La historia pertenece a Eunike. Mía sólo es la traducción, y para ello cuento con el permiso de su autora.
Rating: M (contiene lenguaje fuerte, referencias a violencia y situaciones sexuales. Aunque no todas al mismo tiempo, me temo).
Parejas: Principalmente Severus/Lily, con alguna mención de otras, como Lily/James.
Personajes Principales: Lily Evans, Severus Snape, Albus Dumbledore, James Potter, Petunia Dursley y algunos otros más.
Resumen: Debido a un accidente, una Lily de diecinueve años, es enviada dieciocho años en el futuro, y una coincidencia la lleva hasta su antiguo mejor amigo, Severus Snape. Perdida en un mundo terrible que ya no reconoce, Lily se encuentra dividida entre hacer lo que debe o hacer lo que cree correcto. ¿Podrá Lily cambiar su destino, o sucumbirá ante lo que está destinada a hacer? Mientras tanto, Severus no puede creer su propia suerte cuando comprende que le ha sido otorgada una nueva oportunidad para salvar a Lily y para revelarle finalmente sus verdaderos sentimientos… Pero, ¿será lo suficientemente valiente para aprovechar esa oportunidad?
Advertencias: AU. Incluye viajes en el tiempo. Algo confuso. Severus está generalmente deprimido, Lily tiene un extraño sentido del humor. Varios personajes y bastante largo. ¡Angustia! ¡Angustia! ¡Maravillosa Angustia!
Disclaimer: Escribo la historia, pero los personajes no me pertenecen. Harry Potter es propiedad de J. K. Rowling.
Ananke
Por Eunike
Traducción por Andy Black Riddle
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Capítulo 1: La víspera del cambio.
Diciembre, 1997.
Se acercaba la navidad.
Severus se puso de pie en su oficina y miró hacia afuera, a través de la ventana congelada. El último de los carruajes tirados por Thestrals se alejaba de los terrenos del colegio y se dirigía hacia el Expreso de Hogwarts, que llevaría a los chicos de vuelta a sus hogares para pasar la navidad con sus familias y amigos. Aquella visión le hizo suspirar aliviado, aunque aún sentía un gran peso en su estómago.
–La mayoría se ha ido. Supongo que muchos no volverán –dijo–. Vincent Crabbe, Gregory Goyle, Draco Malfoy y algunos otros Slytherins son los únicos que se han quedado aquí. Crabbe, Goyle y los Carrow son almas gemelas, así que ellos no necesitarán mi protección. No estoy muy seguro sobre Draco. Parece haber caído en desgracia con sus amigos ahora que Lucius ha perdido la confianza del Señor Oscuro.
–Es más inteligente y fuerte de lo que parece… Si bien no tanto como él cree–replicó Dumbledore–. Confío en que estará bien.
Severus miró sobre su hombro el retrato del difunto mago.
–¿Aún piensa que yo también debería ir?
–Nadie aquí te necesita en este momento, Severus –dijo Dumbledore, reclinándose lentamente sobre el lado izquierdo del marco–. Los profesores son perfectamente capaces de cuidar de sí mismos y muchos de los estudiantes están seguros con sus familias. Y yo siempre puede avisarte si algo sucede. Soy los ojos y oídos de las paredes de Hogwarts.
–He pasado casi todas las navidades en Hogwarts desde que cumplí once años –replicó Snape, contemplando el fuego de la chimenea–. Más allá de lo intolerable que se ha vuelto este lugar desde que los Carrow se unieron a nuestra querida escuela, debería quedarme aquí. No tengo otro lugar al que ir.
–Podrías ir a casa y descansar un poco. De hecho, creo que deberíasdescansar mientras todavía puedas, porque necesitas estar fuerte y concentrado, por el bien de los chicos. Puede que ellos no lo sepan, pero eres la persona más importante en sus vidas en este momento. Debes estar bien para protegerlos. Me temo que todavía no hemos visto lo peor.
Severus evaluó las palabras de Dumbledore, pero ninguna de sus dos opciones lo tentaban. Estaba exhausto, pero no le parecía bien dejar al colegio sin su supervisión, incluso si sólo era por unos pocos días. Aun así, deseaba desesperadamente un descanso de su doble vida, la cual se volvía más difícil de llevar a cabo cada día que pasaba.
Desde el principio de su primer año como el Director más odiado de Hogwarts, Severus se había mantenido distanciado del resto del colegio (exceptuando a los Carrow, a los cuales mantenía tan cerca como podía, como usualmente se recomienda hacer con los enemigos). Rara vez salía de la oficina del Director. Se unía al resto del colegio sólo durante la cena o los castigos, los cuales insistía en supervisar, para poder controlar secretamente la crueldad de los hermanos Carrow.
