuviese lista mientras la veía cocerse en el caldero que ella había convocado gracias al Accio.
De repente, Myrtle apareció, preguntándole por qué estaba en su casa.
- He de hacer un trabajo para Snape y no quiero que nadie me moleste. Te prometo que me iré en cuanto la poción esté lista.
- ¿Cuál te ha mandado?
- Amortentia.
- ¡Oh!.- Dijo la fantasma con sorpresa para dejar salir después una risilla pícara.- Así que el eterno amargado quiere romanticismo en su vida. ¿Mmm?
- Lejos de eso. Sólo ha accedido a ayudarme a subir nota en su asignatura. Me ha prometido Matrícula de Honor si preparo esta poción y no suspendo ningún exámen de los suyos.
- Aprobar los exámenes no te resultará difícil, eres la alumna más estudiosa, inteligente y despierta de Hogwarts. Pero la poción…deberás prepararla con atención y cuidado porque si te descuidas puedes provocar una catástrofe.
- Lo sé, me he leído el libro que habla de ella. La verdad es que sería curioso ver a todo Hogwarts enamorado locamente.
- Tanto como para terminar matándose.
- ¿No estás exagerando un poco?
- No. Cuando yo vivía, tenía una compañera a la que le gustaba experimentar con las pociones.
Ella también intentó preparar Amortentia por pura diversión pero no lo hizo bien aunque no sé en qué falló exactamente. Sólo recuerdo que la echó en la bebida del chico que le gustaba en secreto y a los dos días él se mató.
- ¿Por qué?
- El amor que le produjo la poción era tan apasionado que le quemaba por dentro y cuando no fue capaz de soportar el dolor decidió quitarse la vida. Por eso te digo que tengas cuidado, Hermione.
- Siempre que preparo pociones lo tengo, Myrtle. Pero gracias por el consejo.
- ¿Has visto a Harry?
- Está entrenando en el campo de Quidditch. ¿Quieres que le diga algo de tu parte cuando me reúna con él en la cena?
- Dile que venga a visitarme. Le echo de menos…
- Myrtle…deberías comprender una cosa.
- ¿Cuál?
- Por mucho que te guste Harry, nunca podrás estar con él como deseas. Tú estás muerta y él vivo.
No podéis tocaros y mucho menos besaros si se diese el caso de que a él le gustases. Siento decirte, que desde el año pasado, mi querido amigo está loquito por Ginny, la hermana pequeña de nuestro otro mejor amigo. Así que pasa página y olvídate de Harry. Es lo mejor, créeme.
- ¡Me da igual lo que digas!.- Exclamó la fantasma con indignación haciendo saltar el agua de los váteres.- ¡No voy a perder la esperanza de que se fije en mí. Sé que todo el mundo me odia, pero Harry es bueno. Siempre me ha tratado con respeto!
El grifo del lavabo se abrió con fuerza. Hermione sabía que se debía a la ira y frustración claras de Myrtle. Quien se había puesto a llorar de manera sonora y visible.
- Tranquilízate.- Dijo la castaña intentando consolarla.- No pretendía afectarte. Es sólo que no quiero que te ilusiones con Harry.
Sé que te dolerá que te diga esto pero él jamás se fijará en ti. Sólo tiene ojos para Ginebra Weasley.
- ¡Te odio!.- Pronunció Myrtle con los ojos rojos y echando humo por las orejas.- ¡Siempre lo he hecho!.- Expulsó vapor por la boca.- ¡No soporto que seas tan perfecta y tampoco que me ofrezcas compasión o que intentes mostrarme la realidad. Yo sé que estoy muerta, y que todo el mundo me detesta. Y sé también que soy fea.
Pero yo no tengo la culpa de estar muerta. Aquel basilisco me mató al mirarme y yo tenía muchos sueños por cumplir. Quería hacer muchas cosas. Y ni siquiera fui al cielo. Llevo años atrapada aquí y no lo soporto. Encima tú me dices que no tengo esperanzas con Harry. Pues sabes qué te digo, señorita perfecta y sabelotodo.
Que tú tampoco las tendrás jamás porque tienes un pelo horrible y eres tan repelente que ningún chico se fijará en ti nunca!
- Pe…Pero si yo no estoy interesada en los chicos ahora mismo.- Intentó mediar Hermione.- Sólo quiero terminar el curso con las mejores notas y hacer una vida adulta normal.
