Capitulo 1 – Los misterios resueltos
El sonido de la música en la radio la despertó en un nuevo día soleado a mitad de otoño, otra vez despertaba enredada entre sus sabanas blancas de seda y su almohada de plumas a su lado abrazándola con fuerza, sus ojos se abrieron lentamente acostumbrándose a la luz de la mañana, suspiro cansada estirando su cuerpo en la gran cama de su habitación decorada por distintas fotografías encuadradas de los mejores musicales de Broadway, su padre siempre le regalaba una cada año para su cumpleaños.
-that anything could happen, anything...-canturreo su compañera de piso mientras se paseaba por la cocina preparando su desayuno de todas las mañanas últimamente su nueva obsesión era el café. Seguro debía ir a trabajar a la revista, nunca entendió como trabajaba en aquel lugar con aquel tono de voz que podría superar a cualquiera con un mínimo de práctica
Se levanto perezosamente de la cama que no quería dejarla ir, camino al baño con paso lento y adormecido mientras arreglaba su cabello alborotado, abrió el grifo de la ducha para darse su merecido baño de todas las mañanas que terminaría de despertarla por completo y luego un largo viaje le esperaba para llegar a su nuevo ''casi'' empleo. Hacer prácticas en distintos lugares de Nueva York no la estaban ayudando en su vida habitual, además de buscar empleo también tenía que presentarse en la universidad, era el último año de universidad y en los próximos meses todo sería más satisfactorio. Al menos así lo veía.
Mientras buscaba ropa en el ropero de roble que su madre le había regalado al mudarse, su celular comenzó a sonar dando aviso de que nuevamente llegaría tarde a su nueva oportunidad de ubicarse en un nuevo puesto de trabajo. ¿Por qué no estudias medicina? Si tan solo hubiera escuchado a su mamá aquel día, tal vez no tendría problemas en encontrar un empleo, pero su vida se guiaba hacia otro lugar. La fotografía.
Se miro una vez más en el espejo acomodando su pelo corto con las manos rápidamente, tomo sus cosas abandonando la habitación escuchando la voz del locutor que daba los buenos días y comenzaba a hablar sobre el clima del día hoy en la ciudad. Un día soleado y desmejorando por la noche, últimamente así se encontraba todos los días.
-Buen día-saludo su amiga sentada en la isla de la cocina al ver como desesperadamente entraba en busca de algo murmurando incoherencias
-no puede ser-murmuraba molesta tanteando el ultimo estante de un mueble blanco que adornaba el salón principal-¿Dónde deje mis llaves?-se cuestionaba a si misma comprobando la hora nuevamente en su celular
-toma Quinn-apareció su compañera y amiga dándole un susto por su surgir tan inesperado-aquí, tus llaves-se las entrego junto con un café en un vaso térmico, ¿Por qué no se había casado con ella?
-gra-gracias-respondió resoplando al ver la hora ¿el tiempo transcurría mas rápido o era cosa suya?
-no te olvides que debes ir al taller por tu chatarra-le sonrió con burla
-Santana, no le digas así-la acuso con el dedo. Si ahí su respuesta ¿cómo casarse con alguien que odia tu auto? Además jamás podría ver a su amiga como algo amoroso, sería tan extraño que se le haría incestuoso-gracias-le agradeció por el recordatorio, a pesar de que odiaba que siempre maltratara a su auto, un pequeño Volkswagen Sedan rojo-la pobre imitación de Herbie en color rojo-diría la latina que retocaba su maquillaje en un espejo que colgaba en la pared del comedor
-Quinn-la llamo antes de ver como su amiga se disponía a salir del departamento-hoy es la cena-le recordó; si ella era como una agenda humana donde todo su día ya estaba planeado
-lo sé, luego hablamos. Llego tarde-se despidió tomando su bolso negro, una carpeta roja y su cámara profesional que colgó en su cuello. Cerró la puerta respirando nuevamente en el pasillo del edificio para esperar el ascensor-no tenía otra alternativa-odiaba aquel espacio cerrado pero era lo único que le daba algunos minutos de rapidez, su cuerpo ya no estaba en condiciones de bajar más de treinta escalones.
