Yukan Shin Sekai significa en japonés Un Mundo Feliz
Esta historia la publiqué hace tiempo en otro foro, pero acabé dejándolo sin terminar. Recientemente me di cuenta de que hace tiempo que no escribía nada de la serie de Naruto, la cual me gusta mucho, asi que decidí que mientras espero terminar mi otro proyecto, XANATOS, iré subiendo unos capítulos de esta historia que lo cierto me gustó mucho y quería acabar.
0: Preludio: el último ninja en pie
La última vez que abrí los ojos, el mundo estaba en llamas y olía a azufre por todas partes, como un veneno tóxico que corrompía el alma y estremecía los cimientos de la tierra. Todos habían muerto... Salvo yo. Mis amigos, mi familia... Todo porque no quise perder la fe. Y este fue el final
Naruto Uzumaki ve el mundo y descubre que se encuentra al borde del cataclismo. La destrucción total del mundo ninja tal y como se conoce.
Todos han muerto.
- No.
Miró a sus pies. Sus amigos muertos. Sus soldados. Niños a los que apenas había llegado a conocer.
- No.
Lee, Neji, Tenten, Chouji, Shikamaru...
- No.
Konohamaru, Kiba, Shino, Hinata...
- ¡No!
Karui, Samui, Ino...
- ¡No!
Sakura...
- ¡NO!
¿Para esto habían luchado? Bajo la falsa esperanza de poder cambiar algo. De poder rescatar su mundo. De recuperar su tierra. De hacer una vida en paz. Todo había acabado mientras la luz lo llenaba todo. Era inevitable. Era el destino. El resultado de su esfuerzo a perder.
Si no aceptas este nuevo mundo, muere.
La vida que os arrebatamos... Nosotros os la devolvemos.
¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!
De pronto se despierta, lleno de sudor y jadeando en la cama ¿Un sueño? Aún recordaba todo. Incluso podía saborear el olor a azufre. Miró a su alrededor y vio que estaba en casa. En casa...
Imposible.
Aquello no podía ser su casa… Espera, ni siquiera parecía su casa. Era una habitación ¿Perdería el conocimiento y alguien le trajo hasta allí? ¿Pero quién? Ya no quedaba nadie más vivo que él conociera... Esto era muy raro. De pronto la puerta se abrió, pero estaba muy oscuro para ver bien.
-¿Quién es?
Como todo ninja que se precie, Naruto tenía años de entrenamiento psicológico a cuestas. Podía matar sin ponerse a temblar. Enfrentar el miedo del vacío ante una muerte prematura. Afrontar la oscuridad despierto durante días aún con el temor de tener microsueños y sufrir alucinaciones. Afrontar hasta la encarnación misma de la Muerte en persona si hacía falta. Pero nada le preparó para lo que vio en cuanto las luces se encendieron, pues ante él vio a alguien de pelo carmesí, alguien que debía estar muerto.
- Naruto ¿Qué pasa, cariño? Te he oído gritar.
Imposible. O bien se estaba volviendo loco ante la exasperación o bien alguien le estaba gastando una broma de muy mal gusto con un genjutsu muy bien hecho.
- ¿Mamá?
Naruto corrió las cortinas. Allí estaba. Intacta como el primer día. Bañada bajo la luz blanquecina de la luna llena. Más grande que nunca. Más viva que nunca. Abrió la ventana y salió fuera.
- ¿¡Naruto!? ¿Adónde vas?
Saltó entre sus postes de luz. Caminó entre sus calles. Respiró su aire. Sintió el olor a pino fresco de los bosques por la madrugada inundar sus pulmones. Vio a la gente que trabajaba hasta tarde cerrando sus negocios. Viva. Respirando. Sintiendo. Hablando. Pero todo aquello era imposible. Fue a los bosques y trató de intentar deshacer el Genjutsu que le estuviese haciendo creer que todo aquello era verdad. Pero no funcionaba. Porque aquello estaba sucediendo de verdad. Fue a un lugar en concreto y vio que Ichiraku Ramen estaba cerrando sus puertas. Allí estaba el viejo Ichiraku cerrando su puesto en compañía de su hija Ayame. Siguió caminando hasta que se percató de algo: vio su reflejo para ver que tenía doce años. Tendría que estar rozando los dieciocho, pero tenía doce. Era la edad en la que se convirtió en ninja. Y su aspecto era diferente. Su pelo era un poco largo y de un color rojo sangre como el de su madre. Sonrió. Recodaba cuando le dijo a su madre que le gustaría ver su pelo así. Además, sus características marcas de bigotes en las mejillas habían desaparecido. Lo único que mantenía, que le recordaba a él mismo, eran sus ojos, de un color azul. Siguió corriendo y se encontró con la tienda de flores Yamanaka que estaba cerrando. Y a Ino cerrando la puerta principal.
- Ino...
Lo dijo en voz alta, por lo que la rubia lo notó y se giró a mirarle.
- ¿Qué haces tú aquí? ¿No es un poco tarde para andar dando vueltas como un trompo por la villa, hijo del Hokage?
Se quedó mirándola. Sus ojos verdes. Su pelo tan elegante y siempre arreglado. Su pose. Su tono de voz. Su forma de hablar. Era Ino Yamanaka, sin duda. No pudo evitar esbozar una sonrisa.
