LOS PERSONAJES DE INUYASHA NO ME PERTENECEN SINO QUE SON PROPIEDAD DE RUMIKO TAKAHASHI, PERP LA HISTORIA SI ES MIA
Género: romance, familia y humor
Advertencia: ninguna salvo alguna que otra escena subida de tono
Summary: En su primer navidad tratará de cumplir uno de sus mayores sueños aunque para ello necesitara la ayuda de su esposa, Kagome si es que quería que su regalo llegara 'Este fic participa en el Reto Navideño: Bajo el Muérdago del foro de Inuyasha: Hazme el amor'
Beta: Aidee Gv a quien agradezco su colaboración por corregir este fic y ayudarme en hacer que el mismo sea más agradable a la hora de leerlo
Bueno nos volvemos a encontrar con este foro y con este reto simplemente solo puedp decir que espero les guste este fic tanto como yo lo hago al escribirlo. Sin mas que decir, las dejo con este primer y espero sea de su agrado. Saludos Hou ^^
YA SÉ LO QUIERO PARA NAVIDAD
Empezaba el mes de diciembre, y todos estaban entusiasmados pues en este mes llegaba el invierno y consigo, una de las fechas más importantes mundialmente, NAVIDAD.
Pero este año precisamente era importante para una persona en especial, Inuyasha. Ya que hacía tres meses que se había casado con su adorable esposa, Kagome; y esta sería la primera navidad que pasarían juntos, solo ellos dos; y al ser su primera navidad, en el joven corazón del muchacho se albergaba un anhelo que poquito a poquito había estado creciendo...
Por lo que en estos momentos se encontraban en el centro comercial haciendo las compras de lo que sería las fiestas navideñas. Kagome miraba las vitrinas que estaban repletas de ofertas navideñas buscando la más conveniente y de mejor calidad, siendo seguida por su esposo quien llevaba tantas bolsas y paquetes como pudiera cargar, y para ser sinceros, ya estaba hastiado; es decir, el día había comenzado de lo mejor, habían ido primero por los adornos, escogieron un arbolito de mediana altura para ponerlo en la esquina de su sala de estar, vieron los posibles regalos para los niños de sus amigos diciendo dejar ese punto como lo último que comprarían, ya que eran muchas las opciones, siguieron con buscar pesebres y demás cosas necesarias que para el atardecer el recién casado estaba fastidiado, por no decir hastiado, de seguir a su mujer de una tienda a otra porque la muchacha no se decidía que era mejor, o que era más atractivo, o mejor o más tierno...
Resopló llamando la atención de la azabache que caminaba por su delante.
—Oye, Kagome... ¿no crees que ya es suficiente? Es decir, hemos estado todo el día yendo de un lugar a otro—. Mostró las compras develando su rostro con desgano y continuó —además tengo hambre y me duelen los brazos—. Se quejó como un niño chiquito.
La mujer lo miró divertida, pensando y enumerando mentalmente con los dedos si hacía falta algo mientras se acercaba a su marido. Una vez cerca, le dio un beso corto en los labios el cual fue aceptado gustoso por su esposo.
—Solo nos falta comprar los regalos para los niños—. Comentó risueña.
—¡¿Qué?!— Exclamó un tanto inquieto llamando la atención de algunas personas, para terminar sonrojándose levemente, ante las miradas que se posaron en él — pero... pero aún tenemos tiempo para escoger los regalos, no hace falta que los compremos ahora—. Refunfuñó agotado.
—Sí, lo sé; pero quiero aunque sea ver cuáles podríamos elegir para después comprarlos—. Se defendió la joven haciendo un puchero que provocó el sonrojo de su pareja.
Inuyasha desvió la mirada para no verla, sabía muy bien que ese tipo de actitudes lo hacían acceder a las peticiones de Kagome.
—Apenas es ocho de diciembre, aún queda tiempo—. Protestó con las mejillas infladas ladeando el rostro.
—Anda,Inuyasha... por favor—. Buscó su mirada mientras él trataba de no hacer contacto con la de ella — Inu...— pronunció melosamente, haciendo que él fijara su vista dorada en la de ella.
Suspiró derrotado, pero no podía evitarlo; cada vez que trataba de imponerse en este tipo de cosas Kagome sabía cómo convencerlo.
—No tengo opción, ¿verdad?... Ahhh, está bien; pero solo entraremos a una tienda, ¿entendido?—. Inspiró profundamente para adentrarse al primer local de juguetes que vio su mujer.
La azabache recorrió los estantes con la vista, viendo los miles de juguetes de distintas formas, tamaños y precios, buscando cuáles serían los que les gustarían a los infantes, no convencida se volteo para ver a Inuyasha que la seguía varios pasos atrás, con las bolsas de compras, para pedir su opinión al respecto.
—Oye, Inuyasha... ¿Cuántos y cuáles juguetes crees que debamos comprar?— Cuestionó dudosa.
Inuyasha, que para ese momento tenía en la frente una fina capa de sudor, observó a su esposa y luego observó los juguetes inspeccionando uno por uno, varios de ellos y en poco tiempo llegó a la resolución que él considero la mejor.
