- Llegas tarde. -Masculla Harry molesto, cuando la puerta del copiloto se abre.
Danny, notablemente, relajado se sienta a su lado y se dispone a ponerse el cinturón. Echa su mochila en el asiento trasero y observa al batería, esbozando una sonrisa; pero, su rostro se torna al ver que no obtiene la misma respuesta por parte de su compañero. Harry tiene las facciones duras, la mandíbula tensada y evita -sin excepción- la mirada del chico de ojos azules. Vuelve a poner el coche en movimiento, con la vista y la atención en la carretera. Ambos están incómodos, envueltos por el silencio que reina dentro del automóvil. Danny está empezando a cabrearse, no sabe por qué se molesta el que le haga esperar cinco minutos. ¡Al menos ha estado dentro del coche, sin pasar frío!
- ¿Te pasa alg...? -Entona el más pequeño, intentando no sonar como si estuviese reprochándole algo.
- No. -Le interrumpe, mientras que mete un CD en el reproductor para evitar tener que escucharle.
Danny resopla, revolviéndose en su asiento y girando la cara hasta la ventanilla. Aprieta los puños muy fuerte, mirando de reojo a Harry. "¿Qué cojones le pasa?", piensa para sí mismo. Se muerde el labio, dudando mil veces entre seguir insistiéndole e ignorarle, pues cree que se le pasará. Pero, y, ¿si no es así?
- No. -Vuelve a repetir, antes de que Danny termine de abrir la boca.
A veces, Harry le asusta cuando se pone tan serio, o firme. Danny le mira con gesto confundido, y con una mueca de preocupación. Ahora, es cuando sabe que no está enfadado porque le haya hecho esperar; pues cuando se ha dado esa situación, en anteriores ocasiones, no se ha puesto de esa forma. Y, el chico de las pecas empieza a sospechar que sus compañeros de grupo se fueron de la lengua, con cierta escapada que hizo el día anterior, con cierta persona.
Por primera vez, en mucho tiempo, Danny se siente mal consigo mismo por habérselo ocultado a Harry; pero, está seguro de que se habría puesto de mal humor de todas formas, hiciese lo que hiciese. Pretendía habérselo contado cuando estuviesen a solas -no ahora, porque es mejor dejar a Harry conducir sin ninguna preocupación-, pero parece que alguien se lo ha chivateado antes, y cortará la cabeza de aquel que se lo haya dicho. Para descargar un poco de la tensión que su compañero tiene, alarga el brazo hasta alcanzar su nuca. Un escalofrío se hace, ligeramente, presente en la espalda del batería quien bufa molesto. Le encanta que Danny le acaricie, pero no es el momento y el chico capta aquello, poniendo distancia -de nuevo- entre ambos.
El chico de ojos azules se encoje sobre el asiento y, echando la cabeza sobre el respaldo, cierra los ojos. Infinitas imágenes pasan fugazmente ante la oscuridad que ha creado para sí mismo al bajar los párpados. Se vuelve a envalentonar, esta vez, con una pregunta más bien tonta y que sobre.
- ¿Estás enfadado? -Murmura.
- Eres un gilipollas, Jones. -Harry profiere una carcajada amarga, negando levemente con la cabeza.
- El gilipollas eres tú. -Replica chasqueando la lengua, dolido por dicho comentario.
Harry frena en seco, haciendo que Danny casi se coma la guantera -pero, por suerte, lleva puesto el cinturón-. El mayor se deshace de su cinta y sale del coche, cerrándolo con un terrible portazo que hace temblar el cristal de la ventanilla. Se apoya en la puerta, de espaldas, y rebusca en uno de los bolsillos de su chaqueta con la intención de encontrar algo. Entre sus dedos, aparece un cigarrillo y un mechero. Se lleva el filtro a los labios y lo prende. Da una suave calada, mientras que se frota las sienes. Respira tranquilo, intentando hacer algo para que se le pase el dolor de cabeza. Ha pasado toda la noche en vela, sin -aparentemente querer ver- por qué.
