"Antes del tiempo que pase en el seno de mi madre, ¿no habré estado en otra parte y he sido otra persona?"(San Agustín, "Confesiones" Libro I)

Hola ¿Cómo están todos? Espero que muy bien, que estén pasando un agradable mes con sus familias, que Santa o el Niño Jesús le traigan todo lo que han deseado para estas fechas. Esta es una nueva idea que se me ha ocurrido, no desatenderé ninguna de mis otras historias, de hecho casi termino el nuevo de Amor Inmortal y me falta el de Saint Seiya en La Escuela. En este caso el protagonista es Afrodita de Piscis, debo admitir que luego de ver a Albafika y al Afrodita que ha creado Daga Saar en su fic de "El Club de los Inadaptados" y "El Regreso del Club de los Inadaptados" (si hago publicidad =3) me he enamorado mucho del personaje. Para variar he comenzado del final al comienzo xD veamos que tal me sale. No me gusta el Yaoi pero considerando los mitos que he escogido no tengo más opción que hacerlo, no esperen mucho de mí nunca considere hacerlo pero siempre debemos mantener la mente abierta.

Resumen: Afrodita es reclamado por tres dioses que lo consideran de su propiedad, pensando que es la reencarnación de un mortal amado por ellos. ¿Qué sucederá?

Capitulo Primero. Juicio.

Se sentía terriblemente extraño en aquella sala, quizás se debía a que había por lo menos tres dioses que lo veían con deseo, otros con curiosidad, algunos con desconfianza y solo una lo miraba con compasión y dulzura en su mirada.

Quizás también se debía a lo insignificante que se sentía estando de pie en medio del anfiteatro con todas las miradas sobre su ser, se había acomodado para presentarse lo más decente que pudo, aliso y arreglo sus largos cabellos celestes, limpio su rostro del sucio de la batalla anterior y se envistió con la vestimenta dorada que lo identificaba como un Santo de la Elite Dorada del Santuario de Athenea. Pero aun así tenía un poco de miedo, claro, era algo que jamás admitiría delante de nadie, mucho menos si su diosa se encontraba entre el público.

Bien, Caballero de Piscis, es hora de que declares –Hablo una voz potente, muy masculina proveniente del hombre que se encontraba en la silla mas decorada, majestuosa y central, el varón en cuestión tenía el cabello del color del oro largo hasta los hombros mezclándose a la vez con los de la barba, sus ojos de un intenso azul observaban con fijeza y deseo al muchacho.

En un acto que no pudo frenar busco por un instante la mirada de la joven de cabellos lilas que le sonreía sutilmente con los labios y con mucha confianza con la mirada.

Santo de Piscis, es hora de que expongas tu decisión –Demando otra voz masculina algo más suave y delicada que la primera consiguiendo que la mirada del muchacho se enfocara en el dios de cabellos color fuego y mirada azulada. Este parecía disimular mejor que el primer dios sus sentimientos.

Adelante, Ludwig –Animo el juvenil y melodioso tono de la muchacha.

Claro, Princesa –Le contesto dirigiéndose únicamente a ella, intentando ganar algunos segundos de un tiempo muy valioso, su decisión podría iniciar una nueva guerra y lo que menos deseaba era que la niña sufriera nuevamente pero tenía que seguir lo que le dictaba el corazón –Yo soy Ludwig de Piscis, un fiel caballero de mi Diosa Athenea aquí presente –Con un gesto señalo a la chica que asentía silenciosamente –No le pertenezco a nadie más que no sea mi Señora.

¿Es esa tu decisión final, Ganimedes? –Insistió con una ligera decepciona en sus ojos azules el Rey de los Dioses.

No soy Ganimedes, Señor. Tampoco soy Hyacinthus, ni Adonis. Soy Ludwig de Piscis, Santo de Oro de Athenea –Contesto con vehemencia deteniéndose un momento en cada uno de los dioses, viendo con preocupación como el rostro de Zeus, Apolo y la mismísima diosa Afrodita se fruncía en un gesto de desagrado.

No seas tonto, cariño. ¿Qué puede esperar un hombre tan hermoso como tu de un Santuario como el de la Diosa de la Guerra? –Replico la diosa mientras se inclinaba sobre su asiento, dejando a la vista parte de su voluptuoso pecho, sugerente y provocativo, los dioses no pudieron evitar caer en el encanto de Afrodita al contrario de las diosas que lo encontraron desvergonzado y de muy mal gusto, Hestia incluso se sintió tentada de cubrir los ojos de la joven reencarnación de su sobrina Athenea que se había sonrojado muy avergonzada.

El camino que ya he escogido. No diré que soy completamente feliz nadie lo es, tampoco soy infeliz, estoy bien con mi situación. Deseo proteger a mi diosa de cualquier peligro no me importa arriesgar mi vida con tal de resguardar la suya –Para ese momento Afrodita estaba seguro de que al menos esos tres dioses debían estar planeando algo, podía verlo por la mirada calculadora que tenían, la desconfianza crecía con cada segundo en su interior. Quería terminar con eso para poder irse, sacar a la niña de ese lugar y volver al Santuario.

Es un desperdicio –Musito Apolo –Puedes conseguir la verdadera felicidad conmigo ¿Por qué te niegas, Hyacinthus? –Inquirió dolido.

