Título: Undercover
Autora: Black Lagoon, autora interina…
Categoria: Universo Alternativo:
Rating: T desaconsejado para menores de 12 años
Pareja: Ginny X Harry
Aviso legal: Cuando tenga el número de la Sra. J.K. Rowling, podré regatearle los derechos sobre Harry Potter y su universo a precio ajustado. Bueno, no está en la guía por lo que será difícil, pero insisto, insisto en ello. De momento, todo es suyo, salvo quizás la trama de esta historia.
Nota previa de la autora: Undercover es una continuación y es evidente que hay que haber leído Baisers Mortels para poder comprender el caracter de los personajes y situarse . Bueno, ¡estaba cantado! Hacer una continuación era inevitable por el numero de zonas en sombra que quedaban después de ese final abierto de Baisers Mortels. Pero personalmente, aunque me encanta leerlos, ¡me horroriza escribir finales felices y convencionales! ¡Pero tampoco creais que voy a todos los personajes, os lo garantizo! Basta de hablar, buena lectura.
Nota del traductor: Audrey ha vuelto a liberar algo de su imaginación. Pasen y lean... y dejen reviews.
Capítulo I : Undercover
Dos sonoros golpes contra la puerta de la habitación despertaron a Harry Potter, joven mago de diecisiete años, famoso contra su voluntad. Abrió con dificultad los ojos y quiso mal que bien salir de entre las mantas. Necesitó por lo menos algunos segundos para poder recordar el lugar exacto donde se encontraba. De hecho, vivía en casa de los Weasley desde el inicio de las vacaciones de fin de año. Era invitado frecuentemente durante las vacaciones porque era considerado como de la familia, lo que podía justificar su presencia.
Alargó la mano al lado de la cama, tanteó sobre la mesita de noche buscando su reloj y, cuando vió la hora, recordó que hoy era el día de reinicio de las clases y que definitivamente tenía interés en levantarse si no quería llegar tarde. El joven echó una ojeada alrededor de la habitación y se dió cuenta de que no estaba en la de Ron. Solía dormir allí cuando pasaba las vacaciones con los Weasley. Estaba en la de su hermana pequeña, Ginny. Se movió levemente hacia el otro lado de la cama, notando los cabellos pelirrojos de la chica que desbordaban las mantas. Se deslizó hacia ella, la abrazó por detrás y le murmuró:
- Ginny, cariño, hay que levantarse. -
A guisa de respuesta, un gruñido de protesta y, cuando insistió, recibió un señor codazo en el pecho, indicandole claramente que debía dejarla tranquila.
En ese instante, el timbre estridente del radio-despertador de la joven resonó en toda la habitación, entonando una melodía de la cantante Celestina Warbeck. La reacción de Ginny a ese "suave" despertar no se hizo esperar. Se levantó bruscamente, agarró al culpable y lo arrojó sin contemplaciones contra la pared opuesta a la cama. Sin una palabra, se dejó caer sobre la almohada y, de un seco tirón, se tapó la cabeza con las mantas.
Harry, que ya se había acostumbrado a estas reacciones excesivas de su novia, se conformó con suspirar y tomar la varita para reparar el pobre despertador con un gesto de hastío. Se acercó de nuevo a Ginny pero esta vez tomando sus distancias al zarandearla un poquito. Esperaba una nueva reacción furiosa, pero le sorprendió oirla hablar con calma.
- Vale, ya me levanto, - informó, sin tomarse la molestia de disimular su irritación. -
Y añadiendo el gesto a la palabra, se incorporó de nuevo y pasó maquinalmente una mano por sus rojos cabellos para componerlos. Harry se levantó también.
- Será mejor que vuelva a la habitación de Ron, tu madre está en el baño, - le dijo a la pelirroja. -
Cuando pasaba la noche con ella, se las arreglaba siempre para volver a la habitación de su mejor amigo antes de que Molly y Arthur despertaran. Por cierto que ellos estaban al corriente de que Harry frecuentaba su única hija, pero el Gryffindor no era de los que hacían ostentación, al contrario que Ginny que pasaba de lo que pensaran sus padres o sus hermanos.