—¿Qué te parece si mañana venimos y compramos los regalos de los niños?— Sonrió satisfactoriamente de lado.
—¡Inuyasha!— Reprochó la azabache con ternura con los puños cerrados a cada lado de su cuerpo.
—¿Qué?— Se defendió el ojidorado divertido para continuar — oh, vamos Kagome, si sigo cargando las bolsas; así me convertiré en un perchero andante— Bromeó con una sonrisa socarrona.
La muchacha al escuchar su pretexto solo pudo dar una suave risa para luego menear la cabeza divertida y decir:
— ¡ay Inuyasha!, ¿Qué voy a hacer contigo?— Tocándose la sien con la mano para luego salir del lugar, seguida por su esposo.
Sí, su marido podría ser de todo; pero algo que era único en él, era que sus excusas eran las más creativas que podría escuchar. Sin duda alguna, sabía ingeniárselas para poder salirse con la suya, como ahora, prácticamente supo cómo convencerla de venir mañana al centro comercial para seguir con las compras, eso sí, su castigo de mañana sería cargarlo de más bolsas que de las que hoy podía llevar.
Ambos salieron finalmente del gran comercio, siendo Kagome la primera en llegar al estacionamiento y llegar al auto de los dos, pero al voltearse para pedir las llaves del mismo, Inuyasha no se encontraba cerca, haciendo que lo buscase rápidamente con la mirada por los alrededores sin obtener rastro alguno del susodicho.
El ojidorado que hasta ese momento caminaba detrás de su esposa, se había detenido porque uno de los tantos paquetes que estaba llevando había caído al piso, y de no ser porque un pequeño niño que no tendría más de cinco años llamo su atención.
—¡Señor!— Chilló el infante acercándose a toda prisa hacia el pelinegro — se le cayó esto— extendió sus manitas con el pequeño paquete.
Inuyasha al oír al niño detuvo su marcha y fijó su vista él —oh, gracias—. Brindó una cálida sonrisa que fue de vuelta por otra más amplia y juguetona del infante.
—Shippou, ¿Qué haces?, Te dije que no te separes de mí. Puedes perderte—. Un hombre corrió hasta estar cerca del ojidorado y el pequeño niño —oh, disculpe usted si mi hijo lo molestó—. Hizo una reverencia en señal de disculpa y tomó la manita pequeña de Shippou.
El ojidorado negó con la cabeza y habló: —al contrario, de no ser por él, hubiera tenido que volver para buscar esto— Enseñó el paquete que momentos antes había agarrado, y estaba por decir más pero fue interrumpido.
—Sí, papá. Al señor se le cayó su regalo y yo se lo devolví, fui un niño bueno— Infló su pecho denotando orgullo y algo de presunción— Por eso Santa me traerá muchos regalos —. Rio con total felicidad que incluso los adultos lo acompañaron con sus propias risas.
—Ya veo, de todas formas no quiero que te alejes de mí, ¿sí?— Recordó el padre a su hijo divertido.
—Sí, me portaré bien—. Contestó animado el infante.
—Bien. Entonces ahora despídete del señor y vámonos, sino tu mamá se pondrá como loca al no vernos temprano en casa—. Dijo el hombre con una cálida mirada a su retoño, la cual no pasó desapercibida por el ojidorado que había visto la escena que habían montado delante de él.
Tanto el pequeño como padre se fueron alejando del pelinegro, y cuando ya estaban un tanto alejados, el niño se dio la vuelta y agitó la mano despidiéndose de Inuyasha con una sonrisa que mostraba sus dientes de leche.
Inuyasha al contemplar aquella escena, no pudo más que sonreír como un idiota y enternecerse por el niño animado que había conocido en un corto tiempo; haciendo que su corazón diera un brinco dentro de él, y que el deseo que hasta hace poco había postergado, cobrara fuerza en su mente: tener un hijo.
Y es que, si bien la idea era una de las ilusiones que había tenido antes de casarse; aquel sueño se había ido apoderando de su ser con gran intensidad después de contraer matrimonio con demasiado ímpetu, aun podía recordar cómo había iniciado ese anhelo.
Estaba en su casa, a cinco meses de contraer matrimonio, cuando de la nada apareció su detestable hermano mayor junto con Kagome, la cual había llegado minutos antes para arreglar algunos asuntos sobre los detalles finales de la boda.
—Inuyasha, Kagome está aquí. Dice que quiere hablar contigo sobre la boda—. Comentó imparcial Sesshomaru dejando a su futura cuñada en la sala con Inuyasha.
—Hola Inuyasha—. Y entrando la azabache a la sala, le dio un beso fugaz en los labios.
Inuyasha pasó de estar molesto al escuchar a su irritante hermano, a calmado cuando tuvo a su prometida a su lado, recibiéndola en un fuerte abrazo —Kagome, dime. Sesshomaru dice que quieres hablar de la boda.
De pronto se asustó pensando en lo peor.
—Espera Kagome...—Continuó hablando sin dejarla responder —¿ acaso te arrepentiste de querer casarte conmigo?— La miró aterrado, buscando descartar que esa fuese la idea de ella.
