NOTA IMPORTANTE

¡Hola queridísimos lectores míos! Por fin estoy aquí para dejarles el nuevo capítulo de estas "side stories", que tiene de protagonista a Ikki. Lo único que quiero decir, aparte de agradecer su inmenso apoyo y sus maravillosas lecturas, es que debido a la trágica historia de mi compu anterior no pude subir los capítulos de este fic en el orden debido, así que por eso ahora Reordené los capis para que los puedan leer como van, es decir, primero el capi de Ikki y luego los de Shaina. Sus reviews sobre la historia de Ikki pueden ir para el número 3, da igual, pero sí quise corregir el asunto de una vez para que lo puedan leer en el orden correcto. Ah, y dejé la nota aclaratoria que puse con el primer capítulo, para los lectores que se puedan agregar en un futuro. Ustedes que ya saben que onda, se la pueden brincar, jajaja.

Ahora sí, bienvenidos y a leer.

Fuego.


Hola, les doy la bienvenida a "Líneas Paralelas", que son "side stories" románticas que se desprenden de mi fic "El Viaje de las Almas"

Si han entrado aquí sin haber leído jamás "El Viaje", pues los invito a hacerlo, jajaja. Pero si de plano les da mucha flojera leer tanto (van 48 capítulos), de todos modos los invito a quedarse, porque también pueden leerse los capis de este fic como pequeñas historias románticas por separado. Y para que no se sientan desorientados al empezar a leer, les doy un resumen, e incluso, si les entra la curiosidad, les dejaré notitas sobre ciertos capis de mi otro fic que podrían leer para saber más de la situación, que va como sigue:

Hades fue derrotado, Saori regresó a la tierra a sus Caballeros Celestiales y revivió a los Dorados, pero Seiya permanece en coma porque su alma está prisionera en un calabozo del Palacio de Asfodelos. Fue encerrado ahí por Perséfone, que se enteró de que Saori lo ama. Pero sus planes de venganza cambian radicalmente cuando ve a Seiya y lo reconoce como la más reciente encarnación de Stephanos, un mortal al que amaba antes de que Hades la secuestrara. A partir de ese momento, las diosas entablan una batalla silenciosa; Perséfone en el Inframundo, intentando enamorar a Seiya mientras espera a que él la recuerde, y Saori en la Tierra, intentando hallar la forma de sanarlo.

Bueno, ahora si estamos listos para comenzar. Bienvenidos.

P.D. Las notitas aparecerán entre paréntesis y con negritas, como en el ejemplo que sigue: (N. de A. Cap. 5)


Seika está en Tokio y ha permanecido todo el tiempo al lado de Seiya, preocupada por su nula mejoría y desesperada por no poder hacer nada para ayudarlo. Pero todo cambia cuando algunos caballeros dorados descubren que ella también posee un cosmos (N. de. A. Cap. 38). Y el suyo es muy especial, pues tiene la sorprendente capacidad de sanar, así que después de analizarlo (N. de A. Cap 40), llegan a la conclusión de que ella debe de recibir un entrenamiento para controlar e incrementar su cosmos, y que Aioria es el caballero ideal para fungir como su maestro...

Ikki, por su parte, ha tenido grandes altibajos emocionales y de salud. El rechazo que sufrió cuando se reencontró con Shun (Cap 16) desencadenó una serie de intentos de acercamientos y peleas entre ambos que llevaron al Fénix a descuidar su salud al punto de fallecer (Cap. 29) Gracias a la intervención de Saori (Caps 30 y 31), Ikki volvió a la vida, aunque delicado de salud, y con la certeza de que algo extraño está sucediéndole a Seiya y de que su deber es el de ayudarle.

Pese a toda la tensión entre ellos, Ikki logró convencer a Shun de que celebraran el cumpleaños del menor (Caps 45 y 46), aunque después tuvo que volver al hospital para ser monitoreado. Sin nada mejor que hacer en sus días de convalescencia, Ikki no deja de pensar en su primer e increíble encuentro con Seika (Cap 15), que se adentra (sin saberlo) cada vez más en los abandonados e inexplorados terrenos del corazón del Fénix...

LINEAS PARALELAS

Side Stories de "El Viaje de Las Almas"

Capítulo 1

Un lugar al cual llamar hogar

Si hemos de ser completamente sinceros, lo cierto es que Ikki era un mentiroso, y su enorme facilidad y la frecuencia con la que lo hacía seguramente hubieran alarmado a sus papás si viviesen. Pero también habría que decir que no lo hacía con malas intenciones, y que en realidad, la persona a la que más le mentía, era a él mismo.

Mentir se había convertido para él en algo tan natural como respirar porque desde niño lo había salvado de morir y de enloquecer, ya que así se convencía a sí mismo de muchísimas cosas.

"No te duele"

"No tienes hambre"

"Esmeralda nunca se hubiera quedado contigo, tú no eras digno de ella"

"Shun está mejor con ellos"

"Lo único que harías si te quedaras sería estorbar y sentirte mal"

"Ellos ni siquiera saben lo que viviste, no son realmente tus amigos", eran frases que se repitió a sí mismo infinitas veces para sobrevivir a la muerte de sus padres, de Esmeralda, y para vivir lejos de Shun, de la Mansión Kido y de todos sus camaradas.

Entendiendo ese mecanismo y considerando que llevaba una docena de años practicando a menudo, no había nada de extraño en su habilidad para hacerse a sí mismo lavados mentales.

Y sin embargo, justo la noche del cumpleaños de Shun, empezó a notar ciertos cambios: El primero de ellos era que mentir ya no le resultaba tan fácil. Lo notó porque en esos momentos quiso convencerse de que no estaba exhausto después del largo festejo por el cumpleaños de su hermano, y falló. Quiso convencerse de que no se sentía tan mal, y no lo logró. Quiso convencerse de que no había estado más cerca que nunca de morir, y fracasó.

Pasó todo el día siguiente reposando después del enorme esfuerzo que había supuesto la visita a la ciudad para su cuerpo aún convaleciente, y como no podía hacer otra cosa y no podía subirle a la televisión tanto como a él le gustaba, se puso a pensar en qué le estaría pasando. Y odiaba reflexionar sobre sí mismo. De hecho, esa era una de las muchas razones por las cuales Ikki no soportaba estar inactivo. Estar quieto lo llevaba a pensar, y a cuestionarse, y a tener que mentirse con más ganas, y era un ciclo que prefería no empezar si le era posible. Pero en las horas de aquel viernes, entendió porque mentir ya no le era tan fácil.

La razón era Ella.

Seika parecía saber exactamente cuando él mentía, y parecía tan sinceramente interesada en su bienestar, que algo en sus ojos color caoba movía sus hilos internos y le impedía actuar como siempre había procedido.

Así que él tuvo que admitir frente a médicos y enfermeras que la espalda lo estaba matando de dolor, por ejemplo. O que se sentía muy raro y ligeramente incómodo recibiendo la visita de Saori porque su única convivencia real se había dado cuando eran niños y ella los utilizaba como juguetes de carne y hueso, o cuando había sostenido sus cuerpos desfallecientes. A

hora que Seika estaba en su vida, su técnica de auto-lavado cerebral parecía estar perdiendo efectividad.

Eso lo llevo a entender algo más: había una conexión entre ellos, que no solo le impedía mentir, sino que lo hacía repensar cosas y situaciones que había considerado inamovibles. Lo entendió porque la paciencia no era su fuerte, y aunque hacía tres días le había prometido a Sayaka que se quedaría y se cuidaría (N. de A. Cap 32), había estaba punto de mandarlo todo al diablo, tomar su ropa y huir de ahí como ya había hecho incontables veces. Varias oportunidades se presentaron, pero no lo hizo, porque cada vez que verdaderamente se había sentido al borde de la fuga, ella había aparecido como por arte de magia en el umbral de la habitación sonriéndole con sus enormes y brillantes ojos cafés, como si le hubiera leído el pensamiento y hubiera acudido para impedir que se marchara y que faltara a su promesa. Y sus pláticas con la pelirroja hicieron que por primera vez en su vida, sintiera que si tomaba su ropa y salía a la calle, no sabría a dónde ir, y que aún si lo supiera, no aguantaría la incertidumbre de no saber de ellos.

Y después de esa, arribó a otra conclusión: Empezaba a necesitar de su compañía. Su vitalidad, su espontaneidad, su gentileza, su voz y sus femeninos y gráciles ademanes se deslizaban suavemente en su mundo áspero y calloso, y su franqueza y su plática amena evitaron que él se aburriera de muerte. Eso lo entendió cuando cayó en la cuenta de que Seika lo había visitado siete veces en ese fin de semana, y que las visitas se le habían hecho muy pocas y muy cortas.


Pero ese mismo fin de semana, comenzó a sentir algo aún más extraño. Las conversaciones que sostuvo con Seika lo divirtieron y lo relajaron, sí, pero también le causaron una cierta incomodidad.

