Gendry

Todo New york conoce a la familia Stark, ya sea por su fama a nivel mundial o por su poder económico. Son la familia a la que todo el mundo les gustaría formar parte, y no es para menos.

Eddard Stark junto a su mejor amigo, Robert Baratheon, habían fundado cuando apenas eran unos niños la empresa que se convertiría en el líder en ventas de todo Norteamérica durante una década. Hay rumores sobre el patrimonio económico de la familia Stark, y por lo que dicen hay más de seis ceros en sus cuentas anuales.

Catelyn Stark, la matriarca, es una reconocida actriz de Hollywood, y ciertamente parece que ha encontrado la fuente de la eterna juventud. Es realmente hermosa. Y si fusionamos a ambos progenitores nos encontramos con sus cinco perfectos hijos.

Robb Stark está estudiando política en la universidad, en la cual ya cursa el último año. Todas las personas que lo conocen saben que llegará a ser alguien importante de mayor, posiblemente el presidente. Incluso ha salido en algunas películas con su madre, ya que ha sacado la belleza de esta. A sus veinte años es unas de las personas con más seguidores en sus redes sociales, además de ser todo un conquistador.

Sansa Stark está en mi clase desde que tengo uso de razón, y es que aunque sean tan ricos, sus padres siempre los han apuntado a colegios públicos debido a su sencillez y humildad. Característica que dicha hija no ha sacado. Es vanidosa, ególatra y ambiciosa. Quiere ser actriz como su madre, por lo que no le interesa estudiar lo más mínimo a sus dieciocho años.

Bran Stark sufrió un accidente con apenas seis años de edad que lo dejó paralítico para siempre. Nadie nunca supo que pasó en realidad, pero el joven es un hacker de ordenadores impresionante a sus escasos dieciséis años.

Rickon Stark apenas tiene diez años, pero aun así también destaca en un ámbito particular, el deporte. Ese chico juego al rugby con personas mucho más mayores que él, que inclusive le sacan dos cuartas, pero eso no llega a taimar el coraje del muchacho que siempre impresiona por su rápidas y hábiles jugadas.

Y por último, Arya Stark, es la mediana de la familia Stark y la que menos se parece a ellos. No destaca en nada en especial; No es buena estudiante, no ha sacado el pelo rojo ni la belleza delicada de su madre, no destaca en los deportes, ni siquiera canta bien, al contrario de su hermana Sansa. Arya simplemente era Arya, a secas.

A parte de ellos, la familia Stark está compuesta por un integrante más, Jon Stark. Es hijo de la hermana de Eddard que murió en el parto, nunca se supo quién fue el padre, pero eso a Ned nunca le importó, simplemente lo adoptó y lo quiso como si fuera uno de sus hijos. Dicho chico acaba de entrar en la universidad y vive en un loft junto a Robb.

Y mientras ellos, posiblemente, triunfarán en la vida y cumplirán todos sus sueños, yo me tengo que conformar con la vida que me ha tocado. Vivir a su sombra, y no los envidio, seguramente tendrán muchas responsabilidades y deberes, pero tienen una familia a la que amar.

Me abandonaron en la puerta de una iglesia cuando apenas contaba con unos días de vida, un sacerdote me encontró y me cuidó como su propio hijo. No puedo quejarme, podría haber acabado en las manos de algún drogadicto o peor.

Llevo sentado desde hace una hora en el patio de la escuela, esperándola, porque lo único en lo que llevo pensando todo el verano es en las ganas que tengo de verla. Llevo enamorado de ella desde que tengo uso de razón, desde que la vi por primera vez, con un vestido rosado y con flores y lazos adornando su pelo.

El primer recuerdo que tengo con ella es cuando la vi en la iglesia, junto a su familia, bostezando aburrida mientras escuchaba la misa. Sus cabellos marrones eran largos entonces, y sus ojos grises miraban todo con pesadez. Entonces nos miramos por primera vez, y ella me sonrió a mí, entre todas las demás personas.

El segundo recuerdo no fue tan grato. Ella ya llevaba viniendo un par de meses a la Iglesia y a veces sus padres se quedaban hablando mucho rato con mi padre adoptivo, mientras ella y yo jugábamos. Hasta un día en la que la quise besar. Yo no sabía por qué tenía tantas ganas de unir nuestros labios, pero había visto que los mayores mostraban así su cariño a las personas que querían. Y yo siempre he querido a Arya. Lo poco que recuerdo fue que inmediatamente de besarla, estampó su diminuto puño en mi cara. Su hermana, Sansa, contó todo lo ocurrido, y nos prohibieron vernos.

