Saludos. Otra historia, espero no alargarme ni estancarme. Sin beta, así que les agradezco mucho el leer. Espero les guste.

Seguimos en el post Reliquias ¿qué le voy a hacer? si los amo y están ahí, tan claros que no puedo dejar de imaginarlos.

¡Ningún personaje es mío! Son de una tipa rubia que vive lejos y claramente no tiene idea de esto. Ah, y no gano nada, solo entretenerme mucho haciendo esto. Todos los capítulos son nombres de canciones, solo porque la música es mi gran musa y algo de crédito merece.


UNDER PRESSURE

- Insanity laughs under pressure we're cracking, Can't we give ourselves one more chance, Why can't we give love that one more chance, Why can't we give love give love give love give love- Queen

Capitulo 1: Under The Gun (The Killers)

Miro una vez más al otro lado del salón, esperando con ansias una mirada de reconocimiento, de complicidad, de lo que fuera. Aun sentía los labios y otras zonas del cuerpo latir por lo ocurrido hacia unos veinte minutos en el corredor del quinto piso, y aun así, Scorpius Malfoy no era capaz de tan siquiera dirigirle una ojeada siquiera indiferente. Lo más triste o patético, según desde donde se mire, era que Albus sabía que la miraba no iba a ocurrir.

La claridad de su ultimo pensamiento lo hizo desistir. Bajo la vista a su plato repleto de comida, tenía un hambre voraz y no importaba cuanto lo ignorara Malfoy, él comería de todas formas. Suspiro y comenzó a tragar.

-¿Cómo está el chico más guapo del colegio?- Susurro una voz demasiado melosa en su odio. Albus suspiro casi imperceptiblemente y recordó la vaga pregunta que le hacía Rose de cuando en cuando '¿Por qué sales con esa pesada?'. No tenía idea, pero si se era absolutamente sincero, tal vez podría reconocer que era por miedo. A Connie sus padres la amaban, sus amigos la aceptaba y era la mejor amiga de su hermana, compartían amigos y clases y terminar con ella no tenia forma de ser discreto o si quiera conversado. Albus había asistido en el pasado a dos rupturas de Connie y tenía claro que la chica no solo lo pondría verde con media escuela, sino que haría todo para quedar como la más absoluta víctima del monstruo de Albus Potter.

-Y lo es, si pensamos en las marranadas que tienes en la cabeza- Pensó con pesadez.

No podía romper con Connie, porque nadie se esperaba que rompiera con Connie.

-¿U tú?- pregunto Albus, fingiendo su mejor sonrisa, volteando la vista a la chica de enormes ojos negros que le abrazaba, la que rozo sus labios en un escueto beso antes de sentarse a su lado.

-Muy bien, mi madre me mando el ultimo catalogo de Agnes Cliff, la diseñadora mágica ¿Te lo puedes creer?- Albus agradeció tener la boca llena de comida. Negó suavemente con la cabeza.

Al menos Connie no pedía mucho. No pedía magreos intensos y no pedía sexo, porque llevaba anillo de castidad. Y no pedía mucha platica, le bastaba con que Albus la escuchara, o hiciera que la escuchaba.

De forma casi inconsciente volvió a dirigir su vista a la mesa Slytherin. Scorpius estaba sentado donde mismo, conversando con sus compañeros de forma animada, llevándose el tenedor con comida de forma distraída a la boca. Albus trago con fuerza al recordar la textura de esa boca, y sonrojado decidió dejar de mirar.

No entendía su cuelgue. No entendía que demonios le veía a ese escuálido de Scorpius Malfoy.

No lo entendía.

Intento repasar mentalmente al chico. Era delgado, alto y desgarbado. Usaba el cabello largo y casi siempre despeinado, usaba botas ruidosas y toscas en vez de zapatos. Usaba pantalones rotos y no parecía haber mandado a lavar su túnica jamás en los seis años que llevaba en el colegio. Usaba gafas horrendas para leer y tenia siempre una postura de total indiferencia frente al mundo. Era burlón e irónico y no tenía amigos.