No es que Ikki estuviera desarrollando un transtorno bipolar; esa "incomodidad" tenía un único origen, que a su vez tenía nombre y ojos color verde: Aioria de Leo.

Ikki era incapaz de reconocer que estaba sintiendo celos de él ya que desconocía el concepto, pues jamás había tenido dudas de que Shun o Esmeralda le querían ni había tenido que competir por sus afectos. Pero aunque no supiera que nombre darle a lo que sentía, no podía más que reconocer ante sí mismo que detestaba que ella de un día para otro hubiera comenzado a mencionar al Dorado con tanta frecuencia: "Nunca pensé que los caballeros como los de las novelas existieran, pero Aioria….", "El otro día que Aioria y yo estábamos en la cocina…." "¿Sabías que una vez Aioria…?"

Un factor en contra del Fénix era que no tenía idea de que Seika no tenía ningún interés romántico por el rubio, que el León en esos días estaba saliendo con la otra pelirroja de la Mansión y que no hacía más que babear por ella, y que si Seika y el caballero Dorado estaban pasando todo ese tiempo juntos era porque él estaba intentando entrenarla para que desarrollara los poderes de sanación que Dokho había descubierto en ella hace unos días.

Y decimos intentando no porque Aioria fuera un mal maestro, sino porque era muy complicado entrenar a alguien que ya no era un infante, que era además tan ajeno al mundo de la caballería, y que para rematar era mujer. Pero sobre todo, Aioria experimentaba dificultades porque al igual que todos los caballeros que se recuperaban de la batalla contra Hades, aún no podía hacer uso de su cosmos y eso lo complicaba todo mucho más.

Seika no juzgó conveniente informar a Ikki sobre su cosmos y sus entrenamientos, lo cual solo provocó que Ikki comenzara a sentirse irritado en sobremanera con toda esa habladera sobre Aioria en aquellos días.

Aquel extraño fin de semana acabó, y el lunes lo despertaron muy temprano para seguir con la procesión de exámenes médicos que habían juzgado necesario practicarle para asegurarse de que estaba bien, (o sea prácticamente todas los que se podían efectuar en un hospital tan grande como aquel, ya que después de su "muerte", no sabían qué esperar en cuanto a su salud). Y para colmo ella no se apareció en toda la mañana como era su costumbre, si no que arribó casi a las dos y media de la tarde, y una de las primeras que hizo, fue mencionar el nombre de Aioria, lo cual provocó que un ya muy harto Ikki sintiera que algo comenzaba a irritarse en su estómago peor que la vez que se le ocurrió probar una salsa mexicana.


Sin detenerse en reflexionar sobre lo que estaba haciendo o por qué (algo muy típico del impulsivo Ikki), el Fénix comenzó a portarse huraño con ella, y a contestar las preguntas que ella le hacía con monosílabos, lo cual no le hubiera parecido extraño a nadie que lo conociera, pero sí a ella, que había visto desde el primer día su lado suave y que había gozado de su amabilidad.

Seika lo tomó con calma, en primera, porque ya había oído historias sobre su carácter, e incluso lo había visto gritándole a June (N. de A. Cap 23), y en segunda, porque se puso en sus zapatos e imaginó que él ya debía de estar harto de estar en ese lugar, como había visto que le sucedía a todos los demás Caballeros. Trató de relajarlo y de distraerlo platicándole de otras cosas, pero desafortunadamente escogió hablarle del León Dorado con resultados contrarios a lo que ella esperaba, pues Ikki prácticamente se cruzó de brazos y comenzó a mirar hacia la ventana, prácticamente ignorándola. Seika estaba realmente desconcertada y estaba a punto de preguntarle si lo había incomodado de alguna forma cuando el doctor entró, avisándole que las pruebas interminables que se le habían practicado arrojaron resultados tan satisfactorios que estaban listos para darlo por fin de alta aquel mismo día.

Claro, el doctor le advirtió que aún requería de cuidados, que las heridas aún no habían cerrado completamente pero que ya no ponían en riesgo su vida, que de cualquier forma tenía que recibir inyecciones de antibióticos y que se le debía de curar y cambiar las gasas tres veces al día, lo cual podía hacer una de las enfermeras que asistían ya regularmente a la Mansión; además cada tres días quería verlo para seguir cuidadosamente su evolución. El doctor le comentó que podía ir a visitarlo personalmente a casa de Saori, pero Ikki dijo que él prefería acudir al hospital.

El doctor se marchó para poner en marcha el papeleo necesario, y Seika, feliz por la noticia, olvidó lo extraño de su comportamiento previo y comenzó a bombardearlo con felicitaciones y afirmaciones de lo divertido que sería tenerlo en la mansión, y la gota que derramó el vaso fue cuando ella volvió a mencionar a Aioria

Estoy segura de que a todos les va a alegrar la noticia de tu llegada. Le voy a pedir a Aioria que…

Seika, para.

Oye, pero creo que sería mejor que el doctor te fuera a ver a la Mansión – continuó ella pues no había oído lo último que él le había dicho

No voy a ir a ese lugar – habló por fin con una voz firme, fuerte e increíblemente tensa

¿No? Pero… ¿A dónde vas a ir? Me dijiste que le prometiste a Shun que no te irías, ¿recuerdas?

Y cumpliré mi palabra. No pienso irme de Tokio

Pero dijiste que no irás a la Mansión – contestó ella confundida

No

¿Y entonces a dónde vas a ir? ¡Ah, comprendo! Tienes un lugar donde quedarte, como Seiya, ¿verdad? No me habías contado de eso… Pero ya oíste al doctor, tienes que tomar medicamentos y se te tienen que hacer curaciones…. Claro, yo podría ir a curarte, pero no creo que debas de estar solo ahora.

No tengo un lugar, y no lo necesito.

Ikki, alguien tiene que atenderte. No vayas a comenzar otra vez a descuidarte – le pidió ella de un modo que Ikki en vez de hallar adorable, detestó.

No me has contestado. ¿A dónde vas a ir? ¿Vas a ir a un hotel? ¿Vas a usar el dinero que Saori….?

¡Por supuesto que no! ¡No pienso tocar un centavo de ese dinero!

¿Por qué?

No voy a hablar de eso.

¿Por qué me hablas así? ¿A dónde piensas ir?

A cualquier parte, me las arreglaré – respondió él ya de muy mala gana

¡Pero no puedes andar a la deriva, necesitas atenciones!

¡No necesito nada, soy un caballero, no un bebé, por si no te has dado cuenta!

No se trata de eso. Lo que creo es que no tienes por qué pasar apuros cuando ella te ofrece….

¿Piensas tú usar ese dinero? – dijo Ikki cada vez menos dueño de sí mismo.

No, pero…

¿Por qué?

Es complicado, pero tengo mis razones, y tú las sabes.

Pues yo también tengo mis razones y también son complicadas, por eso no voy a ir a ese lugar y tampoco voy a tocar ese maldito dinero.

Pero entonces, ¿te vas a quedar con algún amigo?

No tengo amigos ni necesito dinero ni techo. Déjame en paz

Ikki, ¿qué te pasa? Tienes que venir con nosotros.

Yo no tengo que hacer nada – dijo remarcando el "tengo" con gran ironía.

¿Qué vas a hacer entonces, dormir en la calle?

Ikki estaba furioso, pero no se atrevió a negarle que había dormido infinidad de veces bajo las estrellas, y ella lo miró atónita

Ikki, por favor, dime que no ha sido así... Ikki… - ella tomó su rostro para obligarlo a mirarle a los ojos y él hizo un movimiento violento para zafarse que le causó mucho dolor, pero la furia no le dejó percibirlo en ese momento - ¿¡Por qué! Sabes que si no quieres vivir con ella, yo soy la primera en aplaudirlo, pero no por eso tienes que vivir como un indigente. ¡No es justo! Después de todo lo que has luchado no es lo que mereces. Se lo has dado todo, tú infancia, tu juventud, tu vida, tu salud, todo. ¡Te has sacrificado tanto! Lo menos que ella te debe es un techo.

¿Tú qué sabes? ¿Crees que me conoces porque hemos platicado tres veces? Niña, soy la maldita Ave Fénix... No recibo consejos ni mucho menos órdenes de nadie, y si no la escucho a ella mucho menos a ti. Tú no eres quién para venir a decirme qué carajos tengo que hacer con mi vida.

Seika no era mujer que se dejara de nadie, por más caballero y más mitológico que fuera. Pero sus palabras fueron tan hirientes y tan inesperadas, que se le saltaron las lágrimas de los ojos antes de que pudiera mandarlo al diablo, así que se marchó corriendo.