- ¡Mentira!.- Dijo Myrtle pataleando en el aire.- ¡Todas las mujeres necesitamos romance en nuestras vidas, tú no eres distinta.
Por mucho que lo niegues seguro que estás deseando tener un novio y seguro que piensas en Harry. Es un chico guapo y buena persona y eso no abunda. A ti te gusta, reconócelo!
- No pienso reconocer algo que no siento.
- ¡Sí lo sientes!
- No.
- ¡Entonces por qué llevas siete años a su lado!
- Porque es mi mejor amigo.
- ¡El otro chico también pero a él no le prestas la misma atención que a Harry!
- ¿Cómo sabes eso?
- ¡Porque soy un fantasma, estúpida, y puedo moverme por cualquier punto del castillo, sobre todo por las cañerías.
Ellas transmiten el eco de las voces y por eso lo sé, he escuchado discusiones tuyas con Ron, y él siempre te acusa de pasar más tiempo con Harry!
- Es cierto. Pero eso no tiene nada que ver con el amor, Myrtle, sino con la comodidad. Yo me siento más a gusto con Harry porque él no me hace rabiar a diario como sí hace Ron. Y por supuesto que le quiero más que al pelirrojo. Porque con Harry he compartido cosas que no he vivido con Ron simplemente porque nos ocurrieron cuando él no estaba presente.
La fantasma se acercó a ella mirándola de manera escrutadora tras sus gafas redondas.
- ¿Seguro que no amas a Harry Potter?.- Preguntó a milímetros del rostro de Hermione.
- Te juro por mi vida, que no siento por él más amor que el que da una amistad profunda como la que compartimos los dos.
Myrtle se apartó, al ver en los ojos marrones de Hermione una sinceridad absoluta. Entonces se sintió mal por la pataleta que había tenido antes.
- Lo siento.- Dijo la chica muerta con aflicción.- A veces no controlo mi rabia. ¿Me perdonas?
- Pues claro. Todo el mundo pierde los papeles de vez en cuando. Es normal.
- Gracias por entenderme, Hermione.
- De nada.
- Creo que tu poción está lista.
- La meteré en el frasco y se la llevaré a Snape.
- ¿Vendrás a verme después?
- No, tengo cosas que hacer. Quizás vuelva mañana. Y ya que te gusta tanto saber cosas de los demás, te contaré los últimos cotilleos de mis compañeras. ¿De acuerdo?
- Sí. Que pases una buena noche.
- Gracias Myrtle. Tú también. Hasta pronto.
- Adiós, Hermione.
Después de mirar el aspecto de la poción y olerla, Snape supo que había sido hecha correctamente, entonces comunicó su nota a Hermione.
- Tiene usted un Excelente, señorita Granger. Ya puede irse a cenar.
- ¿Me pondrá entonces la Matrícula de Honor si apruebo los demás exámenes, señor?
- Por supuesto. Soy un hombre de palabra.
- ¿Puedo preguntarle algo personal?
- No. Lárguese.
- Sólo quiero saber por qué ha accedido a ayudarme para subir la nota…
- Lo he hecho para saldar mi deuda con usted.
- Perdón… ¿Cómo dice?
- Usted evitó que el señor oscuro me matase en la batalla final. Le debo la vida, Hermione, y sé que no es algo que pueda recompensarse fácilmente.
Por eso quiero ayudarla a que alcance las máximas notas. Al menos en mi asignatura, tendrá Matrícula, pero no espere ningún otro favor de mi parte. Aunque me sienta agradecido con usted, no soy su amigo y tampoco quiero serlo. ¿Me ha entendido?
- Sí señor. Muchas gracias por aclarármelo.
- De nada. Márchese ya.
- Buenas noches, profesor Snape.
- Igualmente, señorita Granger.
- ¿Dónde te has metido toda la tarde?- Preguntó Ron a punto de meterse puré de patatas en la boca.- Harry y yo te hemos buscado como locos. Necesitábamos ayuda con la redacción para Snape.
- Tenía cosas que hacer, Ron. Además, sois lo suficiente mayores para que sepáis hacer las cosas sin que os las supervise.
- ¿Tienes guardia esta noche?.- Preguntó Harry.
- Sí. En la torre del reloj. ¿Por qué?
- Necesito consejo en un asunto que me preocupa.
- Por mucho que le preguntes, Harry…-Intervino Ron.- No evitarás que mi hermana te haga la vida imposible durante una semana.
