¿Puedo abrazarte?
¿No te molesta?
¿Por qué?
Yo también te quiero.
…
¿Por qué callas?
¿Qué dices?
Está mal.
¿Mal? ¿Cómo?
Tú y yo, está mal.
¿Por qué? ¿Está mal quererse?
No, no es eso.
¿Entonces?
No sé… No sé si lo entiendes.
¿Estás segura?
Eso no basta.
No… No lo sé.
Pero…
Está bien.
Ya lo dijiste.
¿No?
Las palabras no se gastan.
Puede que los sentimientos sí.
Te querré toda la vida.
Eso no lo sabes.
Sí lo sé… ¿Confías en mí?
Claro que sí.
¿Incluso si está mal?
Tú no reconoces el problema.
¿Quieres evitarlo?
No se puede.
¿Por qué no?
Porque nos perseguirá a donde vayamos.
Entonces huyamos muy lejos.
¿Huir?
¡No digas eso!
¡Es la verdad!
¡No dejaré que mueras por mí!
Nunca dije que lo haría.
¿Yo, miedo? No bromees.
No bromees tú.
¿Desde cuando frunces el ceño?
No lo desvío. Es primera vez que te veo tan seria.
No tienes porque.
¿Por qué te preocupas por mí?
No…
¿Lo estás negando?
…
¿Callas de nuevo?
…
¡Cobarde!
¡No soy un cobarde!
¡Lo eres si dejas de abrazarme!
¡Está mal que te abrace!
¡No para mí!
Tú no sabes nada.
¿Volvemos a eso?
No podemos estar juntos.
No puede ser.
No se puede.
¡Sí se puede! ¿Estás dispuesto?
…
¡No te vayas!
¡Es inútil!
Hikari…
¿Estás dispuesto?
Yo…
Por ti…
¿Sí?
Sabes que estoy dispuesto, siempre lo he estado.
¿En verdad me quieres?
Te amo más que a nada en el mundo.
Pero…
¿Qué podemos hacer?
Ojalá este abrazo fuera el escape del problema.
¿Nada?
…
¿Por qué callas esta vez?
Porque el silencio es nuestro compañero.
…
¿Y tú, por qué callas?
