¡Hola a todos! Este es el primer fanfic que escribo, y es sobre algo que me hubiese visto ver. Decidí hacerlo yo mismo y voilá! Aquí lo tenéis. Espero que os guste y, si es así, iré actualizándolo. Muchas gracias y espero que lo disfrutes leyendo tanto como yo escribiéndolo. ;)
Capítulo 1: Recita el juramento.
La noche estaba despejada. No había ni una sola nube. Era una de estas noches en las que te puedes tumbar en el suelo y contemplar todas las estrellas del firmamento. Incluso en las que eres capaz de ver uno de los brazos de nuestra galaxia, la Vía Láctea. La noche era preciosa, sin duda alguna. Y esto que acabas de leer lo pensaba un chico de unos 16 años, de pelo corto y color marrón oscuro (al igual que sus ojos) cuyo nombre era Hal Jordan. Era un chico originario del distrito Karanese, en el muro Rose. Había nacido y vivido ahí con su padre y abuelo, ya que su madre había muerto en el parto. Le encantaba sentarse en alguna parte elevada, ya fuese un tejado o una colina, durante las noches parecidas a la que estaba viendo en este momento y mirar las estrellas. Se sentía tranquilo y descansado, pues al imaginarse todo lo que podría haber más allá de las estrellas sentía una extraña sensación entre placer y armonía. Le encantaba. Y así estaba ahora mismo. Había subido a una de las colinas que rodean a los barracones de la Tropa de Reclutas Nº 104 tras un duro y largo día. Habían hecho una marcha de 30 kilómetros, con equipamiento y todo, en un solo día. Una verdadera paliza, sin duda. Incluso después de haberse apuntado hace casi 3 años al cuerpo militar (cuya edad mínima para apuntarse eran 14 años) no se acostumbraba al ejercicio al que eran sometidos. Y aún le quedaba unos meses. Sus compañeros le respetaban, igual que él a ellos, pero con los que mejor se llevaban eran Reiner Braun, Berthold Hoover, Jean Kirstein, Sasha Blouse y Connie Springer. Estos chicos eran con los que mejor se había llevado Hal estos casi ya 3 años. Pero él estaba secretamente enamorado de Sasha, la cuál le cautivo desde que se unió a los reclutas. Sin duda era una chica valiente pero algo despistada, pues el primer día (el día de la presentación ante el frío y cruel instructor Keith Shadis) se estaba comiendo una patata. De ahí su apodo, la chica patata. Aunque no parase de pensar en ella, el cielo estrellado hacía que se olvidase de todo eso. Incluso de la noción del tiempo. Y, según sus deducciones, ya se había pasado 2 horas en la cima de aquella colina. Y era hora de bajar, o de lo contrario nadie podría despertarle por la mañana. Estaba a punto de irse cuando decidió mirar al firmamento por última vez. A lo lejos, vio lo que parecía ser una estrella fugaz, pero de un color verdoso. A Hal le extrañaba que hubiese algo así, pues había estado horas y horas mirando al cielo, sin jamás haber visto algo parecido. La estrella fugaz se iba haciendo cada vez más grande e iba cada vez más rápido. No tardó en darse cuenta de que lo que estaba viendo no era una estrella fugaz, si no un meteorito o un cometa a punto de impactar. El objeto se estrelló cerca de la colina en la que se hallaba Hal. Se llegó a oír el sonido del impacto. Hal se quedó unos segundos pensando. ¿Debería ir a investigar o correr colina abajo y advertir a sus compañeros? Estuvo un rato pensando hasta que decidió correr hacia la zona del impacto e investigar. De esta forma, si hubiese algo de valor no tendría que compartirlo con nadie. Empezó a correr a pesar de las agujetas y esperó que nadie más lo hubiese visto. Estuvo un buen rato corriendo hasta que avistó el "asteroide". Había aterrizado cerca de un lago, exactamente a orillas de este. Se dirigió hacia él mientras intentaba no caerse cuesta abajo. Cuando llegó, no era lo que él pensaba. No era un asteroide. No era un cometa. Era una nave. Una nave en cuyo interior había algo o alguien. Sintió miedo. Un miedo paralizador, como nunca antes había sentido. Pero algo en su interior le impulsó a caminar hacia dicho objeto. Y lo hizo. Oyó una especie de tos que provenía desde dentro de la cápsula. Hal se asomó por encima de la nave. Una compuerta comenzó a abrirse a la vez que una espesa niebla salía de ella. Pasó un segundo o dos hasta que la niebla se disipó y pudo revelar lo que había dentro. Hal se quedó paralizado. No sabía que estaba viendo exactamente, y si eso era real. Simplemente era algo que no era capaz de comprender. Estaba viendo, ni más ni menos, a una criatura. Una que venía desde más allá de las estrellas. La criatura en cuestión era de color rosado, con un aspecto humanoide y llevaba puesto un uniforme verde con un símbolo en medio. El ser humanoide abrió los ojos y miró a Hal:
- ¿Cuál es tu nombre? -preguntó a criatura. Hal, con miedo y asombro, respondió.
