EPISODIO IX – El equilibrio de la fuerza

Cap. I - Resistencia

La Resistencia huye en el Halcón Milenario esperando que los simpatizantes hagan caso al llamamiento de la General Organa, sin noticias de sus aliados del Borde Exterior de la Galaxia deambulan como delincuentes de poca monta haciendo valer sus contactos para abastecerse de combustible, alimento y municiones; solo por lo que pueda pasar.

- Pero… ¿Qué demonios? – Señala Finn al mando de los mandos de tripulación del Halcón abriendo el compartimento de engranajes del volante.

- Grrr, grrrrrr, greeergg – Chewbacca también agita la cabeza en ademán de desconocer a qué se refiere.

Finn coge lo que parece un sacro libro, vislumbrando que no tiene ni la menor idea de interpretar su simbología, no obstante, un dibujo en el que se puede ver la definición de la Fuerza llama a todo correr a Rey a gritos.

- ¿Qué, qué pasa Chewie, Finn? – Pregunta alterada Rey debido al tono de alarma de Finn.

- Mira, Rey, cuando iba a cambiar un engranaje del volante he encontrado este libro. ¿Tienes idea de qué puede ser? Parecen textos Jedi.

- Sí, yo conozco este libro, lo he visto en mis sueños. Estaba en Ahch-To, con Skywalker. – Rey lo recogió en sus manos como si se tratase del objeto más valioso de toda la galaxia.

- ¿Cómo es posible que haya llegado aquí? ¿Cosas… De la fuerza?

- Grrrgg,rgrrrr – Afirmó Chewbacca

- No tengo ni la menor idea, pero ha debido de enviarlo Luke antes de… Hacerse uno con la fuerza.

- Es una señal, una señal de que los textos te han escogido a ti para que seas su guardiana – Asaltó de pronto la General Organa reincorporándose en la conversación.

- ¿Pero cómo voy yo siquiera a custodiar lo que no tengo idea de leer?

- No te infravalores Rey. La Fuerza actúa de maneras que desconocemos. No subestimes a la Fuerza. – Añadió Leia apoyándose sobre un bastón mientras abandonaba el puente de mando para irse a la zona de descanso.

La última incursión le había afectado notablemente la salud. Algo entendible si echamos cuentas a qué su propio hijo había matado a su padre; Han Solo, Luke se había ido, la Resistencia se había visto mermada hasta casi el borde de la extinción y desde que la Fuerza actuase por sí sola salvándola de caer muerta en mitad de la galaxia sus articulaciones se habían resentido, como si le costase cada día más el movimiento. Rey miró preocupada a Finn.

- Me preocupa, su determinación no es la que era.

- Creo que tiene motivos para no tener determinación. Míranos, Rey, estamos acabados. La Primera Orden ha ganado.

- Grrrgrrrr geerrrr. – Se quejo Chewbacca mirando con desdeño al ex stormtropper.

- Finn, puede que haya vencido, pero no ha ganado. No descansaré hasta acabar con Kylo Ren. – Sus ojos brillaban con la determinación de la última Jedi.

La Resistencia se estaba dirigiendo al planeta Kaddak del Borde Exterior. Planeta sin ley y donde solamente se encontraba la peor calaña. Dameron no hacía más que replicar ante la orden de la General Organa por ir hacia este planeta. Tiempo atrás, cuando estaba haciendo una misión de expedición como piloto de una nave de transporte de algas gunganianas con tratamientos anestésicos, había embarcado en Kaddak. La banda Ranc dominaba el lugar. Unos criminales que tenían una severa adicción a estas algas; que podían ser consumidas o bien por inhalación o por pipa, y con los que no llego a lo que se dice buenos términos comerciales.

Sin embargo, Leia insistía en acudir allí sin otorgar más explicación por temor a que la información pudiese de alguna manera filtrarse. No podían permitirse ser descubiertos bajo ningún concepto.

Despegaron el Halcón en las limítrofes de Arankeng; ciudad mercantil del planeta en la que no había más ley que la de los mercados y las transacciones que eran controladas por los Ranc, para evitar llamar la atención. La Primera Orden ofrecía títulos y propiedades imperiales a los colaboradores con el Régimen por información sobre el paradero de la Resistencia. Poe Dameron ya había tenido que matar a unos tipos que reconocieron el Halcón Milenario, algo de lo que no se sentía orgullosa Rey y su encomiable sentido de la moral, pero que a todas luces sabía había sido necesario.

Leia era un activo demasiado valioso para un lugar como aquel, por lo que Dameron, Rey, Finn y BB-8 se adentraron en la ciudad tras la busca de un antiguo aliado de la Rebelión que había colaborado con la caída del Imperio.

Aquel lugar olía a estiércol y alcohol de cuestionable toxicidad. La prostitución y el contrabando de drogas eran la principal fuente de ingresos del planeta. Economía sumergida.

- Jure que nunca más volvería a este estercolero – Dijo asqueado Poe ante la imagen de la que no cabía duda era una ciudadana natal menor de edad acercándosele a ofrecer sus servicios por poco más que una botella del hidromiel fecal que tenían en aquellos suburbios.