-Scorpius es increíble, en vez de volverse un niñito perfecto u odioso, solo dejo de importarle el mundo- Le había explicado Rose hacía mucho tiempo. Porque si, Scorpius Malfoy si tenía un amigo, Rose Weasley, con quien compartía clases, comidas, cuchicheos y casa. No es que esas cosas le dieran envidia, que va, si Scorpius solía molestarlo y burlarse de él cada vez que tenia ocasión, pero a veces, soñaba que volvía a tener el sombrero seleccionador sobre la cabeza y esta vez le pedía -rogaba- que lo mandara a Slytherin en lugar de a Gryffindor. Pero era solo un sueño y solía despertar con el amargo sabor de boca de que eso era imposible.

De alguna forma absurda, sentía que estar en la casa de Slytherin, seria mas sencillo. Si estuviese con las serpientes, la casa que aun después de años post guerra seguía siendo la lacra, nadie tendría grandes expectativas sobre él. Quizás no sería el chico, hijo del Niño que Vivió y Venció, igualito a su padre. Quizás no tendría que ser capitán del equipo de Quidditch, no tendría que ser el primero de la clase, no tendría que tener una novia guapa y popular y quizás no tendría que buscar hacer exactamente lo que todos pensaban que tenía que ser. O al menos, nadie esperaría nada de él. Y quizás podría estar con Malfoy, ser su amigo o escuchar sus burlas antes de dormirse. Ese pensamiento lo hizo sonreír y algo dentro de sí mismo grito -¡Patético!

-No sueñes Potter, yo no tendría algo serio contigo ni aun que me obligaran- le había dicho un par de noches atrás el rubio. Y seguramente era cierto, por que imaginar obligando a hacer algo a Scorpius era imaginárselo revelándose contra eso.

-Me voy a dormir- Dijo cuando Connie estaba demasiado enzarzada en una conversación con Lily para prestarle mucha atención. Le beso la mejilla y dejo el gran comedor, obligándose a no mirar a la mesa de Slytherin.

Cuando llego a la escalera central, se quedo un momento ahí, esperando. Una corazonada quizás.

-No va a venir- dijo un susurro, era Rose, que se había acercado a él sigilosa.

-¿De quién hablas?- Pregunto volteándose, deseoso de ver la típica comitiva de Rose, pero no había nadie más que su prima.

-No te hagas el idiota conmigo Al- Albus la miro con atención. Rose era asquerosamente lista y entrometida.

-No sé de que...

-Tranquilo, él tampoco me ha dicho palabra, pero medio me enferma que me crean así de estúpida- Rose arrugo el rostro y cambio de poses. Una pandillera por donde se le viera, desde esa absurda cantidad de aros en las orejas hasta su pantalón parchado en las rodillas -¿Crees que no me doy cuenta? Tú le tienes unas ganas horrendas, es como ver a un perro merodeando una carnicería, se te hace agua la boca, pelmazo.

Albus la miro con terror.

-¿Vamos afuera?

Había comenzado a fumar casi por mera precisión social y en absoluto secreto. De toda la enorme cantidad de familia que tenia, siempre se había sentido mas cómodo con James y con Rose, no precisamente en ese orden y ambos fumaban como adictos en abstinencia.

Se alejaron lo suficiente para que las antorchas del castillo no los iluminaran de forma directa, estaban a unos cuantos metros del Bosque Prohibido y sabían que las posibilidades de que les descubrieran eran bajas, aun quedaban unas dos horas para el toque de queda.

-¿Sabías que nuestro abuelo tenía un libro de detenciones propio? Es increíble, en la tapa dice 'J. Potter' con letras negras de máquina de escribir y abajo, garabateado a mano pone 'la peor pesadilla de cualquier docente'- Rose sonrió- Lo encontré hoy.

-¿Otra vez te mandaron a limpiar el depósito?

-Ojala, me mandaron a ordenar los archivos del séptimo piso. Una sala entera, tengo detención hasta navidad, como mínimo- Rose encendió su cigarrillo con la mirada- Una cagada- susurro después.