- Mi madre sabe muy bien lo que hacemos. No es tan idiota como para no saberlo...,- respondió Ginny levantando los ojos al cielo.
Harry levantó una ceja y la reprendió:
- No deberías hablar así de tu madre -.
- Y tú deberías vestirte algo antes de salir -. Lo digo por el frio, replicó la pelirroja.
Se agachó para recoger algunas prendas que arrojó a su novio.
- Y también deberías salir rápido de mi cuarto -, añadió con una sonrisa.
Colocó la cabeza contra la pared y observó plácidamente la espalda del Gryffindor mientras se vestía.
- Siempre tan encantadora...- ironizó él mientras atrapaba su camiseta y se la ponía mecánicamente.
- No me gusta cambiar mis costumbres -. Declaró ella.
Se equivocaron quienes creyeron que Ginny se sosegaría cuando cesó la influencia de Hermione Granger sobre ella. Fue al revés. Ya conocida por su temperamento volcánico, esas últimas semanas se había vuelto irritable, incluso irascible. Casi nadie se escapaba de su furia, apenas Harry y un puñado de Slytherin. Con los demás, podía ser terriblemente hiriente y cuando alguien se atrevía a demostarle a+b que se había equivocado o que la aburría, demostraba un agudo sentido de la réplica. Era un cambio considerable puesto que antes se mostraba indiferente a las criticas y no se encolerizaba salvo casos extremos.
De Harry se podía afirmar fácilmente que había pasado las peores vacaciones de su vida. Y el principal elemento perturbador era Ginny, seguro. Ella tenía la costumbre de pasar sus vacaciones en casa de los Granger haciendo no-se-sabe-qué y su vuelta al hogar familiar no había sido como se esperaba. Sentía un maligno placer al mostrarse tan desagradable con su familia. Su madre y Ron estaban en su punto de mira. La primera porque Ginny la encontraba demasiado madraza, algo que odiaba y el segundo porque hiciera lo que hiciera, nunca estaría bien para su hermana. El pobre Harry había pasado todo su tiempo intentando contemporizar sus conflictos, algo realmente difícil porque se había prohibido tomar partido por uno u otro, negándose a elegir entre su novia y su mejor amigo. La mayoría de veces discutían por tonterías pero todas las ocasiones eran buenas para tirarse los trastos a la cabeza. Y no se privaban de ello. Añadir a eso una Molly Weasley completamente desbordada por el comportamiento de su única hija y que pasaba su tiempo a quejarse y se obtienen unas vacaciones de ensueño. El joven estaba encantado en retomar las clases porque Ron y Ginny estarían demasiado ocupados de sus asuntos para preocuparse del otro.
A la hora del desayuno, desde que vio a Ginny bajar después de pasar por el cuarto de baño y el aspecto que lucía, comprendió inmediatamente que no estaba de buen humor. Se colocó a su lado e ignoró totalmente a su hermano.
- No llevas muy bien esta mañana... -, empezó Ron con voz acerba.
Harry le advirtió con una mirada, pidiéndole silenciosamente que no le buscara las cosquillas. Pero Ginny ya había levantado la cabeza y miraba a su hermano con ojos sombríos.
- Intentaría explicartelo pero como no creo que algo así pueda entrar en ese cerebro de mosquito, te lo pondré más fácil: no estoy de humor así que cierra el pico, ¿vale? -
Ron se preparó a responder ásperamente pero la llegada de la Sra. Weasley le cortó la respuesta. Su madre, con mirada cálida y conciliadora, volvía a sus fogones.
- Tu desayuno está listo, querida -, dijo con voz alegre colocando un plato ante Ginny.
- No me has pedido ni siquiera qué quería -.