- Busquemos rápido a quien hemos venido a buscar – Ordenó Rey haciendo caso omiso al asco que estaba interiorizando por las barbaries que tenía que observar – BB-8 busca a un alderaaniano, así acotaremos las opciones.

El droide se paró en frente de un negocio de venta de pieles de unos animales extraños; que debían ser autóctonos del planeta, que eran muy valoradas por el brillo que desprendía al secarse.

- ¿Eskairzg matagistoz? (¿Quién anda ahí?) – Inquirió el anciano al que faltaba un ojo en la lengua provinciana.

- Disculpe – Se adelantó Poe – ¿Es usted de Alderaan?

- ¿Acaso quieres morir? – Le mando callar el anciano – Marchaos, no quiero problemas.

- Solo queremos hablar con usted. – Espetó Finn con entusiasmo.

- Y yo he dicho que no quiero problemas y vosotros tenéis grabada en la cara la puta palabra. – Entro en su negocio dándolo por cerrado y dejándoles a los tres con la puerta en las narices.

Rey abrió la puerta de una patada haciendo que el anciano comenzase a pegar gritos mientras exigía que se marchasen de ahí.

- Leia nos ha mandado a buscarte, así que nos vas a escuchar. – Espetó Rey a lo que acto seguido el viejo calló

- Créenos que no cumples nuestras expectativas, pero es lo que hay – Intensificó Dameron – Una vez ayudaste a la Rebelión, y ahora te pedimos que ayudes a la Resistencia.

- Pero yo… Yo no soy la persona que buscáis. Alderaan desapareció, y ayude a destruir el Imperio, pero decidí olvidar todo, no sé cómo podría ayudar a la prince… General Organa. – Rectificó el anciano algo más sosegado.

- Ella no opina igual. Hemos recorrido toda la galaxia para buscarte, por favor, debemos llevarte a nuestra nave, ella te necesita – Pareciese que Rey estaba implorando más que solicitando.

El anciano reculó rindiéndose ante el deber, deber como Alderaaniano, deber como subordinado, pero no hacia una general de la Resistencia, sino a la que había sido la princesa de su planeta.

Embarcaron rumbo al Halcon nuevamente, no sin antes ser interceptados por una pandilla de Ranc mientras salían del mercado. Llamaban lo suficientemente la atención como para que reparasen en ellos.

- ¡Jakksi! (¡Alto!) – el anciano se detuvo de inmediato como un resorte.

Sabía que era conveniente hacer lo que se les ordenaba si no querían tener a una veintena de Ranc apuntándoles con toda la munición y detenidos. Eran muy imaginativos con los que consideraban enemigos, se oían los alaridos desde fuera de su guarida de los hombres a los que despellejaban y luego comían en vida echándoles a Sarsc; bestias que se alimentaban de carne.

- ¿Eskaizg zo geirs? (¿Quiénes son ellos?) – Preguntó el más grande de todos señalando con la pistola láser a los foráneos mientras Dameron trataba de apartar la vista lo máximo posible.

- ¿Geirs? Nachak, zo nachak. Tureik. (¿Ellos? Nadie, son nadie. Turistas) – Respondió rápidamente el viejo. – Ezke zo tureik cok kiman bose tukum fa cokfik troto estei nuok atpei. (Solo son unos turistas que quieren observar el género para ver si firman contratos de exportación estelar en nuestro planeta.)

- ¿Mmm tureik? ¿Nuok atpei? Suti a takemei. (¿Turistas? ¿En nuestro planeta? Ese me es familiar) – Inquirió el otro miembro Ranc que se acercó a mirar detenidamente a Dameron.

- Si no te importa, me gustaría que me dejases mi espacio. No te ofendas, pero no eres precisamente mi tipo – Se jactó Dameron sabiendo que la situación se estaba tensando.

El otro miembro Ranc inmediatamente se puso muy agresivo con Poe ya que, aunque existía la barrera del idioma, una ofensa era universal y comenzó a llamar por su intercomunicador a más miembros de su cuadrilla. Todavía no se había decidido si lo llevarían al salón de la tortura o simplemente les sacarían todos los cuartos que llevasen encima.

Antes de comenzar a ser arrestados Rey enfundó la sable luz a lo que como un acto reflejo se apartaron. No obstante, uno de ellos dio aviso agitando una bandera que tenían en el paseo del mercado.

- ¿Eres Jedi? – El anciano se quedó impertérrito – De lo que no cabe duda es de que eres una jedi, y además muy estúpida.

- No es por nada chicos, pero creo que deberíamos irnos y cuanto antes. – Señalo Finn viendo como habían salido de repente una decena de miembros Rancs armados hasta los dientes por uno de los pasillos.

- ¡Allí! – Señalo Dameron una vaina de transporte de mercancías.

- Sabes pilotar… ¿Eso? – Cuestionó Rey ante el montón de chatarra donde pretendía que se subiesen los 4 y BB-8 que se fue directo hacia el transporte para ir encendiendo los motores de propulsión.

- Te sorprenderías de todas las cosas que sé pilotar – Añadió el piloto de la Resistencia con sorna mientras un par de decenas de criminales Rancs le disparaba con sus pistolas láser.