Hacía ya dos años que vivía junto con Santana López, su mejor amiga de la secundaria. El edificio quedaba a menos de cuarenta minutos del centro pero la vista panorámica al Central Park te dejaba anonadado, el padre de la latina se lo regalo luego de la graduación y luego de mucho pensarlo decidió que Nueva York seria un mejor lugar para su vida, no dudo ni un segundo en preguntarle a su compañera de la adolescencia si quería acompañarla y la rubia no lo pensó, solo actuó. Dos años juntas en Nueva York, ya cada una conocía las manías de la otra, cada una se había acostumbrado a la presencia de la otra, ya cada una tenía su vida encaminada en lo que querían. Santana era asistente en la revista Vanity Fair, ser asistente de la jefa no era algo fácil pero lo llevaba con suma tranquilidad, hasta no tener aquel puesto de gerente no descansaría. Quinn sin embargo, ya terminaba sus estudios de fotografía en una de las mejores universidades de Nueva York, sus padres la ayudaban con los gastos aunque ella no lo deseaba. Su trabajo se veía algo afectado por los exámenes finales, la latina miles de veces le había propuesto un puesto en la revista en la que trabaja hacia años pero ella siempre lo rechazaba, así era la rubia, no quería ayuda de nadie, siempre quería ganárselo por ella misma.
-maldita sea-se quejo al viento al ver como una hoja de su carpeta roja caía al suelo antes de bajar las escaleras hacia el subte que la llevaría a su nuevo empleo-gracias-le sonrió a un hombre de mediana edad que educadamente le entrego la hoja que acomodo en la carpeta para correr escaleras abajo, el sonido del subte llegando la alerto y acelero el paso entre tanta gente, pero su cuerpo además de no estar listo para bajar más de treinta escalones tampoco era muy ágil para mantener el equilibrio, estrepitosamente golpeo contra un cuerpo cayendo al suelo con la joven que había chocado por su torpeza
-lo siento-susurro levantándose rápidamente al ver que estaba sobre ella-maldita sea-espeto molesta al ver como las hojas de su carpeta estaban esparcidas por el suelo, las reunió sin mucha delicadeza guardándolas en la carpeta roja pero al levantarse nuevamente su transporte la estaba abandonando en la estación-¡genial!-grito al viento llamando la atención de algunas personas que caminaban a su lado, su mirada solo se dirigió a la joven que había llevado por delante hacia minutos-¿estás bien?-le cuestiono al ver que le había volcado el café en su camisa blanca
-sí, no creo que salga-resoplo frustrada al ver la mancha en la blancura de su camisa
-¿no te he hecho daño?-se preocupo por la morena que levanto la vista para mirar los ojos preocupados de la rubia
-no, estoy bien-le sonrió débilmente viendo con suma hipnotización aquellos ojos verdes con un tinte de dorado
-soy un poco torpe-bromeo la rubia tratando de entablar una conversación con aquella extraña que ni siquiera estaba molesta por tener un manchón marrón sobre su ropa. Ambas parecían estar como en un submundo en donde solo sus voces, sus respiraciones se escuchaban con suma atención, Quinn sonrió al ver la mirada que aquella chica le entregaba ¿Qué sería lo indicado? Su amiga alegaría que invitarle un café por su torpeza, pero en su cabeza no se formaba ni oraciones, solo había una sonrisa que veía embobada y era la de aquella chica. Tenía veinticuatro años y todavía no podía comenzar una conversación con alguien ajenos a sus amigos y compañeros de la universidad, tal vez su última relación no la dejaba de atormentar con recuerdos tristes y amargos.
-¿tu cámara?-le apunto a su cuello donde colgaba aquel objeto
-emm ¿Qué?-salió de aquella ensoñación
-¿no está rota?-cuestiono con preocupación mirando como la rubia la inspeccionaba rápidamente
-no. Todo está bien-le aseguro sin poder apartar la mirada de la morena que mordía su labio mientras acomodaba su cabello castaño detrás de su oreja
-debo irme-se excuso rápidamente sin saber como despedirse, solo volteo para caminar hacia las escaleras, Quinn solo vio como caminaba entre la gente, como se retiraba de aquel encuentro por culpa de su no tan ágil cuerpo, se alejaba y no sabía si volvería a verla de nuevo, un sentimiento de vacio le recorrió el cuerpo
-¡siento lo del café!-grito desde su posición ganándose una mirada por parte de la joven que solo volteo para regalarle una sonrisa caminando hacia su destino dejando a Quinn algo ajetreada por aquella situación de minutos.
