Digimon no me pertenece y escribo esta historia sin fines de lucro.

Este drabble participa de la actividad de celebración por los mil posteos del topic Takari. Para ustedes, chicas.

El título y su explicación corresponden a LaraLuna.


Duende


―Takeru… ¿cuál es tu duende?

A Takeru, Hikari, siempre lo sorprende. A veces es la risa que le sale fácil cuando Miyako y Daisuke se tiran cosas entre sí. A veces es la facilidad con que acepta su gusto por la moda y la sonrisa burlona que le siente por detrás (porque Takeru, a Hikari, la reconoce incluso por la espalda). Otras veces ríe él, con la boca abierta, cuando la ve tropezarse o ensuciarse la cara con las manchas de crayones que siempre tiene dibujadas en las manos. Hikari es torpe, él lo sabe, pero no por ello deja de sorprenderse. Le parece extraño que ella, tan sutil, casi etérea, de risa fácil pero sonrisa completa, con su piel blanca como la luna y su delicadeza hecha de agua, sea torpe.

Hikari es contradictoria como la oscuridad que quiere chuparse su luz y Takeru, que la conoce incluso tras su espalda, no deja de sorprenderse ante Hikari.

Arremete, sin embargo, ante su pregunta. Él no sabe quedarse callado y ella no sabe hacer preguntas inútiles: Takeru le agradece la posibilidad de dejar flotar su creatividad.

―Mi duende tiene ojos verdes y usa gorros amarillos ―dice―. De su gorro salen dos alas grandes, como Ásterix. ―Hikari alza las cejas y sonríe misteriosa, Takeru entiende que le gusta la referencia francesa―. Las alas de mi duende, sin embargo, caen por detrás de su cabeza, impolutas como tu piel ―ella ríe―, blancas como la crin de un caballo hecho de sal; caen, decía ―retoma, porque a veces Takeru se pierde en el infierno bueno que son los ojos de Hikari―, por detrás de su cabeza y hasta el piso, se arrastran. La parte baja de sus alas, las que tocan el piso, están negras, sucias.

―¿Por qué? ¿No puede limpiarlas? ―Cuando a Hikari le cuentan un cuento, pregunta como niña. Le intriga, a él, pensar en esa niña contándole cuentos a otros niños como ella.

―No. La suciedad dice algo. Es parte de su pasado. ―Hikari nota la tristeza gris en los ojos de Takeru―. Él quiere recordar, le gusta el recordatorio constante.

Hikari no sonríe cuando vuelve a preguntar:

―¿Vuela, tu duende?

―No ―responde, con firmeza―. Puede alzar las alas, sentir el viento como dedos helados. Pero no vuela. A mi duende le gusta tener los pies en la tierra.

Hikari sonríe y cierra el libro grueso que tiene entre las manos.

―¿Qué? ―pregunta Takeru. Tal vez, Hikari esperaba más.

―Nada.

―¡Hikari! ―reclama. Ella ríe.

―No te enojes conmigo. ―Vuelve a abrir su libro y lee―: «Duende: Gran encanto o atractivo, casi mágicos, que se desprende de una persona o una manifestación artística».

―¡¿Qué?! ¡Eso es trampa! ―reclama―. ¿Cómo iba a saber que te referías a eso? ―pregunta, molesto porque siente que hizo el ridículo.

―Pero lo sabías, Takeru ―responde ella, alzando los hombros―. Te pregunté cuál era tu duende, me respondiste con tu duende.

A Takeru le lleva menos tiempo sonreír que entenderlo. Lúcido, luego, sonríe otra vez. Hikari ha cerrado los ojos porque el sol que entra por la ventana le molesta.

Sonríe Takeru, también, porque Hikari siempre lo sorprende.


Notas: Espero haber usado la palabra adecuadamente. No era el fic que tenía planeado y tampoco pensaba escribirlo aún, pero abrí el cuaderno y de repente lo único que pude escribir fue esto.

Espero que lo disfruten y que me dejen reviews.