¡Buenas! Cómo es la primera vez que publico algo del mundo de Sonic, no sabía que subir para iniciar con el pie derecho. Pero al final me decidí por una posible secuela a los eventos del juego "Shadow the hedgehog". Espero les guste.
Ni Sonic o sus personajes me pertenece, le pertenece a Sega.
¡Emergencia! Ataque enemigo inminente, todo el personal de la colonia espacial Ark, diríjanse las capsulas de escape, inmediatamente. ¡Emergencia! Ataque enemigo…
A medida que las explosiones y los disparos se hacían cada vez más frecuentes, eran pocos los que podían seguir las órdenes del mensaje pregrabado. El ataque de las fuerzas especiales GUN fue repentino, lo cual dejó en una clara desventaja a los científicos que residían en Ark.
No había forma en que ellos se defendieran de los soldados, entrenados específicamente para cazar y matar. Al menos casi nadie.
Entre los blancos pasillos, teñidos ahora con el rojo de la sangre, una figura oscura se desplazaba a grandes velocidades. Él conoció a la mayoría de hombres y mujeres, todos científicos, tendidos en el suelo.
Sus puños se regían con odio. Ninguno de ellos había matado. Era todo lo contrario, ellos luchaban para salvar toda clase de vidas. Nadie merecía ese fin. De pronto, notó la presencia de algunos humanos vivos, tres en total. No tardó en correr hacía ellos, creyendo necesitar ayuda. Pero la reacción de esos humanos, vestidos con trajes negros y con extrañas cosas en sus manos, fue muy diferente a la que el esperaba.
Los humanos alzaron los objetos a la altura de sus pechos, apuntando en contra del erizo. Este apenas entendía lo que estaba pasando. Al principio sintió como varias cosas casi rozaban su cuerpo. No tardo en escuchar el sonido de eso chocar contra el metal. Sabía que el impacto de esas cosas contra su cuerpo sería mortal.
— ¡Alto! —Exclamó el ser oscuro, temiendo que los humanos hayan caído en la demencia y estén atacando a un aliado— quiero ayudarlos a ir a las capsulas de escape.
—Recarguen y sigan disparando —Ordenó uno de los humanos. Su traje indicaba que tenía un cargo aun mayor que los otros dos— él es peligroso. Disparen a matar.
Pero ninguno de ellos pudo hacer algo, pues habían sido noqueados con gran rapidez. Shadow, el ser al que muchos llamaban la forma de vida perfecta, había hecho algo que había jurado jamás hacer: atacar a un humano.
—Perdóname, Maria — Se disculpo en silencio. Tomó entre sus manos el extraño objeto que hasta hace poco había sido una amenaza. Era la primera vez en su vida que la veía, pero no le pareció muy difícil usarla, solo tuvo que imitar la posición de los extraños humanos y disparo contra la pared, donde se formaron varios agujeros.
Ahora entendía aun más la gravedad de la situación, esas cosas lo pudieron haber matado. Arrojó el arma al suelo y prosiguió su búsqueda. Solo desea que ella estuviera bien.
Pronto llegó hasta una de las múltiples habitaciones donde ella pudiera estar, pero sólo se encontró más humanos vestidos de negro. Estos no habían notado su presencia, pues estaban "disparando a matar" contra varios científicos. Nuevamente, Shadow noqueó a los asesinos.
Algunos científicos se habían salvado escondiéndose donde podían; mesas, grandes casilleros Etc. Muchos otros no tuvieron la misma suerte— ¡Qué está pasando aquí! —exclamo Shadow— ¿quiénes son ellos y que son esas cosas?
Los pocos científicos que quedaban con vida intentaron explicar al unisonó que pasaba, pero sus gritos eran inentendibles. Pronto todos callaron, pues entendieron que eso no ayudaba. Una científica se arrodillo hasta la altura del erizo y le explicó que los humanos vestidos de negro habían llegado para matarlo, le dio una breve explicación sobre las armas y lo peligroso que eran, finalmente le explicó que Gerald Robotnik, jefe de la colonia, nunca le hablo de las armas, del peligro que representaba para la colonia, pues tenía fe en que sí Shadow desconocía de la maldad, el sería un ser completamente justo y jamás haría el mal.