Se sentó en un banco para esperar de nuevo al subte que no tardaría en llegar, veinte minutos de retraso-simplemente genial-pensó para sus adentros ordenando las hojas que anteriormente había guardado con algo de molestia en la carpeta. Aquel día no era el mejor para la puntualidad, pero si de algo estaba contenta era aquel encuentro que no dejaba de repetirlo en su cabeza, una y otra vez como si fuera una película que rebobinaba en su parte favorita, su celular la saco de su transe se trataba de Santana
-Hola-saludo con su voz algo ronca
-han llamado de tu nuevo trabajo-le aviso sorprendiendo a la rubia
-todavía no lo es-le comento
-lo que sea-la corto-no te pases por ahí, porque ha fallecido un no sé quien-le comento sin muchos detalles
-¿Qué?-dijo preocupada, a pesar de no conocer mucho a las personas de aquel lugar no le deseaba la muerte de nadie
-solo no vayas-contesto seria-ven ayudarme con la cena-le pidió con una voz más amistosa
-está bien. Parece que mi día esta encaminándose para mejor-sonrió a pesar de que su amiga no podía verla
-Ha muerto alguien Quinn-le recordó haciendo que la rubia rodara los ojos
-lo sé, no me refería a eso. He conocido a alguien-susurro con algo de vergüenza, saliendo hacia el exterior de la estación de subte
-¿Qué? ¿Dónde? ¿Cómo?-pregunto apresurada revisando su casilla de correo desde su computadora, si por algo se caracterizaba Santana Diabla López era que siempre debía saberlo TODO sobre las nuevas conquistas de su amiga, tenían que ganarse su confianza de una latina algo terca a la hora de querer ser amigable
-en la estación de subte, una chica morena con una sonrisa adorable y la conocí llevándomela por delante, haciendo que volcara su café sobre su camisa-murmuro al recordar su torpeza
-entonces en ese momento le invitaste un café ¿o te abofeteo? ¿Te ha golpeado?-su amiga siempre sacando conclusiones rápidas. Si, santana le hubiera invitado el café
-no. No me ha golpeado-la freno al ver que podía seguir con sus divagaciones-tampoco le invite un café, estaba más atenta en la maldita carpeta roja que en el café, además tenía que irse-dijo con algo de decepción en su voz
-¿Cómo se llama? ¿Conseguiste su número?-cuestiono interesada
-emm…creo que se me olvido preguntarle ambas cosas-susurro viendo su poca habilidad para buscar una nueva relación, tampoco estaba desesperada pero aquella chica le interesaba y mucho, jamás había quedado tan embobada con solo ver una sonrisa
-bueno, si es el amor de tu vida te la volverás a cruzar-le indico tratando de levantarle el ánimo al escuchar su voz algo decepcionada. Su amiga debía encontrar a alguien, no debía seguir sufriendo con los fantasmas del pasado, con la fantasma que le robo el corazón, Marley Rose una chica de un fuerte carácter que a su primera oportunidad de triunfar tomo un avión a Los Ángeles para cantar en una nueva banda que estaba por crearse, ni siquiera lo hablo con su-quien era en su momento actual novia-Quinn, solo termino la relación con un frío mensaje de texto y desapareció de Nueva York, meses de lagrimas y dolor paso aquella rubia que ya no ponía empeño en entablar una conversación que podría terminar en una nueva relación amorosa.
-lo mejor será seguir ocultándome en el departamento con Nicole Kidman y Ewan McGregor y montones de palomitas-rió por su absurda idea
-no seas testaruda Quinn. Sé que vas a encontrar alguien que te haga feliz-le confesó su amiga generando una sonrisa en la rubia, era tan difícil encontrar ese estado amable en su amiga-ahora solo ve a ver si esta reparada tu chatarra, apúrate-le indico cortando la llamada con una sonrisa de satisfacción de no haber mostrado de mas su lado amistoso y amable, Quinn solamente rió por aquella acción de su amiga y luego recordó con molestia que llamo a su auto ''chatarra''
Camino en busca de un taxi, luego de unos diez minutos encontró alguien que paro a su disponibilidad. Al llegar al taller solo entro viendo al fondo su auto donde un chico debajo del mismo debía de estar arreglándolo, al sentir su presencia el joven salió de allí para mirarla con una sonrisa
-hola-saludo con nervios en su voz
-eres la dueña del auto ¿verdad?-se levanto limpiando sus manos engrasadas con un trapo que guardaba en un bolsillo de su pantalón azul
-sí. Parece que te está dando trabajo-murmuro
-no tanto, para mañana en la tarde estará más que listo-le respondió con certeza
-entonces vendré mañana-respondió para retirarse por donde había llegado
-mi nombre es Finn Hudson-le comentó haciendo sonreír a la rubia
-interesante-susurro sin darle importancia mientras salía al exterior en busca de un nuevo taxi que la llevara al supermercado, antes de llegar al departamento debía tener todas las provisiones para aquella cena misteriosa de su amiga Santana.