- M-me llamo Hal. Hal Jordan.
- Hal Jordan, el anillo te ha elegido como sucesor. Tienes que recitar el juramento. -dijo débilmente el extraterrestre rosado mientras miraba a una especie de faro/linterna que desprendía una luz verde.
Hal no comprendía nada. ¿Un juramento? Necesitaba preguntas. Y parecía ser que al alien le quedaba poco tiempo de vida, porque tenía heridas muy profundas en su pecho y su abdomen. De estas heridas brotaba un líquido morado. "Sangre. Debe ser sangre." pensó Hal.
- Ahora perteneces al cuerpo de los Green Lantern, Hal Jordan. No nos falles. -exclamó con su último aliento de vida la criatura rosada mientras extendía su puño hacia Hal. En el instante en el que murió, el puño de este se abrió, revelando un anillo con el mismo símbolo que el de su pecho. Hal cogió cautelosamente el anillo y la linterna de la que hablaba el ser. Ahora pertenecía a algo. Y este algo parecía ser importante.
Capítulo 2: La chica patata.
Hal tuvo que sentarse en una roca debido a la estupefacción. No entendía nada y a la vez había pasado de todo. Una nave se estrelló en el lago, dentro de esta nave había un ser de fuera de las estrellas, este ser le había dado un anillo y ahora pertenecía a un cuerpo del que nunca había oído hablar… Simplemente, era demasiado para él. Estuvo varios minutos pensando, observando el verde anillo. Miró a la criatura y decidió que no podía quedarse así. Sacó al ser de la nave y empezó a apilar piedras encima, a modo de sepultura. Cuando acabó de "enterrarle", se quedó un rato en silencio. De pronto, oyó voces detrás suya. Reconoció las voces, a pesar de que estuvieran lejos. Eran las voces de Armin Armlet y de Eren Yeager. Si pillaban a Hal en la zona de impacto, podría armarse una buena. No conocía lo suficientemente bien a esos dos chicos como para que le viesen con el anillo y la linterna pertenecientes de un ser de otro planeta. Se le echarían encima. Intentarían robárselo o se lo contarían a todo el mundo. Y si eso llega a oídos de la Policía Militar, le apresarían y le torturarían para sacarle información. Conocía demasiado bien a la PM, ya que fueron ellos los que mataron a su abuelo y a su padre. Lo intentaron encubrir, pero Hal sabía perfectamente lo que sucedió. Al gobierno no le agrada que algunos ciudadanos piensen en el mundo de más allá de los muros, o que intenten crear artefactos que podrían beneficiar a todo el mundo. Lo que hacen es decir que ha sido un accidente, cuando en verdad ellos los matan sin piedad. Hal lo supo después de las muerte de su padre y de su abuelo. Y desde ese día juró alistarse a la Policía Militar para vengarse. Y aún tenía que cumplir con ese plan. Así que Hal echó a correr hacia la espesura del bosque. Corrió y corrió hasta que dejó de oír las voces de Eren y Armin. Entonces, se paró y tomó un momento para descansar. Y se dio cuenta de que sí o sí tenía que volver a los barracones, o sería sospechoso. Lo malo es que tenía que hacerlo sigilosamente, pues la linterna no pasaría desapercibida. El anillo podría esconderlo en su chaqueta, dentro del bolsillo interior (al cual le puso una cremallera para que no se cayesen las cosas de ahí). Pero la linterna no cabía en un bolsillo, mas era demasiado grande (unos 35 cm de alto y 15 de ancho). Se le ocurrió colarse dentro de los barracones y esconder la linterna en su taquilla. Las taquillas, afortunadamente, tenían candado. Esperó unos 5 minutos para recuperar fuerzas y emprendió su marcha hacia los barracones. Al principio se hallaba perdido, pero acabó encontrando la colina donde él estaba descansando antes de que se estrellase la nave. Cuando llegó arriba (para entonces ya había pasado unos 20 minutos desde que la nave se estrellase), le echó un vistazo a los barracones. Vio lo que parecía ser dos personas entrando en este. Seguramente eran Eren y Armin. O no. No estaba seguro debido a la oscuridad. Eran dos personas, eso seguro, pero quienes era ya una incógnita imposible de resolver. Tenía que trazar un plan pronto, o la gente vería que el no estaba. Decidió acercarse por el lado izquierdo de los barracones, justo al lado del comedor. Sasha solía dejarse la ventana abierta debido al olor a la comida (le encantaba comer). Bajó la colina con cuidado y llegó hasta abajo. Estaba a punto de ir hacia la ventana cuando de repente la puerta de los barracones se abrió y empezó a salir gente. Todos se dirigían al lugar del impacto. Vio salir a Eren y Armin. Seguramente se lo habrán dicho a todos, pensó Hal. Aprovechó la oportunidad para escabullirse hacia dentro de los barracones mientras todos se iban. Alcanzó la ventana y miró por si había alguien dentro. No estaba nadie. Todos se habían ido. Era su oportunidad para meterse dentro. Se subió a uno de los contenedores que estaban apoyados en la pared, y logró colarse dentro. Casi se cae, pero lo consiguió. Fue corriendo a su litera, donde encontró su taquilla. Cogió su llave para quitar el candado, pero cuando lo quitó, oyó a alguien detrás suya.