-¿Qué hiciste?

Rose sonrió y le miro llena de alegría. Sus travesuras solían tener trasfondos profundos, razones de peso- Les puse una posición en la jarra de té de la sala de profesores- comento seria- A las profesoras les salió bigote y a los profesores les salieron pechos.

Albus tardo medio segundo en imaginarlo y fue suficiente para hacerlo estallar en carcajadas.

-Se lo merecen, rechazaron mi proyecto de baños mixtos sin siquiera leerlo ¿Lo puedes creer?- agrego molesta- Que manga de trogloditas- bufo con fuerza, lo que produjo que columnas de humo se le escaparan por la nariz como a los toros de las caricaturas.

-No sé por qué haces esas tonterías.

-Por que revelarse es entretenido Albus- Rose le miro de forma intensa y Albus comenzó a imaginar el discurso que se estaba cuajando- Deberías intentarlo, no tienes que ser siempre perfecto Albus, no tienes que tener tan buenas calificaciones y no tienes que ocultar tus gustos.

-No me gusta Malfoy.

-Me refería a que te gustan los hombres- dijo Rose con aire de falsa inocencia- pero si tú lo dices...

-Rose, no- Albus al fin decidió encender su cigarrillo y lo calo profundo antes de agregar- Mis padres no lo soportarían, tienen a James que es un revelado sin vuelta y tienen a Lily que, bueno, ya sabes.

-Sí, es una rematada- Rose se rasco la nuca- ¿Cómo y por qué seremos parientes?

-Eso, no puedo.

-Tío Harry no tiene pinta de ser bueno para juzgar.

-No es eso, es el verlo feliz y radiante cada vez que llega una carta de felicitación o de aviso de que hice algo bien- Albus suspiro con fuerza. Sabía que sus padres tenían un montón de expectativas en él, porque James no había cumplido ninguna. No jugaba Quidditch y todos los años tenía que dar exámenes extraordinarios para pasar de grado, sumado a su revelación familiar de no asistir nunca más a una fiesta del ministerio y en general de pasarse por el forro cualquier comentario reprobatorio de quien fuese.

Rose le lanzo una mirada de profunda compasión, la chica parecía una presa recién salida de prisión, pero era asombrosamente comprensiva y aun que muchos no le creyeran, muy sensible -Eres un tonto- dijo en un tono lleno de ternura y afecto- Vamos, ya se viene el toque y tengo revolcón.

Terminaron de fumar entre risas y comentarios medio sucios, se fueron al castillo dándose empujones de afecto. Cuando llegaron a las escaleras, Albus creyó ver algo de lastima en la mirada de Rose, cuando este comenzó a subir las escaleras.

Intento rememorar cuando todo se había ido al carajo. Hasta los catorce años, el asunto había sido muy fácil y claro. Tenía que ser bueno y hacer sentir orgullosos a sus padres, a sus tíos, a su familia, sus amigos y profesores. No era difícil, buenas notas y buen desempeño, sonrisas por aquí y por allá, guardarse lo malo para sí mismo y solo dejar ver lo bueno.

Pero llegaron los catorce y si a los once la explosión hormonal no toco a Albus Potter, vaya que si lo logro a los catorce. O quizás no fueron las hormonas, al menos, no ellas solas. Mucha culpa tenía en el asunto el puto de Scorpius Malfoy, que quizás a los catorce llamarlo puto era excesivo, pero a los dieciséis ya se sentía con más propiedad, aunque no se sintiera con el derecho a decirlo, pero si a pensarlo, a veces, cuando estaba molesto (solo cuando estaba molesto).

Tenía catorce y estaba dando vueltas por el Bosque Prohibido, buscando plantas para un trabajo de Botánica. La caminata lo llevo a la orilla del lago, y justo ahí, entre un montón de ramas, bastante oculto a la vista, estaba Scorpius Malfoy medio acostado contra un árbol con un mastodonte encima, eso o un chico enorme. Se estaban dando un beso o haciendo un examen de esófago, Albus jamás lo tuvo claro.