- ¿De qué estás hablando, Ron?
- De lo que suele ocurrir cuando se ofende a cualquier Weasley, Hermione.
Harry ha roto con Ginny esta tarde, y como lo ha hecho antes de San Valentín a ella le ha sentado fatal. Tenía grandes planes para mañana.
Eso, unido al hecho de que ahora está súper deprimida es lo que hará que se vengue de Harry. La verdad, tío.- Dijo mirando al moreno.- No me gustaría estar en tu pellejo. Mi hermana tiene una mala leche peor que la de Hermione cuando se enfada. Además, yo también creo que te mereces una lección. Mira que romper con ella...te has cargado que fuésemos familia de forma oficial.
- Anda y vete al carajo.- Opinó Harry.- ¿Y tú te llamas amigo mío?
- Pues sí.- Añadió el pelirrojo.- Soy el mejor que tienes además del único que te aguanta.
- Que te den, Ron.
- Qué va, Harry, a ti sí que te van a dar, y a base de bien.- Sin añadir otra cosa, el pequeño de los chicos Weasley se puso a cenar con toda la tranquilidad que sólo podría mostrar alguien que no tenía una sola preocupación.
Hermione miró tanto a Harry como a Ron. Le resultaba increíble la actitud del pelirrojo, aunque tampoco la extrañó.
Él siempre había sido así, claro como el agua aunque su claridad pudiese doler. Y la verdad es que Ron sabía de sobras las cosas que hacían daño a Harry y nunca le importó decírselas.
Ron vivía para él y su propia conveniencia. Actuaba según lo sentía y no se paraba a pensar en las consecuencias. Ni siquiera le remordía la conciencia porque era incapaz de ponerse en el lugar del otro.
Una vez terminado su plato, el pelirrojo se levantó y salió del Gran Comedor. Dejando solos a Harry y Hermione, que dejaron de cenar para intercambiar opiniones.
- A veces es tan gilipollas que no sé cómo puedo quererle tanto.- Apuntó el moreno agarrando su vaso de agua.
- Le quieres porque es tu mejor amigo y también el primero que hiciste.- Añadió su mejor amiga en ese tono comprensivo que usaba siempre con él cuando quería explicar algo que él no entendía.- Sé que te duele las cosas que a veces te dice, pero Ron es así con todo el mundo. Incluso conmigo.
- Contigo es peor.- Pronunció el ojiverde dejando el vaso en la mesa.- A mí sólo me chincha a veces pero a ti a diario. ¿Cómo lo aguantas?
- Porque no tengo más remedio que hacerlo, Harry. Si quiero conservar mi amistad con Ron tengo que aceptar sus defectos como él aceptará los míos.
- ¿Tú crees que los acepta?
- La verdad es que no. Pero si le doy la patada me quedaré sola.
- ¿Por qué dices eso?
- Porque tú seguirías con él de todas todas. Siempre le has preferido por encima de mí. Y es normal, después de todo, soy una chica.
No puedo pretender compartir ciertas cosas contigo cuando no soy hombre. Me refiero a que hay determinadas cosillas que sólo podéis disfrutar y entender los chicos por ser chicos. ¿Me comprendes?
- Sí. Pero yo creo que estás equivocada, Hermione. Puede que sea cierto que hay cosas que sólo puedo compartir con Ron, pero no es verdad que le prefiera a él por encima de ti. Siempre os he querido por igual. Aunque de un tiempo aquí…eso ha cambiado.
- ¿A qué te refieres?
- A que ahora, tú eres la persona que más quiero además de la amiga que más valoro.
- De… ¿De verdad?
- Te lo juro.
- Gracias.- Ella le dio un beso en la mejilla, él sonrió.- Tú también eres la persona más especial que tengo en mi vida después de mis padres. Y sabes perfectamente que de los dos, es a ti a quien prefiero como amigo y también a quien más quiero. Igualmente pienso, que no debo romper el trío que siempre hemos formado.
Principalmente porque los tres hemos salvado al mundo mágico de Voldemort y si los restantes Mortífagos que puedan quedar escondidos por ahí se enterasen de que nos hemos separado, aprovecharían eso para intentar acabar con nosotros. No es lo mismo matar a uno solo que a tres atacando en equipo.
- Tienes razón, como siempre. Pero te has equivocado en otra cosa, Hermione.