- Hal, ¿qué demonios es eso? ¿Qué es? -dijo una voz femenina. Cuando se dio la vuelta vio a una chica de pelo y ojos marrones, ni muy alta ni muy baja, algo delgada y con una piel cuanto menos trigueña. Llevaba una coleta de caballo, pero 2 mechones caían por los lados. Hal Jordan la reconoció inmediatamente.
- Sasha… ¿Qué haces tú aquí? -preguntó Hal.
- Bueno, lo mismo podría preguntarte yo. ¿Qué es eso? -repitió Sasha señalando con el dedo a la linterna, la cual brillaba bastante. Sasha sentía miedo y curiosidad a la vez, pues nunca había visto algo parecido. Una especie de esfera con un asa por arriba y una base en forma de cono abajo, y justo en el medio, una bola verde con un símbolo parecido a una "o" tallado, pero con dos rayas encima y abajo de la "o".
- Sasha, lo que te voy a decir no se lo puedes decir a nadie. ¿Me entiendes? Podrían arrestarme por esto.
- V-vale. Pero, por favor, explícame lo que es. -prometió Sasha. Ella siempre hablaba de forma cordial y educada con todos, incluso con sus amigos. Hal sabía el porqué.
Hal se levantó y cogió a Sasha con una mano y a la linterna con otra. Salieron fuera, donde la gente se había ido hacia la zona del impacto. La llevó hasta el comedor. Intentó abrir la puerta, pero esta estaba cerrada. Hal maldijo a la puerta, pero Sasha le apartó. Se agachó y cogió dos horquillas que ella levaba siempre encima. En menos de un pestañeo, la cerradura se había abierto. Sasha entró primera y después de que Hal entrase cerró la puerta con pestillo.
- ¿Cómo has logrado abrir la puerta? -preguntó Hal.
- Tranquilo, estoy acostumbrada. Siempre me cuelo aquí para ver si hay algo que llevarme a la boca. -respondió con una sonrisa bastante tierna. A Hal siempre le gustaba verla sonreír. Pero ahora tocaba ponerse serios.
Los dos fueron una de las mesas del fondo, justo donde no hay ventanas. Así no podrían verles. Hal apoyó la linterna encima de la mesa y le explicó todo a Sasha. Ella asentía a todo lo que decía, poniendo toda la atención posible. Pero después de un rato, empezó a pensar en Hal. No sabía porque, pero empezó a pensar en él. Pensó en el primer día que se conocieron, en como la acompañó en su castigo por robar una patata, en como la animaba a seguir corriendo, en que siempre que a ella le pasaba algo malo él estaba ahí para ayudarla, en su habilidad para usar el equipo tridimensional, en sus ojos, en su cara, en como sería sin camiseta…
- ¿Lo has entendido? -dijo Hal.
- Eh… ¡Sí! Sí, lo he entendido todo. -respondió Sasha de forma sobresaltada. Estaba tan dentro de sus pensamientos que ni siquiera se había enterado de que había dicho Hal.
- Mientes fatal, ¿lo sabes? -suspiró Hal. - Resumen de todo: fui a ver que se había estrellado y un alienígena morado me dio esto y me dijo que era parte de algo, que recitase el juramento. Después enterré al alien. Oí a Eren y a Armin y salí escopetado hacia aquí. Cuando llegué a los barracones, me pillaste justo cuando iba a esconder la linterna.