Kagome río dulcemente y habló: — claro que no, tontito, te amo demasiado como para arrepentirme—. Se acercó a su novio y lo besó de forma profunda, haciendo que el beso se extendiera lo suficiente para dar ciertas ideas al pelinegro.
—Oye Kagome, ¿Qué te parece si en lugar de hablar de la boda, nos vamos a mi habitación y hablamos en privado?— Sonrió seductoramente.
La azabache se sonrojó ante la propuesta de su futuro esposo y se apartó de él un tanto incomoda por el comentario.
—To-to-tonto, espera a la noche de bodas para ese tipo de cosas—. Le dio un suave golpe en el brazo totalmente roja — Bien porqu...— quiso continuar pero fue interrumpida abruptamente por la voz de una mujer.
—Ah, Kagome ¿cómo estás?—. Habló esta vez Rin, esposa de Sesshomaru—¿ podría pedirte un favor?, ¿sí?
—Claro. Por supuesto—. Respondió un tanto confundida ante el petitorio de la joven mujer.
—Adiós a la diversión en pareja—. Murmuró un malhumorado Inuyasha ante la situación que se presentaba. — Ri-nechan, ¿no puedes pedirle a otra persona que te haga ese favor? Ocurre que Kagome y yo estamos ocupados—. Añadió como un chiquillo caprichoso.
—Oh perdón Inuyasha. Pero no tengo a nadie más, solo será esta vez, ¿sí?— Suplicó su cuñada.
Inuyasha soltó un gruñido seguido de un puchero, para luego ladear el rostro y cruzarse de brazos, gesto que su joven cuñada entendió como un 'Sí, está bien' de su parte, para acto seguido llevar su mirada a Kagome.
—¿Podrían cuidar a Kagura por nosotros? Es que Sesshomaru olvidó llamar a la niñera para que la cuide; y como creo que ya sabes Inuyasha— Mencionó llevando su suplicante mirada al susodicho y continuó— hoy tenemos una comida importante a la que no podemos faltar. Se lo hubiese pedido a tus padres, pero están de viaje—. Informó y volvió su vista a la azabache que ya parecía haber comprendido— No confió en nadie más para que la cuiden, ¿podrían?
—Por mi está bien, Rin—. Sonrió Kagome y se aferró al brazo de su joven novio que ya estaba mascullando por lo bajo dando lindas palabritas a su hermano.—Seguro Inuyasha también está encantado—. Añadió esperando que su próxima familiar no notará lo contrario.
El ojidorado miró a su cuñada y estaba por desmentir a Kagome rotundamente, cuando entró su hermano y le dio una mirada en la que expresaba un 'dices algo y te mato' que lo hizo cambiar de opinión, y aceptar ser niñero de su sobrina.
Una vez solos con la pequeña, el ojidorado protestó diciendo que lo usaban de cuida mocosos, y que siendo así, solo cuidaría a los hijos que tuvieran ellos dos. Sin embargo Kagome no le prestó atención, y se apegó a la niña como si fuera ella la madre de la misma..."
Fue ahí cuando ocurrió.
Ese día que vio a Kagome cuidarla con tanta ternura, supo que sería una madre excepcional. De eso no le cupo la menor duda. Desde entonces había deseado casarse cuanto antes con ella, su prometida todavía; y tener lo más pronto posible un hijo, pues no solo quería ver a su Kagome dar esos cuidados maternos que le había conocido, sino que él también quería tener la experiencia de saber sobre la paternidad. Tener su propio retoño con ellos. Era un dulce sueño que esperaba con fulgor a que se hiciese realidad.
Oyó pasos detrás de él sacándolo de sus pensamientos, y obligándolo a voltear para ver a la figura que se acercaba.
—Con que aquí estabas—. Suspiró más tranquila Kagome — temí que te hubiera pasado algo—. Lo miró de forma burlesca poniendo los brazos en jarra —¿Qué tanto hacías, Inu?
—Eh, yo... bueno...— No sabía cómo contarle de su pequeño encuentro con un niño que le había dado uno de los paquetes que se le había caído, al tratar de seguirle el paso para salir del comercio —estaba detrás de ti... un niño me dio uno de los... y me quede aquí...— Suspiró agotado y detalló brevemente —caminaba distraído, se me cayó una de las compras y un niño me hizo el favor de regresármelo y bueno… me quedé un tanto pensativo y luego llegaste tú— Finalizó su relato sin darle mucha importancia.
—¿Un niño?—Preguntó extrañada Kagome y buscando con la mirada al infante, sin lograr tener éxito.
—Se fue hace un rato—. Habló Inuyasha al notarla.
—Ya veo—. Murmuró la muchacha para luego mirarlo y sonreír—vamos a casa, hoy fue un día agotador—. Se acercó a su esposo y tomó un par de bolsas para aligerarle la carga.
—Oye, Kagome...— Mencionó Inuyasha un tanto pensativo aunque después optó por desistir —No, nada. No es nada—. Y trató de convencerse también a sí mismo.