- Pero Ginny... siempre te pongo lo que quieres de costumbre -, protestó la Sra. Weasley.
- Pero quizás algunas cosas CAMBIAN -, replicó ella irritada. - No te cansas de decir que no sabeis que vais a hacer conmigo, pero no intentas nunca ponerte en mi lugar y comprender lo que quiero -.
El rostro de Molly se arrugó. No comprendía nada.
- ¿Qué pasa ahora con tu desayuno? -
- Es un ejemplo de nuestra relación... -, insistió friamente la joven.
Su madre pareció desestabilizada y para ocultar su tristeza, fingió tener algo importante que hacer en el cobertizo y salió. Se veía que se había tomado muy mal las palabras de su hija.
Ginny, en cambio, tomó su tenedor y empezó a desayunar sin sombra de remordimiento. Ignoró deliberadamente la mirada reprobadora de Harry y una sonrisa burlona apareció en sus labios al mirar a su hermano con arrogancia, como si le desafiara. Venga, replicame. Ron parecía a punto de arrojarle a la cara los peores insultos que le venían a la cabeza.
Harry dejó escapar un suspiro, descorazonado: el desayuno aun podía terminar en un ajuste de cuentas. Como siempre, Ginny empezó las hostilidades: se apoyó en Harry con una falsa expresión de conspiradora.
- Mira como mi querido hermano se dispone otra vez a iluminarnos con su sabiduría, - declaró irónica.
Lo había dicho de forma muy arrogante, para provocar el carácter impetuoso de su hermano. Como los dos chicos no parecían entender la burla, continuó:
- Cuando empiezas a pensar – es raro, pero alguna vez ha pasado – puedo oir tus neuronas que se ponen a funcionar !Bueno, como esta vez no he oido nada, quiere decir que nos saldrás con una de tus tonterías!-
- ¡Escupe tu veneno, serpiente! - chilló Ron, colérico.
La sonrisa de su única hermana se ensanchó y replicó:
- Por favor, Ronnie, sabes muy bien que eso es un cumplido para mí -.
El brillo enfurecido de los ojos de Ron se intensificó y, sombrío, contestó:
- No sé como papá y mamá pueden aguantarte. Eres la deshonra de la familía -.
Lo había dicho con voz extrañamente tranquila y parecía más una constatación que un reproche real.
Harry se volvió a Ginny que había perdido de repente su sonrisa y constató la expresión de sorpresa en la cara de su novia. Y por un intante, le pareció que había perdido su máscara de indiferencia cuando bajó la cabeza y tembló como si fuera a ponerse a llorar.
Pero rápidamente se dió cuenta que no lloraba sino que estaba a punto de un ataque de risa. Empezó a reir sin poder contenerse. Boquiabiertos, los dos Gryffindors se miraron perplejos mientras ella, sin mirarles seguía riendose. Al fin se calmó y con su habitual tono burlón respondió:
- ¡No me digas que querías humillarme con tu pequeño discurso! Hermanito, tendrías que saber que eso me importa un bledo ...-
Se colocó todavia mas comodamente en la silla y suspiró alegre, como si recordara algo particularmente placentero.
- De verdad que lo que me hace mas gracia es que seas tu, Ron, el verdadero fracasado de la familia, quien me digas eso. Quizá que si Bill o uno de los gemelos me lo hubiera dicho, me sentiría afectada, pero tu... ¡es ridículo de verdad! Seamos realistas, no sirves para nada de verdad. Todo lo que intentas acaba en un fracaso. Además de ser un estudiante mediocre, estás en el equipo de Quidditch sólo porque eres el mejor amigo de Harry. Ni siquiera tienes el coraje de cortar con la idiota de tu novia por mucho que estés en Buffond'ors. Incluso nuestros viejos lamentan tener un imbécil de tu clase como hijo. De hecho, estaban convencidos que serías una niña así que imagínate su decepción cuando descubrieron que tenían otro niño. Demasiado. En cambio yo podré ser la vergüenza de esta familia traidora a su sangre, pero por lo menos, fui deseada, - contestó desdeñosa Ginny.