—Pero ¿por qué soy una amenaza? —El erizo no podía entender porque de tanta muerte sin sentido— ¿y por qué ustedes están siendo asesinados?
Shadow vio en el rostro de la científica misma mirada que veía en Maria y sabía lo que iba a decir, ella también creía en Shadow. Pero antes de que la mujer confirmara esto, un sonido ensordecedor y repetitivo sonó en toda la habitación. La científica abrazó a Shadow, a medida que su espalda se teñía del mismo rojo que había visto en los cuerpos inertes de los otros científicos, sus protectores.
—¡Está aquí! —gritó el atacante. Shadow tardó en comprender lo que había pasado. No solo se había dado cuenta que los humanos a los que se suponía debía ayudar se habían vuelto contra él, sino que muchos otros humanos, a los que consideraba amigos, estaban muriendo. Daban sus vidas por él. Pronto todos los científicos a los que hace poco había salvado formaron una barrera alrededor de él, sirviendo como escudos… y cayeron, todos teñidos de rojo.
—¡NO!— Gritó Shadow. Nuevamente, los soldados tenían que recargar sus armas, y nuevamente Shadow los atacó antes que lo lograran. Esta vez no importaba cuantos hubieran, él los golpeaba con rabia. No les importaba si no volvían a levantarse, solo quería matarlos. El último soldado tomó un objeto minúsculo entre sus manos, una granada.
Shadow impidió que la usara, dislocándole la muñeca al soldado. Ahora sabía cómo usar un arma, sobre todo las ametralladoras y También sabía cómo recargar un arma. Varios solados de GUN fueron cayendo a medida que el erizo negro avanzaba por entre los pasillos de la estación espacial. Incontables soldados fueron víctimas de la cólera del erizo, pero al fin había llegado a su destino.
—¡Doctor! — grito el erizo, viendo como a unos cuantos metros se encontraba la sala personal de Gerald Robotnik, el mismo que fuera hasta hace unas horas el jefe de toda la colonia. Todos los soldados intentaban por todos los medios abrir la puerta de seguridad que les impedía dar con su objetivo —¡Aléjense!— Exclamo Shadow —si saben lo que les conviene, dejen esta colonia y vuelvan por donde vinieron —Pero ninguno de ellos había tomado importancia a las amenazas del erizo.
Una vez que la munición de Shadow llegó a su fin, pasó a romper tantos huesos como fueran posibles. Una vez que el pasillo hubiera quedado libre, la pesada puerta se abrió. Dentro estaba un hombre de edad avanzada, abrazando a una joven de cabellera rubia y ropas azules. Una sensación de alivio que creía olvidada volvió a Shadow. Tras horas recorriendo pasillos y salvando tantos científicos como fuera posible, ver a Gerald y María fue reconfortante.
Pero algo que no había previsto pasó. Cuando se acercó a María para abrazarla, ésta se escondía entre los brazos del científico —ella vio lo que hiciste, Shadow— el doctor abrazó a su nieta, mientras apuntaba con su cabeza unos ordenadores. En efecto, ambos fueron testigos de cómo Shadow acababa con la vida de varios humanos. Gerald entendía que Shadow no tenía otra opción. Pero María era otra historia. Ella no entendía el por qué su mejor amigo había hecho lo hizo.
—María, escucha— Gerald posó sus manos sobre los hombros de su nieta —ahora no puedes entender muchas cosas que están pasando, pero tienes que creerme; Shadow hizo todo esto para protegerte a ti, a mí y a todos en esta colonia.
La pequeña movía su cabeza de izquierda a derecha. Sentía que ya no podría volver a confiar en su amigo. Ni siquiera sabía si el planeta tierra era un lugar tan hermoso como ella pensaba, pues el ataque provenía justamente de ese planeta. Shadow bajó su cabeza, incapaz de ver a su amiga.
El doctor exhalo hondo antes de dar la orden que cambiaría la vida de los tres— Shadow, tienes que llevártela de aquí. Pronto llegaran más soldados por nosotros.
—Doctor ¿pero qué hay de usted? —preguntó el erizo.
—¿pero qué es lo que hemos hecho para merecer esto? —las lagrimas de María ya se hacían presente ante la idea de dejar a su abuelo atrás.
