CANDY CANE

París tenía lugares espectaculares para apreciar la magia de la Navidad. Simplemente sus mismas calles, con su elegante alumbrado navideño, eran todo un placer. Las pistas de patinaje al aire libre se inundaban de familias de todos los tipos, disfrutando de las fiestas sobre el hielo. Y también estaba Notre Dame, como no, con su gigantesco árbol de Navidad iluminado por cientos de pequeñas lucecitas. ¡Oh, y los mercadillos navideños de los Campos Elíseos! Año tras año, la gente recorría los mercadillos ante la atenta mirada de la bella Torre Eiffel para descubrir qué sorpresas podía traer ese año.

Sin embargo, el lugar que se había vuelto mi favorito para observar la ciudad de la luz llena de color y espíritu navideño era una pequeña azotea semiescondida en lo alto de una hogareña casa.

Allí, sentado sobre la barandilla de metal que limitaba el espacio, debería estar sintiendo frío al estar quieto y cubierto únicamente por un traje de cuero, pero no podía. Sentía una extraña calidez que me nacía desde dentro y lograba que mi cuerpo se mantuviera templado. Y probablemente la razón estaba en la chica que se apoyaba en la barandilla con los codos, justo a mi lado.

Me resultaba tierna, viéndola rodeada por una bufanda roja de lunares negros que parecía más una manta que otra cosa de lo grande que era. Lucía orgullosa con ella, quizás porque era su diseño. Tenía la nariz enrojecida por el frío, pero no pareció darle importancia.

Había llegado a aquella azotea como un gato callejero, esperando encontrar un techo bajo el que cobijarme durante aquellas fechas tan frías, y en su compañía había encontrado un verdadero hogar.

—¿Quieres, Chat? —me preguntó Marinette de repente, extendiendo una lata metálica con el diseño de un copo de nieve y el logo de la panadería de sus padres. En su interior había pequeños bastones de caramelo de diferentes colores.

—No sabía que tu padre hacía golosinas —dije, tomando uno.

—Hace dulces y golosinas en fechas especiales, pero estos los he hecho yo —dijo, tomando ella también uno.

—¿Aprendiendo el negocio familiar?

—Llevo mucho en las cocinas, minino. Pero no, era porque quería hacer un regalo.

—¿Y yo soy el sujeto de pruebas?

Marinette enarcó una ceja y entonces me fijé en que, en lugar de guardar la caja, me la seguía tendiendo.

—¿Es para mí?

Debió quedárseme una cara totalmente estúpida, porque Marinette comenzó a reírse. Yo, en contra de lo que solía dictar mi instinto cuando estaba transformado en Chat, no fui capaz de responderle nada. Apenas pude tomar la caja.

—Feliz Navidad, gatito.

—Feliz Navidad, princesa.

Domingo, 24 de diciembre de 2017

¡Felices fiestas a todas mis lindas flores!

Os traigo un pequeño momento marichat navideño, un drabble pequeñito, que ha nacido como premio por el sorteo #NavidadConMeimiCaro en dedicatoria a la persona ganadora, ¡Linithachan! Espero que haya sido un buen regalo de navidad (ㅇㅅㅇ❀).