Termino clavado en el mismo lugar donde había avistado la escena, medio anonadado por la forma en que Scorpius se movía y en como enredada sus dedos en el cabello del otro chico y como los dos se acompasaban. Nunca supo cuanto tiempo paso, pero en algún momento Scorpius abrió los ojos, lo vio y ni se inmuto. Siguió con su beso torniquete, volvió a cerrar los ojos y a seguir con lo suyo. Albus jamás se había sentido tan ignorado, sonrojado, confundido y, lo reconoce ahora, caliente como en ese momento, mirando un beso ajeno.

Finalmente, cuando el asunto se puso más intenso, Albus se fue, pensando en que Scorpius ya se le acercaría y le pediría discreción o lo amenazaría con esa cadena que colgaba de sus pantalones rotos o lo que fuera. Pero Scorpius jamás comento el tema, ni siquiera pareció afectado cuando se encontraron en el gran comedor después del incidente- ¿Cómo estuvo el paseo por el bosque, Potter Segundo?- fue lo único que pregunto, lleno de desfachatez. Albus se sonrojo y solo atino a decir- Bien, gracias.

El tiempo paso y si Albus pensó que tarde o temprano la imagen mental se iría de sus pensamientos, se equivoco de pe a pa. La escena comenzó a mutar y lo que era un beso medio acostado sobre un árbol, fue un beso de pie, sobre una mesa e incluso sobre una cama. El mastodonte comenzó a cambiar en su imaginación y antes de darse cuenta, la imagen de sí mismo besando a Scorpius Malfoy comenzó a colarse en sus mejores sueños, en todos sus sueños. A veces ni siquiera necesitaba estar dormido para soñarlo. Fue el momento en que mas agradeció ser capitán y tener acceso al baño de los Prefectos.

Cuando cumplió quince, decidió que todo eso era culpa de las hormonas, de la edad, del estrés, de su hermano que se vivía besuqueando con todo el mundo y del mundo en general, así que, haciendo caso a Rose, que solía decir- Todo se arregla con sexo- decidió tener novia.

Habían un montón de chicas que le escribían cartas de amor y le miraban a la distancia, pero Albus pensó que quizás sería mejor tener de novia a alguien conocido. Movido por la inexperiencia y la necesidad, termino aceptando salir a tomar un helado con Angélica, una chica de su curso, pero Hufflepuff. Estaba medio demente y antes de darse cuenta, ya estaba teniendo conversaciones sobre el nombre de sus futuros hijos.

James puso el grito en el cielo cuando lo supo y solo para molestar, le mando una carta a sus padres pidiéndole condones para Albus, 'Padre, Samuel es un nombre horrendo, salva a mis sobrinos' escribió. Cuando Albus recibió un paquete con doce condones extra resistentes de parte de su padre, con la nota 'James me dijo, se que son un montón de tonterías ¿verdad? pero por si acaso, si necesitas mas, me dices y te subo la mesada. Un beso', casi le da un infarto. Jamás supo si madre se entero de la nota, pero apenas James le conto muerto de la risa, Albus escribió una rectificación y un 'James es un descerebrado, con todo el respeto'. Y termino con Angélica, por si acaso.

Lo más tristes, era que ni Angelina, ni sus besos ni sus obsesiones sirvieron para erradicar la imagen de un Scorpius Malfoy, sonrojado y jadeante, mientras le besaba el cuello enredando los dedos en esa cabellera rubia y desordenada.

Connie vino después, Lily se encargo de que se conocieran y conversaran. Era un año menor, era rubia y bonita y en un comienzo sirvió, tenia quince años y era un chico de respetar los tiempos. Lo del anillo de castidad le daba la seguridad de no sexo, porque él no se sentía preparado para eso, él quería besos y sacarse a Malfoy de la cabeza. Pensó que era lo mejor.

Llevaba como dos meses con Connie y seguía repitiéndose que en fondo tenía que ser una chica esplendida, por que Lily la llevo infinidad de veces a la casa y sus padres la adoraban, cuando James le invito a una fiesta en Slytherin, siendo James de Gryffindor.

