Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, sino a Rumiko Takahashi.

Kagome siente algo le falta a su vida; extraños sueños, vagos recuerdos y un vacío que no sabe por qué lo tiene. "¿Por qué no puedo ser normal? No quiero sentir estas cosas, pero cómo sacarme de mi cabeza algo... que no tiene intención de irse"

Caprichoso destino

[Capítulo 1: Mi vida]

"Vida. Es con lo que exactamente no puedo lidiar mi día a día y que me hace cuestionar una y mil veces si es que tengo algún rastrojo de ella. Siendo alguien que tiene todo lo básico para ser feliz, sonará un poco a niña malagradecida y tal vez hasta matizada de caprichosa, pero sencillamente es así.

Me llamo Kagome Higurashi, tengo 17 años, voy en último año de preparatoria y próxima a cumplir 18. Aunque no tengo muy claro qué, pretendo estudiar en la universidad algo relacionado con la biología, es simplemente fascinante si uno la estudia con un poco de dedicación (como todas las materias claro, todas tienen su magia... excepto matemáticas) Me he esforzado mucho por sacar buenas calificaciones, no es que sea una ratona de laboratorio y me coma los libros, pero me gusta ser dignamente exitosa en ese sentido. Aunque tengo mis momentos donde simplemente no quiero nada, sólo cerrar mis ojos y perderme lejos, muy lejos en algún lugar libre de urbanizaciones, como la espesura de algún hermoso bosque frondoso, la fresca hierba amortiguando mi andar y la suave brisa acariciando delicadamente mi rostro, desquitando todas mis preocupaciones y angustias... Sí que tengo imaginación ¿eh? Ni que existiera hoy en día un lugar así, pensándolo sí que puede haber, pero no creo que ninguno como ese que se viene tan vívidamente a mi mente cada vez que deseo paz. Es una de las tantas cosas extrañas que ignoro su por qué.

Ayumi, Yuka y Eri son mis 3 buenas amigas que siempre están ahí cuando las necesito, aunque a veces creo lo están demasiado, sobretodo cuando se trata de chicos, pero ya qué, las quiero mucho. Hojo es otro buen amigo, pero él es distinto porque él es sólo para mí eso, en cambio yo para él... mejor no referirme al tema, me da un poco de tristeza el no poder corresponder sus sentimientos como él quiere, pero no puedo hacerle falsas esperanzas ni a él ni a mí, sería una horrible crueldad. Y bueno, cómo ocultarlo, es la parte más importante de mi vida y trascendental, ellos me impulsan a vivir mi día a día, mi hermosa familia. A pesar de que no tengo a papá conmigo en vida, mi mamá, abuelo y hermano son lo que necesito para vivir feliz y ser... 'normal'. Esa palabra... sin exagerar progresivamente ha ido desapareciendo un poco de mi diccionario. Sí, sí dirán "típica adolescente con típicas niñerías". La verdad no diría son niñerías lo que a veces siento y pienso (no por es por ser imparcial por tratarse de mí), acepto vivir una etapa difícil, más aun siendo "mujer", próxima también a enfrentarme a desafíos que serán fundamentales en lo que seré yo el día de mañana, pero esto es algo que va más alla de eso. No preguntar mejor por qué porque simplemente es así y ya, sí es resignación al final porque para qué sacar más vuelta a algo que no podré comprender, uno de los tantos misterios de la retorcida vida. Es algo así como... una sensación que me tiene intranquila y me presiona el pecho, que conciente e inconcientemente tengo metida en mi cabeza, pero, sin embargo, no puedo dilucidar. No tiene ni pies ni cabeza, pero me atormenta tanto que ya no sé si será propio de mi adolescencia o si estoy padeciendo algún tipo de locura. De verdad espero algun día pueda vivir en paz y tranquila, de hecho debería ser así porque lo creo tener todo, aunque en algún momento de mis 15 años que mi vida se tornó bastante ambigua..."

- ¡Kagome, hija la cena está lista!

El grito de su madre desde el piso inferior la sacó abruptamente de sus pensamientos y perdió el hilo rápidamente de lo que escribía.