La temperatura pareció enfriarse de repente y una tensión casi electrica flotaba en el aire. Se palpaba que en cualquier momento podía saltar la chispa.
- Basta, Ginny, exclamó la Sra. Weasley -.
Se volvieron y allí estaba Molly, en el marco de la puerta de la sala. Estaba roja de rabia.
- ¡No quiero oirte decir nunca mas estas cosas! ¿Está claro? - Preguntó levantando las cejas
- No puede estar mas claro, mamá -, contestó la joven Weasley añadiendo a la última palabra un fuerte dosis de ironía. - Ahora, si me dejas, debo ir a preparar mis cosas -.
Se levantó y atravesó la cocina para subir la escalera. Algunos minutos mas tarde, Ron tomó el mismo camino pretextando tener que terminar de preparar su equipaje. Harry quedó solo con la Sra Weasley y honradamente, jamás se había sentido tan mal en su vida. De alguna forma extraña se sentía culpable. En parte porque no había intentado calmar la situación, impidiendo que degenerase y por otra parte porque no sabía que decirle a Molly para tranquilizarla sobre lo que había oido. La ayudó silenciosamente a colocar la vajilla. Hubiera sido más practico utilizar magia pero estaba demostrado que los trabajos del hogar calman las tensiones. Era una de las cosas que había aprendido con los Weasley. Además, eso dejaba tiempo para pensar la forma más conveniente de abordar el asunto. Cuando se disponía a balbucear unas excusas sin ton ni son, Molly le interrumpió:
- Creía que cambiaría. Aunque admito que "cambiar" es tal vez demasiado. Pensé que la situación podía mejorar, pero he sido demasiado optimista -.
Harry meneó la cabeza y ella siguió.
- Estaba segura que la partida de su amiga la volvería más agradable... Incluso el que tú salieras con ella me convenció. Eres, de largo, el chico mas respetable que ha frecuentado. A pesar de todo eso, se ha vuelto todavía mas desagradable y no sabría decirte por que razones...- terminó.
- La marcha de Hermione Granger la ha afectado mas de lo que aparenta -, explicó Harry
Molly asintió y con una sonrisa melancólica, le respondió:
- Sé que te parecerá extraño viniendo de mi parte, su propia madre, pero... tengo absoluta confianza en ti y en tus intenciones hacia ella pero no podría decir lo mismo de ella. Puede ser tan hiriente a veces que no puedo creer que veneno así salga de la boca de mi propia hija. Ten cuidado, Harry -.
Unos minutos antes de salir hacia King Cross, Harry le hizo notar a Ginny su desacuerdo con la actitud detestable que había mantenido con su familia, especialmente con su madre y su hermano. Es inútil precisar que la pelirroja se lo tomó francamente mal.
- No pensé que mi madre y tú os preocupabais tanto por mi estado de ánimo, declaró fríamente -.
- Sabes muy bien cuanto... - respondió él, cansado.
- Quiero que quede claro: esta historia con Hermione ha terminado. ¡Está tachada y no se habla mas del tema! - Exclamó ella secamente para cortar la conversación.
El camino por el que se habían metido era resbaladizo. El nombre "Granger" era todavía sensible y, hasta que se demostrara lo contrario, constituía una fuente inevitable de disputas. De común acuerdo, habían decidido no hablar mas del asunto.
Sin embargo, la marcha había sido demasiado brutal y mucho mas oscura para que Ginny consiguiera encarrilarlo. No llegaba a entender a Hermione. Volver la espalda a alguien que considerabas como una hermana no era fácil a pesar de todo el daño que te había hecho. La Slytherin intentaba buscarle justificaciones. Lo había hecho todo por amor y una mentira había provocado otra y la situación se le había escapado de las manos hasta ser incontrolable. Hermione no era tan malvada. Estaba enamorada, esa era toda la diferencia.
