Hola es mi primer fic de Jojo y no tengo idea de lo que estoy haciendo.

Jojo bizarre adventure no me pertenece obvio, si así fuera estaría mas loca de lo que ya estoy y me daría miedo...

Londres, 1920

Su escuadrón descansaba después del largo viaje desde Alemania el capitán Joestar Piloto de la nueva y radiante cazadora aérea "Sopwith Camel" y líder del tercer escuadrón aéreo decide salir a tomar aire fresco

Los chicos celebran su llegada a Londres después de varios meses en servicio, y sin embargo a pesar de que debería estar sumamente feliz, el capitán Joestar solamente desea que los días pasen rápido para poder estar en casa con su bella esposa y su pequeño bebé Joseph.

Las calles de Londres son bohemias e hipnotizantes hay pocos habitantes fuera de sus casa a altas horas de la noche, y es normal para cualquier persona en pleno uso de sus facultades mentales; hay una guerra en curso y la ciudad es peligrosa, hasta hacía pocos años aún se creía que había vampiros y muchos rufianes vagando por las calles, para George todo eso no eran más que patrañas, la guerra, eso sí que era real, había visto morir a cientos en unos pocos años, miseria, hambre y sufrimiento por doquier, era estúpido estar preocupándose por esos tontos mitos. De cualquier forma todos sabemos que los Joestar no están en pleno uso de sus facultades mentales y si lo están pues simplemente las ignoran cuando lo creen conveniente, así que el Capitán Joestar salió a pasear a las 3 de la mañana en lo más oscuro de Londres.

—Buenas noches caballero— un anciano de cabellos blancos y encorvado caminar se acercó a él.

El joven Joestar tiene un mal presagio, es esa clase de presentimiento que tienes cuando un vendedor de seguros o un Testigo de Jehová llegan tocando a tu casa.

—Buenas noches—contestó cortés pero cortante, tratando de seguir su caminata sin más interrupción.

—Mi señor, deme una oportunidad para hablar con usted.

— Lo siento, pero en realidad no tengo tiempo.

—Señor, acabo de verlo salir, de aquel bar, y son las 3 de la mañana, yo soy solo un viejo indefenso que quiere venderle mis productos para sobrevivir un día más.

— ¡Lo sabía!—maldijo por lo bajo

— ¿Qué sabía?

— No dije nada, no necesito nada que usted pueda venderme viejo, lo que necesito es regresar a Nueva York con mi familia, pero si de algo sirve…—George sacó su cartera con fastidio, siempre sentía compasión por el pobre y el inválido pero aun así le desagradaban lo mendigos — tengo estas pocas libras si de algo le sirve—el hombre las tomó con brillo en sus ojos— pero sabe, este es un mundo muy cruel, para usted ya es tarde, pero debió haber trabajado más duro para no pasar por estas penosas situaciones...

—Oh mi señor no me juzgue tan duramente. Yo trabajé muy duro toda mi juventud...

— ¿Ah sí? pues no se nota

—Mi miseria se debe a la tragedia de los Joestar.

El corazón de George saltó de golpe y de pronto toda su atención se posó sobre aquel hombre, si bien sabía que sus raíces estaban en Inglaterra nunca le dio mucha importancia; a su madre tampoco era como que le gustará mucho hablar del tema, parecía más bien que quería olvidar y dejar todo el pasado atrás, sin embargo salir a caminar a las 3 de la mañana por las calles de Londres para encontrarse a ese viejo... esto no podía ser una coincidencia, tenía que saber más. Pero antes, debía estar seguro que se trataba de su familia, no conocía mucho de Inglaterra, tal vez habrá miles de familias Joestar, como en América hay miles de Smith o en México Martínez, pero volviendo al tema…

—Se refiere a la casa de George y Jonathan Joestar?

—Ellos mismos, el señor George y la señora Mary Joestar eran mis amos, cuando ella murió yo pase a encargarme del señorito Jonathan, aunque él sobrevivió al incendio de la mansión, después me enteré que él y su esposa murieron en una explosión de barco que iba hacia América, me dio harta tristeza, acababan de contraer nupcias lo pobrecillos...

George no daba crédito a todo lo que sus oídos escuchaban, este hombre sabía más de su familia que el mismo. Estaba frente a quien cuido a su padre de pequeño, este hombre probablemente sepa más de lo que su madre sabía de él.