La soledad no le molestaba. De hecho, disfrutaba bastante estando solo (tanto como un hombre puede disfrutar de sí mismo, encontrándose atrapado en tan difícil posición, la cual, probablemente, le costaría la vida al final). La alternativa a la soledad, era salir para encontrarse con las miradas de odio de sus colegas. No era sencillo ser el hombre más odiado en Hogwarts. Pero, por otro lado, tampoco era algo nuevo para él. Severus siempre había sido odiado por alguien. Estando familiarizado con la descortesía y la crueldad de la gente desde que era un niño, Severus sabía lo que era ser despreciado por todos. Toda una vida de práctica, lo había vuelto perfectamente capaz de ser objeto de desprecio sin hacerse mucho problema por eso.
Severus incluso bromeaba a veces con la idea de que, quizás, todas las desgracias de su vida habían sucedido por una razón. Quizás el destino le había enseñado a soportar el odio de los demás para, un día, ser lo suficientemente fuerte e insensible como para devolverle la mirada al mundo que tanto lo despreciaba, sin siquiera pestañar. El futuro de Hogwarts, y de todo el mundo allí dentro, dependía de su habilidad para sobrevivir sin aliados. Y era tanto un regalo como una desgracia, que Severus fuera perfectamente capaz de hacerlo. Cargaba aquel tremendo peso solo, sin la ayuda de nadie.
Severus no sentía el más mínimo deseo de revelar su verdad al resto del personal de Hogwarts. Sabía, por muchos años de experiencia personal, que la gran mayoría de los profesores eran borrachos, idiotas desequilibrados o idiotas desequilibrados borrachos. Las posibilidades de que Severus llevara adelante su tarea satisfactoriamente ya eran muy reducidas, y él no iba a reducirlas aun más contándoles sus verdaderas intenciones a sus idiotas colegas, sólo para sentirse menos incómodo en la cena. Ni siquiera consideraba compartir sus secretos con las personas que en realidad respetaba, como la aguda profesora McGonagall, el sabio centauro Firenze o la altanera profesora Sinistra. Después de todo, la única forma de ganarse su confianza, hubiera sido contándoles sobre su inmortal amor por Lily, y eso era privado.
Así que Severus se guardaba sus problemas y se retiraba a la soledad de la Torre de Marfil que era su oficina. A pesar de lo cual, sus ojos negros observaban constantemente el colegio, habiendo jurado hacer todo lo que estuviera en su poder para proteger a los estudiantes. Los chicos sabían muy poco como para mostrarse agradecidos, por lo que lo odiaban ardientemente. Su odio era irrelevante para Severus, quien, en la víspera de su muerte, había finalmente comprendido lo poco que le importaba lo que el mundo pensara sobre él. Había perdido su juventud y arruinado su propia vida intentando ganarse el respeto de personas que en realidad no le importaban. Sólo ahora se daba cuenta lo poco que le importaba su propia reputación.
Ya se había reconciliado con su destino, cada vez más próximo, el cual se volvía más y más claro con cada miserable día que pasaba. Ya fuera que Harry Potter triunfara al derrotar a Voldemort o no, Severus sabía que finalmente moriría a manos del bando ganador. Voldemort lo mataría por ser un traidor y Harry lo mataría por pensar que era un traidor. Eran los desafortunados efectos secundarios de luchar en una guerra sin verdaderos aliados. Sin embargo, no le daba miedo morir. Ya que no quedaba absolutamente nada en el mundo por lo cual quisiera vivir.
Eso era, por supuesto, aproximadamente treinta y seis horas antes de que ella viniera a él.
Junio, 1979.
–Recuerda, son Muggles. Muggles. No he tenido tiempo de mostrarles mucho más que un truco de cartas, así que supongo que se molestarían un poco si decidieras mostrarles lo bueno que eres transformando los muebles en monos adictos al sexo. Notrates de llamar la atención, al menos que realmente desees que te rompa la nariz. Lo digo en serio.
–Pero Evans, ¿cómo se supone que voy a dejar una inolvidable primera impresión? ¡Todo el mundo ama a los monos!
Lily entrecerró los ojos, alzando hacia él un dedo amenazador.
–Mira, éstas son las reglas: Si no es comer galletas, beber té de jazmín sonriendo educadamente, reír con los chistes de mi padre, decir que Petunia luce bien con su nuevo vestido (incluso si no es así), o repetir la frase "Oh, sí, señor Evans. Su hija y yo dormimos en camas separadas y llevamos una vida casta y libre de riesgos. Y ninguno de nosotros ha sido recientemente reclutado para formar parte de una organización secreta contra el crimen"tan convincentemente como puedas, ¡entonces no quiero que hagas esto!
–¿Camas separadas? ¿Una vida casta? ¿Eso no sería mentir, señorita Evans? ¿O es que tu concepto de castidad es mucho más divertido que el mío? –replicó James con una amplia sonrisa, rodeando su cintura con un brazo.
–Ja, ja, ja –dijo Lily agriamente, quitándoselo de encima sin entusiasmo–. Recuerda: si tu idea de "inolvidable primera impresión" se acerca sólo un poco a la definición de ofensa criminal, está fuera de consideración. De hecho, probablemente sería mejor si no haces ni dices nada de nada. Minimizaría los riesgos habituales.
–Bien. ¿Puedo respirar, al menos?