- ¿En qué?
- Aunque tú puedas dejar a Ron y romper así nuestro trío inseparable, nunca estarás sola. Porque yo seguiré siendo tu amigo, apoyándote y protegiéndote como siempre has hecho tú conmigo.
- Te quiero Harry.
- Yo a ti también, Hermione. Eres la mejor amiga que se podría desear y también la mejor persona que he conocido.
- Oh…- Ella le miró con ojitos tiernos propios del gato de Shreck. Entonces abrió sus brazos y Harry se refugió en ellos, dejando la cara apoyada en uno de los hombros de Hermione.
Cualquiera que no les conociera bien y les viese de aquella manera, podría pensar que eran pareja o que Hermione estaba consolando a Harry.
Pero en aquel castillo que tenían por colegio y vivienda, todo el mundo sabía que Hermione Granger y Harry Potter, eran todo menos novios.
Aunque más de una persona hacía comentarios sobre la posibilidad de que acabaran juntándose o enamorándose. Incluso había quién apostaba cuánto tardarían el moreno y la castaña en darse cuenta de sus verdaderos sentimientos. Porque el comentario que más se hacía a espalda de ellos, era uno que decía "se aman, pero no lo saben."
Harry y Hermione no sabían todo lo que decía la gente, pero tenían claro que siempre hablaban de un posible enamoramiento entre los dos.
En una ocasión, incluso una niña de primer año, se acercó hasta el moreno y le preguntó cuándo iba a casarse con la prefecta Granger.
Harry se rió, diciendo que estaba equivocada y que Hermione sólo era su mejor amiga. Luego le firmó el autógrafo que la niña le pidió y después de decirle adiós, volvió al sofá rojo de la Sala Común para seguir repasando los deberes con ella. Que como siempre, esperaba pacientemente a que él le dijese que se había enterado de todo.
Después de despedirse de Hermione y desearle una buena noche, Harry subió las escaleras del dormitorio de los chicos de séptimo y se acostó.
A pesar de que seguía molesto con Ron, durmió bien.
Como Voldemort ya no existía había dejado de tener pesadillas. Ni siquiera sobre la batalla, porque aunque fue horrible, se sintió más apoyado y protegido que nunca. Sobre todo porque Hermione y Ron le libraron de los Mortífagos, y debido a la euforia y al agradecimiento que sentía por ellos y su amistad, pudo matar a Voldemort sin grandes dificultades.
Al día siguiente, cuando despertó, se encontró a todos sus compañeros arreglándose más de lo normal. Eso le extrañó, entonces recordó que era San Valentín y que todo el mundo tenía planes menos él.
A Harry, igual que le ocurría a Hermione, nunca le había gustado este día especialmente. Consideraba que era estúpido todo aquel tema de tarjetitas amorosas, cartitas perfumadas y bombones con mensajes apasionados.
Él opinaba lo mismo que su mejor amiga. El amor debía mostrarse siempre, no sólo un día concreto. Y ahora que no tenía una chica a la que amar o con la que compartir momentos íntimos y románticos, Harry sólo esperaba que el día pasase rápido para que todo volviese a la normalidad.
Cuando estaba a punto de entrar en el Gran Comedor para desayunar, se encontró rodeado por un montón de chicas de distintos cursos y edades, que entre gritos de "¡Sal conmigo, Harry!" le ofrecían un montón de esas cosas que a él no le gustaban nada.
Harry no quería ser desagradable, así que tras decirles que no podía atenderlas, abrió las puertas y se encaminó a su mesa.
Las admiradoras no querían darse por vencidas y cuando él se sentó, le rodearon de nuevo.
Harry se agobió. Buscó con la mirada alguna cara amiga que pudiese sacarle del acoso, pero no pudo divisar ninguna.
Aquellas niñas y jóvenes no le dejaban ver nada y cuando el sonido de sus vocecillas agudas y emocionadas se hizo insoportable, se levantó del banco y se dispuso a dejar el lugar, pero ellas le cortaron el paso.
- ¡No nos desprecies así, Harry!.- Dijo una chica de pelo rojo y ojos verdes.- ¡Haznos caso. Al menos coge los regalos. Muchas de nosotras hemos pasado horas preparándolos!
- ¡Primero el mío!.- Pronunció una niñita de primer año.- ¡Seguro que te gustará, es una snitch de chocolate!