De niño siempre sintió un gran vacío, el vacío que su padre había dejado, siempre tuvo curiosidad y anhelo de haberlo conocido o por lo menos de que su madre le contara de él, pero por alguna razón ella solo contaba detalles y el no quiso presionarla para que recordara nada doloroso. Pero ahora todo era diferente, esta era su oportunidad

George se aclaró la garganta y recobro la compostura.

— ¿Señor...?— se detuvo a manera de pregunta

— Tirex, Tirex Darrell

— ¿T-rex? ¿No es esa una banda de rock?

— ¿Rock? ¿De qué hablas? es 1920.

—De acuerdo— pronuncio con verguenza— señor Ti rex, mi nombre es George Joestar.

—Aaaaaaaaaaaah, ahora resulta. — Respondió incrédulo —Primero te burlas de mi nombre y ahora de mi historia...— dijo ofendido— a George su reacción le dio risa, y el viejo se ofendió más.

—Lo siento no fue mi intención, sé que no me cree pero... mmmm ¿qué debo hacer para que me crea? mi Madre es Erina Pendelton, la esposa de Jonathan Joestar, ella aun esta con vida, vivimos en América...

—Chico, no tengo 6 años.

—Eso se ve claramente

— ¡¿Qué?!

—Quiero decir... que no lo estoy tomando el pelo señor—esto también ofendió al hombre puesto que no tenía ni un solo pelo en su calvo cráneo.

— ¡Ya se! — dijo George golpeando su palma con su puño dando a entender que acababa de prendérsele el foco. — Venga el día de mañana a la posada, le invitare a almorzar y le comprobare que no miento.—el viejo achicó sus ojos mostrando desconfianza. Al final los abrió por completo y asintió

— De acuerdo jovencito. Te veré aquí mañana temprano.— dio media vuelta y se fue.

George regreso descansar a la posada, esperando con ansias a que llegara el día de mañana.


—Buenos días Ti rex

—Buenos días, Geeeeorge, si es que es tu verdadero nombre,

— Señor ¿en verdad no me parezco en nada a mi padre? pero que compararme con mi madre yo creí que sería la viva imagen de mi padre...

—La verdad... es que estoy medio ciego mijo.

— George casi cae al piso de la impresión por la ocurrencia del viejo, se acercó a una de las mesas de sus amigos y le robo sus anteojos poniéndoselos al viejo —ya está, ¿así está mejor? —pregunto esperanzado

El anciano parpadeo y se acercó al joven tratando de enfocar.

—¡SEÑOR JOESTAR! —casi grito impresionado—¡ESTA VIVO!

— ¡Viejo! no grite, ya le dije que soy hijo de Jonathan, no soy su antiguo amo,

—Pero si es igualito—dijo él y George suspiró con fastidio.

— En realidad lo que le iba a enseñar es esto— dijo sacando un pañuelo de una caja; el viejo lo tomó en sus manos y lo inspeccionó, leyendo en el borde de este, el nombre de Jonathan Joestar.

— Ya veo— dijo serio, se quitó los anteojos y comenzó a sollozar — ¡señorito!

George estampo bruscamente su palma contra su frente, el viejo estaba chiflado...


Tirex y George pasaron la mañana entera platicando, George contó un poco sobre su carrera como piloto militar en la guerra y todas las atrocidades que había visto en pocos años, sobre, su hermosa esposa Lisa-lisa a quien conoce de toda la vida y sobre su pequeño bebe de 4 meses Joseph.

Tirex en cambio comenzó dando lastimas, con su desafortunada situación de pobreza, el cómo su hija la única familiar que tenía la abandonó para irse con un hombre que podía mantenerla dejando al anciano solo a su suerte.

— ¿Por qué se quemó la mansión Joestar Tirex? ¿Qué pasó?

—Lo ignoro, yo no estuve ese día en casa, pero ninguno de mis compañeros sobrevivió para contarme, el único fue su padre, pero él se fue, algo escuche de su padre, que fue un amigo muy cercano del magnate multimillonario Speedwagon—George sonrió, sin Speedwagon el no sería nada. Fue casi un padre para George. —Yo acababa de tomar mis vacaciones justo un día antes del incendio, el señor George estaba algo enfermo, el señorito Jonathan vino a Londres a buscar alguna milagrosa medicina que aliviara el mal de su padre, el joven Dio también salió de casa ese día, no tengo idea de que pudo haber pasado.

— ¡Dio! —repitió en voz alta había escuchado ese nombre antes en alguna de las pláticas privadas de Speedwagon con su madre pero no sabía a ciencia cierta de quién se trataba— ¿Quién es ese tal dio?