–Sólo si realmente, realmentelo necesitas.
Sintiéndose frustrada, Lily resopló e intentó acomodar su alborotado cabello, que apuntaba al Sur, Norte, Este y Oeste y en todas las direcciones intermedias. Luego enderezó su corbata y arregló su camisa con un toque de su varita.
–¿Cómo me veo? ¿Fantástico, soñado, magnífico? –preguntó James, adoptando pose de héroe y sonriendo galantemente.
–Presentable –suspiró Lily, sonando como si pensara exactamente lo opuesto.
Tocó el timbre y gimió, prediciendo la pequeña catástrofe. La idea de tener a James compartiendo la cena con Petunia era tan inteligente como bañarse con un tostador. Pero era algo que debería hacer, tarde o temprano. Ya había pospuesto la presentación formal de su "novio" muchas veces, ya que la idea de James –bullicioso, exuberante, mago– intentando dejar una "inolvidable primera impresión" a su posible suegro y la notoriamente muggle Petunia, la hacía estremecer.
No era que se avergonzara de James. Desde luego, no era lo peor que podría haber imaginado para presentarle a su familia. Pero sabía por propia experiencia que James podía resultar un poco desagradable antes que uno llegara a conocer la persona dulce y sincera que se ocultaba detrás de su fachada arrogante y jactanciosa. Lily temía… No. Sabíaque Petunia (que despreciaba todo aquello que tuviera que ver con la magia) y su padre (que había estado distante y endeble desde la muerte de la madre de Lily, un año y medio atrás) no apreciarían a James tanto como Lily había aprendido a hacer. Después de todo, a ella misma le había llevado cinco años acostumbrarse a él.
Echándole un vistazo a la corta historia de su relación, Lily todavía se preguntaba cómo, de entre todas las personas del universo, podía haber acabado saliendo con James Potter. Tres años atrás, apenas podía tolerar su existencia. Ni hablar de tener en cuenta su intento de conquistarla. Sin embargo, algo había cambiando hacia el final de su quinto año, cuando fue obligada a sentarse a su lado durante las clases de pociones, viéndose expuesta con regularidad a su presencia. No sabía cómo o cuándo había sucedido, pero, para su gran sorpresa, de repente había comenzado a descubrir agradables cualidades en él que no había notado antes.
De repente, los ingeniosos insultos (que hasta el momento habían sido su única forma de comunicación) fueron reemplazados por conversaciones reales y por un ligero coqueteo. Aquel coqueteo los había llevado a una salida medianamente seria, la cual había terminado en una serie de citas más formales. Pronto comenzaron a besarse, primero de forma inocente y en privado; luego en público y apasionadamente. A esto le siguieron las manos entrelazadas, cartas de amor y recostar uno la cabeza en las rodillas del otro en los días soleados, largos paseos alrededor del lago, regalos, bromas internas, planes en común para las vacaciones, amigos en común, toqueteos, incómodo sexo, hasta que, finalmente, en una noche fría y ventosa durante su séptimo año, James confesó que la amaba, dejando a Lily con la boca abierta, sin saber qué responder.
Todo había pasado tan rápido, que Lily no se había dado cuenta lo serio que se había vuelto todo hasta que James, como por casualidad, le pidió que fuera a vivir con él y con Sirius a la casa que James había heredado de sus padres; ligeramente ruinosa, pero aun así confortable. Ahora todos vivían bajo el mismo techo, como una familia de tres. Y las vidas de James y Lily comenzaron a entrelazarse, como si ya fueran una pareja casada.
Todavía no sabía qué era lo que estaba haciendo con James, ni a dónde llevaría todo aquello. A veces, se imaginaba lo que sería casarse con él, que nunca se separaran, tener hijos y criarlos juntos. No sabía por qué, pero por alguna razón, aquel pensamiento la hacía sentir incómoda y ansiosa, como si hubiera algo malo en aquella imagen, aunque no pudiera precisar qué. Le gustaba, le gustaba mucho. Pero no estaba segura de amarlo tanto como él la amaba.
De todas formas, sólo tenían diecinueve años. Sabía que tenía mucho tiempo para pensar si quería pasar el resto de su vida con él o no.
Lily miró a James, quien no parecía en absoluto nervioso. Él le sonrió tontamente y apretó su mano, feliz. Ella le devolvió la mirada, ocultando las dudas de su corazón con una sonrisa rígida.
–Hablaba en serio sobre romperte la nariz, ya lo sabes –susurró, segundos antes que la puerta se abriera–. Tú eliges. Compórtate o sufre.
–Está bien, Evans, ya que lo pides tan dulcemente –replicó James, poniendo los ojos en blanco.
Bueno, ¿qué les pareció? Es mi primera traducción y también es la primera vez que publico, así que estaré gustosa de recibir sus opiniones y críticas constructivas.
Como dije, esta gran historia pertenece a Eunike, a quien le agradezco el permiso para traducir "Ananke".
Espero que les guste tanto como a mí.
Les traeré pronto el próximo capítulo.
Besos. Andy.
09/12/2011 8:21 p.m.