Ikki se dio cuenta demasiado tarde del inmenso error que había cometido. El encierro y el tedio de tantos días, los malestares físicos, la idea de vivir de nuevo en aquel lugar que era la locación permanente de sus pesadillas (junto con la Isla de la Reina Muerte), las continuas menciones de Aioria y la insistencia de Seika habían producido el efecto de una bomba molotov en su interior, y se había desquitado con la persona menos indicada. En cuanto se tranquilizó un poco y lo entendió (lo cual le tomó algunos minutos), quiso ponerse de pie de un golpe, pero sintió como si le retorcieran las vértebras, y el dolor fue tan intenso, que estuvo cerca de desvanecerse. Aún se retorcía en la cama cuando Hyoga entró y lo halló agitado y adolorido, despatarrado en el colchón

¿Seika, eres tú? – preguntó él esperanzado

Lamento defraudarte, pero no soy ella – contestó una voz masculina con ligero acento

¡Hyoga!, ¿qué haces aquí?

A mí también me da gusto verte, Ikki – replicó con sarcasmo. Era la primera visita que le hacía y no sabía realmente que esperar después de todo lo sucedido, así que le produjo un cierto alivio ver que Ikki parecía seguir siendo el mismo.

Lo siento, es que…

¿Qué tienes? ¿Te duele algo? ¿Llamo al doctor?

No, no llames a nadie. Mejor ayúdame, maldita sea – dijo Ikki, demasiado molesto consigo mismo como para reparar en que le había pedido ayuda al rubio, cosa que no había hecho prácticamente nunca

¿Por qué preguntaste por Seika? – le preguntó el ruso ya que Ikki estaba sentado en la cama nuevamente

Esperaba que fuera ella… Quería disculparme

¿Por qué?

Porque me porté como un pendejo con ella

Esa es tu especialidad.

Lo sé, pero ella no se lo merece.

Concuerdo

Hyoga, ¿puedo pedirte un favor?

Ya deberías de saber a estas alturas que sí. ¿Qué necesitas?

Que la traigas. De verdad necesito hablar con ella.

¿Pues qué fue lo que le hiciste?

….

Si no quieres decirme, está bien…. – dijo Hyoga, pensando que probablemente, había sido demasiado indiscreto de su parte el preguntar qué había sucedido entre ellos

El doctor me avisó que me darán de alta, ella preguntó que si iré a la mansión, le dije que no, quiso convencerme, yo estaba de malas porque ya estoy harto de este pinche hospital, le hablé mal, discutimos y acabé... mandándola al diablo.

Me gusta tu manera de resumir las cosas… Sí que tiene los tamaños de Seiya, ¿no? – preguntó el ruso con una sonrisa

¿A qué te refieres?

A ninguno de nosotros se nos hubiera ocurrido sugerirte que fueras a vivir a la Mansión por miedo a que nos rompieras un brazo… aunque a todos nos gustaría – admitió - Ella en cambio se atrevió incluso a gritarte.

Sí, es muy especial. Y por eso quiero decirle que no fue algo personal, que soy un pendejo siempre, y que no es su culpa que yo odie ese lugar.

Está bien, iré a buscarla. Solo espero poder convencerla, porque he oído que también heredó su terquedad… Ahora vuelvo

Hyoga…. Gracias

De nada, Ikki. Al contrario, gracias por pedirlo


Hyoga buscó a Seika por todas partes, hasta que la halló recargada en un gran árbol de uno de los jardines que rodeaban el hospital. No tenía idea de cómo iba a convencerla si es que ella se negaba, sobre todo porque por lo que Ikki le contó, él se había portado terrible con ella, pero las cosas sucedieron de la forma más natural.

Hyoga, ¿qué haces aquí? – dijo ella limpiándose las lágrimas - ¿¡Le pasó algo a Seiya!

No, no te alarmes por favor, Seiya está bien. Se trata de Ikki. Él… pues… no se siente bien…

¿¡Qué! ¡No!

A Seika no le bastó oír nada más para salir corriendo como una enloquecida, pues de inmediato imaginó que Ikki había sufrido una de sus espectaculares recaídas. Pero cuando entró como un tornado a la habitación y se lo encontró consciente, sentado y aparentemente muy bien, se arrepintió terriblemente de haber sido tan impulsiva y de no haber oído con atención a Hyoga.

¡Seika! ¡Viniste!

Por equivocación – dijo ella volteando de inmediato para marcharse, pero él pudo ver claramente que sus ojos estaban enrojecidos, lo que le produjo un dolor mayor que el que le había provocado su espalda hacía un rato. Soy un miserable, la hice llorar después de todo lo que ha pasado, pensó.

¡No, espera! Necesito hablar contigo.

Fuiste perfectamente claro hace rato y no tengo ganas de escuchar más – respondió sin voltear

Sé que…

¡Me lastimaste! – respondió ella encarándolo – Fue mi culpa por entrometida, pero ya me quedó perfectamente claro cuál es mi lugar en tu vida.

Te suplico que me escuches. No fue mi intención lastimar a alguien con un corazón de oro, como el tuyo.

Perdona que no te crea, porque lo hiciste muy bien

Seika, aún muy molesta, se dio la media vuelta para marcharse cuando se topó con el ruso nuevamente

Si me permites el atrevimiento, deberías de escucharlo – dijo Hyoga, que al fin había alcanzado a la pelirroja y que estaba en el umbral de la puerta - Puedo contar con los dedos de la mano las veces en las que busca disculparse. Además, odia dar explicaciones, así que me imagino que ha de ser algo muy digno de escucharse lo que quiere decirte.

Ella pareció meditarlo un rato, y después, por toda respuesta, caminó hacia una esquina de la habitación y se recargó ligeramente sobre la pared.

Yo… los dejo a solas – dijo Hyoga marchándose para no incomodar más a Ikki, no sin antes notar que el Fénix le regalaba una sonrisa de inconfundible agradecimiento

Jamás fue mi intención hablarte así, es solo que no supe…. no sé cómo tratarte.

¿Es que soy tan rara? – preguntó Seika aún enfurruñada, con los brazos cruzados en el pecho y el semblante tenso

No, claro que no. Lo digo porque eres mujer, y sólo ha habido cuatro en mi vida. Dos están muertas y a la otra la he rehuido como a la sarna aunque es nuestra Diosa – dijo él arrancándole una sonrisa que suavizó toda la postura de la pelirroja– Seika, perdóname. Jamás hubiera querido gritarte, es solo que… estar aquí me enloquece, y yo… soy un persona horrible, reaccionó muy mal y muy rápido a cosas que para otros serían perfectamente normales.

¿Cómo a qué?

Ya te lo dije. A que se preocupen por mí. Jamás tuve a quien viera por mí, ni hiciera preguntas o sugerencias. Me prepararon toda mi vida para no permitir que se meacercaran jamás, a no tolerar la cercanía, a no bajar la guardia. Creo que ya no sé cómo comportarme de otra forma. Pero esa no es excusa; tú no eres un enemigo sino todo lo contrario, y yo debería de haberme comportado a la altura de toda tu generosidad para conmigo.

Seika lo miró profundamente conmovida tras su confesión. ¿Sentiría Seiya algo parecido? ¡Qué terrible debía de ser una vida así!

Mira, la verdad es que también fue mi culpa – habló por fin, con la voz más suave del mundo, o al menos así se le antojó a Ikki - Me pasé de la raya y fui muy metiche, aunque no fue mi intención.

No, no lo fuiste… Hay cosas que tú no…. La cosa es que yo ya viví alguna vez en la Mansión, cuando éramos niños y el abuelo de Saori nos acababa de sacar del orfanato. Fue una época muy dura que prefiero no recordar. Desde que me fui no he vuelto a pasar una noche ahí, y no me hace ninguna ilusión volver a ese lugar, pero eso no justifica que te gritara todas esas idioteces.

No sabía… perdóname

No tengo nada de que perdonarte, Seika, al contrario. Has sido… como un ángel para mí, y no sabes cuánto te agradezco realmente todo lo que me has dado

…no he hecho nada – replicó ella con las mejillas tan encendidas como su cabello.

Has estado aquí. Probablemente me hubiera muerto de verdad junto a la cama de Shun si tú no hubieras ido a buscarme a su habitación y te hubieras dado cuenta de que estaba enfermo – reconoció él - Si no fuera por ti, hubiera agarrado mis cosas y me hubiera largado como siempre por el puro aburrimiento y la desesperación. Fue un fin de semana eterno, y lo único que me detuvo fuiste tú. De veras necesito… que me perdones por haberte gritado de esa forma – dijo él, que hizo una pausa cuando se dio cuenta de que había estado a punto de decirle que la necesitaba a ella.

No digas más, ya está olvidado

¿Lo dices en serio?

Claro, no soy rencorosa. Excepto con Saori – dijo ella, mitad en broma, mitad en serio, lo cual ocasionó que Ikki riera y se relajara.

Y ahora que hicimos las pases, ¿puedo preguntarte adónde irás? – retomó ella con una cierta timidez

Me las arreglaré. Lo he hecho siempre

No vayas a pasar la noche en la calle, por favor. Todavía no estás bien.

Trataré.

Eres una mula necia y testaruda, un cabezota …- dijo ella saliéndose de nuevo de sus cabales - … pero te entiendo

Ikki no protestó. Estaba demasiado sorprendido. Esmeralda jamás le habría dicho algo así. Pero lo que terminó por desarmarlo fue que inmediatamente después de decirle aquellas cosas se acercó a él, le puso una mano en la pierna y le habló con gran suavidad.

