Os amo tanto queridos lectores.


Prologo.

Quizás había cometido un error, quizás nunca debimos de empezar aquello, porque simplemente estaba mal, pero era tan adictivo, tan placentero, tan… perfecto.

La primera vez que pronuncie su nombre con tal cariño y placer fue en su propia casa, después de una fuerte lluvia que me había obligado a refugiarme en la casa de aquel pelirrojo, de un momento a otro las bromas que me dedicaba habían pasado de nivel después de seguirle el juego, todo era una maraña de palabras fuertes y bromas pesadas, hasta que… terminamos besándonos de una manera u otra.

No fue mi primer beso, por supuesto, pero se sintió como el primero.

Quizás si Lysandro no hubiese interrumpido tocando la puerta hubiera pasado a otra cosa, pero el beso no se quedó en el olvido, a un hoy en día me pregunto qué pasaría si nunca hubiera sucedido aquello. Tal vez las noches de pasión y cariño no se hubiesen consumado, tal vez el dolor de los celos nunca se hubiese sentido.

Pero, por supuesto, hablamos de Castiel, él no quería algo formal, él no quería algo que lo atase, el solo me quería como un juguete.

Regresando a los recuerdos lejanos siempre me encuentro con todo lo que arruinaba nuestra relación de amantes, yo lo quería como algo más, él solo quería un poco de diversión, y… ¿Eso era todo? Yo no le interesaba en lo más mínimo como suele suceder, solo un idiota hubiese seguido con él pero claro, en ese momento cegado por el amor me comporte como un idiota.

Cuando aquella carta llego a la puerta de mi casa se convirtió en una perfecta oportunidad para escapar de todos mis problemas, una beca para la media superior se convirtió en una solución para todo, los golpes de mi padre, los insultos de mi madre, las mentiras de mi hermana, la responsabilidad de la escuela y el dolor de estar con Castiel.

Acepte, y nadie de opuso, nunca se lo comenté a Castiel ni a nadie más que a mi familia, simplemente me fui una noche lluviosa dispuesto a dejar el pasado atrás y no mirar hacia donde no debía, al pasado.

Fui relativamente feliz durante dos años, conocí a una linda chica llamada Sucrette que se convirtió en mi novia y mis notas se convirtieron en perfectas, no vi a mi familia ni nadie de mi antigua ciudad durante ese tiempo. Los recuerdos no se presentaron de nuevo, todo quedo en el olvido.

Por eso, el estar sentado en este camión en el que me he subido en la mañana, me asusta.

La universidad a la que quiero ir pide como requisito que debo de vivir al menos un año en mi antiguo domicilio para valer la vivienda de nuevo, me pareció una tontería, pero realmente es una de las universidades en las que es más difícil entrar, sin contar la beca casi completa que se me ha ofrecido.

Mirando la ventana me siento aterrado.

-Nathaniel, cariño ¿Te encuentras bien?

Ella me mira inocentemente y me es imposible no sonreírle tranquilizadoramente, no la quiero como quería a Castiel, pero los sentimientos que tengo hacia ella son perfectos, no causan celos, no causan dolor, no causan amor, solo es cariño.

-Sí, solo… me encuentro un poco nostálgico-Le respondo en un susurró, ella me mira aliviada y me dedica una de sus sonrisas alegres y simpáticas.

Desvío la mirada, a veces es imposible no sentirme culpable por ella.