—Aun eres muy joven para entenderlo. Pero no hay tiempo para explicaciones. Shadow, te encargo a María, por favor, cuídala, cuídala con tu vida si es necesario —el erizo negro asintió con la cabeza. Aun sin recibir esa orden, eso era justamente lo que tenía pensado hacer desde siempre— yo me quedare aquí, si ellos creen que nosotros estamos dentro, intentarán entrar. Les daré algo de tiempo para que lleguen a las capsulas de escape, aun quedan algunas en perfecto estado.
—Pero ¿qué pasará contigo? —pregunto María, esa pregunta también había inquietado a Shadow.
—No se preocupen por mí, pronto los alcanzare— La respuesta de Gerald había logrado calmar a la joven de cabellos rubios. Pero Shadow sabía la verdad tras esa mentira. Posiblemente esa sería la última vez que los tres volverían a estar juntos.
María tomó el brazo de su mejor amigo y se preparo para correr, pero él se mantuvo inmóvil —Doctor… gracias, por todo y… y perdón, por haberle fallado— La forma de vida perfecta. Así lo habían llamado muchos de los que ahora están muertos y otros a los que tal vez no volverá a ver, pese a que estén vivos. Esa era una gran mentira. Había fallado en proteger la colonia de GUN, había roto la promesa de nunca herir a un humano y también había fallado en cuidar a Gerald.
—Shadow, tenemos que irnos— las palabras de María lo habían devuelto a la realidad. En menos de un día le falló a muchos, pero no le fallaría a su mejor amiga. Apretó la mano de la joven, teniendo cuidado de no lastimarla. Esta vez, Shadow tenía mucho cuidado al enfrentarse a GUN. Los eludía, cuando podía, otras veces los apartaba de su camino asegurándose de no lastimarlos lo suficiente.
Faltando poco para llegar hasta la capsula de escape, un fuerte temblor, seguido de una explosión, había hecho caer a Shadow y a María. La explosión había hecho un agujero en el techo y algunos escombros golpearon al erizo al proteger a su amiga. Él notó como María respiraba con pesadez. Había olvidado que ella no es tan resistente al correr.
—Esa cosa no nos dejara en paz— dicho Shadow, mirando una maquina sobre ellos —Voy a destruir esa cosa, sin lastimar al humano. Intenta llegar hasta la capsula de escape— la joven asintió con la cabeza y corrió tanto como podía. Mientras tanto, Shadow logró llegar hasta el robot gigante.
Ambos estaban en un lugar muy abierto, lo cual era una ventaja para ambos. El robot era inmenso, casi circular, lo cual le permitía almacenar varios misiles y con varios propulsores en la parte baja, lo cual lo mantenía en el aire. La voz de un hombre se escucho mediante las bocinas del robot. Lanzo varias amenazas en contra de Shadow, diciéndole que se rindiera, pero éste no hizo casó a sus palabras.
El metal era resistente a los ataques de Shadow. Pero él ya había encontrado con anterioridad algunos lanzamisiles, con los cuales redujo considerablemente las defensas del robot, haciéndolo caer en cuestión de minutos. Pese a que la victoria esa suya, Shadow solo podía pensar en una persona: María. Temía que la lucha hubiera lastimado a la pelirrubia.
Shadow bajó hasta donde había caído el robot. Un soldado logró salir de entre los escombros, mientras lanzaba varias maldiciones en contra de su objetivo. El humano intentó tomar su arma de mano, pero Shadow fue más rápido y se la arrebató. El erizo apuntó a la cabeza del humano. Antes de que halara del gatillo, un grito lo detuvo.
María lo tomó del brazo y le rogo para que desistiera. Viéndola, el instinto asesino de Shadow se desvanecía, pero algo le decía que debía disparar. Sentía que debía disparar ahora o lamentaría el no hacerlo. Pero no lo hizo, no podía disparar estando María cerca. Lanzó el arma tan lejos como podía y se marchó junto con su amiga.
Shadow estuvo a punto de reprender a María por no llegar hasta la capsula de escape, pero ella solo respondió con un abrazo —No quiero perderte— dijo la pelirrubia —eres muy especial para mí y no quiero perderte —María reposó su frente sobre la de Shadow.
—Tú también eres especial para mí— respondió el erizo— eres mi mejor amiga.