Habia también intentado distanciarse para analizar la profundidad del problema. Y había llegado a la conclusión que Hermione no estaba realmente enamorada de ella sino que el sentimiento que creía tener era simplemente posesión. En efecto, la relación que mantenían ellas dos, aunque amistosa, era exclusiva. La llegada de Harry entre ellas había sido entendida como una amenaza para Hermione, que creía hasta entonces ser la única que gozaba de la atención y de la amiración de la pelirroja.
No era la primera vez que un chico se metía entre ellas, pero la diferencia era que, en esta ocasión, Ginny estaba realmente enamorada de Harry mientras que, habitualmente, sus demas chicos no habían pasado de diversiones.
De todas formas, la repentina marcha de la estudiante más aplicada, además de prefecta-jefe, había provocado las preguntas de los demás alumnos y la estupefacción de los profesiores. Como última prueba de amistad, Ginny había conseguido cubrirla convenciendo a Draco de no decir la auténtica versión de los hechos a los profesores. La misión había sido muy difícil por la amargura que Hermione seguía provocando en Malfoy. La pelirroja había tenido que hacer gala de todo su poder de persuasión, incluyendo algunas lágrimas, para engatusar al rubio.
En definitiva, el tema "31 de octubre" como lo llamaba Ginny, seguía siendo sensible y la herida no se habia cerrado, lo que explicaba su actitud cada vez que se abordaba. Lamentaba haber sido tan seca con Harry. El hecho de haberse enfrentado a su madre o a su hermano lo la molestaba, pero no podía soportar esa frialdad con su chico. En la estación, ella le tomó el brazo y deslizó una mano entre las suyas.
- Lo siento por todo lo que ha pasado -, se excusó. No me gusta estar disgustada contigo-.
- A mi tampoco -, aseguró él, mirando a todas partes, como si buscara a alguien -.
- ¿Me perdonas? -, preguntó ella.
- Si, si. - Respondió él, algo ausente.
La besó pero de forma tan distraída que Ginny se separó rápidamente para mirarle perpleja. No le gustaba nada en absoluto: quería ser su centro de atención.
- ¿Qué buscas, Potter? - Preguntó alzando las cejas, contrariada por su poca atención.
- Nada, pero ¿dónde está Ron? -
- ¿Ron? ¿Era ése en quien pensaba cuando estaba besándola?
- Espera un segundo... ¿no me digas que ahora estabas pensando en su hermano? - Se ofuscó, porque ella merecía más consideración que el imbécil de su hermano.
Harry iba a responderle cuando un seco ¡plaf! resonó en la estación. Se volvieron de forma casi sincronizada y vieron a Ron y Lavender Brown matándose con la vista. Una señal roja había aparecido sobre la mejilla izquierda de Ron mientras Lavender parecía suficientemente nerviosa.
- ¿Cómo es eso, me estás plantando? - Chilló colérica.
- ¡Lo has entendido perfectamente! - Replicó el pelirrojo furioso, restregandose la mejilla dolorida.
- ¡No sabes lo que te pierdes y me las pagarás! - Aseguró la Gryffindor, roja de rabia.
Y con una última mirada de odio y amargura, se dirigió hacia el Hogwarts Express, con cara altiva. Hubiera podido ser una digna salida si no hubiera fallado el escalón al subir. Roja de vergüenza, fingió no haber oido el estallido de risas de Ginny y desapareció en uno de los compartimentos del tren.
Ginny se volvió a su novio y le envolvió la nuca con sus brazos.
- Te encontrarás con esos inútiles todo el viaje y como sé que vas a añorarme, puedes venir a mi compartimento -, le propuso aun sabiendo que lo rechazaría.
Pero como todas las chicas posesivas y obstinadas, le gustaba creer que su novio no tenía vida propia.
- ¿Y tener que encontrarme toda una banda de Slytherin aburridos? No, gracias... declaró.
