Hubiera

Por Tlacuilo

Una más de las celebraciones de Shin Makoku que él -a pesar de todos los discursos y clases de historia que tomaba con Gunter- no lograba recordar, y no es como si pudiera ir por ahí y preguntarle a cualquiera ¿que se celebraba? púes sabía que habría una reprimenda por su poco interés en la historia del país que reinaba. El Maoh caminaba con paso veloz hasta su única esperanza... su hija Greta y es que en esas ocasiones agradecía que ella no lo fuera genéticamente, pues eso sería una condena de falta de memoria de los Shibuya -en realidad solo de él-, por lo que Yuuri llegó hasta la puerta de la habitación y tocó con suma urgencia, pues los nobles del consejo ya estaban por llegar y a ellos se les unirían más tarde invitados de varias partes del mundo, ese era un beneficio del gobierno del Demonio Pacificador, que sus aliados eran cada más.

Una chica de doce años y con la apariencia de flor a punto de emerger abrió y sonrió al hombre frente a su puerta.

‒Padre ¿Que pasa? ¿Por que no estas listo?

‒Greta cariño...

‒¿Si?

‒... ‒El moreno pensó una manera poco humillante para preguntar, pero la adolescente no en vano había vivido tanto tiempo con él.

‒No sabes que se celebra hoy ¿verdad? ‒El moreno negó.‒ Hoy padre es el día en que tú derrotaste a Shoujo... ya han pasado diez años.

‒¡Oh!... eso.

‒Tal vez para ti no signifique mucho, pero para los mazokus es importante y es como el inicio de tu reinado.

‒Bueno... entiendo y te agradezco; si Wólfram se enterara me matari...

-No. Se que eres un verdadero desastre con las fechas y que el poco cerebro que tienes lo usas buscando formas de serme infiel... ¡Henachoko!

Un aura calorífica rodeaba al demonio rubio, que miraba a su prometido tratando de esconderse atrás de su hija.

‒Vamos Wólfram no te molestes, que dejaras hecho un desastre tu traje y no habrá tiempo de arreglarlo antes de que lleguen los de las diez familias.

Sonreía la chica y jalaba a su otro padre lejos de un muy aterrado Yuuri que ya corría en dirección de su habitación para vestirse y estar a tiempo de recibir a los diez nobles, entre ellos a ese otro von Bielefeld. Unos golpes quedos le advirtieron que ya era hora, se acercó y abrió encontrándose con las facciones tranquilas de Conrad.

‒¿Heika ya está listo?

‒Yuuri...

‒Bien Yuuri ya estás listo.

‒Si Conrad ya estoy, vamos.

Los dos hombres salieron y caminaron con paso firme hasta el salón de conferencias reales. Conrad volteó hacia el Maoh y sonrió con sinceridad, en ese tiempo el adolescente que había llegada ahí se convirtió en todo un hombre y la estampa total del antiguo Yuuri cuando el poder de Maoh hacia su aparición, su cabello un poco largo se movía con cada paso que daba su dueño como si una fina brisa lo sostuviera... y a pesar de ese magnifico porte, el joven Maoh aún respetaba infinitamente a Gwendal, escuchaba a Gunter, confiaba en el propio Conrad y aún... corría despavorido de Wólfram, ciertamente algunas cosas no cambiaban y por desgracia su ahijado temía al compromiso adquirido con Wólfram o bien sus sentimientos no se definían del todo y con eso a pesar de no ser la intención del joven gobernante lastimaba al rubio, y como consecuencia natural: molestaba a Gwendal y lo desconcertaba a él. El ruido de la puerta cuando los guardias la abrieron para dar paso al Maoh captó la atención del castaño.

El protocolo continuó como se esperaba y pronto los saludos y preguntas se escuchaban en todo el salón, por lo que fue necesario llevar a los representantes hasta la sala de reuniones del consejo en donde solo Gwendal y Gunter como representantes de sus títulos estarían presentes, afuera esperaban Wólfram , Conrad y... su hijo Lyndsey.