—El señorito Dio, fue hermanastro de su difunto padre, ¿que no lo sabía? Ellos eran inseparables, se querían como si fueran hermanos.

George no daba crédito a lo que entraba por sus oídos, ¿había tenido un tío y no lo sabía? Bueno, todos ellos estaban muertos ahora, ¿que importaba en realidad?…

La tarde pasó rápidamente y en un par de horas él y sus compañeros estarían abordando el barco que los llevaría de vuelta a América por un par de meses.

—Tirex, ha sido un placer haberte conocido y compartir tantas anécdotas, ahora debo ir a prepararme para abordar, partiremos en un par de horas…—George se levantó de su silla y de sus bolsillos sacó una considerable cantidad de dinero y una tarjeta de presentación—quiero darte esto, sé que no es mucho pero supongo que de algo servirá, y también, si alguna vez visitas América búscame, tienes una casa allá.

—Señor Joestar, espere, yo también quiero darle algo.

George lo miró con cara de incredulidad. — ¿De qué se trata?

—Es un baúl que encontré en las ruinas de la mansión Joestar, hace unos años el estado tomó el terreno para construir un hospicio para los desamparados de la guerra y un viejo amigo que ayudaba en la construcción se encargó de entregármelo, él sabía el respeto y cariño que le tenía a su familia así que decidió dármelo, desafortunadamente está cerrado con llave y nunca me fue posible abrirlo.

—Ya veo…

—Se lo traeré en unos momentos.


El capitán George Joestar entró a su camarote con su equipaje, que consistía en una maleta su sombrero de capitán, su uniforme que llevaba pulcramente colgado en un gancho y ahora el enorme y pesado baúl de hierro que sobrevivió al incendio.

Colgó su uniforme dejo su maleta y el baúl de un lado y se acomodó en su cama.

¿Que contendría ese misterioso cofre? ¿Porque su padre no había ido a buscarlo después del incendio? Estaba cansado y había planeado dormir en cuanto subiera al barco, sin embargo la curiosidad lo carcomía.

Vio el cerrojo y efectivamente se veía muy fuerte y resistente, sacó un gancho con el cual se daba la habilidad de abrir cualquier cerradura, pero le fue imposible, se le ocurrió desatornillarlo del lado contrario, pero a alguien ya se le había adelantado, los tornillos estaban barridos, tantos años en la tierra y la humedad habían oxidado por completo el cofre.

Salió con fastidio de su camerino, ¡ese estúpido cofre no lo iba a vencer! Entro al cuarto de motores y robo una botella grande de aceite, unas pinzas para cortar cadenas y un machete, regreso a su camerino y después de una hora de arduo trabajo ¡voilà! rompió la tapa.

Un olor a humedad y polvo le hizo estornudar un par de veces.

Dentro del baúl había cosas diversas y muy elegantes, trajes de etiqueta, joyas de oro y plata, cristales y piedras preciosas, George fue sacando cada una de las cosas en orden. Si Tirex hubiera sabido lo que contenía el baúl nunca se lo hubiera dado, la culpabilidad comenzaba a atacarlo. En el fondo del cofre, se encontraba un hermoso juego de ajedrez era de madera de roble tallado y base de oro, ¿de quién sería este baúl? Se preguntaba el capitán Joestar, por alguna razón no se imaginaba a su padre como un aficionado del ajedrez lo cual era una lástima; en primer lugar, porque a él le encantaba y en segundo porque empezaba a perder la esperanza de que todas aquellas cosas le pertenecieran.

Dentro de una funda de terciopelo fino color granate, se encontraba un hermoso vestido de seda blanco y un guardapelo en forma de corazón dentro de él, la foto de una bella mujer rubia. Aunque era rubia definitivamente no era su madre, tal vez su abuela.

Lo único que quedaba en el baúl eran algunos libros mohosos, George comenzó a sacarlos uno por uno para ver que podía rescatar, eran libros diversos, novelas, filosofía, ciencia y leyes , el último libro que saco no tenía título y parecía muy maltratado. George lo limpio con un pañuelo y leyó la primer página.

Decía lo siguiente:

Noviembre 3, año 1878

Mi nombre es Dio Brando, escribo este diario porque probablemente muera muy pronto y mi padre merece pudrirse en la cárcel el resto de sus días. Si estoy muerto y mi padre sigue en libertad entonces asegúrate de que el maldito se pudra en prisión…


Ni yo se que esperar de este fic, pero si les gusta dejen un comentario =)

Gracias por leer!