No sabes cuánto te entiendo. He estado muchísimas veces a punto de largarme de esa casa.

¿Tú?

No soporto la idea de deberle cada día más a la mujer responsable de todo el tiempo que Seiya ha estado lejos de mí... Sé que suena horrible, pero a veces no soporto su generosidad. Es más, ahora que nos regaló las cuentas esas, he estado tentada a poner todo el dinero a su nombre con tal de no deberle nada, de pagar las cuentas médicas de Seiya y todo el tiempo que me he alojado en su mansión.

Sé que Saori no es tu mejor amiga precisamente, pero pensé que no te molestaba estar ahí – admitió él

Desde el primer día que llegué, si algo me ha hecho sentir incómoda, es la idea de estar en deuda con ella. Han sido muchísimas las noches que he coqueteado con la idea de marcharme...

¿En serio?

Era vivir con ella o en la calle, y en ese momento en lo único en lo que podía pensar era en Seiya. Además, ella también estaba internada, y luego se marchó a Grecia, así que no lo pensé en un muy buen tiempo. Pero ahora que ella efectivamente está ahí, me siento muy rara. Siento que no debería de aceptar su amabilidad si a veces pienso cosas tan terribles de ella. Y encima de todo, hace unos días Shyriu me llevó a conocer el departamento de Seiya y me dió las llaves. Y si antes era difícil estar en la mansión, ahora que existe una posibilidad tangible de marcharme a un lugar diferente, me he sentido muchísimo más tentada.

Me imagino – dijo Ikki sin saber qué decir. Siempre era él quien se marchaba. No estaba acostumbrado a que alguien se alejara de él, y cuando se vio ante la posibilidad de ser él el abandonado, ese sentimiento le revolvió el estómago - Entonces… ¿vas a irte?

Lo he pensado, pero no he podido.

¿Por qué no? – preguntó él con curiosidad y con alivio.

Por ustedes…

¿Por nosotros?

Esta ciudad es un monstruo, Ikki. Apenas y se parece a la ciudad que yo recuerdo. Vengo de un pueblo minúsculo y este lugar es… No sé qué habría hecho si no fuera por ustedes;estaría perdida en todos los sentidos. A pesar de que nadie me conocía cuando todo esto empezó, todos fueron amables conmigo desde ese primer y terrible día. Y no ha pasado uno solo sin que tus amigos me hagan sentir integrada. Se preocupan por mí y procuran distraerme y apoyarme... Me hubiera vuelto loca si hubiera tenido que vivir todos estos días yo sola... Y aunque él aún no ha despertado, todos los días conozco algo suyo nuevo, porque me platican cosas de él, me dejan saber cómo es ahora, que ha crecido tanto. No sé cómo explicar la tranquilidad que me da el estar cerca de ustedes. Si me fuera ahora el departamento de Sei, enloquecería pensando tonterías y cosas que no debo ni quiero pensar. Sé que suena absurdo, pero…

No claro que no.

Y no es sólo lo que me dan; también me gusta mucho cuidar aunque sea un poquito de ustedes, porque ayudarlos en cualquier cosa que pueda es mi forma de agradecerles. Sé que Seiya jamás se ha sentido solo, y que más que sus amigos, han sido su familia.

¿Quién te dijo eso?

Él mismo. No estoy loca – dijo ella al ver que él la miraba confundido - me escribió cartas hace muchos años, y Shyriu me las dio el día que me llevó al muelle, y desde ese día no he parado de leer. En ellas habla mucho de ustedes, por eso sé cuánto le importan. Me gusta sentir que puedo pagarles con atenciones, aunque sea un poquito del afecto y el cuidado que ustedes le han dado… Por eso es que pese a todo me he quedado, y ahí me quedaré, hasta que él esté mejor, al menos…

Comprendo

Si insistí en que fueras, es porque pensé que tú tampoco deberías de estar solo porque aún no has sanado del todo y porque supuse que Shun aún te necesitaría muchísimo, pero me equivoqué: ustedes son fuertes y muy diferentes. No son dependientes como yo. Además no sabía que odias ese lugar; ahora comprendo que no tiene caso que vayas si te incomoda tanto

Respeto mucho tu decisión Ikki. Y te admiro: quisiera tener tu valor y tu fortaleza. Pero sé que no soy tan fuerte como tú, y que no puedo con todo esto yo sola...

No sabes lo equivocada que estás – dijo él reconociendo toda su fortaleza y su humanidad.

Pero tengo que admitir que va a ser raro no tenerte ahí… Hasta habíamos alistado tu habitación...

¿Mi habitación? - dijo él como si ella hubiera hablado en alemán

Si Ikki. Aunque no vayas hoy, hay, y habrá una habitación esperándote. Aún si te incomoda, eres parte de ese lugar y hay gente que se preocupa mucho por ti. Aunque note quieras dar cuenta, o los rechaces por costumbre, perteneces a ese grupo de personas y ellos te pertenecen a ti.

Jamás lo pensé así.

¿Tienes idea de a dónde irás? ¿Un lugar de confianza?

No.

Oye, ¿y por qué no vienes a casa por un par de noches? Sólo en lo que encontramos un lugar adecuado. No me mires así, sería temporal, y yo te ayudaría a buscarlo.

No es eso, es que… la llamaste casa. ¿De verdad la consideras así?

No sé Ikki. Es demasiado grande y lujosa, y Saori me produce sentimientos encontrados, pero ahora que todos están ahí se siente diferente. Me empiezo a sentir realmente cómoda estando con ellos... Supongo que le dije casa porque la necesito. Yo creo que todos necesitamos un hogar, un lugar donde estar a salvo. La mansión no es mía, entiendo que no es tuya… pero la necesito. No por los pisos de mármol, si no por lo que siento viviendo en ella, con ellos… Me hubiera gustado verte ahí… - dijo ella mirando al piso

…está bien – dijo él, cediendo cuando ella creía la batalla por completo perdida – Iré.

¿¡De verdad, Ikki! – preguntó ella con los ojos brillándole por la emoción – ¿A pesar de todo?

…Odiaba ese lugar, pero ya pasaron muchos años. Y… Shun me necesita – dijo él, sin atreverse a admitir abiertamente que él también los necesitaba: un hogar, a Shun, a sus amigos, y a ella…


Fue así que el poderoso Fénix cedió, y aceptó alojarse de nuevo en la Mansión Kido. Se hizo el papeleo, se avisó a la Mansión y se le ayudó a vestirse con una camisa blanca que le pareció detestable (pero que se contuvo en criticar por no mortificar más a Seika), y unos jeans como los que les habían conseguido a los demás el día de la salida masiva de caballeros del hospital.

Cuando iban saliendo lentamente de la habitación, se volvió para mirar a Seika y a la enfermera

Hay algo que quiero hacer antes de irme

¿Qué?

Quiero ir a verlo…

¿A Shun?

No. A tu hermano… No he ido a verlo desde esa noche…

¿Estás seguro? Esa vez… tú…

Quiero verlo.

De acuerdo.

Cuando llegaron a la habitación, Seika ya había pensado que sería preferible darle privacidad.

Te esperaremos afuera. Tómate el tiempo que quieras.

Ikki entró y se acomodó en una silla junto al moreno. Una vez estando frente a él, sintió que no sabía qué hacer, o qué decir. No se había acercado tanto aquella ocasión, y al hacerlo ahora, se daba cuenta de que Seika había tenido razón en mostrarse reservada.

Pasó un buen rato mirándolo simplemente. A simple vista, parecía que todo lo que le habían contado era completamente cierto: parecía estar muchísimo mejor. Su piel volvía a lucir apiñonada, y su rostro lucía un poco más relajado, sus signos vitales eran mucho más fuertes, decían. Nadie más que él quería creer en la mejoría que Seiya parecía estar experimentando, pero algo en su interior le decía que aún no se podía cantar victoria.