-Alcohol, sexo y rock and roll ¿Qué mas puedes pedir?- había dicho. Albus pensó en no ir. Rose pensó que no querría ir, así que lo fue a buscar a la sala común de los leones y casi arrastras lo llevo a las mazmorras.

Albus por primera vez en quince años, se vio rodeado de un montón de chicos bebiendo, fumando, bailando y conversando de un montón de tonterías con un montón de groserías. Habían juegos absurdos con castigos de contenido etílico por una esquina, besuqueos por la otra y conversaciones de borrachos por la otra. Se sentía fuera de lugar y lleno de excitación contenida. Cuando James le vio, casi lo derriba del enorme abrazo que le planto, como si Albus estuviese llegando de un largo viaje.

-¡Es tan genial verte aquí!- dijo y le paso una lata de cerveza, de malta, con cinco grados de alcohol.

Nadie ahí parecía interesado en él. Un par de chicas quizás si, quizás se le acercaron y le hablaron muy cerca, rozando muchas cosas y eso, pero Albus no encontró nada reprobatorio. Confraternizar es importante, decía su padre, y nunca habían definido bien que era confraternizar.

Paso la noche, Albus solo bebió cerveza, converso con un montón de chicos que no conocía y jugo un par de rondas a juegos absurdos, como el Verdad o Castigo y los Dados.

Y Scorpius Malfoy estaba ahí. Se topaban, Scorpius se burlaba o hacia comentarios hilarantes, le sonreía y parecía a cada minuto un poco mas borracho.

-Claro que si, toma vodka el muy burro- refunfuño Rose cuando Albus le pregunto si su amigo no estaría ya bastante ebrio.

-Los Malfoy tenemos descendencia Rusa- dijo Scorpius, aun que sonó como 'dosmafoy tenemosh deshendencia ruuuza'.

Y paso. Paso que Scorpius estaba ebrio hasta las cejas y Rose tenia a una chica sentada sobre su regazo y estaban muertas de la risa y Albus estaba ahí, medio ido, no muy borracho, mirando como Scorpius intentaba ponerse de pie. Cuando el rubio lo logro, trastabillo y Albus supuso que algún orangután lo ayudaría (en su mente, Scorpius siempre tenía orangutanes al asecho), pero Scorpius dio un par de tumbos y no paso nada. Albus era y es un cabello, su madre siempre lo lucia como mono de feria con eso, así que, lo mas raudo que le permitieron las seis latas de cerveza de malta con cinco grados de alcohol, se puso de pie y fue en ayuda del chico ebrio en apuros, quien había llegado hasta la boca en la muralla que llevaba a las habitaciones.

Lo tomo de la cintura desde la espalda, Scorpius medio se giro y dijo algo como -¡Eh!- pero no se zafo, cuando vio a Albus, volteando la solo la cabeza, incluso cambio el semblante de enojo y sonrió -Pensé que era otro, pero no- aunque sonó mucho mas distorsionado y alcoholizado.

Albus se sonrojo y todas las zonas de su cuerpo que estaban en contacto con el cuerpo escuálido de Malfoy, comenzaron a arder. Scorpius dio un paso y Albus con él, sosteniéndolo desde atrás, sintiendo su aroma a alcohol, cigarrillos y algo desconocido. Estaba intoxicado de Malfoy y la sensación de mareo aumento.

Las mazmorras eran totalmente distintas a las de Gryffindor. Allí no había una escalera en espiral, sino que un enorme pasillo, oscuro y largo como el infierno. Albus pudo ver distintos puntos de luz e imagino que serian las otras entradas ¿Cuantas habitaciones había allí? ¿Cuántos pisos? Imposible saberlo, Slytherin era raro que te cagas.

Caminaron un par de metros, hablando alguna tontería sin sentido, de borrachos, rozándose mucho, alejándose del ruido de la sala común y en algún momento, Albus fue consciente de muchas cosas a la vez. De la cercanía de Scorpius, de su olor, de que estaban solos, y estaba oscuro. De que Malfoy estaba casi apoyado contra él y de que llevaban un rato afirmados de una muralla.