Una vez se subieron al transporte Poe lo propulsó a potencia máxima mientras Rey tiraba el exceso de mercancía que había encima de la vaina dirección al Halcón Milenario. Mientras un Ranc soltaba a un Sars para que fuese tras ellos. Las criaturas además de ser atraídas por la carne eran veloces y hasta que no alcanzaban a su víctima no se daban por vencidas.

Con los motores a tope de velocidad y siendo perseguidos por no solo un Sars sino por una decena de vainas de combate Rancs que disparaban láser; siendo Rey incapaz de controlarlas todas con la Fuerza, un disparo interceptó uno de los motores, el derecho.

El Sars saltó alcanzándoles por la disminución de velocidad llegando a morder el hombro del anciano que gritó lacerado de dolor. Rey sacó su sable de luz y cortó por la mitad a la criatura a tiempo de que BB-8 hubiese arreglado el daño del motor y evitase que dos vainas de combate colisionasen contra su transporte.

Cuando llegaron al punto de encuentro de la Resistencia el Halcon Milenario ya estaba en propulsión con la puerta de embarque bajada, por lo que Poe haciendo un trombo con la vaina la giró al máximo de manera que ladeará el transporte permitiéndoles saltar hacia dentro de la nave que acto seguido cerró las puertas y salió disparada de Kaddak a la velocidad de la luz impidiendo que los Rancs les rastreasen.

- Karotus Primera Orden, zaik zo Jedi ake Resistencia tei Kaddak (Contacta con la Primera Orden, diles que hemos visto a la Jedi y a la Resistencia en Kaddak) – Añadió uno de los Rancs por intercomunicador a la base.

Habiendo salido del radio de Kaddak; pero continuando navegando por el Borde Exterior ya que era la opción más segura puesto, aunque tenían influencias estaba fuera de los dominios de la Primera Orden, llevaron frente a Leia al anciano.

- Hola, viejo amigo. – Sonrió la general Organa recuperando por un leve momento su vitalidad anterior.

- Princesa – Reverenció.

- Os presento al que fue Senador de Aldeeran; Lutien.

- Princesa, perdona que os cuestione, pero no veo en qué os puede servir de utilidad un anciano como yo.

- En primer lugar, ya no soy princesa – Apostilló Leia como si aquel cargo le pesase más que los años.

- Para mí siempre seréis mi princesa, aunque ya no haya un Aldeeran que regir, así que decidme en qué os soy de utilidad.

- Querido Lutien, sois de vital utilidad. A decir verdad; eres nuestra única esperanza. – Cogió aire para continuar – Antes de que mi hijo Ben… Kylo Ren, fuese aprendiz de mi hermano Luke, él tuvo otro aprendiz; Sam. – El rostro del anciano se ensombreció.

- No entiendo a donde queréis llegar. Sí, tuvo un aprendiz, y le defraudó como hiciera en su día tu hijo.

- Nunca le defraudó como mi hijo, simplemente tras estudiar los caminos de la fuerza decidió no seguir el camino de los Jedi e ir por su cuenta. – Explicó más para el resto que para el viejo. – Y ahora, le necesitamos, él es el único que conoce los textos Jedi, y tal vez en ellos encontremos un modo de terminar con el Lado Oscuro.

- Él no es la persona que buscas. Está en un punto muy oscuro, sin retorno.

- Sé que nunca se convirtió en Jedi y siguió las enseñanzas de los Grises, pero Rey necesita un maestro y alguien que pueda enseñarle los textos Jedi para instaurar una nueva Orden. – El anciano se masajeo las arrugas de la frente. – Es tu hijo, sólo tú sabes en qué punto de la galaxia se encuentra. – No le quedó más remedio al anciano que acceder.

Rey se marchó hacia la sala de descanso, hastiada de tener que compartir con toda la Resistencia un espacio tan diminuto y que le privaba de cualquier rastro de privacidad. Desde el desencuentro huyendo de Crait no había vuelto a entablar contacto visual con Kylo Ren, porque ese era quien era, no Ben Solo.

Tras la destrucción casi completa de la Resistencia había establecido que la próxima vez que se encontrasen tenía que enfrentarse a él, por lo que cuanto antes dejase de verle como el aliado circunstancial que había sido en el enfrentamiento con Snoke, antes dejaría de tener ese conflicto ético de poder salvarle del Lado Oscuro como hiciese una vez Luke con Darth Vader.

En breves tendría que enfrentarse a un nuevo entrenamiento Jedi por parte de lo que quiera que sea un Jedi Gris; un término que no dejaba de darle dolor de cabeza como desconfianza a partes iguales. Cansada de tanto se echó a dormir, aunque no a descansar, porque siempre que dormía soñaba con lo mismo; aquella nave abandonando Jakku, sus padres, los chatarreros que la vendieron abandonándola a su suerte y cuya revelación por parte Kylo Ren resonaba en su cabeza como un mal sueño que no terminaba, ya que ser hija de NADIE era el miedo a no saber en qué punto encaja ella en toda esta historia.