Disclaimer: Hajime Isayama ©


Resumen: Ellos odian al otro sin conocerlo. Se encuentran, y, a base de mentiras logran estar juntos, ambos tratando de llevar una vida que no es real, amándose sin saber la verdad que ambos ocultan. Levi no quiere cuentas con ningún alfa, Eren odia a los omegas. *EreRi* *Omega!Verse*

Clasificación: M

Advertencias: [Omega!Verse] [EreRi] [Varios temas fuertes] [Sexo explícito entre hombres]

Género: Romance y Drama

Aclaraciones: Eren y Levi cuentan con la misma cantidad de años.


Dedicado a mi mejor amiga :3
Te amo


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Naturaleza despreciable

By;

~ Tomato-Chan NS ~

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Prologo

—Una década atrás—

(Francia)

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La primera vez que le pasó a Levi solo contaba con trece años.

Un fuerte dolor que le recorría el abdomen lo despertó a media noche. Las lágrimas tomaron posesión de sus ojos, derramándose por las mejillas como cascadas, haciendo ver que estaba frágil ante ese inminente dolor. Sentía que le estaban batiendo todos sus órganos internos en una licuadora con cuchillas afiladas, al tiempo que le halaban el resto de sus entrañas, logrando hacer que sus partes íntimas ardieran de forma insoportable. Su pene parecía ser halado con fuerza, como si quisieran arrancárselo, al tiempo que sentía su ano irritado, como si le hubieran enterrado unas uñas en el interior y luego jalado hacia abajo.

Recuerda que con su voz desgarrada por el dolor, llamó a su madre en un fuerte grito lleno de terror y sufrimiento.

Krushel había saltado de su cama, horrorizada por el tono utilizado por su hijo. Ella corrió hasta la habitación de Levi, abriendo la puerta de un tirón, encontrándose con la imagen más perturbadora de su vida.

Su pequeño Levi, generalmente tranquilo y serio, tenía el rostro más pálido de lo normal, sus ojeras estaban completamente negras y una mueca de dolor parecía querer desfigurarle la cara. Su cuerpo estaba empapado de sudor frío, —por lo que pudo apreciar al colocarle una mano en la frente—, además de que estaba hirviendo en fiebre.

El chico tenía las rodillas contra su pecho mientras los interminables sollozos salían por su boca.

—¿Qu-Qué te duele?—preguntó con tartamudez, poniéndole unas frazadas por encima de la cabeza a su pequeño.

Cuando Levi la miró, con sus ojos azules desorbitados por el dolor, ella se estremeció.

—Siento que me están matando por dentro.

Entonces ella reparó en algo que no había caído en cuenta, el olor de la habitación. Olía a celo. A celo concentrado y putrefacto. Repelente. Tan abrumador que la hizo sentir nanceas. Frunció el ceño.

—Vayamos al hospital.

Sin importarle nada, ni siquiera estar solo en camisón y despeinada, tomó a su hijo en brazos —era tan pequeño que podía cargarlo con facilidad—, bajó las escaleras casi corriendo tomó las llaves del auto y se fue directo al hospital.

—¿Qué es lo que tiene mi niño?—preguntó a la doctora que lo había atendido—. ¿Qué le pasó a su celo?

Levi estaba sentado a su lado, con su pequeña cabeza acostada en su hombro, medio dormido por la anestesia y los fármacos supresores que le habían dado.

La doctora suspiró.

—… Esto suele pasar, no mucho, pero suele pasar en alguno de los primeros celos de ciertos omegas. A usted no le pasó así en su primer celo, ¿verdad?

Krushel negó con la cabeza, atenta a lo que la doctora estaba diciendo.

—Vale. Entonces no fue hereditario—murmuró para sus adentros.

La doctora acomodó unos papeles, sin despegar la vista de los personas frente a ella.