Con la paz de vuelta al reino Del Kierson von Wincott confesó su más grande secreto y junto con el otro padre de Lyndsey se enfrentó a las habladurías y la furia de su padre al saber que el padre de su hijo no había muerto y que no solo eso si no que era hijo de la ex Maoh y amigo cercano de la familia, pero entendió que por el bien del pequeño sus padres ocultaran su ascendencia; para el niño si bien no fue tan sorpresivo si había aprovechado la oportunidad y hacía que Conrad le consintiera muchas travesuras por no estar con él durante sus primeros años y a pesar de que su papá le aclaró que su padre lo visitaba siempre que podía... no hubo poder humano -o más bien demoníaco- que lograra que Conrad no se sintiera culpable y por consiguiente consintiera a su primogénito más que al propio Wólfram -si eso era posible-, por si fuera poco Lyndsey era por lo tanto el primer nieto de Cecile y primer sobrino de Wólfram y Gwendal, resultado: El pequeño castaño contaba con cuanta ropa nueva existiera, muñecos de felpa para llenar su cuarto entero, espadas y caballo propios.

Ahora al lado de su padre ya empezaba a preguntar por que no podía estar en esa reunión.

‒Tu padre está en lugar de tu abuelo.

‒Pero yo soy también un von Wincott.

‒...

‒¿Padre?

‒Técnicamente eres un Weller.

‒¡Si lo se, pero también soy von Wincott!

Conrad giró y se inclinó hasta la altura de su hijo -no había ya mucha diferencia entre ellos- para tomarlo del mentón.

‒Lo eres, pero ya llegara tu hora ¿por que no disfrutar tu niñez? ‒El niño lo miró y sonrió radiante.

‒¡Si! ¡Iré a comer pastel con Greta!... pero ¿sabes padre?... vi una silla de montar muy bonita en el pueblo y...

Conrad sonrió y besó la cabellera de su hijo.

‒Iremos por ella mañana.

‒¡Eres el mejor!

Y con eso el chico salió corriendo hacia uno de los pasillos que llevaban al jardín donde seguramente estaría Greta. Wólfram miró a su hermano y negó.

‒Te estafó.

‒Si.

‒Sabes que no tienes que comprar su amor ¿verdad?

‒No lo hago... pasado mañana es cumpleaños de su papá.

‒¡Oh! entonces la silla...

‒Si, es para él.

‒Afortunadamente Dan hirió no era pobre.

‒...

El primer sonido salió de los labios del rubio y a este le siguieron más, la risa estalló entre los dos hermanos, si su padre no le hubiese heredado una buena fortuna a Conrad este hubiese quedado en la quiebra con su -ahora- esposo e hijo, pero valía la pena. El castaño respiró profundo y se recargó sobre la pared.

‒¿Y tú? ¿Cuando lo enfrentaras?

‒No lo se, a veces creo que eso sería contraproducente.

‒¿Por que?

‒No lo niega tan tajante como antes, pero tampoco lo acepta aún.

‒Si puedo opinar, creo que ya le diste mucho tiempo.

‒... ‒El rubio se quedó pensativo y agitó sus rizos con energía‒ Esta noche será.

Como si fuese un augurio la puerta se abrió y los miembros del consejo junto con el Maoh salieron con los pendientes resueltos y listos para ir a comer.

Por la tarde y parte del anoche los demás invitados llegaron, entre ellos el renegado Adalbert von Grantz con Hube que lo traía casi atado a la silla de montar, Gwendal se acercó a ellos y cuando Hube desmontó y se acercó a intercambiar unas frases con su primo, supieron quien había mandado por el rubio. von Volteire caminó hasta donde el Maoh conversaba con Saralegui y escuchó todo lo que le susurraba el de cabellera gris.

‒Vamos.

‒Lo llevaron al despacho.

‒Bien así es mejor. Saralegui Beryes me disculpo en un momento regreso.

‒No hay problema Yuuri, entendemos.

Los dos rubios caminaron hasta la mesa de la comida, mientras el Maoh salía con Gwendal y en el camino se les unieron Wólfram, Conrad y Gunter. Entraron y Murata conversaba alegremente con el invitado.

‒Shibuya le hacia compañía a Sir Grantz en lo que ustedes llegaban.

‒¿Compañía o más bien me estaba sacando una confesión?

‒¡¿Yo?! me confunde.