Ella se encogió de hombros y volvió a besarlo con ardor antes de subir al tren. Cruzó el corredor para meterse en uno de los últimos compartimentos que, por lógica, ocupaban siempre las mismas personas. Deslizó la puerta y no la sorprendió encontrar a sus amigos.
Desde la marcha de Hermione había cambiado sus antiguas compañías. Se había dignado a mezclarse con los otros Slytherin. O por lo menos con quienes se consideraba como la élite de esa casa. Este grupo estaba formado por Draco Malfoy, que como todos los hijos de papá que se respetan, sólo vivía para dilapidar la fortuna de sus padres. Después venía Theodore Nott y Blaise Zabini. El primero era sin duda el menos orgulloso de la banda porque era el único que se permitía amistades con estudiantes de las otras casas, al contrario que el segundo que mantenía un aspecto tan hastíado que uno se podía preguntar si no se consideraba como la persona más sensata de Hogwarts.
También estaban las dos chicas del grupo, Pansy Parkinson y Dafne Greengrass, sin par tanto en fortuna como en estupidez. Respectivamente, intentaban (sin éxito) atraer los favores de Draco Malfoy y su único placer conocido era pasar el dia convenciendose de que eran superiores a todos esos de sangre impura que ensuciaban el blason del colegio. Tal como sentían, todos permanecían fieles a su rango y a su clase y sin ocultarse, despreciaban a la mayor parte de los demas estudiantes a quienes consideraban inferiores.
Ginny era la excepción e incluso estaba muy lejos de esas ideas y a sus prejuicios sobre la pureza de sangre. Pero poseía su misma suficiencia y su altivez, lo que la convertía en una verdadera Slytherin. Su adhesión a ese círculo tan cerrado era una proeza e inevitablemente, la hacía ser respetada.
Entró en el compartimento y respondió brevemente a los saludos de sus amigos. Se sentó al lado de Nott, ignorando deliberadamente la mirada suplicante de Draco que le pedía que se sentara entre él y Pansy, colgada de su brazo. Se excusó con una falsa sonrisa.
- Los ataques han vuelto a empezar ayer por la noche -, leyó Blaise, concentrado en el Profeta. - En Bristol. Una docena de muertos...-
- ¿Una docena? ¡Creía que había mas de treinta! - Se sorprendió Pansy.
- Este detalle se supone que no lo sabemos - replicó secamente Draco. Sabes muy bien que debemos portarnos como estudiantes ordinarios, idiota. - Los demás sólo conocen los detalles que dé El Profeta -.
Pansy, humillada, cruzó los brazos y adoptó su pose de cría caprichosa e insatisfecha. Aunque ninguno de ellos se hubiera unido al Señor de las Fuerzas del Mal, era público que eran hijos de mortífagos. Estaban por lo tanto muy vigilados.
El resto del viaje fue de una calma poco común y Ginny se sintió mas que aliviada al reencontrarse en la sala de Slytherin. Aunque esa sala no tuviera nada de acogedor. Al contrario, era fría y austera, tan característica de esa casa. Además, tenía algo de envolvente.
Sin más ceremonia, echaron un grupo de segundo año de sus asientos favoritos y se dejaron caer sin darse cuenta que estaban siendo épies desde su entrada en la sala común.
En efecto, una joven, instalada en el fondo de la sala les observada desde hacía algunos minutos con una ligera aprensión. Al verlos, sintió una leve excitación, mezclada con nostalgia. Mientras su mirada recorría sus rostros, los recuerdos afloraban a la superficie y en ese momento se sintió renacer. Hermione Granger había vuelto.