—Esto ocurre, normalmente, porque los cuerpos de los omegas se adaptan desde que nacen, a que pueden concebir vida, pero algunos ciertos omegas viven casi en la asexualidad, o sea que pese a que huelan como omegas, su sexo interior no se define hasta el primer celo, que es cuando ocurre el cambio interno, conocido como el celo, todo ocurre de una sola vez por tres días consecutivos. La concepción del útero a base del tejido abdominal, los óvulos y los ovarios que salen de la médula ósea por la espina, el semen se espesa, yendo hacia la otra bolsa lubricada que se encuentra en el orificio anal y que expulsa por medio de éste como lubricación natural. El pene les crece un poco, entre otras cosas. Pero esto ocurre en los omegas varones, en nosotras las féminas ocurre algo un poco más distinto.

Krushel asintió, comprendiendo.

—¿Entonces, lo único que le va a pasar a Levi es eso por tres días, y luego podrá seguir su vida de una forma normal?—preguntó con una sonrisa un tanto aliviada.

Sonrisa que se le esfumó de a poco al ver como la doctora tomaba una placa y la ponía en la pantalla luminosa que se encontraba al lado del escritorio de madera.

—Lamentablemente su hijo no es uno de esos casos—le dijo con pesar.

Levi la miraba atentamente pese a todo lo drogado que se sentía.

—¿Ve esto de aquí?—preguntó la doctora señalando un punto de la radiografía de Levi.

Krushel entrecerró los ojos.

—No sé lo que es…

La doctora asintió sabiendo de antemano esa respuesta.

—Levi tiene el útero, los óvulos dentro de sus ovarios, la bolsa con el lubricante, y el resto de las cosas que conlleva ser un omega, como las feromonas, y esas cosas…

—¿Entonces cuál es el problema?—preguntó Krushel, impaciente.

—El problema es que Levi tiene todo desde que nació. No había ninguna excusa para que su celo fuera de esta manera, hasta que vemos la última posibilidad, que es la más… em… problemática de todas.

Levi apretó el ceño.

—¿A qué se refiere?—preguntó en un susurro adormilado.

La doctora frunció los labios.

—Levi, eres una clase de omega del cual solo ha habido pocos registros antiguos. Tu cuerpo es más fiel que el de un omega estándar.

—Fiel… ¿Fiel a quién?

—A un solo alfa. Tu cuerpo ya sabe quién es tu pareja, a quién es el único que va a querer. Rechazará a todos los demás alfas u betas que se te vayan a acercar con dobles intenciones. Tu cuerpo te torturará cada tres meses, con los mismos dolores, porque no has encontrado a tu alfa. Crearás un rechazo hacia los demás casi de forma inconsciente, detestarás a los omegas solteros, tu cuerpo creerá que solo quieren hacerse con tu alfa. Nunca podrás masturbarte, te dolerá. No tendrás un orgasmo hasta que sea con ese alfa. Si acumulas semen, éste saldrá pero sentirás como si tu uretra se quemara en cada expulsión… Porque tu parte omega creerá que le estás siendo infiel a ese alfa.

Levi frunció aún más el ceño con los puños apretados, mientras que Krushel estaba en shock.

—¿O sea… que mi vida se arruinó por un… estúpido alfa… que tal vez ni siquiera conozca en mi puta vida?—gruñó con los dientes apretados.

Krushel ni siquiera lo regañó por el vocabulario, solamente lo abrazó, apretando los labios para no soltar un sollozo.

La doctora asintió, algo apesadumbrada por el chico, luego miró a los dos omegas frente a ella.

—Pero hay algo que podemos hacer para lograr controlar eso un poco…. Pero solo si estás dispuesto.


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(Alemania)

A Eren le sucedió al mismo tiempo, pero de una forma diferente.

Tal como Levi, estaba dormido, su cuerpo teniendo un sueño extraño pero pacífico.

