Naruto amaneció sobresaltado por el ruidoso despertador. Su cabeza seguía hundida en la almohada, por eso desplazó torpemente su mano por toda la mesita de noche hasta encontrar un objeto con forma ya familiar para él. Lo apagó al instante, y se dio la vuelta para quedar estirado boca arriba. Quedó mirando el techo, y habría vuelto a dormirse si no hubiera sido por el salto que dio de repente.
-¡No puedo dormirme!- se gritó a él mismo - voy a quedar con Sakura.
De un ágil salto, se levantó y se puso las zapatillas con cierto nerviosismo.
Naruto tenía 16 años, era rubio, y a esas horas de la mañana solía tener una maraña por cabellera, tenía unos grandes orbes azules como ojos, que eran piropeados comúnmente, bueno, para casi todas, Sakura ni se fijaba en eso y estaba siempre pendiente de su Sasuke.
- ¿Qué le verá? - pensó, acomodando su futón en el armario.
Fue a ducharse con cierta pereza, la cual se disipó por completo al ver el reloj. Se acababa de levantar y ya se le estaba haciendo tarde. Cogió la toalla y ropa limpia, pero sin prestar mucha atención, no le importaba mucho vestir bien, se conformaba con que a él le gustara. Había elegido una camiseta negra de manga corta, y encima llevaría una chaqueta negra con tonalidades anaranjadas, y los pantalones del mismo naranja que la chaqueta, de calzado tenía sus habituales bambas negras. A parte, tampoco era una reunión de amistad, se dirigían a hacer una misión. Había que llevar a un hombre hasta las afueras de la villa, y allí lo recogerían. Como siempre, Naruto protestó a la quinta hokage Tsunade, reprochándole que con su nivel sería mejor que hicieran misiones de mayor nivel, no de un miserable rango C.
Al salir del baño, como de costumbre, se dirigió a la mesa del comedor y cogió su protector para ponérselo en la cabeza. Recordaba cuando se olvidaba cada día de él, y su maestro Kakashi se lo hacía recordar cada vez que lo veía. Pero aquello ya había pasado, ahora ya se estaba haciendo mayor y tenía que ir tomando nuevas responsabilidades.
Salió de su casa casi corriendo. Habían quedado en una pequeña plaza cerca de su casa, como cada día que tenían una misión. Ya se había convertido en el lugar de encuentro habitual del grupo. Avanzó mirando al frente, esperando encontrarlos allí, porque él siempre era el que llegaba tarde. Efectivamente, allí se encontraban, apoyados en la pared. No se fijaron en que venía, así que Naruto tuvo que colocarse cerca de ellos para que lo vieran.
-¡Buenos días!- saludó el rubio con una sonrisa.
-Hola-contestó Sakura- tarde como siempre ¿no?
Ella también tenía 16 años, tenía el pelo rosa, y le llegaba hasta los hombros. Sus ojos eran de color verde, casi esmeralda. Su altura era un poco inferior a la de Naruto. Llevaba una chaqueta rosa oscuro, y una falda que le llegaba hasta las rodillas.
-Hola- dijo Sasuke con su tono indiferente de cada día.
Naruto, como de costumbre, se acercó a él y lo miró de cerca. Sus miradas se cruzaron, parecía que iban a saltar chispas en cualquier momento, y la chica, como cada día, debería detenerlos antes de que fuera demasiado tarde. Sakura se interpuso entre los dos y les indicó que empezaran a caminar, ya que al final no llegarían a tiempo.
-¿¡Pero por qué siempre tiene que ser tan borde?!- gritó Naruto señalándolo descaradamente.
El pelinegro se limitó a echar a andar con las manos metidas en los bolsillos, ignorándolo. Naruto quiso dedicarle algún insulto que otro, pero la chica le enseñó su puño, que estaba recubierto por un guante, en señal de advertencia. El rubio se rindió y también empezó a caminar. Sakura se colocó entre ellos dos, evitando que Naruto perdiera la cabeza. Pero para ella eso era difícil, no le gustaba el incómodo silencio que había aparecido, aunque ya fuera algo normal entre ellos y cada día pasara algo parecido.