El moreno se agachó lo bastante como para estar a la altura de la niña, agarrando el paquete que ella tendía, le dio las gracias y palmoteó un poco su cabeza.
- Soy muy mayor para ti, Allison.- Dijo en tono comprensivo.- Pero gracias por el chocolate. Seguro que está muy rico.
La niña pequeña le dio un beso en la cara y se rió de manera traviesa cuando Harry le revolvió el pelo.
Seguidamente se despidió de él y fue a sentarse en la mesa de Hufflepuff junto al resto de sus compañeras de primer año.
La siguiente joven tenía trece años, era de Slytherin y bastante guapa.
Harry nunca sintió simpatía por los integrantes de esa casa, pero conocía lo suficiente de Judy como para saber que era una buena chica.
- Señor Potter.- Dijo la rubia ceniza en tono respetuoso.- Le he preparado un Brownie. Dobby dijo que a usted le gustaban mucho.
- Judy, te he dicho muchas veces que no me llames señor y tampoco me trates de usted. Aunque sea mayor que tú, soy un estudiante más.
- Pero ha salvado al mundo de Voldemort, eso merece un gran respeto por su persona.
- No necesito esa clase de protocolo para saber que soy respetado, Judy. Por favor, llámame Harry y tutéame. ¿De acuerdo?
- Sí pero…
- Si no lo haces no me comeré el Brownie.
La chica le miró con alarma, entonces añadió…
- A partir de ahora te haré caso. - Y cuando vio que Harry le sonreía, a ella le brillaron los ojos con alegría.- Espero que esté bueno.- Fue lo último que pronunció entregándole la caja a Harry. Él la agarró añadiendo un "seguro que sí" que la hicieron sonreír de oreja a oreja.-Que pases un buen día, Harry.- Añadió a punto de salir del círculo de admiradoras.
- Gracias, Judy, te deseo lo mismo. ¿Por qué no le pides una cita a Colin Creevey?. Un pajarito me ha dicho que está colado por ti.
- ¿En serio?
- Palabra de Potter.
- ¡Gracias por decírmelo, él también me gusta!.
Sin añadir otra cosa, Judy se fue en busca del que se consideraba fotógrafo oficial de Harry Potter y su admirador más ferviente.
Dos chicas nuevas se acercaron hasta Harry. Eran gemelas y pertenecientes a Ravenclaw. Iban dos cursos por debajo del moreno y eran conocidas en todo el colegio por ser tan competitivas como la propia Hermione.
- ¡Abre mi caja primero!.- Dijo la que era rubia dorado.- ¡Seguro que te encanta!
- ¡No, el mío es mejor!.- Añadió su hermana de ojos negros.- ¡Es un libro de los mundiales de Quidditch!
Harry quería complacerlas agarrando los obsequios pero antes de que pudiese hacerlo, ellas empezaron a pelearse. Marchándose del círculo femenino abandonando el Gran Comedor con los paquetes en la mano.
El moreno se sintió aliviado, pero aún quedaban cinco chicas más que esperaban su atención.
Después de agradecer y guardar los que le dieron cuatro de ellas, Harry se quedó sólo ante la última. Una Gryffindor de sexto año que tenía locos a todos los miembros de su casa y algunos de las otras.
Esta chica se llamaba July, tenía el pelo tan negro como él y los ojos verdes del mismo tono que los que heredó Harry de su madre.
July era muy educada y femenina, y solía ser amable con todo el mundo sin importar la casa a la que perteneciesen. Además sacaba buenas notas y le apasionaba el Quidditch tanto como al mismo Harry. Incluso había hecho las pruebas para entrar en el equipo ocupando el puesto al que había renunciado Ginny en el arrebato que había cogido cuando Harry rompió la relación.
Ella aún no sabía si había entrado, pero esperaba hacerlo para poder estar más cerca de Harry. Porque además de admirarle y respetarle como salvador del mundo mágico, le amaba en secreto.
- Mi regalo no es chocolate, bizcocho o un libro de Quidditch.- Comenzó July con timidez.- Es algo más personal.- Entonces se sonrojó un poco.- Ni siquiera sé si te sentará bien o mal pero…aquí está.
La chica de pelo negro azabache y liso, le dio un paquete rectangular. Al agarrarlo, Harry se dio cuenta que pesaba poco. Ella le pidió que lo abriese enseguida.
- Si por lo que sea no te gusta, puedo cambiarlo por otra cosa.