- ¡Está bien, ya bajo mamá!

Y así la jovencita pelinegra cerró su diario soltando un suspiro agotado y cerró sus ojos. Se estiró perezosamente en su silla de escritorio soltando un gran bostezo y se levantó aplaudiendo entusiasmada oliendo los deliciosos rollos con verduras tan propios de su mamá, y bajó rápidamente las escaleras.

- Sip, son estos momentos los que yo llamo vida- se sentó enérgicamente en su puesto de siempre en la mesa y les regaló una sonrisa a todos la cual se ensanchó al ver toda la comida preparada cuidadosamente puesta.

- Vaya Kagome, parece que estás de buen humor- acotó Sonomi, su madre, y sonriendo le sirvió 3 rollos en su plato de la sartén- Sé que te encantan, son tu premio por haber sacado tan buenas calificaciones. Espero sigas así, hija- le regaló un beso y repartió la comida a los otros comensales.

- Gracias, mamá- agradeció sinceramente la pelinegra. Mamás como ella sabía en verdad pocas habían.

- A propósito de rollos ¿les he contado la historia de los pergaminos sagrados que recuperé de las basuras del templo? Son una reliquia bastante interesante que no podía desperdiciarse por ningún motivo- dijo el abuelo seriamente, pero con ese brillo en los ojos que lo caracterizaban cuando iba a comenzar a relatar alguna muy larga historia.

Las dos mujeres rieron nerviosamente y se metieron a la boca un rollito cada una.

- Abuelo, creo que yo no la he escuchado- dijo inocentemente el hermano de Kagome, Sota, quien a sus 13 años aún gustaba de escuchar las historias locas de su abuelo. Pasó por debajo de la mesa disimuladamente un trozo de carne y se lo dio a su gordo gato, Buyo- ¿Podrías contármela?

- ¡Claro querido nieto!- carraspeó un momento- Todo empezó hace 500 años...

La joven suspiró un momento, pero finalmente sonrió admirando a su familia.

- Cómo no sonreír con ellos- vio a su hermano escuchando atentamente a su abuelo, quien se había subido a la silla haciendo gestos con la mano a medida que hablaba- Sin ellos no sé qué haría...-Su madre reía jovialmente al ver a su padre haciendo tal espectáculo- Extraño mucho a papá, pero sé que él siempre me acompaña- Su ceño se frunció un poco y miró hacia el legendario árbol sagrado con un atisbo de tristeza- Entonces, ¿por qué siento esto en mi interior?

- Kagome, querida ¿pasa algo?- preguntó su madre preocupada al ver el semblante de la pequeña Higurashi.

- ¿Eh? No, no pasa nada, mamá- afirmó con convicción Kagome para no preocupar a su madre- Son sólo tonterías, ya sabes...- rió nerviosamente- ¿Por qué no disfrutamos de la deliciosa comida mejor y nos reímos del abuelo?

- Está bien, hija- dijo la mujer luego de reír un poco- Pero ya sabes que yo siempre estaré ahí para escucharte, cariño.

- Mamá...- dijo con ternura en un susurro- No quiero preocuparla más. Sí mamá, muchas gracias- le regaló una sonrisa y pinchó entusiasmada muchas verduritas- ¡A comer se ha dicho!- y literalmente comenzó a devorar la comida que preparó su madre y rió luego a carcajadas con su madre, que después se les contagió al resto de la familia.

Luego de haber difrutado todos, se dieron la despedida de las buenas noches y se retiraron a sus cuartos, excepto Kagome quien se ofreció a lavar los platos sucios. Unos minutos después subió al baño a lavarse los dientes, se dirigió a su pieza y se puso su pijama, dispuesta a dormirse se metió a su cama. Sin embargo, la tristeza volvió a embargarla.

- ¿Por qué no puedo ser normal? No quiero sentir estas cosas, pero cómo sacarme de mi cabeza algo... que no tiene intención de irse- escondió su rostro en su almohada y con una mano la apretó fuertemente. Su corazón latía rápidamente- ¿Qué me está pasando?- se dijo para sus adentros, y pocos minutos después se quedó profundamente dormida.