- ¿De qué te ríes, bobo? Ah, vale. Déjame adivinar: piensas que no debería meterme en tus asuntos ¿Verdad?
- No. Sólo pensaba que esta noche estás muy guapa, Ino.
- ¿¡Qu-!?- el piropo del chico de ojos de zorro la sorprendió tanto que se sonrojó- ¿¡Te estás burlando de mí!? ¿¡Es eso!? ¡Pues espero que te estés divirtiendo, porque yo no me río!
Incluso su forma de regañarle era propia de ella.
- Eres tan mona, Ino...
- ¡Idiota! ¡Vete al cuerno!
Cerró la verja de golpe, haciendo un sonido seco. De alguna forma, Naruto se sentía tonto. Pero no le importaba. Estaba feliz. Tonto pero feliz. Siguió caminando un rato por las calles hasta que volvió a casa, donde encontró a su madre, quien parecía estar de camino a buscarle.
- ¡Naruto! ¡Qué susto me has dado, tonto! ¿Por qué has salido corriendo así?
- Mamá...- todavía el hecho de verla le sacudía. De verdad estaba allí.
Tocó su mano y la sintió. Estaba cálida. Viva. Como todo lo que le rodeaba.
- Naruto ¿Qué te pasa? Me estás asustando.
- Es que...- el pelirrojo empezó a sentirse entre temeroso y feliz, indeciso en qué hacer- Es que... Esto no es posible. Tú moriste. Y papá... Y Konoha fue arrasada... Y... Y ya no queda nadie vivo en el mundo... Estoy sólo...
- Ay, Naruto- le abrazó. Le abrazó con tanta fuerza como aquel día cuando le había ayudado a controlar al Kyuubi- Mi pobrecito Naruto. No te asustes. Sólo ha sido una pesadilla. Una horrible pesadilla. No ha pasado nada. Konoha está bien. Estoy contigo. Estamos contigo. No estás solo. Nunca lo estarás.
- Pero... Todo...
- Shhh, mi pequeño. No te asustes. Estamos bien. Todo está bien.
Sintiéndose algo avergonzado, Naruto sollozó en silencio hundiendo su cara contra la barriga de su madre. Su aroma. Su calor. Su vida palpitando a través de sus venas y órganos. De pronto, su madre le cogió en brazos y lo levantó.
- Pesas. Estás creciendo mucho y muy rápido, Naruto. Pero mi niño siempre será mi niño.
Ambos entraron en su hogar, donde Kushina dejó en el suelo. Ante él se presentó entonces el Cuarto Hokage. Tal y como lo reconocía.
- Kushina ¿Qué sucede?
- Nada. Naruto, que ha tenido una pesadilla. Una de las malas.
- ¿Qué? ¿Sólo eso?
- ¡No digas "sólo eso" como si fuera cualquier cosa, Minato! Naruto se ha asustado de verdad. Creía que el mundo se acababa.
- Esta bien, está bien- el joven rubio se agachó a mirar a su hijo. Notó las marcas que las lágrimas le habían dejado y le revolvió el pelo para relajarle
- No te asustes, Naruto. Ven- le coge de la mano y le lleva con él- Esta noche dormirás con nosotros y Haruka. Todos juntos. Como hacíamos hace años.
Kushina asintió. Naruto entró en la habitación y se hizo camino a través de las sábanas hasta la figura de una niñita cuatro años menor que él que dormía plácidamente. Su pelo era largo y rubio como el de su padre. La identificó de inmediato: debía ser su hermana pequeña. La tal Haruka.
- No hagas ruido, Naruto. Tu hermanita se despertará.
Obedeciendo a su padre, el pelirrojo hizo todo el esfuerzo del mundo por no perturbar el sueño de la pequeña. Su padre se puso al lado de Haruka y su madre a la espalda de Naruto. Se arroparon con la manta y tras un rato cayeron dormidos.
Naruto se levantó un rato después para ir al baño y mientras contempló por la ventana de la misma una vez más la Aldea Oculta de la Hoja. Había una forma más de saber si lo que vivió fue un sueño o no, asi que realizó el Rasengan y supo que aquello no fue mentira. Algo cambió... ¿El qué?
La vida que os arrebatamos... Nosotros os la devolvemos. Aquellas palabras se quedaron grabadas a fuego en su mente. Naruto fue recordando poco a poco de lo que pasó. Y lloró. Lloró de alegría. De vuelta a la habitación, Naruto vio a sus padres durmiendo con su hermana. Una familia. Su familia. Con una radiante sonrisa en su cara, el pelirrojo recitó en voz baja unas palabras en memoria de su último amigo en el filo del fin, quien se sacrificó por su bien y la de los demás.
La última vez que abrí los ojos, el mundo estaba en llamas y olía a azufre por todas partes, como un veneno tóxico que corrompía el alma y estremecía los cimientos de la tierra. Y este fue el final. Pero eso fue en otro tiempo distinto. No es el ahora que vivo. No sé si alguna vez decepcionaste a alguien, si te dieron la patada o si simple y llanamente fallaste. Pero esos son los momentos que nos definen. Te presionan mucho más de lo que creías posible y te obligan a tomar decisiones... Sin importar el precio. Para cuando el desastre llegue, estaré preparado.