—¿Te sientes bien, Inuyasha?— Cuestionó la chica confundida por el comportamiento raro que tenía el ojidorado.
Por su parte Inuyasha, pensaba y pensaba. Quería un hijo, lo necesitaban y ¡PRONTO! Observó a su esposa y lo meditó un rato, estaba casi seguro que si le pedía a su mujercita un niño, ésta no se atrevería a negárselo; ¿entonces cuál era el problema?... Por un momento lo perturbó esa pregunta, aunque segundos después supo la respuesta. Era simple... ¿y si Kagome no quería?¿si ella no sentía el mismo anhelo que él?... volvió a dudar de la azabache a su lado, de nuevo. Pero volviendo a enfocarse en su deseo, una loca idea llegó a su mente; la cual empezó a maquinar varias formar de obtener lo que quería pues si, en el peor de los casos, Kagome no quería un hijo entonces... la fecha que se aproximaba sería la perfecta excusa para engendrar un bebe y sabia cómo lo haría.
Sonrió de medio lado y buscó la tienda más cercana, encontrando su objetivo y sin decir mucho, le pasó todas las compras a la joven que tenía a su lado.
—Espérame aquí, Kagome. No tardo—. Pidió antes de salir disparado.
—Espera Inuyasha, ¿a dónde vas? ¡No me dejes con todas las cosas!—. Le gritó algo preocupada por la actitud sospechosa que tomaba su pareja.
Inuyasha la ignoró por completo y entró al local de adornos navideños, y en un santiamén, compró todo lo que necesitaría para la operación: 'la llegada del bebe'. Una vez lista su compra se dirigió hacia su esposa y juntos finalmente salieron de aquél lugar para retirarse a su hogar.
Tras un viaje que a Inuyasha le pareció reparador, pues se sentía aliviado de no tener que hacer más compras por ese día; por fin llegaron a su casa. Kagome fue la primera en entrar para dirigirse de inmediato a la cocina, para traer un par de aperitivos antes de ponerse a trabajar.
Sí, el día apenas comenzaba para ella.
Mientras que Inuyasha, se dirigió a la sala y se desplomó en el sofá desparramando todas las cosas que habían comprado. Ahora que estaban en casa descasaría como era debido antes de salir a caminar, o tal vez optaría por mirar un poco de televisión para terminar de distraerse; pues él había cumplido con el tiempo para pasar con su esposa haciendo las tediosas compras navideñas. Así que esperaba no ser molestado en lo que restase del día en cualquiera de las opciones que decidiese, finalmente, hacer.
Kagome llegaría momentos después a la sala, con un platillo de sándwiches que había preparado y una jarra con jugo, dejándolos en la mesita ratona. Se sentó al lado de su esposo el cual por un par de segundos, miró la comida con demasiado interés, para enseguida devorar lo tenía en frente.
Kagome también tomó un sándwich y mientras comía empezó a contar lo que haría en el día.
—Oye Inuyasha, es tiempo de decorar la casa—. Comentó pensativa en la forma en que comenzaría a limpiar la casa e ir decorando.
—¡Ahh!, no Kagome—.Protestó Inuyasha— suficiente tuve con tener que ir a comprar todos los adornos—. Se justificó para no hacer nada en lo que quedaba del día.
—No digas eso. Recuerda qué día es hoy—. Contestó Kagome apresurándose a decir— hoy es ocho de diciembre, día de la Inmaculada Concepción; se supone que este día se arma el arbolito y el pesebre, además de adornar la casa—. Comentó un tanto molesta.
—Pero estoy cansado… hemos caminado durante horas, ¿y quieres ahora seguir con la limpieza de la casa y su posterior decoración?— Preguntó irónico.
—Inuyasha—. Dijo Kagome con tono de advertencia.
—¿No lo podemos hacer mañana? ¿Por qué tiene que ser hoy?—. Masculló irritado.
—Tienes dos opciones: o hacerlo hoy, para mañana solo ira a comprar lo que hace falta. O, dejar las cosas para mañana y te juro que no te daré descanso alguno—. Vociferó molesta por los berrinches y muecas que hacia el joven.
—Está bien, está bien—. Murmuró comenzando a perder la paciencia— pero eso sí, mañana solo compramos lo que haga falta. ¡Que coraje!—. Susurró lo último ladeando el rostro y dando una nueva mordida al emparedado.
Descansaron unos quince minutos y fue la azabache la que empezó por limpiar la cocina y tomar una de las tantas bolsas en el suelo y para comenzar a decorar la susodicha habitación. Inuyasha solo pudo dar un gran suspiro para levantarse y ofrecer su ayuda; pero antes de que lo hiciera, su esposa le tendió un martillo, adornos y luces, los cuales miró sin entender mucho la idea.
—Inu, toma—. Sonrió gentilmente mientras seguía sosteniendo el martillo y los adornos, esperando que los tomara.
—¿Qué quieres que haga con esto?— Preguntó con confusión al sostenerlos.
—Pues que decores la entrada de nuestra casa—. Respondió con obviedad dibujando una sonrisa en su rostro.
