Su mirada relampagueó con ternura, sus ojos color verde te seducían a través de unas ligeras y largas pestañas, sonreía con orgullo y burla, el cabello alborotado te prometía su inocencia y con una mano te ofrecía jugar.
Cuando dudas su rostros se pinta de rojo, avergonzado por el rechazo y sus ojos se humedecen mientras muerde su labio tratando de no llorar. Sin palabras te arrojas a consolarlo, lo atrapas en tus brazos, se lo arrebatas al aire queriendo poder mantenerlo unido a ti, y lloras…
Sabes que no puedes escapar de él, que tenerlo lejos te mata; lo presionas con más fuerza contra ti. No necesitas verlo para saber que su sonrisa ha regresado a su cara, y que disfruta estar donde esta. A tu lado. Contigo.
Aquél niño del que no podrás deshacerte nunca jamás.
El sube el rostro y tú dudas en mirarlo pero su mirada fija en ti te inquieta y terminas cediendo, ves mover sus labios y aunque no puedes oírlo sabes que te invita nuevamente a irte con él, deseas correr, deseas desaparecer antes de rechazarlo…
Pero sabes que debe ser así… y lo haces…
Sus ojos se llenan de violencia y dolor, te arroja lejos con odio y grita tu nombre.

"Wendy"

Dice que no le importa que seas ya una mujer, que quiere llevarte a su lado. Y lo miras.
No es diferente a la primera vez, sigue siendo igual de pequeño, igual de hermoso y sigue siendo un niño. ¿Por qué no había crecido y se había quedado contigo? ¿Por qué tenías que ser tú la mala?
Corriste dentro de la casa y cerraste la ventana, el se acerco a ella con arrepentimiento y colocó su mano contra el cristal, lo imitaste, pero en tu dedo aquella sortija brilló y suspiraste.
Negaste una vez más con la cabeza y el se fue.
No sería la ultima noche que vendría a verte, lo sabías, y eso te producía dolor, porque hacerlo irse cada ves era más duro…