Entre el pasado y el futuro...

Hay un Instante, un Momento, un Segundo llamado Presente.



Prólogo:

Hola, soy Lilian, mi apellido no es importante. Tengo 16 años, voy a entrar a 6to curso en Hogwarts; y les voy a contar una historia muy interesante.

Esta historia comienza una noche en que yo me encontraba en mi habitación. Era medianoche y me desperté cuando oí el ruido de algo romperse. Tenía un mal presentimiento. Me amarré una bata y bajé la escalera en silencio. Al llegar al piso de abajo vi a mi padre batiéndose con un hombre encapuchado. Mi madre estaba refugiada detrás de una silla con mi hermano menor en brazos; el bebé no paraba de llorar, y mi mamá con la varita en alto estaba en alerta.

-¡Mamá! ¡Papá! –grité asustada.

-¡Lilian vuelve a tu habitación! –gritó mi padre

Yo no tuve tiempo de responder. El encapuchado, un mortífago sin duda, arrojó a mi padre contra la pared y se dirigió hacia mí. Pero algo que me hace a mi diferente es que no soy como cualquier maga; soy una animaga. En el momento que el mortífago se arrojó contra mí me transformé en una lechuza y lo esquivé. Así volé hasta donde estaba mi madre y hermano.

-¡Malditos! –gritó el mortífago, -¡Pero volveré!

Diciendo esto se desapareció.

-¿Quién era ese? –pregunté volviendo a la normalidad

-Malfoy, -dijo mi padre, -uno de los últimos mortífagos.

-No puedo creer que quiera matarte, -dijo mi madre, -Es decir, el que tú seas auror no significa que tú tienes la culpa de lo que le ha pasado los últimos veinte años.

-Ni yo, ni ninguno de nuestros amigos a quienes él y otros han atacado, -dijo mi padre sacudiéndose la túnica.

Mi madre me entregó a mi hermano para que lo arrullara. Después recorrió la casa haciendo ademanes con su varita y recitando distintos hechizos. Así hasta que la sala volvió a estar como antes.

-Esto que acaba de pasar me comprueba que no debo dejarte ir en esa misión que han estado planeando tu padre y tú.

-¡Pero mamá! –protest

Es cierto, no les he dicho que misión. Bueno, mi papá encontró un aparato mágico que me puede hacer viajar a través del tiempo; pensábamos usarlo para que yo viajara al pasado a cambiar algunas cosas de la historia. Mi mamá no estaba de acuerdo, pensaba que era muy peligroso.

-Pero mamá, -repetí, -Esto es muy importante y me se cuidar. Papá me ha enseñado suficientes hechizos, maldiciones, y contra maldiciones para poder defenderme.

-Si pero, y si apareciera un mortífago y te atacara, -insistió mi madre

-Ya pero, mi padre me enseño el hechizo "Difevite" ,-insistí yo.

-Pero aún no lo dominas, -dijo ella, -Y aunque lo hicieras necesitarías que fuera muy fuerte para protegerte de todas las maldiciones.

-Significa que no confías en mí.

-No es eso...

-Piénsalo mamá. Piensa lo feliz que sería mi padrino si mi viaje tiene éxito; y no solo él, también muchas más personas. También papá sería feliz...

Mi padre suspiró.

Mi madre pareció pensárselo un largo rato.

-Hablaremos de esto después ¿si?

Pensé que no era conveniente insistir, al menos no por el momento, y volví a mi cama.

Una semana después entre mi papá y yo habíamos logrado convencer a mi madre de que era seguro que yo viajara. Hice mi baúl. No fue difícil, las túnicas eran las mismas, para mí y una mujer que yo iba a salvar del pasado y me ayudaría, y yo iba a usar los libros de mi padre. Me puse una túnica negra sencilla y me guardé la varita, preparándome para lo que me esperaba.

-Esto, -dijo mi padre dándome una carpeta, -Son tus papeles como Laila Evans, y los de las personas que te van a acompañar.

-¿Eso es válido? –preguntó mi madre dudando

-Tiene el sello del ministerio amor, -dijo mi padre, -Claro que es válido.

Mi madre no dijo nada y yo guardé la carpeta en el baúl.

Después mi padre me dio un frasco.

-Esta es una poción de clonación, -dijo él. –Usarás una gota para clonar los cuerpos de aquellos a los que salves. Así nadie sabrá nada, creerán que realmente murieron.

-Pero, -dijo mi madre, -¿Por qué tienes que quedarte en el pasado a cursar el 6to curso?

-Porque así podré ayudar más, -respondí.

Mi mamá ya no dijo nada. Mi padre sacó un brazalete de hierro y me lo puso en la parte alta del brazo.

-Bien, -dijo él, -Esto ya esta programado. Cada vez que termines con la misión en alguno de los lugares solo oprime el botón verde e irás al siguiente lugar. Pero ten mucho cuidado, porque una vez que te vayas no podrás volver.

-¿Segura que estás lista hija? –preguntó mi mamá por enésima vez,

-Si mamá, -le dije yo, -Estaré bien.

Ella asintió. Mi padre me dio la capa invisible. Yo la puse en mi hombro; me despedí de mis padres.

-Adiós mamá, papá, -les dije, -Volveré en un año.

Con eso oprimí el botón verde y desaparecí.