Mucho gusto, chica de mis sueños

Mucho gusto, chica de mis sueños

Inuyasha es un chico universitario como cualquier otro. Va la escuela, practica deporte y tiene sueños extraños sobre una desconocida todos los días. ¿Que pasa cuando conozca a la chica que soñó? ¡Hey! se supone que debías atraparla entre tus brazos, no torturarla hasta hacerla llorar.

Capitulo I.- Los sueños

En un páramo desolado siempre se encontraba durante el sueño. No estaba predeterminado, porque en cuanto el ponía la cabeza en la almohada sus ojos se cerraban rápida e involuntariamente y los brazos de Morfeo lo envolvían, y dormía.

Él no deseaba dormir más. Había intentado por todos los medios mantenerse despierto, litros de café durante la noche, juegos de video, trabajo acumulado, noches de fiesta. Pero al final es como si su cuerpo tuviera un imán hacia la cama ¿O era la cama la que tenía imán para su cuerpo? Ese no era el punto. La cuestión es que siempre terminaba durmiendo y por ende, soñando.

Una atractiva mujer sentada sobre el brocal de madera de un viejo pozo, era la visión. Después, al despertarse, su mente rememoraba cada detalle de tan hermosa criatura. La piel tersa y nívea con un rostro delgado y aniñado, el color en sus mejillas, su cabello azabache largo y ondulado que danzaba travieso al compás del viento, con su semblante tranquilo y su uniforme escolar verde. Los ojos cafés, como chocolate, pero siempre tristes observándole a él. Siempre se movían sus finos labios formando una oración, que él jamás lograba escuchar, intentaba leerlos, pero no lograba descifrar lo que ella intentaba decirle. ¿Por qué? Pasó mucho tiempo preguntándoselo, pero ninguna respuesta llego a ser convincente.

Cualquiera pensaría que aquella mujer en su sueño sería espectacular, cada noche, lograr hacer con ella cualquier cosa, pero ese, precisamente, era el problema. Siempre que intentaba aproximarse ella, esta sonreía con amargura y desaparecía dejándolo con la imagen de sus lágrimas. La frustración se apoderaba de él segundos antes de despertar y si tenía suerte comenzaba pronto la universidad, pero si no, le quedaba toda la madrugada para meditar y torturarse.

Estaba hastiado de aquella situación, porque se sentía estúpido y estaba pensando seriamente que comenzaba a desvariar. Varias veces pasó por su mente la idea de visitar un psicólogo, ¿quién sabe? Quizá era algún deseo reprimido o algún trauma de la niñez, pero siempre se detenía justo en la puerta del consultorio, daba media vuelta y se marchaba. Saberse en manos de un psicólogo era un golpe bajo para su orgullo -y su reputación-, porque entonces tendría que admitir que necesitaba ayuda y/o que tenía un problema. No iba a permitirlo.

Aún con ese pequeño gran problema, Inuyasha Taisho seguía con sus actividades normales en la universidad, se sentía realmente absurdo al observarse a si mismo acongojado por un sueño inútil e intentaba por todos los medios no demostrar sus aflicciones ante los demás. ¡Y vaya que era muy bueno!

Inuyasha practicaba artes marciales en su tiempo libre y era el capitán del equipo de esgrima en la universidad. Los golpes y las espadas eran su pasión. Era un estudiante promedio, rayando en lo malo, pero siempre de alguna forma u otra lograba pasar sus materias. Estudiando administración de empresas mantenía contento a su padre y lograba pagar sus caprichos personales, a él le era indiferente este hecho, así si hubiera estudiado leyes o medicina, porque no le interesaba nada que no fuera la adrenalina y los deportes, por tanto, cualquier cosa estaba bien para a su gusto.

Miroku Ozawa era su mejor amigo, pero el tipo más mujeriego que él hubiese visto. Siempre lo veía con una diferente cada vez, y no había ocasión que lo viera sin compañía. ¿De dónde conseguía tantas? A veces le preguntaba, y él, con una sonrisa triunfal y ladina en su rostro, argumentaba que ellas lo buscaban, que no había que sorprenderse, pues tomando en cuenta que en mundo hay más mujeres que hombres, era natural. Inuyasha no llegaba comprenderlo del todo. Al principio lo golpeaba o lo amenazaba, pero finalmente terminó por acostumbrarse. Y, dado que su mejor amigo siempre estaba rodeado por mujeres, a veces una que otra se colaba para acosarlo a él.

Un día como cualquier otro, se levantó agitado con un sueño diferente rondando en su mente, un sueño no solo frustrante si no que tortuoso y asfixiante. Había soñado su muerte, y no había sido agradable. El sudor estaba acumulado en su frente y sus ojos estaban perdidos y desorbitados en algún lugar de la habitación del departamento que su padre rentaba para él. Apenas regularizó su respiración, intentó tranquilizarse.

Una mujer distinta había aparecido, lo sabía porque la conocía, era una ex novia de años atrás, una chica tranquila y agradable, sin contar su belleza natural. Pero lo suyo no había funcionado y ambos lo habían acordado así. Ella tenía a alguien más y él... él simplemente no deseaba tenerla, aunque si le había dolido la separación. Al final era buenos amigos, pero llevaba tiempo sin verla desde que ella se había ido a estudiar a Europa. Sin embargo, en ese nuevo y nada agradable sueño, ella vestía una ropa antigua de sacerdotisa, no dejaba de verse espectacularmente atractiva y quizá hubiera sido un buen sueño si ella no lo hubiese estado matando al travesarlo con una flecha disparada por un arco. Un escalofrío le recorrió la espalda y se revisó el pecho, sólo por si las dudas.

El resto del día no fue placentero, a cada momento sentía aquella punzada atravesarle el pecho y de ser un loco enfermo con sueños incomprensibles, ahora era un paranoico con delirios de muerte. Vamos, ahora si que estaba decidido a ir al psicólogo, y al diablo con el orgullo.

Salió presuroso de la escuela saltándose las últimas dos clases y caminó con esa expresión acongojada y pensativa en su rostro. Era un largo recorrido desde la escuela hasta el consultorio donde iba a perder su dignidad, pero no se sentía en condiciones de manejar su motocicleta, a menos que quisiera morir por su paranoia y distracción. Además, la caminata podría distraerlo y hacerlo recapacitar que iba a cometer una estupidez.

Sin prestar mucha o nada de atención en su entorno, caminaba casi por inercia siguiendo el camino. Gran error. En un instante al doblar una esquina, sintió chocar contra él un cuerpo femenino que rebotó y luego cayó al suelo sobre su trasero. La escuchó quejarse y decir algunas palabrotas, causándole de esa forma gracia.

– ¿Estás bien? –preguntó él, no iba a disculparse, iba distraído, sí, pero ella había sido la que había chocado.

–Eh, sí, sí –Aseguró ella evitando la mano atenta que le ofrecía para ayudarla a levantarse. –lo siento, es que tenía prisa –justificó mientras se sacudía la parte trasera de su falda a cuadros.

Pronto estuvieron frente a frente y él pudo mirar su rostro con asombro, y ella lo miro casi desencajada.

–¿Inuyasha? –preguntó ella. ¿Acaso la conocía, o ella a él?

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Hola, primero que nada, quiero agradecer a Pami por su ayuda con el fic. Ella me corrigió horrores de ortografía y algunas cosillas más.

Sobre la historia, bueno, esta es una historia sin complicaciones extremas, bastante lijera, corta. No tardaré mucho en estar poniendo el final. Espero les guste, disfruten y muchas gracias por leer.