Doce años después, aquí estoy, mirándola desde lejos. Ya no es la niña que era antes, delicada y con sus vestidos rosados que su madre le compraba. No, ahora casi siempre va vestida de negro, siempre muy punki. Incluso se ha hecho una mecha azul en su pelo oscuro.

Siempre pensé que con los años dejaría de pensar en ella, que incluso estando con otras chicas, la olvidaría. Eso nunca pasó, obviamente. Necesito a Arya, la necesito en mi vida. Este será el año en el que por fin tendré el valor de hablarle, y si puedo, de conquistarla.

Pero extrañamente, hoy no era Arya mi objetivo, sino su hermano Bran. Él es un nerd al que acosan en el instituto, cosa que no me gusta nada. Siempre he odiado las injusticias, y si son a la familia de ella, más. Mi plan es sencillo, para acercarme a ella tengo que acercarme a su entorno, ¿Y por qué no hacer amigo de alguno de sus hermanos?

Robb y Jon están en la universidad, y Rickon es demasiado pequeño por lo que descarto a los tres; por lo tanto, solo me quedan dos hermanos en mi lista: Sansa y Bran. La primera ni siquiera se ha dignado a mirarme durante cuatro años que compartimos clase, por lo que ya solo me queda Bran.

Me siento mal al acercarme a él solo por interés, pero no puedo hacer otra cosa, además le ayudaría para que no se metieran los abusones más con él, ambos salían ganando, ¿No?

Entonces ocurrió, una limusina negra se estaciono en la puerta y un montón de ojos curiosos se giraron a mirar. La primera en salir es Sansa, con su larga melena caoba al viento, sus uñas de gel impactaron con fuerza en la pantalla de su teléfono en seguidas ocasiones. El segundo en salir es Bran, con la ayuda de un asistente, que le colocó en la silla de ruedas sin dificultad. Y por último ella, Arya estaba fantástica. Medias negras rotas dejando ver su piel, una falda negra, camisa roja, gargantillas alrededor de su cuello y un gorro gris. Además de sus famosos zapatos de plataforma que la hacían ver más alta de lo que es.

Lleva como siempre sus cascos puestos. Sonrío cuál enamorado al ver como menea la cabeza de un lado a otro al ritmo de la canción que escucha. Pronto los guardaespaldas se van, y los hermanos se despiden entre ellos. Sansa va hacia un grupo de chicas que la saludan entusiasmadas, como si vieran a una famosa estrella. Arya en cambio, entra a ver su nuevo horario. Quiero seguirla e intentar conocerla de forma casual, tipo chocándome con ella por los pasillos o algo similar, pero no lo hago.

Pronto llega él, el mayor abusón que existe en todo el instituto, Joffrey Baratheon, el novio de Sansa. De solo verlo me hierve la sangre, es todo un sociópata, que al ver al pobre Bran sólo se acercó a él para molestarlo. De un salto me levanto del banco y tiro mi cigarro al suelo. Es hora de la acción.

- ¿Todavía no te has suicidado? Eres muy valiente, Stark.- Ríe el blondo con una sonrisa malvada.

- Déjame en paz, Joffrey.- El chico intenta avanzar impulsándose con las ruedas, pero el mal nacido se pone delante.

- ¿O qué? ¿Le dirás a Sansa como la última vez? Ya vi como te creyó, sólo tuve que mirarla con ojos de pena y jurarle que yo jamás buscaría el mal de mi pequeño cuñado…

El rubio le intenta dar una patada a la silla, pero soy más veloz y consigo apartarla. Joffrey me mira iracundo, como si quisiera destruirme con la mirada. Menos mal que las miradas no matan. Bran, en cambio, me mira totalmente anonadado.

- ¿Por qué no te metes con alguien de tu tamaño?- Le pregunto desafiante, y a pesar que el chico tenía mi altura, no podía comparar su flaqueza con mis músculos cargados de tanto trabajar.

- Yo… yo…- Parece que no sabe muy bien que decir, y se va airado.

- ¿Estás bien Bran?- Le pregunto, agachándome para recoger sus libros del suelo.

- ¿Cómo sabes mi nombre?- Pregunta algo sorprendido aún por los acontecimientos, pero sacude un poco la cabeza y me sonríe con amabilidad.- Claro, soy un Stark, a veces se me olvida. Gracias por todo, Gendry.

- Es normal que conozca tu nombre, pero tú el mío no es tan común.- Es más había esperado que ni si quiera me hubiese visto por la escuela.