Pero no era como lo habia imaginado, no. Para decir verdad, estaba irreconocible por la pura y simple razón que que no tenía su apariencia real. Echó una rápida mirada a su reflejo en una de los escudos colocado junto a la chimenea: rubia, una silueta esbelta y frágil, una cara ovalada con piel clara que mostraba una cándida sonrisa. El estereotipo perfecto de la inocencia y la ingenuidad. El colmo para ella. La joven suspiró con cansancio. No estaba todavía acostumbrada a su nueva fisionomia y eso podría suponer complicaciones en la realización de sus proyectos futuros. Porque no había vuelto para estudiar como cualquier otra estudiante. Tenía como misión conducir a Harry Potter hasta el Señor de las Fuerzas del Mal. Le encantaba esa misión porque tenía cuentas pendientes.
Descruzó las piernas, se compuso la ropa y se levantó con flema para acercarse al grupo. Al plantarse ante ellos, debió hacer gala de toda su sangre fria para ignorar las gélidas miradas del grupo y de no fulminar con la mirada a Malfoy que la miraba de reojo sin pudor.
- ¿Qué quieres? - Preguntó secamente Pansy, furiosa de ver como Draco miraba otra chica con interés.
Hermione no esperaba de ningun modo una cálida acogida, sobretodo viniendo de Parkinson. Por lo tanto, al responder, intentó la voz mas neutra posible, para no revelar su desprecio.
- Acabo de entrar en este colegio y hay algunas cosas que todavía se me escapan. Esta chica me ha dicho que encontraría un prefecto en vuestro grupo -, explicó ella señalando una estudiante que estaba saliendo de la sala común.
- ¿Cómo te llamas? - La interrogó Pansy.
Hermione apenas pudo contener su exasperación. Este pequeño interrogatorio y la actitud de Parkinson estaban realmente empezando a hartarla.
- Emelyn Hawke, - respondió la joven con seguridad, bien preparada para responder las preguntas sobre su identidad y su historia.
- ¿Y en qué curso entras? -
- Sexto -.
- Hawke... He oido hablar de ese nombre alguna vez... ¿No tendrás nada que ver con esa familia de sangre impura, los Bulstrode, por casualidad? -
Esta vez, la joven no pudo disimular mas su irritación:
- No. Y si esta es la cuestión, que sepas que seguro que mi sangre es más pura que la tuya-, añadió con desdén. - ¿Bueno, quien es el prefecto? -
Pero los otros tenían como punto de honor no darle la información que pedía e ignorarla. Se dió cuenta hasta que punto entrar en ese círculo tan cerrado sería difícil. Para formar parte de su grupo, no tenían por costumbre abrirse a los otros.
- Yo estoy también en sexto año. Quiero ayudarte, - contestó de repente Ginny levantándose.
Hermione se rebeló interiormente. Ginny estaba dando muestra de esa bondad tan característica de los Gryffindors, valor que Hermione aborrecía en lo más hondo. La antigua Ginny nunca se habría comportado de esa forma. Eso no era mas que la influencia que Potter tenía sobre ella, que la hacía cada día un poco más como él. Un Slytherin no vendría jamás en ayuda de alguien sino podía reportarle algo a cambio. La antigua prefecta sintió que su rencor hacia el superviviente llegaba al paroxismo.
Sin embargo se conformó con esbozar una sonrisa en atención a la joven pelirroja. Sabía que tenía que hacer. Para conseguir a Potter, pasaría por Ginny. Tenía intención de dar una nueva imagen de si misma aunque, bien pensado, comprendió que no serviría para nada. ¿Quien sospecharía que bajo esa apariencia suave y candida se escondía una verdadera serpiente? A fin de cuentas, estaba allí UNDERCOVER
FIN DEL CAPÍTULO I
Nota de la autora al primer capítulo: No sé si deciros que pasa realmente algo interesante en este capítulo pero no os preocupeis. Es sólo el tiempo preciso para montar la trama. ¡Todas las respuestas a las preguntas sobre la marcha de Hermione y lo que ha hecho esos dos meses saldrán a la luz en los siguientes capítulos! ¡No olvideis dejar un review para decirme lo que habeis pensado! ¡Hasta la próxima!
Buenas noches y buena suerte.
Richard.
