-Y hasta aquí la clase de hoy-
Simon salió de la clase algo frustrado. La época de exámenes se acercaba y tenía demasiados libros por leer, demasiada historia por memorizar. Había entrado en la carrera de historia con la esperanza de averiguar más sobre las épocas antiguas, sobre su mundo antepasado. Poco le importaba aquello que ahora le estaban enseñando acerca del mundo actual, las guerras mundiales o la crisis, para él aquello no era más que una realidad deprimente con la que no estaba de acuerdo ni le encontraba el sentido ¿Por qué el mundo tenía que ser tan cruel? Su mente divagaba entre su negación hacia lo que le rodeaba y todas las obligaciones que tenía por delante. Sin darse cuenta que estaba a punto de bajar las escaleras de la facultad sintió ese pequeño infarto que provoca el vacío de un paso en falso, lo siguiente fue sentir los golpes y giros de la caída. Al abrir los ojos se dio cuenta que había parado de caer en el cuadro entre ambas escaleras, todo lo que tenía antes en sus brazos estaba desperdigado por doquier. Empezó a recoger sus papeles, intentando que quedaran en su orden correcto. Algunos estaban tan arrugados o rasgados que casi le da un ataque de nervios, aunque decidió mantener la calma. Estaba tan frustrado y agobiado que no se dio cuenta que alguien se había puesto a recogerle los papeles. De pronto se puso nervioso y se tiró al suelo para recoger rápidamente el resto de la papelería, le daba demasiada vergüenza que le vieran así.
-Gracias, pero no hace falta- Dijo él casi gritando.
-No te preocupes, a mí también me suele pasar- Le dijo una voz femenina algo enérgica.
Simon se quedó una fracción de segundo inmóvil, luego solo siguió recogiendo lo que quedaba y esperó a que ella le devolviera el resto, por supuesto desordenado. De esa manera logró verle la cara. Una chica de su edad, pelirroja, muy bonita. Se quedó embobado mirándola, tanto, que tampoco se dio cuenta que le estaba ofreciendo sus papeles.
-Toma, cógelos- Le dijo ella mientras le miraba directamente a los ojos. Él los cogió con algo de nerviosismo y le expresó una sonrisa en símbolo de agradecimiento.
-¿Sabes dónde está el seminario de las jornadas de pensamiento histórico?- Le preguntó ella dándole el último papel que le quedaba.
-Diría que es el que queda en el segundo piso, en el aula de asamblea- dijo él con mucho trabajo, le costaba hablar por la vergüenza. Sin darse cuenta la chica empezó a mirarle muy de cerca, eso le hizo sonrojar un poco.
-Tienes una pequeña herida en la frente- En seguida sacó una tirita de su mochila, la abrió y se la puso sobre la herida -Así está mejor- Continuó.
Simon no sabía qué decir al respecto, todo había ocurrido muy rápido y estaba completamente desconcertado.
-Bueno, me voy que ya vuelvo a llegar tarde, que te vaya bien pequeño torpe- Finalizó ella mientras subía por la escaleras por donde él antes se había caido.