Danny se mantiene en sus trece, sentado dentro del coche, hecho una bola sobre el asiento del copiloto. Ha sentido un tremendo dolor en el pecho con el último comentario de Harry, antes de salir al exterior. Que le llame gilipollas, le puede dar igual, pero no que se refiera a él por su apellido; como si fuese un mero conocido, o como si no fuese nadie. Ha tenido ganas de llorar, y de estrellar la frente de Harry contra el volante, durante unas milésimas de segundo. De repente, se apodera de él una rabieta, típica de un niño de cinco años y no de un chico de -casi- veintisiete.
Sale del automóvil, tras ser golpeado por el gélido frío que hace en las carreteras de Bolton. Y, dándole toda la vuelta al coche, se sitúa frente a Harry, quien ni siquiera le mira. Le quita el cigarrillo, en plena calada, y se lo tira al suelo. Ahora sí que, verdaderamente, el batería está enfadado.
- ¿Es que no puedes dejarme en paz, por un puto momento? -Gruñe, metiendo sus manos en los bolsillos del pantalón.
- ¿Quién ha sido? ¿Dougie? ¿Tom? -Se cruza de brazos, plantado a menos de medio metro del mayor.
- ... Ambos estaban hablando de ello, y les oí. -Sisea Harry, tras dudar por unos segundos en responderle.
- No pasó nad... -Intenta explicarse.
- ¿Cómo has tenido los cojones suficientes de ocultármelo, Danny? -Murmura el batería interrumpiéndole, agachando la vista hasta el empedrado del suelo.
- Porque era una gilipollez y sabía que ibas a enfadarte, te lo contara o no. Así que preferí arriesgarme y quedarme callado. -Continúa, frotándose la cara con las manos.- Salimos a tomar un café, eso es todo. Georgia se empeñó en que hablásemos y yo solo pretendía dar el tema por zanjado. ¡Por Dios, Harry! Han pasado cuatro meses, ¿por qué te empeñas en no confiar en mí?
- Porque aún no me has dado motivos para que lo haga. -Responde, en busca de la mirada de Danny.- Porque te emperras en que nadie sepa que estamos juntos, ni siquiera en que lo sepan Dougie o Tom. Yo estoy traicionando a Doug, ocultándole algo tan importante, por ti. Y, parece que eso te la sopla.
Otro golpe bajo para Danny, quien ya no sabe donde meterse. Y, realmente, nunca se ha parado a ponerse en el lugar de su chico. Se rasca la nuca resoplando. En otro momento habría evitado el tema de ocultar su relación, pero no tiene escapatoria. No sabe el por qué de su afán por esconder que está saliendo con Harry -aunque él no se lo ha pedido, ni Danny tampoco, pero saben que están juntos-. Quizás está avergonzado por haber presumido constantemente de las tías que se ha tirado, y que ahora resulte que le gustan los tíos; o, al menos, que le gusta su batería.
- Lo siento. -Responde Danny, empequeñeciéndose en su interior.
Bueno, eso es todo un logro para Harry, viniendo del más pequeño.
- Eso no es suficiente. -Niega con la cabeza.- Danny, o cambias, o esto se termina. Yo no tengo por qué esconderme, no tengo por qué mentirle a mis mejores amigos, no tengo por qué pasar una noche en vela preocupado por si vas a volver con Georgia o no. No tengo por qué destrozarme, para que tú estés contento. Una relación se basa en nosotros dos, no en que tú seas el puto ombligo del mundo.
Danny aparta la mirada, mientras que la ira se lo va carcomiendo por dentro. Se muerde el labio inferior, por el interior de la boca, y asiente varias veces, reprimiendo que se le empañen los ojos y se ponga a llorar como un crío. Arruga la nariz, tomando un poco de aire, y vuelve a mirar a Harry.
- Bien.