-bueno. Debes enseñarme hacer eso-apunto la latina al bol azul donde la rubia mezclaba las verduras
-no es tan difícil, solo necesitas paciencia y no ser tan patosa en la cocina-se burlo recibiendo una mirada molesta de su amiga
-¿crees que estoy bien así?-se levanto del pequeño banco dando una vuelta sobre su eje para mostrarle el vestido, que parecía pintado en su piel. Estaba perfecta aquella noche
-Estas más que bien San-le aseguro con una sonrisa la rubia-bien, ahora dime ¿Qué es esta cena tan misteriosa?-le cuestiono lavando los utensilios que había utilizado preparando la cena. Desde que había llegado del supermercado mantenía en secreto el motivo de la cena.
-es una sorpresa, solo te adelanto que vas a conocerla-le indico caminando hacia el comedor mientras se sentaba en el sillón negro de cuero frente a la televisión
-¿conocerla?-susurro algo confusa siguiendo a su amiga-acabo de preparar la cena para tu novia ¿cierto?
-si-murmuro haciendo zapping con el control remoto mientras ni siquiera prestaba atención a la pantalla frente suyo
-no puedo creerlo. ¿Porque no me dijiste?-se quejo la rubia
-quería que fuese sorpresa
-eso significa que debo irme en la noche-murmuro para si misma siendo escuchada por la latina
-no. Puedes quedarte si quieres ¿no tienes que estudiar?
-no. Los exámenes son a final de mes, hay tiempo-le aseguro sentándose a su lado-por eso tantos nervios-sonrió haciendo sonrojar a la latina
-siempre lo logra. ¿Segura que estoy bien? si no le gusta la comida, le digo que tu cocinaste-bromeo haciendo que la rubia la mirara molesta
-seguro se enamora de MI por lo buena cocinera que soy-contraataco sintiendo como Santana le daba un leve golpe en el brazo-voy a avisarle a Kitty que voy a salir con ella-espeto tomando su celular mientras escribía un mensaje de texto rápidamente al celular de su amiga
-no tienes que hacerlo-se apresuro a decir, no quería que por su culpa debiera cambiar sus planes
-ya está hecho-sonrió siendo interrumpida por el sonido del timbre
-¿cómo me veo?-pregunto rápidamente mientras se levantaba arreglando el vestido
- te ves perfecta-le respondió con convicción y es que así lo estaba-voy a revisar la ensalada-dijo dando una excusa que le hizo gracia a su amiga
-no creo que las verduras se escapen-bromeo caminando hacia la puerta con decisión, suspiro por última vez antes de abrir la puerta blanca
-Hola-saludo con algo de timidez al ver como abrían la puerta viendo el rostro maravillado de su novia-estas hermosa-la alago con una sonrisa coqueta
-tú te ves…eres hermosa-dijo convencida volviendo en sí, regalándole un beso fugaz en los labios
-traje vino-le enseño la botella en una pequeña bolsa
-no tenias porque-tomo la bolsa en una de sus manos-ven pasa. Mi amiga está en la cocina-la invito cerrando la puerta para luego tomarla de la mano caminando hacia la cocina donde la rubia revisaba por décima vez el bol de las verduras-Quinn, ella es Rachel Berry-la presento viendo como su amiga lentamente se daba la vuelta para enfrentarse a la nueva novia de su mejor amiga
Quinn se dio la media vuelta con su vista lentamente subiendo por las manos entrelazadas de ambas hasta llegar a verlas, a verla de nuevo con esa sonrisa que ahora ya no era tan hermosa como en la mañana, nuevamente la veía con su pelo suelto por los hombros y sus ojos color chocolate. La morena se sorprendió de ver a Quinn que solo se acerco lentamente para tenderle la mano con nerviosismo
-Quinn Fabray, un gusto Rachel-se presento sintiendo la mano cálida de la morena aferrándose a la suya, un escalofrío recorrió su espalda volviendo a perderse en aquella sonrisa que le entregaba la morena
-un gusto Quinn-susurro con su voz temblorosa soltando la mano de la rubia para volver al gesto de su primer encuentro, esa mordida en su labio inferior y su pelo acomodado tras su oreja
-''Si es el amor de tu vida te la volverás a cruzar''-la rubia no dejaba de repetir aquella frase en su cabeza, torpe Santana con aquellas palabras sabias que levantaban su ánimo. Aquel encuentro con esa joven no había sido suerte sino la torpeza más grande que había cometido.
Quinn respiro al pensar que no le invito el café.
-cenamos-interrumpió la latina mientras destapaba el vino que la morena había traído para el deleite de la cena. La primera cena con su mejor amiga y su nueva novia.
Ni Glee ni los personajes me pertencen