Sasha se quedó perpleja. Era demasiado increíble como para que fuese real, pero sin embargo, ahí estaba la linterna. Además, confiaba mucho en Hal como para que fuese inventado. Hal la dijo que tenía que quedarse mañana en la base, para investigar sobre la linterna y el anillo. A Sasha se le ocurrió un plan. Al haberse criado en un pueblo de cazadores sabía de sobra todo sobre animales, aves, peces, bayas, raíces, frutos, seguir rastros, hacer trampas, etc. Y se le ocurrió un astuto plan.
- Hal, se me ha ocurrido una manera de que mañana te quedes aquí. De pequeña aprendí que si te pones dos rodajas de naranja en los pies, el azúcar se cuela por los poros, haciendo que tengas fiebre durante unos 2 horas aproximadamente. Podemos conseguir esas naranjas, cortarlas en rodajas y ponértelas en los calcetines. En dos horas estarás sano y fuerte como una roca. Bueno, más de lo que estás ahora no, claro… -dijo muy sonrojada Sasha. Al parecer Hal no pilló la indirecta.
- De acuerdo. Haré lo que tú me digas. Confío en ti, Sasha. Y si lo de mañana funciona, te debo una. -sonrió Hal. -Por cierto, ¿de donde vas a sacar esas naranjas?
- Por favor, Hal, estás hablando con alguien que siempre está robando comida. Será pan comido.
Sasha y Hal se levantaron de la mesa. Hal miró por una ventana y vio como los demás se acercaban. Tenían que irse rápido. Salieron cuidadosamente por una de las ventanas. Cuando llegaron al suelo, Hal se volvió a colar por la ventana de los barracones. Sasha simplemente, fue por la puerta. A Hal le dio tiempo a esconder la linterna en su taquilla, pero se dio cuenta de que esta desprendía una luz verdosa. Puso su manta por encima, arreglando así el problema. Sacrificar estar calentito por la noche para no ser descubierto.
Todos los demás llegaron unos minutos después. Hal fingió estar dormido. De esa manera pudo oír las conversaciones de la gente.
- Eren y Armin están cada vez más locos. -esa era la voz de Reiner.
- Se lo han inventado. Me apuesto lo que sea. -y esa era la de Jean, más conocido por cara-caballo.
- Nos han despertado para ir a ver un lago. Maravilloso. -Connie; pensó Hal a la vez que iba reconociendo más voces.
- Pues yo les creo, oye. -contestó una voz femenina
- Je… Siempre defendiendo a los demás, Krista. -la de antes era Krista y esta es Ymir, seguramente; reconoció Hal.
- Chicos, os lo juro. ¡Lo vimos con nuestros propios ojos! -la voz de Eren, sin duda alguna.
- Déjalo ya, Eren. Nadie nos cree. -le respondió un triste Armin.
Por lo que se había enterado, Eren y Armin habían llamado a todos para que fuesen a verlo, pero cuando llegaron parecía que no había nada. ¿Cómo había desaparecido así de la nada? Cuando Hal se echó a correr, los dos chavales estaban a poca distancia. Entonces, ¿qué había pasado?
- Eh, mira. Al final resultaba que Hal estaba aquí. -dijo alguien cuya voz se asemejaba a la de Bertolt.
- No recuerdo haberle visto cuando nos despertamos. -añadió quien creía ser que era Marco Bott, el "novio" de Jean (lo de novio era una broma que la gente hacia entre ellos dos).
- Seguramente ha venido mientras estábamos fuera. -contestó una persona que se la conoce por el nombre de Annie Leonhart. Annie es una de las pocas personas con las que Hal no se llevaba bien. De hecho, se odiaban mutuamente. - Estaba demasiado cansado y se tuvo que venir a dormir como el bebé que es.
- Annie, puede que esté despierto. -la advirtió Bertolt. - Además, deja de tratarle así. Él nunca te ha hecho nada malo.
- Me da igual que lo esté. Sigue siendo patético. Y aún peor, su orgullo le ciega. Es débil y no es capaz de reconocerlo.
Hal tuvo ganas de lanzarse hacia ella y pegarla un puñetazo, pero ella era demasiado rápida y muy buena en el combate cuerpo a cuerpo. Lo mejor que podía hacer era pasar de ella. Ya se lo devolvería en su momento. Ahora tenía que averiguar cómo funcionaban el anillo y la linterna. Estaba a punto de cerrar sus ojos cuando Sasha, la cual duerme en la cama que está a la izquierda de Hal, se sentó y le enseñó a Hal las naranjas. Lo había conseguido. No sabía como, pero ella lo había conseguido. Hal sonrió a Sasha como gesto de gratitud, y Sasha le sonrió de vuelta. Los dos se sonrojaron bastante. Y ninguno de los dos sabía lo peor estaba por llegar.
