Disclaimer: Los personajes de Hetalia no me pertenecen, sino a su autor Hidekaz Himaruya-sama, este fic lo hice sólo y únicamente como diversión.
Parejas: RusiaxMexico, kesesee
Aclaraciones y Advertencia: Este fic contiene YAOI, Lemon, mpreg, rape, angustia (para Alfred XD), y lo que se me vaya ocurriendo, kesesesese.
Secuela de Risorgimento
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Revelaciones
Capítulo 01.- Los hijos de Atlántida
Atlántida sonrió nuevamente, se colocó a un lado de la puerta y dijo: Ya pueden salir. Al instante, tres personas aparecieron, vestidas con ropas tradicionales de Mesoamérica. Al verlos, los latinos comenzaron a llorar; no podían creerlo, ¡debía ser un sueño!
—Han crecido mucho, Kokone —dijo uno de ellos sonriendo.
—Esto debe ser una broma —habló España, ganándose la atención de los presentes —. Azteca, Maya e Inca.
Los aludidos miraron al ibérico; sus ojos se volvieron rojos al instante.
—Tú, Khuchi Mich'a —dijo Inca antes de lanzarse contra España, golpeándolo en el rostro con el puño cerrado.
—¡Papá! —exclamaron los latinos y los mellizos a la vez. Sin embargo, eso no detuvo a Inca de seguir golpeando al español. No fue hasta que Alemania y Prusia lo separaron del castaño, quien tenía un labio roto y seguramente se le hincharía la cara.
—Ankuwillka —lo llamó Argos con desaprobación —, tranquilízate. Y eso también va para ustedes, Itzayana y Cintéotl —dijo, al ver que ellos también parecían estar a punto de atacar a España.
Atlántida suspiró, no sabía que pasaba con sus hijos para que se comportaran así, pero estaba dispuesto a averiguarlo.
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Argos condujo a sus hijos hasta su oficina; le había resultado muy difícil convencer a sus nietos y a los demás de permitirle hablar con el trío.
Los latinos estaban tan ansiosos de estar con sus padres que ellos tuvieron que prometerles contarles cuentos como cuando eran niños.
Los tres hermanos inspeccionaron la habitación con la mirada; era bastante amplia con un gran ventanal que aprovechaba toda la luz del día. El escritorio tenía una extraña ranura rectangular justo en el medio. Había algunas sillas acolchadas de extraños diseños y cómodos sofás. Estanterías con libros modernos junto a pergaminos antiguos.
—Muy bien. Ya estamos solos —dijo Argos tomando asiento en uno de los sofás e invitando a sus hijos a hacer lo mismo —, ¿Por qué intentaron atacar a España?
La primera en hablar fue Maya; ella quería saber que tanto sabía su padre de lo acontecido entre ellos y el español. Al atlante se le hizo extraño pero aun así contestó: lo único que conocía de la historia de sus hijos con Antonio era que éste había llegado y tomado posesión de sus casas y de los latinos.
—Eso no es del todo cierto —habló Ankuwillka ocasionando que Maya y Azteca desviaran la mirada y apretaran los puños. Los ojos de los tres ex imperios se volvieron rojos lo que tensó a Argos.
Los latinos estaban tan emocionados por el reencuentro con sus padres que prácticamente ignoraron a los otros países. Colombia, México del Sur, Venezuela, Chile y Perú prácticamente secuestraron la cocina del palacio; habían sacado a los sirvientes y pobre del que intentara ingresar. Mientras tanto, los demás se dedicaban a adornar el gran salón para la celebración de bienvenida.
—Papá, ¿Quiénes son los señores que presentó mi abuelito Argos y porque mi mamá y mis tíos están tan felices de verlos? —le preguntó Alejandro a Rusia.
—Ellos son sus padres —habló España a espaldas del ruso, su voz tenía un tono melancólico. El niño frunció el ceño.
—No es cierto. Mi abuelita se llama Lovino y mi abuelito Antonio.