‒Gracias Murata... y bien cual es su decisión, supongo que Murata ya lo puso al tanto.

‒No entiendo por que regresarme mi titulo y tierras, ademas no es como si volver me fuera muy agradable.

‒Un reino con todos sus noble unidos y en armonía es un reino fuerte.

‒¿Y obediente?

‒¿Es mucho pedir su cooperación?

‒No lo se, aún eres un niño.

‒Soy un Rey que a luchado por su pueblo.

‒No eres ni casado

‒Estoy comprometido.

El silencio se extendió sobre el despacho, era la primera vez que Yuuri aceptaba su compromiso ante otras personas.

‒Eso no significa nada, ¿que lo detiene para seguir adelante y mostrar que respeta y sigue las tradiciones de Shin Makoku? ‒cuestionó burlón Adalbert‒ ¿O acaso el que su prometido sea hombre cambia algo? por que si estuviese en su lugar su majestad no dudaría en desposarme ‒dijo eso guiñándole un ojo a Wólfram que esquivó indignado tal gesto.

‒Mi vida privada no le incumbe von Grantz ‒respondió molesto Yuuri.

‒¡Oh al contrario Heika! me incumbe ya que usted pide que me responsabilice de mis tierras, titulo y obedezca a un Rey que no puede aceptar ni esa responsabilidad, ‒El rubio negó y se cruzó de brazos‒ No es muy lógica esa petición.

Murata recargó su cabeza en una mano y vio al hombre frente a él, esa pregunta se la había sacado de la manga y sin embrago había dado en el clavo, pero no estaban ahí para abrirle los ojos a Yuuri si no para unificar las tierras de Shin Makoku.

‒¿Si ese no fuera el caso usted aceptaría regresar? por que el Maoh se casará pronto.

‒... Podría pensarlo... claro ‒No recordaba que el Daikenga no caería tan fácil en su trampa.

‒Bien, pues no se hable más bienvenido a Shin Makoku, Adalbert único heredero de feudo von Grantz.

Y este solo pudo rodar los ojos ante la aplastante presencia del Maoh ofreciéndole su mano con su gran sabio detrás de él apoyándolo y por supuestos con los hijos de Cecile von respaldándolos.

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Era media noche cuando todos se retiraron a descansar, pues la fiesta del día siguiente sería extenuante. En la alcoba real Wólfram esperaba a Yuuri sentado en la orilla de la cama que aún compartía -más por rutina- que por otra cosa-, el joven pelinegro salió y vio que su prometido lo veía con seriedad.

‒¿Que fue eso?

‒Estrategia.

‒¿Un medio para un fin?

‒Si.

‒Me debes una explicación mejor.

‒De nuevo con esto.

‒No, tú sacaste a colación el tema no yo, ¿te lo recuerdo?

‒No... son años y yo aún no...

‒Esa es la cuestión, que ya es mucho tiempo antes era la juventud ¿ahora que te detiene?

‒No tengo idea.

‒Si, pero con tus indecisiones soy yo el que termina mal y lastimado.

‒Lo se.

‒No creo que lo sepas o... que te importe.

‒¡Por supuesto que me importa!

El rubio no se molestó en contestar y salió de la habitación para llegar hasta la suya, más que molesto estaba herido y deseó con todas su fuerzas no haber conocido a Yuuri

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A la mañana siguiente entre el desayuno con los nobles y conversaciones con sus invitados a Yuuri no le dio tiempo de acercarse a Wólfram y más que este estaba flanqueado por su dos hermanos; como su mejor amigo Murata escuchó pacientemente sus problemas

‒Él tiene razón si no hay más que camaradería por que seguir con el compromiso y haciéndolo perder su tiempo y juventud.

‒¿Y que debo hacer? sé que solo amistad no siento por él.

‒Pero... no esperar hasta que se definan lo que sientes, no es justo para von Bielefeld.

‒¿Por que es más fácil reinar que entender los sentimientos?

‒... Para ti Yuuri.

‒¡Oh vamos! ¿Me vas a decir que Gisela recibió tu declaración con los brazos abiertos?

‒Bueno... no, pero lo conseguí.

‒Te lleva como por por cien años.