Aunque solo fuera una vez, Shadow posó sus manos sobre la cara de María y acorto la distancia de sus labios con los de él. Ella era especial para él. María también sentía lo mismo por Shadow. Pasaron varios segundos hasta que Shadow cortara el beso, pues aun no estaban a salvo.
Cuando por fin llegaron a las capsulas de escape, Maria puso las coordenadas en orden para no caer sobre una zona con ambiente hostil o un lugar poblado por muchos humanos que causarán problemas. Todo estaba listo. Todo había acabado… al menos eso querían creer.
Shadow se había puesto sobre la plataforma, esperando a que María hiciera lo mismo. No fue así. Un cristal bajó, encerrando a Shadow dentro. María lo había dejado atrapado.
La puerta tras ellos se abrió, mostrando a un solado de GUN. Este apuntó a la cabeza de Shadow. El tiro hubiera sido perfecto, de no ser porque alguien detuvo la bala… con su propio cuerpo. Las ropas azules de Maria se teñían de rojo mientras se acercaba a la capsula.
—Shadow, cuida de ellos. Sé que algún día podrás traer paz a ese planeta— Esas fueron las últimas palabras antes de que Shadow fuera lazado a la tierra. Lo último que la forma de vida perfecta alcanzó a ver fue a María cayendo al suelo, derramando una gran cantidad de sangre…
¿Cuántas veces había soñado eso? Pareciera como si hubiera dormido por tanto tiempo, con el mismo sueño repitiéndose una y otra vez, atormentándolo— Espero que tengas una buena razón para hacerme ver esto —Eso sin duda lo había puesto de mal humor, más haya de lo normal. Y la presencia del ser oscuro a sus espaldas no ayudaba a mejorar su estado de animo.
Esta vez no se fiaría de él. Estaba preparado para luchar y despedazarlo si intentaba hacer algo estúpido. Pero Black Doom sólo sonrió para sus adentros. Siempre le fascinaba lo fácil con lo que podía alterar las emociones de su creación. Le daba igual cuanto lo amenazara, cuanto lo golpeara o intentara destruir, él siempre regresaría a atormentarlo. Todo con tal de llevarlo al mal para el que él había nacido.
Se encontraban a las afueras de la ciudad donde se habían conocido por primera vez. La única diferencia es que ahora ya no había una horda de demonios/aliens cayendo desde el cielo causando caos y destrucción por doquier. Esto estaba reservado para después.
—Atacar el planeta tierra no fue una buena opción —dijo el ser oscuro— pero creo que he encontrado un mejor barco con el que esparcir mi maldad.
—¿Y esperas a que yo te ayude? —el erizo sabía que estaba perdiendo su tiempo hablando con él— será mejor que busques a otro tonto para tus planes.
—Oh, pero que mejor tonto que tú, Shadow —Black Doom rió. El erizo estaba por iniciar un enfrentamiento, pero se detuvo en seco— después de todo ¿Quién es más tonto que aquel que hace las cosas por amor?
Una parte dentro de Shadow, la parte racional, le decía que todo era una ilusión. Pero otra parte de él, la más ilusa y hasta inocente, le decía que era verdad. Era una capsula contenedora, a través de un claro cristal se podía ver una chica dormida; su cabellera era rubia, sus ropas y zapatos eran azules, aparentaba tener entre los catorce a dieciséis años de edad.
—La rescate, Shadow —volvió a hablar el ser oscuro— Antes no pude usarla para que lograras mis fines. Todo sería tan contradictorio. Pero ahora no te pido que me ayudes a conquistar este mundo, sino otros.
No podía ser ella, su Maria. Se lo decía una y otra vez. Estaba por correr contra Black Doom cuando se fijó en un detalle, aunque pequeño y casi insignificante, le hacía creer aún más en que estaba frente a su amiga: un agujero en el estomago.
—¿Qué quieres que haga? —No sabía si fiarse de las palabras de su creador, pero era Maria, y aunque a una parte de él le dolía admitirlo, mandaría al infierno al planeta entero con tal de recuperar a la chica. La sonrisa interna del alien no hizo más que ensancharse.
No sé si hice este primer capítulo muy corto, pero espero que de igual forma les haya gustado. No sé hasta cuando pueda actualizar este trabajo, ya que tengo otros proyectos por iniciar/actualizar. No olviden dejar sus reviews.
¡Hasta la próxima!