España sintió un reconfortante calorcito en el pecho, aunque por otro lado se preocupó de que los tres imperios pudiesen hacer o decirle a Atlántida. En ese momento Temisquira ingresó al lugar; tenía una expresión seria… fría en el rostro y sus ojos destellaban por la cólera.
—España —el aludido se sobresaltó; la voz del ex reino era tan sombrío que le causó un escalofrió —… acompáñame.
—¿Asteria se encuentra bien? —cuestionó Rusia tan confundido como el castaño y Nicolai. La amazona no respondió, en su lugar, tomó al ibérico del brazo y lo jaló obligándolo a seguirla.
—¿Papá? —Rusia le pidió a su hijo que se quedara con su madre y lo ayudara con los preparativos, el niño no muy convencido asintió con la cabeza.
Iván siguió a la amazona y al español sin que ninguno se diera cuenta. Al llegar a la oficina de Argos; Temisquira arrojó a Antonio al interior entrando después y cerrando la puerta.
Rusia se acercó, colocándose al lado del umbral y agudizó el oído.
—Tú, cerdo miserable—dijo Argos antes de golpear a Antonio en el rostro con tal fuerza que terminó en el suelo —¡¿Cómo te atreviste a tomar a Cintéotl y e Itzayana en un lugar sagrado? ¡¿Cómo fuiste capaz de abusar de ellos?
España no tenía idea de lo que estaba hablando, era cierto que tomó a Cintéotl a la fuerza pero nunca lo hizo con Maya ni mucho menos en un lugar sagrado.
Maya, Inca y Azteca miraban impávidos como su padre golpeaba a Antonio, al igual que Asteria que estaba ansiosa de golpear al español de la misma forma que lo estaba haciendo su amigo. Llegó un momento en que la brutalidad del atlante fue tal que Rusia ingresó en la habitación para defender al castaño.
—Basta —dijo poniéndose entre Atlántida y España. Los tres mesoamericanos lo miraron con odio.
—¿Quién eres? ¿Cómo te atreves a entrar sin ser invitado? —habló Ankuwillka mirando a Rusia con desdén.
—Es el esposo de Ahuízotl* —respondió Temisquira.
—¿De mi hijo? —cuestionó Cintéotl entre molesto e indignado —, ¿mi hijo se casó con un chontali*.
—Iván, esto no es tu asunto, te pido que te retires —habló Argos lo más calmado que pudo —. Más tarde te daré todas las explicaciones que desees.
—Rusia no puede permitir que Atlántida cometa un error, da —sentenció sin moverse un solo centímetro —. México se enojará con Rusia si deja que lastimen a su papá, da.
Ese comentario hizo enfurecer a Azteca.
—¡Ellos son mis hijos! —gritó Cintéotl encarando a Rusia —, tú no eres nadie para interferir… ¡vete ahora o te mataré!
Pero Iván no se movió, al contrario, miró al atlante diciéndole que si lastimaba a Antonio, sus nietos no lo perdonarían y con seguridad habría represalias por el hecho; Atlántida suspiró tratando de calmarse; le pidió a Temisquira que se llevara al español a la enfermería para que curaran sus heridas, las protestas no se hicieron esperar, por lo que Argos tuvo que pedirle a Iván que lo dejara a solas con sus hijos.
Los tres ex imperios mesoamericanos estaban indignados con lo sucedido, ¿Quién era ese tipo?, ¿con que derecho se metía en sus asuntos?¿Porque su padre lo tenía en tan alta estima?
Argos les contó con paciencia quien era Rusia por que le tenía aprecio y había cedido ante a él. Los tres se sintieron tan fuera de lugar.
Las cosas ya no eran como cuando ellos existían como imperios; sus hijos ya eran grandes naciones, tenían familias, amigos, una vida… ellos tan solo eran intrusos sin derecho a interponerse; ese pensamiento causó en los tres un gran odio, España les había arrebatado todo lo que amaban.