En ese momento comenzó a sentir contracciones dolorosas en su parte baja. Se levantó desorientado, con el ceño levemente fruncido por el dolor. Sentía la humedad escurrirse por sus piernas, y el dolor que iba creciendo de manera rápida. Con curiosidad se destapó las sábanas, para así poder ir al baño, pero cuando se destapó fue que vio la gran mancha de sangre espesa y pegajosa que lo cubría de la cintura hacia abajo, seguida de un fuerte tirón en su entrepierna que parecía quererse partir en dos en ese momento.

El grito de terror fue suficiente para despertar a sus padres, por suerte ese día Grisha no se encontraba en el hospital.

—¡Eren! ¡¿Qué pasó?!—Carla fue la primera en atravesar la puerta de la habitación de su hijo, quedándose paralizada al verlo con la mancha de sangre cubriendo las sábanas y el pantalón azul de su pijama.

—Dios…—susurró Grisha con el ceño fruncido, como doctor sabía de antemano que era lo que significaba aquello, pero no por eso era menos chocante.

—M-Me duele…—dijo Eren, con gruesas lágrimas en los ojos, mientras señalaba su entrepierna erguida, quién expulsaba chorros de sangre mezclada con semen y orina.

Carla caminó hacia donde estaba él, pero Grisha la detuvo.

—Si te acercas te hará daño.

Carla lo miró de forma interrogante.

—¿Eh?

—Eren es un Alfa puro, de ahora en adelante odiará a todos los omegas y alfas, incluyéndonos.

—¿Qu-Qué?—preguntó Eren, con temblores recorriéndole todo el cuerpo—¿P-Por qué?—preguntó de nuevo.

Grisha lo miró fijamente.

—Hasta que no encuentres a tu omega, estarás destinado a ser infeliz por el resto de tu vida. Nos odiarás por envidia, al nosotros tener lo que tu alfa tanto desea.

—¡No quiero! ¡No quiero odiarlos! ¡No!—sus ojos se volvieron color dorados de la rabia, demostrando su ira, e impotencia ante ese hecho. Mostrándose, comenzó a gruñir, sus colmillos se alargaron, sus uñas de igual forma se endurecieron. Rasgó las sábanas en medio de una rabieta, hasta que el grito por parte de su alfa padre lo dejó en su lugar, con la respiración agitada, mirando a su progenitor con los ojos desorbitados de la rabia.

—Si no quieres… podemos mantenerlo controlado. Pero…


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—Deberás ocultar quién eres—, susurró Eren en medio de su departamento, mirándose al espejo, terminándose de arreglar para salir a dar un paseo.

Deseaba distraerse un poco, la semana en el pequeño taller de mecánica en donde trabajaba lo tenía con mucho estrés. Demasiados carros que arreglar en tan poco tiempo, por una paga mediocre, pero que al menos le daba para vivir cómodamente en su —no tan grande— departamento y poderse dar un par de lujos como salir a comer fuera algunas veces.

Al terminar de arreglarse, se colocó el gorro de lana que le cubría las orejas y que solo dejaba varios mechones de su cabello a la vista. Por la frente, las mejillas, y parte del cuello. Se dirigió a la pequeña cocina de su departamento, abrió una de las gavetas y tomó de su paquete diario de pastillas las seis correspondientes para mantener su naturaleza de alfa a raya, y que su olor se pusiera como el de un beta.

Se las pasó por la garganta sin agua por costumbre.

Entonces tomó las llaves de su departamento y salió, cerrando a sus espaldas.

Había caminado unas cuantas calles distraído con la nieve que caía a su alrededor, cuando se tropezó con alguien, haciendo que ambos cayeran al suelo, y que la otra persona con quién chocó se le cayeran varias carpetas con dibujos al suelo. Eren rápidamente se dispuso a ayudarlo.

—¡Disculpe! ¡Fue mi culpa! ¡Lo siento! ¡Lo siento!—soltó de manera atropellada, y rápida, organizando las carpetas de forma rápida con sus grandes manos.