Yo no lo considero un desperdicio, Señor Apolo. Y me niego porque no soy la persona que espera, no soy Hyacinthus, soy Ludwig –Afirmo con confianza.

Me parece que esto ya ha terminado –Saori dejo escuchar su voz con tranquilidad atrayendo la atención de todos –Ludwing de Piscis ya ha declarado y dejado en claro su posición respecto a esto. –Afrodita la miro agradecido esperando que pudieran macharse pronto.

Esperen un momento, Padre, hermanito, querida Afrodita ¿De verdad dejaran que este mortal sea quien decida? –La socarrona sonrisa que se presento en el rostro del Dios de la Guerra le provoco un escalofrió por todo el cuerpo -Es decir es solo un mortal, ustedes son dioses ¿Lo dejaran imponer su voluntad y ya? Además Athenea no estaba entre las opciones a elegir, lo trajeron aquí, considerando que sería alguno de sus juguetes ¿no? ¿Se lo dejaran quitar por una niña púbera? –Miro burlón a la joven que mantuvo su rostro inexpresivo.

Un poderoso cosmos comenzó a sentirse en el anfiteatro, el Dios del Sol se puso de pie con la mirada llena de decisión, observando con deseo y posesivamente al muchacho de cabellos celestes, cuyo instinto de supervivencia estaba en alerta al cien por ciento, en un solo movimiento salto y se coloco delante de su diosa al mismo tiempo que hacia aparecer una rosa blanca en su mano derecha.

¿Ven eso? Esta desafiando a un Dios –Continuo metiendo cizaña, su risa resonó por el lugar le divertían mucho los enfrentamientos, aparto con una mano sus cabellos negros que le quitaban visibilidad a sus ojos oscuros.

Está cumpliendo con su deber de Caballero ¡Protege la diosa a la que se han encomendado! –Replico Hestia desde su asiento al lado de la joven, levantándose y dejando caer su largo cabello arena sobre su espalda.

De pronto Afrodita se vio arrastrado por un cosmos poderoso, dorado y cálido, perdiendo de vista rápidamente la sala donde se encontraba casi al instante sintió las delicadas manos buscar las suyas, una afirmándose a su mano derecha y la otra a su brazo. Tan rápido como comenzó termino, la sala del trono se dibujo en lo que el cosmos se disipo, hay delante de ellos se encontraban el Patriarca Shion y los cinco Santos Divinos de Bronce. El primero en acercarse fue Pegaso que muy angustiado busco con la mirada alguna señal de daño en la joven.

¿Estás bien, Saori? ¿No estás herida? –La chica sonrió y le acaricio el rostro con una de sus manos.

Estamos bien, Seiya. Aunque creo que Apolo no estará para nada feliz –La preocupación se plasmo en su juvenil rostro mientras se sentaba en la silla –Creo que con esto solo nos hemos condenado.

¿Cómo fue que paso todo esto? –Pregunto al aire Afrodita con un tono sombrío.

Te diré cuando comenzó con mucha precisión –Escucharon el sonido de unos pasos acompañando a la voz y pronto se presento ante ellos el Santo de Cáncer que a diferencia de otros días tenía una mirada seria –Empezó hace cuatro meses, un día lunes a eso del mediodía.

Tuve una complicación al elegir la estructura, a la final se asemeja mucho a un anfiteatro teniendo una arena central y gradas alrededor. En este caso Afrodita se encuentra en la arena y los dioses en las gradas. Por lo mitos que elegí, Ganimedes de Zeus y Hyacinthus (Jacinto) de Apolo, tuve que enfocarme y darme valor para prepárame a que saliera algo yaoi, igual contare con el apoyo de una amiga =3. Para el nombre de Afrodita: Ludwing pueden ver Amor Inmortal.

De Apolo y Jacinto: Según el mito Jacinto era un hermoso joven amado por el dios Apolo. Él y su amante estaban jugando a lanzarse el disco el uno al otro, cuando Apolo para demostrar su poder e impresionar a Jacinto lo lanzó con todas sus fuerzas. Jacinto, para a su vez impresionar a Apolo, intentó atraparlo, fue golpeado por el disco y cayó muerto

De Zeus y Ganimedes: Ganimedes era un príncipe Troyano del cual Zeus se enamoro perdidamente al instante, mando un águila o el mismo transformado en el ave, lo secuestro y se lo llevo al Olimpo donde lo convirtió en su amante y coopero de los dioses, sustituyendo en sus deberes a la diosa Hebe. Fue subido a las estrellas como la constelación de Aquarius (Acuario) relacionada con el Águila.

De Afrodita y de Adonis: Cuando Adonis nació, era un bebé tan hermoso que Afrodita quedó hechizada por su belleza, así que lo encerró en un cofre y se lo dio a Perséfone para que lo guardara, pero cuando ésta descubrió el tesoro que guardaba quedó también encantada por su belleza sobrenatural y rehusó devolverlo. La disputa entre las dos diosas fue resuelta por Zeus (o Calíope, según las versiones), quien decidió que Adonis pasase cuatro meses con Afrodita, cuatro con Perséfone y los cuatro restantes del año con quien quisiera. Adonis sin embargo prefería vivir con Afrodita, pasando también con ella los cuatro meses sobre los que tenía control.