Harry cumplió su deseo y cuando retiró el envoltorio y abrió la caja, se encontró con un bonito marco de fotos que mostraba una imagen de James y Lily dándose un beso en los labios.
El moreno miró a July con asombro, no podía creerse que ella le hubiese regalado algo tan especial para él. Y lo que más se preguntaba era cómo o de dónde había conseguido la foto.
- Verás…- Comenzó la Gryffindor de sexto sin perder el sonrojo.- Mi madre fue amiga de la tuya y en cierta ocasión la vio besando a tu padre así que les echó la foto.
Ella la guardó como recuerdo de James y Lily y cuando le dije que tú me gustabas y que quería regalarte algo especial por San Valentín, me escribió hablándome de su amistad con tu madre y de cómo le sacó la foto. Yo sé…que este regalo es algo muy personal, tanto para mi familia como por la parte que te toca al ser hijo de Lily y James pero…considero que tú mereces más que mi madre, tener esta foto tan bonita.
Harry volvió a mirar la imagen de sus padres besándose con un amor sincero, él no podía estar más de acuerdo con July.
- Muchísimas gracias, July. Tienes razón en que es un regalo muy especial y personal, pero a mí no me importa. En realidad me encanta. No tengo muchas fotos de mis padres pero ésta será mi favorita a partir de ahora.
- ¿De verdad?
- Sí. Gracias de nuevo por regalármela.
- De nada. ¿Sal…Saldrás conmigo hoy, Harry?
- Bueno, no tengo nada mejor que hacer. Aunque quiero dejarte una cosa clara. A mí no me gustas de forma especial. Me caes bien y te considero una chica buena y agradable, pero no tengo un interés en ti mayor que el normal en un compañero de casa. ¿Entiendes?
- Sí, gracias por aclarármelo. ¿A qué hora nos vemos y dónde?
- A las diez, en los carruajes que irán a Hogsmeade.
- Allí estaré como un clavo. ¿Cu…Cuál es tu color favorito?
- El blanco. ¿Por qué quieres saberlo?
- Para vestirme a tu gusto.
- Eso no es necesario, July. Ponte algo con lo que te sientas cómoda.
- Siempre lo hago, Harry, pero hoy es un día especial y quiero complacerte. Así que me pondré ropa blanca. Hasta luego.
- Hasta luego, July.
- Gracias por aceptar mi regalo de San Valentín.
- No, July, gracias a ti por hacérmelo.
Ella le regaló una sonrisa hermosa y luego se sentó junto a su mejor amiga en la mesa de Gryffindor.
Harry no quiso desayunar allí, se bebió un vaso de cacao, cogió algo de fruta y se marchó del Gran Comedor sintiendo que la foto de sus padres había sido el mejor obsequio que le habían hecho hasta el momento.
Al llegar a la Sala Común se encontró con Hermione, que estaba como siempre, leyendo un libro.
Harry tomó asiento al lado de ella y le preguntó cuáles eran sus planes para San Valentín.
- Ninguno. Además, odio este día y todo el materialismo que conlleva.
- Yo también, entre otras cosas porque siempre me regalan cosas estúpidas o que me provocan empacho. Aunque hoy me han dado algo muy especial. Mira…
- ¡Qué foto más bonita!.- Exclamó Hermione cuando Harry se la puso en las manos.- ¿Quién te la ha regalado?
- July Adams. Por lo visto, su madre fue amiga de la mía y le echó la foto un día que la vio besando a mi padre.
Se la mandó a July cuando su hija le contó que quería regalarme algo especial por San Valentín.
- Pues algo así se merece un detalle de tu parte.
- Le he prometido una cita. Vamos a ir a Hogsmeade juntos. Pero le he dejado claro que no me gusta como algo distinto a una compañera de casa.
- Está bien que seas sincero, Harry, pero procura tener tacto con July. Está muy colada por ti. Puede que incluso te ame. Quizás por eso aún no se ha echado novio. Seguro que espera que te fijes en ella.
- ¿Estaría bien que lo hiciera?. Tiene un año menos que yo.
- ¿Y qué?. Eso no te impidió fijarte en Ginny.
- Tienes razón, Hermione. No hay nada malo en que salga con una chica de dieciséis años.
- Espero que te lo pases bien con ella. Pero recuerda lo que te he dicho. Si vas a echar por tierra sus ilusiones contigo, hazlo con tacto. Una mujer enamorada sufre mucho cuando la rechazan.