Albus siempre a intentando rememorar como comenzó, que dijo o que hizo que produjo que Malfoy se volteara y quedara atrapado entre sus brazos, haciendo evidente la diferencia de estaturas. Recuerda que fue un momento extenso, ese de mirarse de frente, en la penumbra. No recuerda que pensó ni que paso, ni si alguno de los dos dijo algo, solo tiene memoria para el beso.

El beso.

El puto beso. El mejor y el peor de su corta vida.

Fue culpa del cabezazo, ese que se dieron por estar comentándose cosas muy juntos, culpa de la escasa luz. Scorpius estaba ahí y cuando Albus sintió su aliento tibio, las ganas de besarlo se transformaron en necesidad.

Comenzó con un roce de labios, Scorpius quiso decir algo, pero Albus le labio la boca de forma tosca, y su respuesta fue un Scorpius acortando la distancia. Había mucho labio y mucha lengua. Mucha descoordinación y asimetría, Scorpius era pequeño en los brazos de Albus, rodaron y Albus lo apoyo contra el muro, Scorpius estaba en puntas de pie y cuando sus manos se enredaron en el cabello de Albus, este recién fue consciente de que tenía una erección quizás desde cuándo.

Scorpius tenía el cabello largo y su boca sabia a gloria, Albus se vio jadeando contra él antes de ser consciente, sus dedos se debatían entre enredarse en ese cabello rubio y despeinado o hundirse en esa espalda hasta donde deja de llamarse espalda.

Todo fue muchísimo peor cuando Scorpius se curvo contra Albus, cuando obligo a su cuerpo a entrar en contacto con el moreno. La sensación fue tan nueva como asfixiante. Albus gimió fuerte y Scorpius aprovecho para comenzar a mordisquearle la oreja. Todos los roces y tocamientos lo estaban volviendo loco, Albus quería más, quería más piel y mas contacto, pero era nuevo en el asunto y no tenía idea de que quería, solo tenía la sensación de que si soltaba a Malfoy, este se le escurriría por los brazos como aceite, o que despertaría de un muy buen sueño y ambas cosas lo aterraban.

Cuando sus manos dieron con la piel bajo de la ropa de la zona de la espalda baja, fue cuando Malfoy se removió. Albus descubrió que Scorpius también tenía fiesta en la entrepierna y también parecía encantado de conocerle.

Pero algo paso, y fue algo nefasto. Scorpius pareció reaccionar de un profundo sopor cuando sus caderas se tocaron, Albus ni siquiera vio venir el empujón que le alejo de ese cuerpo casi raquítico en medio del mejor magreo que había tenido hasta el momento.

-Me voy a dormir- dijo un Scorpius ligeramente más compuesto que el borracho de los tumbos de hacia un rato- Muérete, Potter- fue su dulce despedida.

Scorpius se puso a caminar por el corredor sin siquiera arreglarse el cabello, Albus lo siguió casi por inercia, fueron apenas unos metros. El rubio llego a su habitación, se metió dentro y dio un sonoro portazo, sin mirar atrás.

Albus se quedo parado cerca de la puerta por un rato infinito a su memoria, con los labios y las manos ardiendo, con un hambre y una necesidad que jamás había sentido.

Las ganas de masturbarse, gritar, aporrear la puerta e insultar a Malfoy lo embargaron todas juntas, sin orden ni control. Antes de darse cuenta, estaba caminando por los pasillos del colegio, en pleno toque de queda y sin ningún cuidado a no ser descubierto. Se metió dentro de la primera sala que se topo, lanzo un hechizo silenciador y un segundo después comenzó a destruir el mobiliario. Sin magia, solo movido por la rabia y la frustración.

Tuvo que reparar todo y volver a su dormitorio. Recuerda que durmió hasta tarde y como pocas veces en la vida, no entreno. Recuerda que se comió los sesos por días, pensando en que hacer, la próxima vez que se topara con el puto Malfoy.

(Continuara)