- Eres el hijo adoptivo del sacerdote favorito de mis padres.- Dice con total naturalidad.- Todos lo de la familia te recordamos.- Un calor sube a mi rostro, ¿Por qué deberían recordar a un simple hijo de sacerdote la familia más rica de New York? Parece que él nota mi sorpresa, y coge sus libros.- No te preocupes, no se acuerdan de ti en sí, pero todas las navidades, padre cuenta con orgullo como Arya le pegó un puñetazo a un joven por intentar besarla.

- Oh…- Mierda, seguramente ya no le caeré en gracia al señor Stark.- Yo…

- No tienes de que avergonzarte, al contrario, siempre nos reímos bastante con esa historia.- El joven lleva su mano al mentón, dándole aire de pensador.- Creo que, desde entonces, Arya se convirtió en su hija favorita.

No puedo evitar reírme un poco, y él también lo hace. Entre varias charlas más triviales, lo ayudo a subir por la rampa de minusválidos, y lo conduzco a su taquilla. Él no para de hablar entusiasmado sobre el nuevo curso que comienza, cuando de pronto escucho una voz detrás de mí.

- Hola, Bran. De nuevo me ha tocado en la misma clase de retrasados.- Hacía años que no escuchaba su voz o estábamos tan cerca.

Siento como mi corazón se acelera, y mis manos sudan por el nerviosismo. Me giro un poco para verla, y nuestros ojos se cruzan durante un segundo. Sus ojos grises son tan hermosos, que no puedo parar de mirarlos.

- No puede ser para tanto, es sólo que hoy te has levantado de mal humor, Arya.

No puedo evitar sentir algo de celos de la relación tan buena que tienen ambos de hermanos. Siempre he querido tener un hermano al que poder alegrar en sus días tristes, o poder apoyarlo.

- No estoy de mal humor, simplemente no me gustan las clases…

- Ni los profesores.- Agrega Bran.

- Ni mis compañeros.- Acaba por decir Arya.

- Bueno, piensa que solo te queda dos años para aguantarlos.

Entro por primera vez en la conversación con una enorme sonrisa. Ella me escudriña de nuevo con la mirada, pero parece no estar segura de quién soy.

- ¿Te conozco?- Pregunta directamente, así que me limito a asentir.

- Es Gendry, ¿No lo recuerdas?- Punto para Bran, si es que al final vamos a ser buenos amigos y todo.

Entonces, sus ojos se abren más debido a la sorpresa, y su boca se abre levemente. Por un segundo, atisbo algo diferente en su mirada, algo fuera de su típico rostro lleno de frialdad y pasotismo.

- La última vez que nos vimos me diste un puñetazo que me rompió un diente de leche.- Especifico, aun sabiendo que ya sabe muy bien quien soy.

- Y tú me robaste un beso, estúpido.

- No recuerdo que fuera robado, niña.

- ¿Sobro de la conversación?

La pregunta de Bran me hace reaccionar, por nuestra pequeña riña no me había dado cuenta lo cerca que estamos. Me alejo un poco avergonzado, no esperaba que mi primer reencuentro acabara en discusión. Pero ella realmente siempre ha sabido sacar todo lo bueno y lo malo de mí.

- No, claro que no.- Niega Arya apartando su mirada grisácea de mí.- ¿Y qué haces con él?

- Me ayudó a defenderme de…

- ¡Maldito Joffrey!- Su tono de voz se ha elevado.- Quiero reventarle la cara a golpes cada vez que lo veo cerca de nuestra hermana o tuya.

- Ya lo sé…

- Pues entonces, si ha pasado eso… Gracias.- Lo último lo murmura tan bajito que apenas puedo oírla.

- Perdón, mi dama, pero no pude oírla.

- Vuelve a llamarme así, y haré que te tragues los libros.- Me amenaza con el libro de Literatura.

- ¿Por qué? De pequeña te gustaba jugar a las princesas, ¿Recuerdas? Siempre me pedías que te llamara de esa forma.

- Te confundes con Sansa.- Miente de forma descarada, y todo lo notamos. Se siente incómoda respecto al tema.

- Nunca te confundiría con ella, Arya.

Y es justo, en este momento, en el que la alarma que anuncia el comienzo de la primera clase suena, cortando cualquier respuesta que ella me fuera a dar. El rostro de ella ha cogido un leve color carmín, haciendo que se viera más adorable que lo normal, no puedo evitar preguntarme cómo sería acariciar su suave piel.

- Te acompaño a clase, Bran.- Dice ella cogiendo por detrás la silla. Me lanza una última mirada, algo fría, y se marcha.

- ¡Gendry, espero verte en el almuerzo!- Me grita Bran antes de desaparecer por los pasillos de la escuela.

Primer paso: Entrar en su entorno. (Conseguido)