- ¿Lo dices por experiencia propia?
- No, lo digo por sentido común. Tú sabes de sobra que no me he enamorado jamás de ningún chico de los de aquí.
- No entiendo por qué. Tú también tienes admiradores.
- Pues ninguno ha venido a decírmelo.
- Es que te tienen miedo. Como tú siempre dices que no te gusta el San Valentín…
- El día no, sino el materialismo que conlleva.
- A mí tampoco me gusta.
- Bueno, me voy a mi cuarto. Quiero arreglarme un poco. Si es verdad que tengo admiradores lo mínimo que puedo hacer hoy es mostrar un buen aspecto. Quién sabe, a lo mejor eso les anima a acercárseme. Aunque dudo mucho que salga con alguno pero al menos escucharé lo que puedan querer decirme.
- Eso es muy propio de ti, Hermione. La gente debería ser tan considerada como tú.
- No les pidas peras al olmo, Harry, es inútil. Cada uno es como es y eso no es malo. Si todas las personas fuésemos iguales el mundo sería aburridísimo.
- Eso también es verdad. Que pases un buen día. Yo también me marcho para arreglarme.
- Nos veremos en la cena, Harry.
- Hasta luego, Hermione.
Harry lo pasó en grande junto a July. No sólo porque ella le enseñase sitios del pueblo que él aún no conocía sino porque incluso practicaron Quidditch tras invocar sus escobas con el Accio. Cuando terminaron, él le dijo que estaba dentro del equipo y ella se alegró tanto que incluso le dio un abrazo fuerte.
El moreno no se incomodó, y tampoco sintió algo especial porque le abrazara.
Una vez dentro de los carruajes que les devolverían al castillo, July le preguntó qué regalo le gustó más además del que le había hecho ella, Harry respondió que ninguno y ella volvió a sonreír con satisfacción.
Se separaron para ir a cenar y después de comer, Harry se encaminó al dormitorio de los chicos de séptimo. Estaba a punto de subir las escaleras cuando escuchó la voz de July pronunciar su nombre.
Él se acercó hasta ella y antes de preguntarle qué quería, la morena de ojos verde esmeralda le echó los brazos al cuello, se puso de puntillas y le plantó un beso en los labios digno de ganar un campeonato.
Harry se quedó sin reacción, pero a July no la extrañó. Era normal si a él no le gustaba ella, al retirarse, sólo tuvo algo que decir.
- Buenas noches, Harry.
- Buenas noches, July.
- Gracias por haberme dado un día tan especial.
- De nada.
- ¿Po…Podríamos salir otra vez el próximo fin de semana?
- No voy a crearte falsas ilusiones, July. La cita de hoy tenía su por qué pero no quiero que tengamos más.
- De acuerdo. Entonces… ¿Puedo salir con otros chicos?
- Con todos los que quieras.
- Gracias por tu sinceridad, Harry.
- De nada, July. Que duermas bien.
- Y tú también. Hasta mañana.
Mientras le veía subir las escaleras, la morena comprendió que Harry Potter jamás se fijaría en ella.
Sabía que él había roto con su novia del curso pasado, y sabía además que a ella le había sentado fatal, pero después de haber compartido una cita de ensueño con él aunque él no la hubiese besado en ningún momento, July entendió que Harry Potter era un chico especial y no sólo por haber salvado al mundo mágico de Voldemort sino porque era único en su género.
Después de abrir la puerta del dormitorio de las chicas de sexto, se metió en la cama sin ser capaz de borrar la sonrisa que tenía en los labios.
Puede que Harry Potter nunca la amase, pero le había hecho sentir uno de los días más felices de su vida.
Justo cuando acababa de abrir los ojos escuchó la puerta del dormitorio abrirse y cerrarse con fuerza. Ella supo que Ginny acababa de entrar cuando la escuchó gritarle…
- ¡Qué es eso de que has salido con mi novio!
- Un hecho verídico.- Dijo July sentándose en la cama y mirando a Ginny Weasley sin ningún miedo o arrepentimiento.- Hemos tenido una cita perfecta que no volverá a repetirse.
Harry me ha dejado claro que no le gusto como algo distinto a una compañera de casa, así que cálmate Ginebra y acepta lo evidente. Él ya no te quiere.
- ¡A ti tampoco!