El ojidorado posó sus ojos en su adorable esposa, inspiro aire un vez más y sentenció a tono de broma —¿sabes? Creo que el año que viene no festejaremos navidad— yendo para la puerta a hacer lo que le se le había encomendado.
Minutos más tarde y tras pelearse varias veces con las tonta luces que parecían encariñadas con los adornos, después de habérsele enredado; por fin finalizó su tarea, y buscó entre las tantas bolsas lo que el a último momento había comprado, encontrándolo con éxito.
Tomó el paquete entre sus manos y como si quisiera ocultarlo de la mirada chocolatosa de su compañera, lo guardó entre sus ropajes torpemente y se apresuró a llegar a la cocina.
—Linda, ya terminé de colgar lo que me pediste, ¿quieres ir a ver si te gusta cómo lo adorné?—Soltó con ternura.
La mujer lo vio recargado sobre el marco de cocina y le sonrió complacida ante tal comentario, a veces podía ser muy romántico cuando se lo proponía— en unos momentos iré a ver qué tal quedó, amor. Aunque seguro ha quedado genial—. Aseguró y lo vio enternecida.
—Perfecto—. Mostró una sonrisa que dejaba ver sus blanquecinos dientes y sin perder mucho tiempo planteó su idea— oye, linda... me preguntaba si... no sé... podría seguir decorando las paredes de TODA la casa, ¿eh? ¿qué dices?— Preguntó de forma distraída y al aire como si solo se hubiese motivado a ayudarle.
La azabache lo miró suspicaz, pero terminó por asentir con la cabeza concordando con la idea de que Inuyasha era algunas veces voluble. Éste al obtener la afirmación salió despreocupado de ahí, para después apresurarse con su tarea. El plan era sencillo. Si quería tener un bebé, entonces ese hermoso ornamento que compró en gran cantidad, sería su az de la suerte para ser la excusa. Fue a su habitación y se acercó a su cama. Sacó uno de los tantos muérdagos que había en la bolsa que traía consigo, y lo clavó en la cabecera de su cama al igual que poco a poco fue clavando los demás muérdagos, en puertas, marcos y todo lugar donde podrían estar él y su esposa. Una vez terminada su tarea, y contento con los resultados de haber llenado la casa de las ramitas verdes; fue para la cocina para colocar los últimos.
Kagome que había estado entretenida por un buen rato en ese lugar, había visto moverse a su marido de aquí para allá clavando aquellos adornos con una duda sobre cuál sería el propósito de los mismos, pero también, sin darle mucha importancia a la actividad de Inuyasha. Terminó con los últimos detalles en la cocina. Satisfecha volteó para adornar la sala sorprendiéndose por encontrarse a su esposo con una sonrisa de oreja a oreja que fue contagiosa para ella e instándola a preguntar.
—¿Qué es lo que tanto haces?— Acortó los pasos entre ellos y le dio un pequeño beso en los labios.
Inuyasha la abrazó sonriente y dio una suave carcajada, al parecer estaba divertido por la situación— nada, solo decoro.
—¿En serio?... Pero si solo has estado colgando muérdagos—rio ante su comentario— ¿terminaste?
—No, aun no me falta la cocina— respondió divertido.
—Entonces creo que puedes ayudarme, AHORA SI a decorar toda la casa, ¿no?— Comentó con un tono gracioso e irónico.
—Mmm... no lo sé... tal vez... depende—. Contestó fingiendo distracción.
—Tonto—. Susurró Kagome y le dio un beso travieso que llegó al cuello masculino— ven, vamos, necesitamos terminar el día hoy con la decoración—. Se separó del abrazo que ya le había dado para tomarlo por la mano y arrastrarlo a la sala.
El pelinegro simplemente se dejó guiar por su esposa, jugueteando entre alguno que otro beso que le daba hasta llegar a la habitación de estar. Abrazó a la azabache y besó su cuello buscando que le respondiera como mujer, e iniciar aquel juego del amor.
—Kagome... ¿por qué mejor no dejamos la decoración por un momento y... tu sabes?— Besó y mordisqueó el lóbulo de la oreja de ella.
—I-Inu...— Gimió la chica por las caricias que daba su esposo— debemos terminar ahora... o...—Ahogó un gemido cuando sintió como su esposo acariciaba con frenesí sus pechos a través de la ropa, a lo que salió de los brazos de su esposo sonrojada por dejarse llevar de esa forma y tratando de ponerse lo más firme posible; pero usando las mismas palabras de él, como una especie de trato, le dijo:— escucha, si terminamos antes, te aseguro que podremos tener nuestro tiempo a solas—. Se arregló la ropa y curvó sus labios en una risa traviesa guiñándole un ojo.
Inuyasha solo sonrió ampliamente y en lo alto de ellos un muérdago— de acuerdo, trato hecho. Pero tendrás que darme un beso primero.
Kagome entendió a la perfección observando el ramito que estaba sobre ellos, y se acercó besando los labios de su marido para después separarse de él y entregarle las bolsas para seguir con la decoración.