‒¿Y que? a mí no me importa. Mira Shibuya piénsalo un poco y tú mismo tendrás tu respuesta.

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En otro lado Gwendal despotricaba en contra de su Maoh por lastimar a su honey chan mientras Conrad estaba sin palabras ni ánimos de defender al atolondrado de su ahijado.

‒No hay vuelta atrás él no me quiere y no voy a obligarlo a cumplir con el compromiso, tengo amor propio.

‒Es un idiota ‒dijo serio Gwendal‒, pero es nuestro rey. Y nuestra lealtad la tiene, pero mi respeto lo ha perdido.

Los tres hermanos callaron y después de un tiempo Conrad suspiró y salió de ahí para ver a su hijo con el que tenía una cita. Caminó por los pasillos hasta salir al patio y de ahí a las caballerizas donde Lyndsey lo esperaría. No podían obligar a Yuuri a sentir amor por su hermano, pero un poco de respeto si. y que este conversara más que amablemente con una de las invitadas no era correcto. Se podía decir que acababa de romper con Wólfram y ya buscaba remplazo; el castaño evitó pasar por ese lugar y rodeó para llegar a las caballerizas donde Lyndsey agitaba su mano ya montado en su caballo.

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Mientras con el pelinegro despistado seguía la conversación más insulsa -en su opinión- que había tenido en todo ese tiempo.

‒Yo le dije a mi madre que casarme, si bien era mi deber también era un gusto, pero por desgracia no he encontrado un hombre que me agrade, todo los que he conocido solo piensan en tierras, súbditos y cosechas.

Yuuri miró a la chica hablar, hablar y hablar y ¡no callarse nunca!, mientras él pensaba en alguna ayuda divina que lo librara de semejante compañía, imaginándose que llegaría cierto rubio que crearía alguno conato de incendio y que la boca con cuerpo correría aterrorizada, imaginándose eso sonreía alegremente, craso error ya que la chica confundía tal gesto y seguía su monologo infinito.

El rubio vio la escena y tuvo que apretar los puños evitando de ese modo las ganas de rostizar a la parejita. Optó por darles la vuelta y dejar que su infiel prometido siguiera... ¡Lo que sea que estuviese haciendo!

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Estaba un poco aburrido desde que su sabio se la pasaba con su prometida y es que en que más podría entretenerse si no en molestar a Murata... Claro en escuchar las lamentaciones, murmuraciones y novedades del castillo y más con eso de la visita de los nobles, y con ese pensamiento el rubio espíritu se dirigió a Pacto de sangre. Se metió por uno de los pasillos y ahí notó que Del Kierson escuchaba las airadas quejas del patriarca von Bielefeld.

‒¡Es una falta de respeto! y mira que se lo he consentido por llevar una buen relación, después de todo es el Maoh, pero si por lo menos hubiera sido uno de los mazokus pues otra cosa sería.

‒Yo creo...

‒Sé que Wólfram lo quiere, a pesar de los desplantes.

Shin Ou negó y siguió su recorrido, de las quejas de Woltarana ya sabía todo y era una lástima que ese rubio fuera tan pedante porque de que estaba para revivir a los muertos lo estaba, pensó el antiguo monarca. Llegó hasta el jardín donde Gwendal conversaba con Gunter y Densham von Karbelnikoff.

‒Es una chica algo inocente ‒Los dos oyentes se miraron dudosos, más bien era tonta pensaron‒, pero amable.

‒¿De verdad pretende ser la futura reina?

‒Sabe que mi hermano es el prometido del Maoh ¿no?

‒Pues... si eso creo la verdad es que ella cree que el monarca ya se hubiese casado de haberlo deseado, pero yo ya le dije que eso no no es cierto y que deje de pensar tonterías.

Y la conversación siguió, pero para el rubio ya no fue interesante y buscó algún otro pasatiempo.

Vio corriendo al joven Maoh y voló hasta él, se sentó en su hombro y sonriendo le preguntó:

‒¿De quien escapas?

‒¡Shin Ou! ¿Escapar?

‒No será que buscas escapar de cierta señorita pariente de Anissina y de Densham.

‒...