Por fin después de un buen rato, Ikki se inclinó hacia el Pegaso y le habló:

No pienses que no había venido a verte. Sí vine, es sólo que… no me acerqué tanto. No sabía qué hacer o qué decir… Debería de resultarme más fácil hablar contigo ahora que no puedes marearme con tus sonrisas… No quise decir eso, yo… Soy de pocas palabras, lo sabes… Solía pensar que las acciones y los hechos hablan por sí mismos, pero ahora entiendo que no basta. Ahora sé que cuando uno siente algo, no sólo hay que demostrarlo, hay que decirlo… –Una lágrima corrió por la comisura del ojo izquierdo del Fénix, que de inmediato se secó – Te quiero... Los quiero... Hyoga, Shyriu y tú, son tan importantes para mí como el mismo Shun. Son mis hermanos... Por eso he procurado estar ahí cuando en verdad creo que me necesitan… Lamento no habértelo dicho el otro día, pero te pido que escuches ahora – el mayor se inclinó hasta lograr unir su frente a la de el moreno para susurrar a su oído – Creo que estás en algún lugar, resistiendo. Sé que oí tu voz, sé que no era un sueño… Aguanta por favor, porque voy a hallar la forma de traerte de regreso. No comprendo aún dónde es ese lugar precisamente, pero voy a ir, voy a tomarte de la mano y voy a traerte de vuelta conmigo, así me tenga que volver a morir para lograrlo…. ¿Me oíste? Aunque me tenga que volver a morir... Y no quiero, así que ven tú… Seika está aquí. La conocí el día que desperté. Es… un ángel, Seiya. Es maravillosa, y lleva mucho esperando a que despiertes, así que más te vale que te recuperes ya… ¿Me oyes?... ¿Me estás oyendo? No te atrevas a rendirte ahora, o juro que me lanzaré de cabeza al pozo del infierno y te traeré a rastras de donde quiera que te encuentres sólo para partirte a golpes… - dijo aunque en realidad no pensaba en cumplirlo, sino porque buscaba por todos los medios hacer que Seiya despertara,y el castaño jamás había rehuido a un buen enfrentamiento con él - ¿Vas a permitirme que te hable de esta forma? ¿Por qué no despiertas ahora y peleas conmigo de una buena vez? – pero no sucedió nada de lo que Ikki esperaba. En la habitación no hubo más ruidos que los que producían las máquinas que le ayudaban a seguir con vida, y al notar que no había cambio alguno, Ikki estuvo muy cerca de sollozar - No te atrevas a morirte Seiya… todos te necesitan aquí… ¡Maldita sea! Yo también te necesito aquí…

Ikki permaneció otro rato a su lado, y se obligó a sí mismo a salir de la habitación solo cuando pensó que Seika ya debía de haberlo esperado demasiado y la joven lo escoltó a la salida donde los esperaba una limusina.


El viaje se le hizo fácil porque ella estaba haciéndole compañía y era un día hermoso para contemplar la enorme ciudad, pero un escalofrío lo recorrió completo al bajar del enorme vehículo y hallarse frente a la enorme construcción que había terminado por destruir su niñez. Para él, el arrogante, fiero, inflexible e indomable Ikki, todo aquello le parecía uno más de los episodios febriles que le habían acometido los últimos días, donde se habían mezclado realidad, recuerdos e imposibles, porque volver a vivir en aquella casa y llegar a ella montado en una de las largas limosinas del imperio Kido, era definitivamente increíble.

Solo una persona en el mundo había sido capaz de convencerlo de volver a habitar en aquel lugar aunque fuese por un par de días. Y de nuevo, ella le sonreía y tomaba su mano cada vez que él sentía el impulso de abrir la puerta y arrojarse por ella aunque el auto estaba en movimiento, como si supiera de sus dudas, de sus inseguridades, pero sobre todo, como si supiera la verdadera magnitud de sus dolores.

La mansión resplandecía en medio de la luz del atardecer, más bella de lo que podía recordarla, o quizás, mejor dicho, más bella de lo que quería recordarla, cuando por fin llegaron. Una breve comitiva los esperaba para recibirlos, aunque disimularon muy bien que estaban cerca de la entrada por ellos. Y es que Seika les había notificado hacía un rato que Ikki había sido dado de alta y que iría a la Mansión, y en cuanto se supo, todos los presentes acordaron en darle una calurosa bienvenida, pero también juzgaron que lo más prudente sería no acercarse demasiado a él, para no abrumarlo y darle espacio y tiempo para aclimatarse. Confiaban en que habría tiempo para irse acercando al aguerrido adolescente. Y Tatsumi, por supuesto, se cuidó muy bien de no estar presente en el momento de su llegada.

Ikki, al igual que el resto de los caballeros, fue recibido como amo y señor, y habría que admitir que después de todo, no le iba nada mal ese papel. Saludó brevemente a aquellos con los que se cruzó y recibió un abrazo particularmente fuerte por parte de Saori, que hubiera juzgado más probable que los extraterrestres acamparan en su jardín a que él aceptara pasar siquiera una noche en su casa. Y después de una corta bienvenida que no se le hizo tan incómoda como la había imaginado, Seika lo condujo a su habitación para que se instalara y para realizarle la curación de la tarde.

Aunque ya se consideraba un adulto, la casa parecía ser enorme aún, y aunque no se impresionaba fácilmente, no podía menos que sorprenderse al contemplar con atención la amplia habitación que le habían asignado, de tal modo que casi no notó que Seika alistó todo lo necesario para curarlo y que después lo sentó en la cama.

Vamos, quítate la camisa

¿Qué?

Tengo que limpiar tus heridas

Seika se sentó junto a él y comenzó a desabotonar su camisa. Ikki le clavó los ojos encima, como hipnotizado al ver cómo ella iba desnudándolo. Seika se dio cuenta de que él la miraba fijamente y se detuvo sonrojándose

Lo siento, sólo quería ayudarte.

Gracias

Finalmente, él pareció reaccionar, terminó de desabotonarse, y con varios esfuerzos logró quitarse la camisa y se recostó con mucho cuidado sobre su costado derecho. Seika retiró las antiguas gasas para poder limpiar sus heridas,y mientras lo hacía, Ikki reparó por primera vez en el hecho de que ella ya había visto muchas veces su espalda desnuda. ¿Qué pensaría? ¿Le provocaría asco ver todas esas cicatrices? ¿Pensaría que era un monstruo?

Se sorprendió a sí mismo pensando algo así. Definitivamente le estaban pasando cosas muy extrañas.

Puedo prepararte algo si ya tienes hambre

No, gracias. Esperaré hasta la cena...

Tomar una pequeña siesta no te caería mal

...no... tengo sueño... - dijo él bostezando

Ajá - dijo ella mientras canturreaba al curarlo con gran delicadeza

Seika...

¿Sí?

¿Por qué eres tan amable conmigo?

¿Por qué no habría de serlo?

A Ikki aquella respuesta le pareció tan fascinante como increíble. Quiso decir algo más, pero sus párpados le parecían muy pesados para mantener los ojos abiertos…

- Ya casi termino, ¿eh? Solo me estoy asegurando de que no se zafe esta gasa.

- Aja... yo...

¿Quieres que te deje dormir un rato?

… No... tengo... sueño - dijo él sumergiéndose en un reparador descanso.

Seika sonrió al verlo dormir; eso es lo que le hacía tanta falta. Aquella era la razón por la que lo habían dado de alta, para que pudiera descansar y sanar totalmente. Terminó de colocar las nuevas gasas, abrió el armario y de él sacó un cobertor ligero con el que cubrió su torso desnudo y parte de sus piernas. Levantó con mucha lentitud y delicadeza su cabeza para deslizar debajo de él una pequeña almohada y se marchó de la habitación en silencio.

Para Ikki aquella situación era inédita. Nadie le había dicho las cosas que ella le había dicho, y en ese momento, estando ahí, se sentía muy diferente consigo mismo. Cuando ella estaba con él podía ser libre, podía desprenderse de su coraza y dejarse ir. Con ella, se permitía ser vulnerable sin miedo alguno, porque sabía que ella era una persona incapaz de infligir daño. Porque ella no era como él, ni como nadie que hubiera conocido, ni siquiera como Esmeralda…Era diferente…


Despertó un par de horas después. La noche había caído sobre Tokio y podía oír a las aves nocturnas cantando. La brisa entraba suave por una de las ventanas ligeramente abierta.

Tenía hambre. Se levantó muy despacio de la cama, se puso la camisa sin molestarse en fajarse y salió al corredor. Oyó unas risas a lo lejos. Se guió por ellas y llegó hasta a la entrada del comedor.

Se hizo el silencio cuando lo vieron ahí, de pie.

Era la hora de la cena, y como ya se había convertido en una costumbre que se reunieran y conversaran, la mayor parte de ellos ya estaban sentados a la mesa. Y aunque se podría pensar que siendo tantos uno no marcaría la diferencia, Ikki no era de los que pasaba desapercibido.

Al sentir las miradas posándose sobre él, se sintió incómodo, y los demás también, pues no estaban acostumbrados a que el caballero de Fuego los honrara con su presencia más que cuando todo estaba cayéndose a pedazos. Afortunadamente Seika estaba ahí para ayudarles en la transición

¡Ikki, por fin despertaste! Y eso que dijiste que no tenías sueño… ¿Tienes hambre?

El asintió con algo que podríamos llamar timidez.

Ven, siéntate aquí a mi lado, te guardé un lugar. Shunrei ha preparado algo maravilloso para la cena, ¿te gusta la comida china?

Ikki afirmó con la cabeza y se sentó en el lugar indicado. Después de unos segundos, Kiki apareció junto con Mü, mostrando un rostro indignado

¿Qué, pensaban cenar sin mí?

Lo correcto sería decir sin nosotros, Kiki

Da igual, no nos iban a esperar para comer, Maestro.

Su comentario provocó la risa general y relajó el ambiente, incluyéndo al Fénix.