Era de noche y estaba agotadísimo, adornar su casa había sido un caos; pero todo estaba listo, o bueno, lo único que hacía falta eran las compras de los que serían los regalos para los pequeños, aunque ese era otro tema. Tomó un gran trago de su jugo para luego llevar a su boca el platillo que estaba nuevamente degustando, mientras miraba con ojitos brillosos a su compañera de cena.
—Kagome esto esta delicioso—. Se llevó otro gran bocado a la boca.
Kagome solo pudo mirarlo con ternura— es porque me esfuerzo para hacerte feliz, amor.
Al escuchar eso su corazón palpitó tan fuerte que sintió como sus mejillas que ponían totalmente rojas y con ellas, su anhelo llegaba golpeando su mente, exigiendo salir de su prisión. Se armó de valor y finalmente la observó fijo mientras pronunciaba su propuesta esperando ansioso la respuesta.
—Kagome, ¿sabes?... he estado pensando...— Desvió su mirada un poco para luego centrarla en ella nuevamente y atropellar sus palabras— quiero que tengamos un bebé—. Escupió totalmente rojo y con el corazón latiendo a mil por segundo.
Kagome al escucharlo lo miró perpleja por un segundo sin poder llevarla la cuchara a su boca. Sabía que esperaba una respuesta a ello, pero no quería contestar ahora; no quería herirlo. Se levantó de la mesa —yo… a… he olvidado algo—. Se excusó patéticamente sin poder reaccionar mejor y se dirigió a la habitación matrimonial, dejando solo al ojidorado que por unos segundos se quedó perturbado ante la actitud de su mujer, para segundos después seguirla y saber su opinión respecto a la propuesta que le había hecho.
Después de haber tenido una breve discusión salió a caminar un tanto decepcionado por la negativa recibida de Kagome, la verdad es que no esperaba que le dijera que no.
Llegó a la habitación y la vio sentada en el borde la cama pensativa, se arregló la garganta llamado la atención de Kagome quien lo miró unos segundos, para luego levantarse de la cama y acercarse a la ventana. Poso sus brazos sobre el marco mirando hacia la nada, mientras que Inuyasha se recargaba en el marco de la puerta y la observaba esperando su respuesta, no deseaba presionarla, pero era un paso, que sentía, debían dar.
—No quiero tener un bebe— Contestó secamente— ¿Por qué no mejor disfrutamos del momento juntos y después vemos esto de tener hijos, Inuyasha?— Pidió Kagome de forma un tanto suplicante.
—¿Pero Kagome...?— No pudo seguir, pues vio a la azabache voltearse a mirarlo a la cara con un gesto incomodo, al parecer no quería hablar del tema.
—Me voy a dormir, ¿vienes?— Cambió de tema la pelinegra mirándole a los ojos esperando su respuesta.
—No—. Respondió herido— saldré a caminar, necesito un poco de aire fresco—. Sentenció tomando su abrigo y saliendo a la calle para dar un paseo y despejar su mente."
No lo entendía, ¿por qué no quería tener un hijo con él? ¿acaso era un mal marido? ¿la lastimó de alguna manera, u ofendió en algún momento que él no lo notara? Todas esas y más preguntas rondaban su cabeza, pues no entendía cuál había sido su error para que Kagome no quisiera quedar embarazada. Suspiró al frío aire del otoño, una y otra vez hasta llegar al parque donde se sentó en una banca y cerró los ojos para meditar, la frustración le carcomía la mente y más de una idea se le ocurría para la situación que estaba pasando, pero ninguna le daba la solución que él quería. Levantó la vista al cielo que estaba repleto de cientos de estrellas, quedando en trance con el paisaje que lo distraía de la dura realidad, y la amargura que lo estaba invadiendo.
—¿Inuyasha?— Oyó pronunciar su nombre a una voz bastante familiar que lo sacó de sus pensamientos, dirigiendo la vista hacia una pareja que lo miraba incrédula de reencontrarlo después de tantos años.
—¿Kikyo? ¿Onigumo?— Cuestionó también sorprendido y atónito. No esperaba verlos a altas horas de la noche en medio del parque y menos después de tanto tiempo— ¿Qué hacen aquí?
—Salimos a pasear. El aire fresco ayuda a las embarazadas—. Contestó risueño Onigumo. Kikyo le dio un ligero codazo a su novio para luego sonreírle con ternura.
Inuyasha al oír eso, no hizo más que abrir los ojos como platos y posar su vista en la futura madre, la misma que esta sobo su estómago un tanto abultado, casi por instinto, y confirmando su estado.
—¡Vaya!, no sabían que se habían casado, por lo menos nos hubieran invitado a la ceremonia—. Sonrió con falsedad, y es que la envidia invadió su cuerpo al saber la noticia. Él, que quería un hijo con la mujer que más amaba, no podía tenerlo simplemente porque Kagome decía 'querer disfrutar el tiempo con él, y después formar una familia' y la mujer que estaba delante suyo tal vez ni siquiera llevaba ni dos meses de recién casada, ¡y ya estaban en la dulce espera! La vida sí que era injusta, ¡PERO SOLO CON ÉL!
Volvió a la realidad cuando oyó la voz de la mujer— no estamos casados. Por el momento vivimos como pareja, aunque habíamos pensado en casarnos después de que nazca el bebé—. Explicó la situación momentánea que tenía con su pareja.