—Comprendo cómo se sienten —dijo Argos con una mezcla de odio y dolor —. Quisiera arrancarle el corazón a ése mal nacido pero… el mundo actual ya no es como lo recuerdan.
Argos les pidió que no intentaran nada contra España pues eso afectaría directa o indirectamente a los latinos, a regañadientes aceptaron, sólo porque no querían que sus hijos supieran la verdad.
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Brasil observaba como sus primos terminaban los preparativos, con él se encontraba Portugal quien estaba preocupada por su hijo.
—¿Qué sucede mi niño? —le preguntó Portugal preocupada. Brasil estaba feliz por sus primos, pero se sentía un poco fuera de lugar; desde el principio fue así, no compartía mucho con los otros latinos, ni siquiera estaba seguro de poder llamarse así, el nació en la selva, su madre fue una tribu guerrera que luchó hasta las últimas consecuencias para proteger su casa y a él.
—Tal vez ella aparezca pronto, al igual que lo hicieron Inca, Azteca y Maya.
—¿La extrañas? —le preguntó Brasil a Portugal, ella sonrió y asintió con la cabeza; había amado a la madre de Luciano más que a la misma vida.
España apareció poco después con una bandita en el rostro, cuando sus hijos le preguntaron que le había pasado, éste mintió diciendo que tuvo un pequeño accidente. Después llegaron Rusia, Argos y sus hijos. Los tres antiguos imperios vestían esplendidos trajes de sus casas; estaban ataviados con exquisitas joyas de oro; Cintéotl llevaba un penacho sencillo con tres plumas de papagayo.
Itzayana se acercó a sus niños abrazó a Guatemala y a Honduras, besó en la frente a Belice y a el Salvador lo acunó entre sus brazos:
—Mis preciosos niños, como han crecido —decía con voz cantarina.
Los dos mexicanos se acercaron a Cintéotl con Rusia y Nicolai.
—Ahuízotl, Sac-Nictéc —dijo Azteca antes de abrazar al mexicano como si su vida dependiera de eso.
España observaba desde una esquina como sus hijos se reunían con sus verdaderos padres, de vez en cuando sentía sobre él las miradas glaciales de Argos, los mesoamericanos y de Asteria, Antonio, suspiró pesadamente, se sentía realmente incomodo.
Cintéotl e Itzayana se encariñaron inmediatamente con Nicolai, especialmente el azteca que no lo soltaba, la maya llenaba de mimos al niño que pronto también se encariñó con sus verdaderos abuelos.
Desde una esquina, Argos observaba a sus hijos, nietos y bisnieto convivir, era una escena realmente hermosa, pero el viejo imperio no podía evitar pensar en los motivos a los que debía agradecer tal regalo, pero, ¿era algo bueno o malo? ¿Debía preocuparse?
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Ya era más de media noche cuando todos se fueron a dormir. Azteca había pintado su cuerpo para lucir como un jaguar, tomó el cuchillo de obsidiana que extrañamente aun conservaba; salió por la ventana de su habitación para perderse en la noche.
Esa noche, Iker y Alice habían rogado a sus padres para dormir con ellos pues los tres imperios les causaban miedo (aunque Alice no lo admitiera). Los mellizos dormían entre sus padres, disfrutando de la protección que les brindaban.
Azteca penetró en el lugar sin hacer ruido, se acercó a la cama donde dormía la familia ajena a las intenciones del antiguo.
Cintéotl sacó su cuchillo, la luna se reflejó en la hoja dándole un brillo siniestro. Se preparó para clavarla en el pecho de España, dispuesto a sacarle el corazón y consumar su venganza, pero…
Continuará…
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Ahuízotl: Es el verdadero nombre de Pedro.
Sac-Nictéc: Nombre verdadero de María.
Chontali: Extranjero en náhuatl.
Espero les gustara el primer capítulo de la secuela!