—No tiene por qué disculparse tanto—dijo el otro con un acento francés demasiado marcado, hablando lentamente el alemán, como si aún no dominara del todo el idioma, y probablemente así fuese—. Después de todo también era mi culpa, yo iba corriendo también.

La formulación incorrecta de la frase terminó por confirmar que era extranjero, y le resultó adorable. Al terminar de recoger, junto a una pequeña mano blanca, las carpetas, se las fue a entregar y alzó la vista en ese momento, encontrándose con un ángel de clara mirada azul, que casi florecía por la tenue luz dorada que se colaba por entre las nubes llenas de nieve. Sintió sus mejillas arder.

—T-Toma—tartamudeó Eren, entregándole las carpetas, levantándose e ofreciéndole la mano a ese chico.

Levi tomó la mano que Eren le ofrecía, poniéndose de pie de manera elegante.

—Emm… Gracias—susurró de nuevo marcando mucho su acento—Yo, em, tener que irme. Am, adiós, y… perdón por haber… uhm, tropezado.

Eren le sonrió de forma grande, dejando a Levi con el corazón algo agitado, pues a Eren se le habían marcado dos coquetos hoyuelos en las mejillas.

—No hay de qué, y no se preocupe, no tiene que disculparse—se apresuró a decir, sin dejar de mirar esos lindos orbes azules—¿Podrías decirme tu nombre?—preguntó remarcando su sonrisa, dejando un poco al otro sin aliento.

Levi tardó un poco en comprender y asintió al hacerlo, con sus mejillas adquiriendo un leve tono carmín de a poco.

—Levi—el nombre francés dicho con ese acento le provocó a Eren cosquillas en el vientre—¿Tú?

Eren le sonrió.

—Soy Eren—le tendió la mano en forma de saludo—. Un gusto.

Levi la volvió a tomar, sacudiéndola levemente.

—Igual—iba a decirle algo más pero una voz a sus espaldas lo cortó.

¡Leeeeeviiiiiiii!—gritó una chica a lo lejos.

Levi suspiró.

—Adiós. Me tener que ir. Gusto el conocerlo—le hizo una pequeña reverencia, dando media vuelta y yéndose de allí en dirección hacia la chica de anteojos.

Eren sonrió cuando el olor de Levi lo golpeó.

—Es un beta… Un beta soltero y muy lindo.


Aclaración: Levi habla de esa manera porque está recién aprendiendo el idioma. (En lo personal yo ano cuando pasa eso, ¡se escuchan adorables!) *O*


Nota: Bueno, aquí mi nuevo fanfic. :4 Uno de los que tengo preparados, y, por lo menos yo creo que no va a ser tan largo —no soy buena con los fics largos :2—. En fin, éste es uno de los más recientes en los que estoy trabajando, pues el otro que he hecho antes que éste —que aun no está publicado—, necesito arreglar muchas cosas que no me convencen del principio :2 —odio mis principios, son sosos D':—, so que cuando ya tenga éste más adelantado, y el de Eighteen years old también pues posiblemente lo coloque, pero solo si logro arreglar la asquerosidad del principio que es crucial XD

Pero con el tema de éste fic;

. ¿Desean continuación?

Si es así pues, más adelante les explicaré lo que sucede con Levi y con Eren de una forma mejor :5 ¡Lo prometo! C':

¡Oh! Debo aclaras una cosa antes de despedirme del todo; este fic es clasificación M pero no va girar en torno al sexo en sí. Es más por la temática del comienzo y, es verdad que va a tener sus momentos de calentura y todo pero no va a ser todo chacachaca X'D... ¡O eso espero! ¡Si alguna vez me ven desviándome de buen camino(?) me avisan! =3 ... ¡Que soy muy fácil de distraer cuando se trata de relatar una buena escena sexual! —se muere al decir la verdad—.

Ahora sí me despido. ¡Les amo!

Y espero que hayan disfrutado de la lectura.

¡Bye!

PD: Creo que lo colocaré en Wattpad también =3


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