Esa confesión solo lo hizo sentir más humillado de lo que antes se consideraba. No entendía, ¡¿Por qué?! ¿Por qué la vida le restregaba la suertel otras personas que sí tenían lo que él anhelaba?, si habría un ser todopoderoso definitivamente se quejaría con Él cuando se encontrara en el más allá, pero mientras tanto... fingiría hasta donde pudiera felicidad por la noticia de la pareja delante suyo.
—¿En serio? ¿pero no tendría que ser al revés, primero casarse y después tener familia?— Cuestionó fingiendo curiosidad.
—Bueno, pues a nosotros, más que nada a Kikyo no nos importa mucho los protocolos de la sociedad a la hora vivir en pareja o formar familia—. Respondió Onigumo con simpleza.
—Así es. Siempre es bueno tener una mente abierta en este tipo de cosas, ¿no lo crees, Inuyasha?— Afirmó y cuestionó Kikyo la postura que había dejado su novio.
—Sí, por supuesto. Aunque yo prefiero ser tradicional—. Comento fingiendo una sonrisa el ojidorado. 'Zorra, ni siquiera estás casada y ya estas embarazada. ¡Maldición! ¡Que coraje! ¿Cómo estos dos tendrán un hijo y yo que apenas pronuncio la propuesta recibo la negativa? ¡Tonta Kagome!, así nos ganarán todos y seremos los últimos en tener familia, ¡tonta!, ¡tonta Kagome!' pensó para sus adentros Inuyasha.
—Tú siempre tan arraigado a tus tradiciones—. Habló Onigumo hacia Kikyo, sonando un tanto obvio ante su propia respuesta, a lo que Kikyo solo le sonrió concordando con su novio.
—Sí, así es. Yo y mis tradiciones—. Dio una carcajada falsa.
—Bueno, será mejor que nos retiremos. Comienza a hacer más frío y no queremos atrapar un resfriado—. Dijo Kikyo a los presentes abrazándose a sí misma.
—Concuerdo contigo. Hasta pronto Inuyasha... y felicidades por tu casamiento—. Se despidió Onigumo dándole su abrigo a Kikyo para que se calientara un poco más.
—Es cierto, muchas felicidades, nosotros tenemos que darles nuestro presente todavía, aunque ya hablaremos de eso luego. Mis felicidades a Kagome—. Sonrió con honestidad y ternura— Hacen una hermosa pareja, avísennos cuando llegue su primogénito—. Anunció risueña y algo emocionada por la futura descendencia de su ex novio, y es que ya quería compartir también con Kagome, cuando estuviese embarazada, las cosas relacionadas a los bebes. Después de todo, pese a haber empezado con el pie izquierdo con la susodicha, después de una serie de eventos, ambas habían llegado a llevarse de maravilla siendo casi hermanas, y ahora escuchar que su antiguo novio tenía como esposa a una mujer maravillosa como lo era Kagome, no hacía más que darle alegría y tenía que admitir que nunca se había sentido tan amada, con locura y pasión, por Onigumo como en esos momentos. Agradecía sobremanera que Kami lo hubiera puesto en su camino, siendo él lo mejor de su vida, y más ahora que se encontraba esperando un hijo de él. Sí había hecho una buena elección al elegirlo como compañero de vida.
—Sí, gracias a los dos... le haré llegar a Kagome sus saludos. Hasta pronto—. Se despidió Inuyasha viendo como la pareja se retiraba en dirección a puesta a la que él pensaba ir.
Vio cómo se alejaban los dos, mientras el agitaba lentamente la mano en señal de despedida, y cuando observó que estaban a una distancia prudente, hizo un hermoso gesto con el dedo del medio a las espaldas de la pareja retirada.
—Estúpida Kikyo—. Masculló— estúpido Onigumo— maldijo por lo bajo en lo que Kagome consideraba una de sus berrinches— Ay si, 'estoy embarazada... no estamos casados... vivimos en pareja... tú siempre tan arraigado a tus tradiciones... no seguimos con los protocolos de la sociedad... felicidades por tu casamiento'—. Imitó de muy mala gana las frases que anteriormente fueron dichas— ¡Uy! ¡Maldición!— Vociferó irritado ver a aquella pareja en mejor situación que la suya. Sí, tenía envidia.
Suspiró resignado y tratando de calmarse, recordando eventos pasados cuando todavía era un adolescente enamorado, cuando creía que Kikyo sería la mujer de su vida, y con la que quería hasta ese entonces llegar más lejos, aunque siempre había sido impedido puesto que Sesshomaru siempre llegaba en los momentos en los que quería llegar a algo sexual con Kikyo, o eran sus padres los que lo controlaban de que no hiciera nada o la misma Kikyo era la que lo rechazaba, aunque tenía que admitir ahora y con gran felicidad haber conservado la castidad hasta el matrimonio, si bien era cierto que fue un adolescente con la hormonas revolucionadas, agradecía haberse mantenido puro para su Kagome, pues de más estaba explicar la noche de bodas que había tenido, sin duda fue la mejor de su vida, y fue aún mejor no haber tenido nada con ninguna otra mujer, sino hubiera tenido que llevar el arrepentimiento consigo de por vida.
