Distancia
Saint Seiya ni sus personajes me pertenecen, son de propiedad exclusiva de Masami Kurumada.
Espero les guste :)
Siempre tan amable y sonriente, atento por sobre todo, y esa maldita mirada de inocencia que tan detesto y que a la vez es la razón de mis suspiros; desde pequeños siempre has sido mi ejemplo a seguir, has sido mi mayor ilusión. Y ahora...no somos nada. Mi culpa no me deja acercarme hacía ti como quisiera. Te evito de manera deliberada y nada sutil, lo peor de todo es que se que te estoy haciendo daño, pero Aioros ¿cómo puedo encararte si yo fui tu asesino?, mis manos están manchadas con tu sangre, solo por no haberte oído, por no creerte.
Athena nos ha devuelto la vida como signo de reivindicación de nuestros pecados, para ella todas nuestras faltas fueron saldadas, y somos merecedores de nuevas oportunidades, sin embargo yo me siento como una basura. Alguien completamente indigno, alguien como yo no puede amar a alguien tan puro y leal como tú mi bello centauro. Yo quien por años me proclame el más fiel a Athena, solo era un vil traidor, que no merecía el perdón.
—Shura —escucho tu voz a la lejanía llamándome alegremente. Más yo me escabullo de tu presencia. Debo marcar distancia entre nosotros, no vaya ser que manche tu alma pura y amable con la negrura de mis acciones.
Eres alguien demasiado cabezota, no desistes, me sigues apresuradamente, me tomas del brazo y me encaras.
—¿Por qué te alejas de mí Shura?
Tu semblante alegre ha cambiado a uno de tristeza y preocupación. Me maldigo internamente, alguien como yo no tiene derecho a hacerte sentir infeliz.
—Solo quiero estar solo Aioros.
—Hay algo más, lo veo en tu mirada.
Qué bien me conoces Sagitario, sabes leer mis expresiones como nadie, después de todo fuiste mi maestro y mi mejor amigo. Pero ahora por tu bien yo debo alejarme de ti, aunque te ame y me destroce ver tu tristeza, necesito estar lejos...solo para que tú puedas mantener tus alas blancas y puedas volar junto a Athena lejos de la maldad humana.
—Nada que tú puedas resolver Sagitario —mis palabras duras y heladas te paralizan, y yo aprovecho para soltar tu agarre y marcharme del lugar.