A la chica no le caía mal Naruto, pero no le gustaba cuando empezaba a gritarle a su amado Sasuke, y el pelinegro se limitaba a pasar de él. Pero, afortunadamente, no siempre era así. También había veces en las que parecían entenderse, aunque fuera un poco. Aunque, en un principio, no parecía que ellos dos pudieran tener nada en común, lo tenían. Los dos habían perdido a sus padres de pequeños, y sabían lo que se sentía en aquellos momentos, por eso comprendían lo que el otro había soportado a lo largo de los años. En esos momentos en los que se dibujaba una sonrisa entre los dos, Sakura se encontraba un poco fuera de lugar, pero al mismo tiempo contenta por ver que también se podían llevar bien, o al menos, no comenzar a liarla en cualquier sitio. A veces podía incluso llegar a avergonzarse de acompañarlos.
Sakura decidió romper ese silencio de la manera más simple posible.
- Hoy hace buen día ¿no?
-Sí- fue la respuesta afirmativa que recibió de Naruto.
El silencio volvió rápidamente, apoderándose nuevamente de las tres presencias. En el momento en que Sakura ya no aguantaba la tensión visible en el ambiente, Naruto habló.
-Ahora que me fijo...- llamó la atención de Sakura, aunque Sasuke lo escuchaba sin atención mirando al horizonte- ¿dónde está Kakashi-sensei?
El pelinegro, aunque no se notara, prestó ligera atención al asunto, ya que también se le había pasado esa pregunta por la mente en cierto instante.
-Es verdad, no os lo dije- dijo ella aliviada, por tener una conversación- me dijo ayer que no podía venir porque tenía una misión pendiente, así que tendremos que encargarnos nosotros solos de esta misión, aunque él confía en nosotros y sabe que lo conseguiremos.
-Sí, seguro que no hay problema-contestó el rubio enérgico.
-Contigo en el grupo, no sé cómo estás tan seguro - esa voz llegó desde la posición de Sasuke.
Él, al reconocer esa voz, se giró hacia su objetivo,
-Sasuke... ¿cómo has dicho?
-¿También estás sordo?- utilizó su sarcasmo habitual - te lo repetiré...
Lo habría vuelto a decir si no hubiera sido porque Sakura se puso en frente suyo, con un puño en alto, fulminándole con la mirada.
-¿No querías decir nada, Sasuke?
-Tsk...- no quería peleas inútiles, así que calló.
A la chica le gustaba mucho el pelinegro, pero no reparaba en decirle lo que quisiera, le gritaría si fuera necesario.
Sasuke tenía un año más que ellos, 17. Sus ojos eran negros, excepto cuando utilizaba el sharingan, del cual ya dominaba tres aspas. Vestía con una camiseta negra, de cuello alto, la cual le quedaba un tanto holgada. Sus pantalones eran también negros y le llegaban un poco más abajo de las rodillas.
La chica lo estaba observando con detenimiento, parándose en cada facción de su rostro, pero al ver que estaba dirigiendo su mirada hacia ella, bajó la vista, un tanto sonrojada. Él, estando acostumbrado, se limitó a desviar la mirada hacia otro lado. Naruto, el cual se estaba dando cuenta de todo lo que estaba pasando, aunque no hubiesen palabras, miró a Sasuke buscando pelea. Sasuke le miró y le dedicó una sonrisa burlona. El rubio le miró por unos instantes, observándolo también, sin duda quería abalanzarse sobre él, y quitarle esa sonrisa, pero por algún motivo se había quedado parado, fijándose en el pelinegro, en todo su cuerpo, en cada facción que caracterizaba su rostro. El Uchiha tampoco entendía aquella situación, y tuvo que ser él quien desviara la mirada. Después de eso, Naruto reaccionó.
"¿En qué narices estaba pensando? No lo entiendo"