Permaneció en silencio durante toda la cena, disfrutando de los maravillos platillos, y observó con curiosidad a todos: la calma de Mu, la sabiduría alegre de Dokho, la sonrisa contagiosa de Kiki, la gran presencia de Aldebarán. Sintió que aquella noche, al verlos relajados en un ambiente neutral, aprendía más de ellos que en todas las batallas en las que habían estado juntos. Y para su gran tranquilidad, Aioria se sentó en el otro extremo de la mesa, y no pudo notar nada en su actitud que delatara un interés particular por Seika, ni de ella por él.

Y más bien, era Ikki quien no podía apartar los ojos de ella. Se desenvolvía con gran naturalidad en medio de todos, como si los hubiera conocido toda su vida. La veía comportarse con gran soltura, y aunque esa noche tampoco hablaba mucho, escuchaba y sonreía, y todos parecían apreciarla muchísimo y tenerle toda clase de consideraciones. Hubo momentos en los que notó que de pronto parecía que la tristeza se apoderaba de ella y su rostro se ensombrecía. Pero entonces respiraba profundamente y volvía a sonreír.

¿Cómo podía hacer eso? ¿Cómo podía aún tener esperanza? Ikki no podía dejar de pensar en eso mientras la miraba.

Hubo un momento en el que sus miradas se cruzaron. Ella le sonrió, pero no pudo dejar de notar que había algo muy especial en su mirada; era como si las brasas la acorralaran, así sentía su mirada sobre ella. Sus ojos azules tenían una expresión algo extraña, pero era una mirada definitivamente muy intensa.

Seika sintió entonces una mano que se posaba sobre su propia mano. Era una mano grande, y sin embargo, suave como la seda. Era Shyriu, que estaba sentado a su izquierda. Mientras los demás comían y reían ante las ocurrencias y la frescura de Kiki y los comentarios atinados de Fhler de Asgard, él se acercó ligeramente hacia uno de los oídos de la pelirroja y con voz murmurante, le dijo:

Gracias por traer a Ikki a casa.

¿Qué? Yo no hice nada - dijo ella algo confusa

Claro que sí tengo que agradecerte. Ninguno de nosotros había logrado jamás convencerle de que volviera, ni siquiera para pasar una noche. Lo pasó terrible aquí, y siempre entendí su negativa, pero después de todo lo que nos ha pasado, me siento muchísimo más tranquilo al verlo aquí. Y fuiste tú quien logró ese milagro - tomó la mano de Seika entre sus manos y depositó en ella un beso. La pelirroja se ruborizó ligeramente.

De nada Shyriu. De nada.


¿Estás bien? Ikki, contéstame, ¿Estás bien?

Él no contestó. Estaba cubierto de sudor, las marcas de los latigazos le ardían como si fueran recién hechas, y le desorientó terriblemente despertar en medio de aquella habitación desconocida. Había soñado con Tatsumi, que aunque era un adulto, volvía a aprovecharse de que dormía para molerlo a golpes.

Cuando se dio cuenta de que había tenido una pesadilla y de que Seika estaba ahí sentada a su lado en la cama, se sintió abrumado y avergonzado por mostrar ante ella un comportamiento tan infantil como el de despertar gritando en medio de la noche.

Había cometido un terrible error: no podía permanecer en ese lugar. Había demasiado dolor y malos recuerdos para él, y ya tenía demasiadas preocupaciones encima como para revivir sus deudas con el pasado.

Fue solo una pesadilla. A todos nos pasa.

No puedo quedarme aquí – dijo saliéndose de las sábanas lo más rápidamente que le fue posible

¿Qué haces?

Me marcho

Se sentó en la cama y comenzó a ponerse los zapatos.

¡Son más de las dos, no puedes irte ahora!

No soy un niño. Conozco las calles de Tokio y no sería la primera vez que camino por ellas en la madrugada

Lo sé, sé que eres un caballero y que eres prácticamente invencible, pero apenas hace unos días te creímos muerto. Acabas de salir del hospital. ¡Ikki!

Él se puso de pie de un golpe

No me siento a gusto en este lugar y nunca lo estaré. Son demasiados recuerdos…

Ikki caminó hacia el enorme armario adonde había metido sus pocas pertenencias, y comenzó a juntarlas

Perdóname – dijo ella con voz cristalina

¿Qué?

Tú me lo dijiste... pero no pensé que te fueras a sentir tan mal. Lamento mucho haberte presionado para que vinieras.

No es culpa tuya.

Fui muy egoísta al pedírtelo

¿Egoísta?

Pensé que si te quedabas aquí, no tendría que preocuparme porque te sucediera algo malo estando solo. Y pensé que si tú venías, yo…

¿Tú qué?

Que no me sentiría tan sola.

¿Sola? Esta mansión está completamente llena de gente.

Lo sé, pero tú eres diferente…. Tú entiendes lo que siento por Seiya; tú sabes lo que es preocuparse tanto por alguien que preferirías no hacer otra cosa más que cuidarle. Y además, tú eres el único que como yo, no besa el piso por donde ella ha pasado. Tú eres el único que entiende lo que siento, él único al que le puedo contar que no puedo conciliar el sueño tan fácilmente ahora que ella está aquí… Pero no me detuve a pensar en la validez de tus razones para no querer venir…Espera un segundo.

¿Qué?

Volveré en un segundo, pero prométeme que no te marcharás hasta que yo regrese. Por favor, Ikki.

Está bien. Lo prometo

Seika salió corriendo de la habitación, dejándole sumamente intrigado. Sus palabras le daban vueltas en la cabeza: Pensé que si tú venías no me sentiría tan sola… Tú eres el único que entiende lo que siento… Eres diferente…

Seika regresó a la habitación algo agitada, caminó decidida hacia él, tomó su mano derecha, la abrió, depositó algo en su palma y la volvió a cerrar, para después sujetar por algunos segundos su puño cerrado entre sus manos. Cuando ella soltó su mano, él la abrió y se dio cuenta de que lo que le había dado era una llave.

¿Qué es esto?

Es la llave del departamento de Seiya. ¿Sabes dónde está?

En los muelles, cerca del orfanato, pero… ¿por qué me la das?

Si vas a irte, pasa la noche ahí, por favor.

¿Qué?

No soportaría pensar que andas vagando por ahí, o que te sientas mal y no sepamos donde encontrarte. El departamento de Seiya está vacío, podrás estar ahí a tus anchas… todo el tiempo que desees.

Pero… ¿y tú?

Yo estoy bien aquí, sólo debo de aprender a no ser tan rencorosa. Además, estoy segura de que a Seiya no le molestará en absoluto el saber que has estado ahí un tiempo, al contrario.

No puedo…

Piensa que estoy devolviéndote el favor. Me sentiré mucho más tranquila sabiendo que estás ahí.

Muchas gracias Seika

Dio un par de pasos, dispuesto a marcharse, pero estos se fueron haciendo inseguros hasta que se detuvo frente a la puerta abierta. Ella le daba la espalda, cabizbaja, y al percibir que él se había detenido, volteó a verle.

¿Qué diablos estaba pasándole? ¿Qué clase de poder comenzaba a ejercer sobre él para que con una mirada fuera capaz de detenerle, aunque fuera unos segundos, y hacerlo reconsiderar su decisión?

Ikki volvió sobre sus pasos y se sentó en la cama, considerando aún el marcharse, pero sopesando la idea de quedarse, no sólo para hacerle compañía y no dejarla sola. Dormir bajo ese techo despertaba muchos dolores antiguos, sí, pero no era un cobarde. Tarde o temprano tenía que enfrentarlo y superarlo, y si había un momento para hacerlo, era ahora, con todos ellos cerca, después de aquella prometida última batalla, y ahora que la tenía a ella a su lado apoyándolo, comprendiéndolo.

Es verdad, ya es algo tarde. Y me siento cansado… Creo que no me marcharé hoy…

Seika le brindó una gran sonrisa y lo abrazó con fuerza. Lo tomó por sorpresa, pero fue maravilloso sentir el cuerpo esbelto y cálido de ella contra el suyo. Ella se separó unos instantes después

Perdón, es que… me da gusto que te quedes, aunque sea esta noche.

Mañana pensaré las cosas con más calma y tomaré una decisión. Mañana veremos.

Gracias- dijo ella poniendo su mano encima de la de él.

No estoy prometiendo nada, Seika.

Lo sé. Pero gracias por quedarte esta noche.

Seika se dispuso a salir pero él la detuvo

Seika… toma – dijo él extendiéndole la llave

No. Quédatela tú hasta que decidas si quieres usarla, o si en verdad quieres quedarte aquí.

¿Estás segura?

Por supuesto. Ya me voy para que puedas dormir. Hasta mañana, Ikki

Hasta mañana, Seika.