"—Espera Inuyasha—. Detuvo los besos profundos que el ojidorado le propinaba y las caricias que con ahínco, trataban de tocar más piel de su cuerpo de la que podía.
—¿Porque? Además lo que hacemos no es nada malo—. Reprochó el ojidorado.
—No, yo.. lo que quiero decir—. Se detuvo abrupta para luego mirarlo a los ojos y enfrentar a la verdad— Creo que no podemos seguir, yo quiero a alguien más...
Inuyasha se quedó helado, no esperaba recibir una noticia de ese calibre.
—¿Que dijiste?
—Eso. Conocí a alguien más y... simplemente pasó—. Lo miró un tanto apenada para luego continuar—Perdóname Inuyasha, pero no pude evitarlo, por eso quiero terminar contigo.
Inuyasha la miró incrédulo para luego hacerlo con ira, y pararse a abrir la puerta de su cuarto y hacer un ademan para que se fuera.
—¡Quiero que te vayas y nunca regreses!—escupió también al verla a los ojos.
Kikyo se levantó de su lugar avergonzada y también herida, para comenzar a salir del cuarto del ojidorado, pero antes de irse de dirigió unas últimas palabras— Ojalá puedas perdonarme un buen día, y encuentres a alguien que sí te ame como alguna vez lo hice yo—. Se retiró dejando hecho pedazos el corazón del pelinegro que solo pudo bajar la mirada y cerrar de un portazo la puerta, para frustrado, destruir todo lo que tenía a su paso"
Y obvio, después de aquello, poco a poco había empezado a salir con su mejor amiga, Kagome, quien había sido su gran apoyo después de su ruptura con Kikyo y con el tiempo, llegó a enamorase definitivamente de ella para luego finalmente proponerle matrimonio, y estar ahora felizmente casado; aunque ahora dolido por su rechazo al querer darle un hijo.
Sacudió su cabeza sacando de su mente los malos pensamientos. Decidido camino a su hogar con una idea fija, pues si de algo estaba seguro, era esta navidad seria perfecta para recibir como regalo la promesa de un hijo. Y claro, trabajar en él.
Sonrió de lado al ver las luces encendidas aun, signo de que Kagome lo esperaba, tal vez preocupada. Respiró hondo y hecho carrera para llegar pronto a su casa. Entró a su hogar, buscando a su esposa y la encontró sentada en las escaleras expectante a su regreso.
En cuanto lo vio fue hasta él para darle un abrazo.
—Estaba tan preocupada por ti, ¿dónde estuviste? Creí que te había pasado algo, ¿estás bien? ¿no te paso nada? ¿te duele algo?— Se separó un poco del abrazo para examinarlo de pies a cabeza buscando alguna herida posible, sin encontrar nada, relajándose al ver que su esposo se encontraba en perfectas condiciones.
—Estoy bien—. Sonrió el ojidorado— pero me encontré con Kikyo y Onigumo—. Comentó a modo de chisme— ¿y sabes algo?, esperan un hijo— eso último lo dijo en un susurró como si fuera un secreto.
Kagome al escucharlo abrió los ojos sorprendida y emocionada por la pareja.
—¿En serio? Eso es tan lindo—. Chilló emocionada por Kikyo, ya que quería verla y preguntarle por el nuevo integrante— tendré que llamarla para poder visitarla—. Sugirió pensativa buscando qué podría llevarle como regalo para el bebé no nato de la mujer— ¿Que podré darle?
Inuyasha al oírla solo pudo reír enternecido por cómo se comportaba la joven, y hablando muy bajito para sí, dijo:— Ahora faltamos nosotros, Kagome—. Le dio un beso en la coronilla.
—¿Dijiste algo?— Preguntó Kagome al no escuchar bien lo que había dicho.
—Nada. Mejor vámonos a dormir que quiero tu calor… y sabes cómo me gusta calentarme—. Habló de forma seductora tomando de la cintura a su esposa y ambos dirigirse a la habitación principal.
Kagome al escucharlo se sonrojó hasta parecer un tomate, para luego seguirlo; pues adoraba cuando su esposo se comportaba de aquella forma seductora y apasionada. Sin duda alguna, esta noche, la actividad se tornaría bastante intensa.
Bueno que les puedo decir este Inu quiere ser padre y muy pronto por cierto jajaja como hará para convencer a Kag? Y por qué Kag no querrá tener un hijo? Eso lo sabremos en el siguiente capítulo! !
Nos leemos pronto, Hou Aiyoichi!
Tú opinión es importante para mi por ello quiero deleitarme con su delicioso review así que... que esperas para escribirme! Anda anímate! Y desde ya te lo digo a ti que tal ves ya viste que hay más caps para leer solo puedo decirte escríbeme por cada cap que estoy ansiosa de saber tu opinión!
Ya sabes espero tu review, y gracias por tomarte la molestia de leeeme y escribirme , chaito! ^^