‒Da vuelta en esa esquina, ahí no te verá, por que ya está cerca de alcanzarte.

El moreno hizo caso a al espíritu rubio y se apresuró hacia la dirección mencionada.

‒¿Por que corres de tan simpática señorita?

‒Te parece simpática por que no la escuchaste hablar y hablar y hablar...

‒Bueno es muy bonita eso no se puede negar.

‒...

‒¿O prefieres rubios parecidos a mí? ‒dijo burlón el de ojos azules.‒ Deberías dar el siguiente paso. A pesar de que los mazokus vivimos mucho tiempo también nos llegamos a cansar de esperar.

‒Lo imaginó y ten por seguro que haré algo al respecto.

‒Bien.

El rubio se levantó del hombro del heika y se fue volando para seguir con su recorrido. Llegó hasta el pasillo de las habitaciones y notó que cierto heredero von Grantz, caminaba conversando con el rubio menor von Bielefeld.

‒Los compromisos son algo que si conozco y creo que el tuyo con heika no se ve muy fuerte.

‒Si claro y usted es un experto en clasificar relaciones.

‒Tal vez no, pero seré el que te diga la verdad sin temor a herir tus sentimientos.

‒Si cree que no ha habido personas que han criticado mi patética esperanza acerca de contraer matrimonio, está muy equivocado, de hecho yo me lo repito diario.

‒Si yo hubiese estado en el lugar de nuestro Maoh no hubiese perdido tiempo en hacer uso de mi derecho.

‒¡Insolente!

Von Grantz se carcajeó por el rostro indignado que el príncipe mazoku había puesto por sus comentarios y lo dejó solo en medio del pasillo rumiando su enojo.

‒¡Idiota!... pero tiene razón, ya no puedo negarlo es mejor terminar lo que nunca empezó.

Shin Ou, se hizo invisible, pero siguió al rubio lord, cuando este se fue en dirección del despacho de Yuuri, este ya se encontraba refugiado ahí detrás de una pila de documentos. El rubio entró y buscó en su interior la fuerza para dejar ir a ese hombre que nunca sería suyo... pero no pudo hacerlo.

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Esa noche Conrad regresaba de las caballerizas e iba en dirección de la habitación de su hijo para darle las buenas noches antes de volver a la que compartía con su esposo. La figura de su hermano mayor lo detuvo en su camino y lo guió hasta su habitación ahí se encontraba el rubio honey chan tirado en la cama del mayor y con una borrachera jamas antes vista, entre hipidos poco se le entendía, pero al parecer renegaba de cierto ¡Henashoko infiel!

‒¡Mirra que besharshe con esha!¡Esha!... ¡Coneja carrnivora!

Conrad miró al menor y luego a Gwendal, este se estaba sobando el puente de la nariz.

‒No se que pasó esta tarde, pero salió y hasta hace un momento regresó o más bien lo trajeron unos aldeanos, por que ni siquiera podía subirse al caballo.

‒Por lo que veo es algo que hizo Yuuri ¿cierto?

‒Si. Densham trajo a una invitada, una noble de sus tierras que deseaba conocer en personal al Maoh y él estuvo hablando con ella casi toda la tarde.

‒Como la etiqueta lo indica. ‒defendió Conrad.

‒Supongo, pero en este momento cualquier amabilidad de Yuuri hacia otra persona a Wólfram le causa inseguridad y dolor... a veces deseo con todas mis fuerzas que ellos no estuviesen comprometidos.

‒... ‒El castaño no dijo nada y eso parecía como una aceptación.

Shin Ou, se quedó volando y viendo a eso tres hermanos y con una actitud divertida salió hacia el templo; ahí entró al salón de las cajas y tomó su forma original. Empezó a caminar de un lado a otro con la mano sobre la barbilla y sonrió malignamente.

Él siempre tomaba en cuenta a su amado pueblo...

Una explicación, he visto ‒aclaro, en otras paginas‒ que la balanza ya se inclinó demasiado hacia Wolfram y lo adoro, pero no es un mártir y eso de ponerle cuantas parejas ‒descabelladas‒ se les ocurran para darle celos a Yuuri, ya me aburrió, por lo que aquí está la otra cara de la moneda; espero que les guste un poco.