Con movimientos pausados, Ikki se desvistió de nuevo, volvió a recostarse y se cubrió con las mantas. Se acomodó muy despacio sobre el colchón hasta descansar sobre su espalda. Sabía que no era lo más adecuado por la cicatrización de sus heridas, pero no podía dormir de otra forma sin volver a tener pesadillas. Pasó su mano izquierda sobre su cabeza y miró el techo de su habitación, tratando de pensar en cosas que lo distrajeran, lo relajaran y lo ayudaran a volver a dormir. Y se durmió al fin, recordando lo bien que lo pasó el día del cumpleaños de Shun, y preguntándose si Seika ya conocería el zoológico…


Pasó el resto de la noche tranquilo, y al día siguiente la espalda le dolía menos, pero para las dos de la tarde ya se hallaba nuevamente muy irritado, no solo porque se sentía totalmente fuera de lugar paseándose por la mansión, como un animal de mar lanzado a un charco, sino porque después de lo sucedido la noche anterior no había visto a Seika. Y sin ella cerca no sabía qué hacer ni a dónde ir, y eso, le irritaba terriblemente; no estaba acostumbrado a necesitar y mucho menos a depender de alguien, y eso, por más que se quisiera mentir a sí mismo, es lo que estaba sucediéndole.

Salió de su habitación en busca de Hyoga y Shyriu, los únicos con los que se hubiera sentido cómodo, y se molestó aún más al no encontrar a ninguno. Bajó las escaleras, fue hacia la sala de estar, y ahí se halló únicamente con Shura de Capricornio, que parecía estar enfrascado en la lectura de un libro. Ikki se dio la media vuelta para marcharse cuando la voz profunda del español lo sorprendió.

Hola Ikki. ¿Buscas a alguien en particular?

¿Dónde están todos? Esto está desierto.

Haciendo la misma cosa, pero de forma diferente

¿Qué carajos quieres decir con eso?... Quiero decir, no entiendo a qué te refieres – dijo él, sin disculparse realmente, pero comprendiendo que después de todo, le estaba hablando a un Caballero Dorado al que para colmo casi no conocía.

A que todos estamos haciendo lo mismo: tratando de hallarnos y de sentirnos cómodos en esta nueva situación

Ikki calló, reconociendo que el caballero dorado tenía la boca llena de verdad

Unos están afuera en la alberca, o en los establos. Otros salieron después del desayuno para ir al hospital o a dar una vuelta por la ciudad.

¿Y tú por qué te quedaste? – preguntó Ikki, dejándose caer en un sofá con toda la insolencia de la que era incapaz considerando que las heridas de Pandora aún no lo dejaban tranquilo.

Encontré unos libros muy interesantes para leer.

No soy ciego. Más bien, ¿qué lees?

Poesía

¿Estás tan aburrido? – inquirió el peliazul con marcada ironía

Sucede que me agrada leer poesía. Y el abuelo de Saori tenía una colección sorprendente.

Nunca lo hubiera imaginado – dijo con un dejo de amargura

¿Tú lo conociste, verdad?

Tuve la desgracia, sí. Pero preferiría no hablar de él

Un silencio se hizo entre ellos antes de que Shura se aventurara a preguntarle

Este libro tiene poemas realmente maravillosos. ¿Te gustaría oír uno?

¿Sabes qué? – dijo Ikki poniéndose en pie, listo para mandar al diablo a Shura por más Dorado que fuera, porque juraba que el tipo trataba de tomarle el pelo. Pero en los ojos obscuros del español, no encontró más que sinceridad y una sonrisa franca – yo sí estoy aburrido. Acepto, lee algo

Con una voz fuerte pero acariciante y profundamente armoniosa, Shura leyó:

De tanto darse en vano,

está dolido tu corazón, que sigue dándose.

Todo lo que tú eres, lo que amas,

crece en tu corazón y lo desborda y se despeña de tus manos abiertas.

Pero no das en vano. Yo recibo lo que dejas caer.

Tu desventura ya no se completa desde que te amo.

Porque te necesito te hago falta.

Tu soledad no es solo tuya, es nuestra;

Porque te das, existo,

y solidariamente respondemos de la suerte del mundo.

Vaya – fue lo único que atino a decir Ikki

Aquí hay otro – continuó Shura

Porque te tengo y no,

porque te pienso

porque la noche está de ojos abiertos,

porque la noche pasa y digo amor

porque he venido a recoger tu imagen

y eres mejor que todas tus imágenes

porque eres linda desde el pie hasta el alma

porque eres buena desde el alma a mí

porque te escondes

dulce Corazón Coraza

porque eres mía

porque no eres mía

porque te miro y muero

y porque muero si no te miro amor, si no te miro

porque tú siempre existes dondequiera

pero existes mejor donde te quiero

porque tu boca es sangre y tienes frío, tengo que amarte,

amor, tengo que amarte aunque esta herida duela como dos

aunque te busque y no te encuentre

y aunque la noche pase y y te tenga y no

¿Por qué leíste esos?

Porque me gustaron. Aunque veo que la poesía amorosa no es lo tuyo

No… pero también me gustaron – podrías leérselos a ella, le gritó su voz interior, porque le parecía que ambos poemas hubiesen sido escritos para ella, y para él ahora que la conocía...

Ikki, incómodo consigo mismo por estar pensando semejantes cursilerías, se acercó a la inmensa chimenea, y a los ojos de Shura no escapó la pequeña llama que comenzó a arder entre los maderos

¿Qué hiciste?

Una llamita

¡No! ¿Lo que quiero decir es cómo lo hiciste?

Solo usé mi cosm…

Ikki – dijo Shura brincando prácticamente de su asiento - ¿te das cuenta de lo que significa?

No

¡Eres el primero de nosotros que puede usar su cosmos! ¡Nosotros no podemos! ¡Nadie ha podido!

¿Y? Ya lo harán ustedes.

Esto es increíble. ¡Aioria tiene que saberlo!

¿Qué tiene que ver Aioria conmigo? – preguntó el adolescente casi indignado

Ha tenido problemas en los entrenamientos con Seika

¿Qué dijiste? ¿Está entrenando a Seika?

¿¡Para qué!

¿No lo sabías?

¡Claro que no! ¿Dónde está Seika?

Creo que en el hospital, pero… ¡Ikki! ¡Ikki!

Ikki ni siquiera se tomó la molestia de completar la frase. Quería hablar directamente con ella, antes de ir a romperle la cara a Aioria.

¡Ikki, espera! tenía que ser Leo, pensó Shura para sí mismo, sin comprender aún del todo que era lo que había inquietado tanto al adolescente


Ikki por su parte, iba tan indignado que ni siquiera reparó a pensar que en otras circunstancias, no habría vuelto a subirse a una de las limousinas de Saori ni muerto. Pero en ese momento, lo único en lo que podía pensar era en que le urgía hablar con Seika. ¿Por qué diablos no le había dicho nada sobre ese supuesto entrenamiento que estaba recibiendo? ¿A quién se le había podido ocurrir una idea tan estúpida, cuando ella era ella tan frágil, femenina y vulnerable?

Tenemos que hablar – dijo Ikki en un tono que no admitía negativas, cuando la encontró almorzando con Oyuki en la cafetería del hospital, después de preguntar en todas partes por su paradero.

¡Ikki! ¿Qué haces aquí?

¿¡Es cierto que te están entrenando!

¿Qué?

Me oíste. ¿¡Es cierto!

Ikki, estás gritando. Ven, vamos a otro lugar. Ahorita regreso, Oyuki. Disculpa.

No te preocupes Seika.

Salieron de la cafetería e Ikki la siguió molesto hasta la escalera de emergencias más próxima, donde ella juzgo prudente llevarlo.

Creo que aquí sí podemos hablar, pero cálmate por favor. ¿Cómo lo supiste?

¡Entonces es cierto! ¿A quién se le ocurrió algo tan absurdo? ¿¡A Aioria!

No precisamente, pero…

¿Entonces es él quien te está entrenando? - Por eso se la pasa hablando de él… ¡Lo voy a matar!

Pues sí

Voy a matarlo. ¿¡Cómo pueden estar haciéndote algo así!

Ikki, cálmate, apenas y entiendo de qué me hablas. ¿Qué te molesta tanto?

¡Es que no pueden hacerte algo así! ¡Tú ya has pasado por demasiadas cosas como para que encima de todo pretendan involucrarte aún más en toda esta locura! Es una vida terrible Seika, y no voy a permitir que te obliguen a ser una amazona – dijo él tomándola por los brazos y hablando con gran vehemencia

Ikki, escúchame. Nadie me está obligando, y mucho menos voy a ser una amazona

¿Qué? No entiendo. Entonces, ¿para qué te están entrenando?

Para ser una sanadora

¿Una qué?

Una sanadora, o bueno, eso fue lo que me dijeron.

Eso no… Seika, ¿¡Por qué no me dijiste nada!

Había cosas más importantes en qué pensar. Pensamos que te habías muerto, ¿recuerdas?

Está bien, pero explícame por favor cómo fue que sucedió todo esto.

Ambos se sentaron en los escalones, y ella comenzó a explicarle lo mejor posible toda la situación.

Hace como una semana los chicos hablaron conmigo, y me dijeron que les preocupaba que Seiya no hubiera experimentado mejoría alguna, y que habían llegado a pensar que eso se debía a que alguien estaba haciéndole daño.