- Lo sé, pero igualmente me ha concedido el deseo de salir conmigo.
- ¿Por qué?
- Por un regalo especial que le hice. ¿Ahora puedo dormirme?
- ¡No, cuéntame qué ha ocurrido en la cita!
- Nada anormal. Hemos paseado, hablado, jugado al Quidditch y hasta tomado unas cervezas de mantequilla en la posada de Madame Rosmerta.
- ¿Os habéis besado?
- Durante la cita no. Pero antes de acostarme le di un beso de buenas noches.
- ¿Lo devolvió?
- No. Ya te he dicho, que no le gusto de esa manera.
- Pero aceptó tu beso…
- Se lo di de repente, aunque no creo que le originase un trauma.
- ¡Pues no deberías haberlo hecho, Harry es mi novio!
- Ya no, ha roto contigo. Ahora es libre de salir con quien quiera.
- ¿Y te ha dicho qué chica le gusta?
- Ninguna.
- Mientes.
- No. Durante el paseo le pregunté por qué había roto contigo. Él dijo que ya no le gustabas. Entonces le cuestioné si le gustaba otra chica y me dijo que no y que lo que más le apetecía ahora era estar tranquilo y disfrutar su soltería.
- Seguro que se lía con todas sus admiradoras, como sabe que las tiene a puñados…
- Harry no es de ese tipo de chicos. Tu hermano sí sería capaz.
- ¡Cuidado con lo que dices, July!
- Digo la verdad, Ginny.
Todo Hogwarts sabe que Ron está encantado con la fama que ha ganado por haber vencido a Voldemort junto a Harry y Hermione, sabemos también que a Ron no le importa no sólo tener admiradoras sino que todas suspiren nada más verle. Lo que yo me cuestiono es cuánto tardarán en perderle el interés pero no creo que mucho si él se dedica a jugar con ellas.
- ¡Mi hermano nunca haría eso. Es un chico sensible!
- Tiene la misma sensibilidad que el tamaño de una pulga, igual que tú.
- Si sigues hablando de mi familia así, July, te partiré la boca.
- La señora Pomfrey puede arreglármela. Buenas noches Ginebra.- Pronunció la morena con toda tranquilidad tumbándose de nuevo en la cama.
La pelirroja pronunció algo por lo bajo y se metió en el cuarto de baño dando otro portazo. July ni se inmutó sino que disfrutó de un sueño agradabilísimo donde ella y Harry eran los novios perfectos.
Hermione se metió en su cama de Prefecta completamente agotada. No sólo por el día sin parar que había tenido sino porque había comprobado que Harry no había mentido al decirle que ella también tenía admiradores.
La castaña se arrepintió de haberse puesto guapa para la cena, porque al entrar en el Gran Comedor, la rodearon un montón de chicos que entre gritos y peticiones varias, le exigían aceptar sus regalos y concederles citas el próximo fin de semana.
Hermione hizo lo mismo que Harry, aceptó por cortesía los regalos, pero rechazó todas las citas porque no quería salir con un chico que no le gustaba y en aquel grupo no había uno solo que le despertase interés.
Después de despedirse de todos con amabilidad, se fue a la torre del reloj a hacer su guardia nocturna. Allí se encontró con un prefecto que le dio un frasquito diciéndole que era perfume. Ella quiso olerlo pero él no la dejó sino que se echó en la mano y luego lo aplicó en el cuello de Hermione.
A partir de ahí no tenía recuerdos ni de la guardia, lo único que tenía claro es que había una laguna mental que sólo mostraba lo del prefecto, el perfume y el aviso que le dio su reloj de muñeca para que ella supiera que había terminado la vigilancia y podía acostarse.
Cerrando los ojos, visionó la imagen de aquel chico extendiendo el perfume en la piel del cuello de ella y luego mirándola con intensidad mientras pronunciaba algo que Hermione no podía recordar.
Entonces se quedó dormida, sin suponer ni por un instante que al día siguiente, su vida cambiaría por completo.
Continuará.
Nota de la autora:
No está mal para un primer capítulo introductorio. ¿Verdad?
En el siguiente capítulo averiguaréis qué ocurrió con el chico del perfume y descubriréis además lo que da origen a todo el asunto que ocupará el fic.
Esperando que os haya gustado y deseando leer vuestros reviews, se despide de vosotros/as RAkAoMi, agradeciéndoos que estéis ahí. Un beso fuerte. ;-)