¿Quién?

Pues no lo saben.

¿Por qué no me dijiste todo esto antes?

Porque las cosas han cambiado; Seiya está mejorando, y mucho. Pero hace una semana todos estábamos muy preocupados, y me explicaron que su alma parecía estar muy lejos, y que se habían dado cuenta de que yo tengo esa clase de energía y….

¿Tú tienes cosmos?

Pues eso dicen ellos. Y dijeron que pensaban que con mi cosmos yo podía acercarme a él y ayudarlo.

¿Para eso te están entrenando?

Sí.

¿Y por qué Aioria? ¿Tu signo es Leo?

No, soy Sagitario.

¿Entonces por qué él?

Bueno, es que el primer día parecía que me iban a entrenar todos, pero pasó algo raro.

¿Qué?

Pues todos me hablaban al mismo tiempo y yo no entendía absolutamente nada, hasta que se rompió la muleta de Dokho. Yo me acerque a él, y entonces me dijo que cuando lo toqué sintió algo especial, y que mi energía….

Cosmos

Sí, que era diferente. Dijo que no es el cosmos de un guerrero, sino de una persona que puede curar las heridas que ustedes sufren, de una sanadora.

No sabía que había gente así.

¡Imagínate como me siento yo! Pero me explicó que los sanadores no son muy fuertes físicamente, pero que tienen alguna facilidad para las habilidades mentales, o algo así, y que así es como curan a los demás.

No conozco a nadie así.

Eso dijeron también algunos chicos, pero Dokho dice que eso es porque hace muchísimo tiempo que no había una persona dedicada a sanar en el Santuario. Y bueno, me asignaron a Aioria porque dicen que él también posee esas habilidades.

¿Entonces has estado entrenando con él?

Desde hace un par de días, sí. Aunque la verdad es que ha sido muy difícil y no hemos avanzado, pero todo es culpa mía. Me cuesta mucho entender lo que me dice, y no he sido capaz de hacer nada de lo que me pide. ¡Pobre, creo que soy una alumna terrible!

Bueno, pero Seiya está mejor, ¿verdad? No tienes que seguir

¡Sí, no sabes lo bien que lo encontré hoy! Pero lo he pensado, y si Aioria acepta, yo voy a continuar.

¿Por qué?

Te lo dije ayer, nada me complace más que ayudarlos. Ustedes se han sacrificado muchísimo, y si es cierto que hay esa clase de poder en mí, quiero desarrollarlo y aprender a usarlo. Espero que no haga falta ponerlo en práctica, pero si eso sucediera, me encantaría poder ayudar a cualquiera de ustedes. Es lo menos que puedo hacer por gente que ha dado su vida para que nosotros podamos seguir viendo la luz del sol.

Eres tan noble como él…

¿Tú crees? – dijo ella ruborizándose – digo, quiero decir que si crees que mi hermano es noble.

Sí, tiene una bondad infinita en ese cuerpo tan menudo. Pero también es un necio de primera, un cabezota, como me llamaste ayer. Muchas veces creo que esa es la única diferencia entre tu hermano y el mío…

Oye - dijo ella después de reír con toda el alma por su comentario - ¿tú crees que hubieras sido una mala amazona?

Claro que no. Sé que tienes tu carácter, y me gusta… digo, me gusta que no te dejes, como cuando me gritaste para que dejara a June en paz, o como ayer. Y sin embargo, no te imagino golpeando a hombres, matando a todos del susto y alejándolos, como Shaina. Tú... eres tan suave… no eres así.

¿Y crees que pueda ser una buena sanadora?

No tengo idea, porque no conozco a ninguna. Pero si puedo imaginar a alguien ayudando a los demás a curarse, esa eres tú.

Gracias, Ikki.

El corazón comenzó a acelerársele. Estaban en un cubo de escalera gris y frío, aséptico y con mucho eco, y sin embargo le empezó a parecer el lugar más lindo del mundo, porque no había nada si no su aroma, su dulce voz y el rojo de sus cabellos, que siempre había sido su color favorito…

…lamento haber interrumpido tu comida.

No te preocupes, solo estaba acompañando a Oyuki. Aunque la verdad ya me dio hambre.

¿Quieres volver a la cafetería?

No, mejor regresemos a casa.

Sí. Aunque me gustaría pasar a saludar a Shun. ¿Me acompañarías?

¡Claro!


La visita fue breve, pero sin contratiempos ni sobresaltos gracias a la intervención de la pelirroja, y después volvieron a la Mansión. En cuanto arribaron, se encontraron con Shura y con Aioria

¡Por fin! Los hemos estado buscando – dijo el español.

Ikki, ¿es cierto lo que me dijo Shura? ¿Puedes usar tu cosmos?

¡Eso es excelente! Ikki, por favor, tienes que ayudarme – pidió el rubio con gran humildad, lo cual fue una cachetada con guante blanco para el Fénix, que la mayor parte del tiempo prefería morir a pedir favores

¿Ayudarte yo?

Supongo que sabes que estoy entrenándola, ¿no?

Sí, me acabo de enterar... pero yo ni siquiera acabo de comprender qué es un sanador.

Eso no importa, de esa parte me encargaría yo. Pero no puedo usar mi cosmos aún, y creo que eso lo hace todo aún más complicado para ella. Si tu aceptaras, todo sería mucho más fácil.

Ikki, ¿tú ya puedes usar tu cosmos? - le preguntó ella

Pues acabo de descubrirlo.

¡Enséñame, por favor!

Por toda respuesta, una luz anaranjada comenzó a brillar alrededor de su cuerpo y una energía única comenzó a envolverla

¡Ikki! ¿¡Ese eres tú! - dijo ella mirándolo con un asombro inmenso - Se siente… calor.

Su cosmos es de fuego – completó Aioria para aclararle a la joven - Así es el mío, y por tu signo, supongo que así será el tuyo.

¿¡Cómo puedes hacer eso! Ellos todavía no pueden, ¿o sí?

No – respondió Shura – pero es el Ave Fénix, es tan especial incluso entre nosotros. Por eso solo él puede volver de los muertos cuando ninguno de nosotros puede.

¡Eres increíble! ¡Y lo haces parecer tan fácil!

Cuestión de práctica, creo – dijo él, luchando por no ruborizarse ante las palabras de todos

¿Qué me dices Ikki? ¿Me ayudarías?

Ikki lo pensó algunos segundos, y después, estrechó la mano a Aioria. Le había halagado enormemente que el rubio le pidiera su ayuda, y además, había decidido quedarse en la mansión, pero estaba seguro de que no podía andar paseando por el lugar sin hacer absolutamente nada: el concepto de las vacaciones no le sentaba, y ayudar a Aioria, le daría un propósito y una ocupación productiva. Entrenar a una persona que no sabía absolutamente nada sobre caballería sería todo un reto, y a él los retos le encantaban. Y aunque no estaba muy seguro de qué opinar ahora sobre el León Dorado, recordó que había que tener a los amigos cerca pero a los enemigos más, y pasar tiempo con él le ayudaría a conocer sus verdaderas intenciones para con Seika y a actuar, si fuera necesario.

Acepto.

¡Esto va a ser tan emocionante! – exclamó ella. Ikki y Seika se miraron con ojos nuevos, llenos de admiración él uno por otro, mientras Aioria sonreía complacido y Shura se preguntaba si en verdad sería bueno para la pelirroja pasar tanto tiempo junto a dos leones…


Notas de la Autora

¡Por fin! Espero que este capítulo les guste muchísimo. Sé que no hubo tanto "romance" comparándolo con los capis de Shaina, pero bueno, ya saben que el Fénix es materia aparte en cuestiones de amores, jajaja, y claro, en un próximo capítulo verán mucho más de él.

Aprovecho para agradecerles nuevamente por todo su apoyo, su paciencia y por su interés en mi trabajo y a nivel personal. Ahora que ya las cosas están más tranquilas para mí, prometo irme haciendo un tiempito para contestarles de forma privada a todas sus inquietudes y comentarios, nomás sean pacientes, porque tengo un par de años de retraso en ese sector, jajaja.

Por otro lado, les cuento que he estado inmensamente feliz todos estos días con mi compucita nueva, que me da la oportunidad de poder nuevamente escribir y publicar a mis anchas. Y como dijo Nimo, me dolió mucho la pérdida de información, lo que atrasó la publicación de este y otros capítulos, pero creo que el resultado (al menos la última parte) es mucho mejor que mi original, y bastante más largo, además, jajajaja.

Y me voy ya, prometiendo que estaré trabajando en el capi 49 de El Viaje, y que el capítulo siguiente de Líneas Paralelas, tendrá de protagonista a Kanon.

Los adoro, y nos estamos leyendo.

Un abrazote, Fuego.

P.D. Los poemas, por supuesto, no son míos. El primero es de Ruben Bonifaz Nuño, y el segundo, de Mario Benedetti, si la memoria no me falla. Prometo revisarlo. Chau