¡Hola! Lamento haber demorado tanto en comenzar esta continuación, pero aquí estoy de todas formas :) jejeje, bueno espero que les guste este primer capítulo y haber si me regalan muchos comentarios :D Por favor!


Capítulo I:

Podía ver las muertes de los juegos, día tras día.

Era como si sus fantasmas me persiguieran a todas partes. Ni siquiera, me dejaban en paz cuando iba a cazar por el bosque, ya que era en esos momentos cuando más venían a mi mente los horribles recuerdos de la gente a la que había visto morir.

Puede que mi familia pensara que todo estaba bien conmigo y que los traumas de los juegos se me habían olvidado en estos cinco meses, pero no era así.

Definitivamente, no era así.

Sabía que iba a ser difícil, más aún cuando yo había sido la culpable de la muerte de varios tributos.

Lo hiciste para sobrevivir, me había dicho Scorpius.

Era fácil decirlo, si no habías matado a nadie.

Dejé de pensar en ello, y observé el horizonte, ya faltaba poco para anochecer.

Tomé un puñado de nieve y la estrujé entre mis manos. Me encantaba el invierno, más aún cuando había nieve por todas partes.

-¿Quién anda ahí?-pregunté notando que alguien se acercaba.

No lo dudé y alcé el arco que llevaba conmigo.

-Tranquila, soy yo...-dijo la voz de James.

-¿No estás en las minas?-le pregunté extrañada.

- No, hoy nos han dejado salir temprano...-me comentó mirando la nevada.

Puse los ojos en blanco.

-Sabes que ya no es necesario que trabajes ahí...-sugerí como muchas otras veces, y como muchas otras veces, me respondió lo mismo.

-Que hayas ganado los juegos y tengamos alimentación gratuita de por vida, no significa que yo deje de trabajar... Algún día, cada uno tendrá una vida y no todos viviremos de ti...-contestó.- Así que no empieces una discusión, mucho menos ahora, que ya te vas a esa gira... ¿A qué hora es que sale tu tren?-me preguntó cambiando de tema.

-A las ocho...-respondí mirando nuevamente el horizonte.

Esa maldita gira de la Victoria, sería lo último de todo. Y luego de eso, nos dejarían en paz.

Al menos, por un tiempo..., pensé con cierto entusiasmo.

-¿No has encontrado nada nuevo?-me preguntó de pronto, y supe que se refería a los sinsajos pintados que me había mostrado hacía varios meses atrás en esos enormes árboles.

-No... -respondí con firmeza.- Haytmich y los demás, piensan que sólo fueron figuras pintadas por algún grupo de fanáticos... La verdad, es que no quiero saber nada de eso, James...

-Pero, sabes que fue extraño... y sabes que esas figuras, no estaban ahí de casualidad...-dijo con divergencia.- A lo mejor, fueron hechas con magia, a lo mejor hay...

-¿Magia? No, olvídalo, eso fue hace meses...-dije intentando sonar segura.-Además, ni tú, ni yo, sabemos cómo es la magia... Déjalo ahí...-finalicé sin seguir hablando del tema, pues me pareció ver algo extraño entre los árboles de en frente.- ¿Viste eso?-le pregunté notando que una especie de caballo se escondía por entre las ramas.

-¿Qué cosa?-me dijo mirando en la misma dirección que yo.-No veo nada, Rose...

-Sí, ahí está...-contesté, ahora completamente segura de lo que veía- ¿Qué no lo ves? Está ahí, en frente... Es un caballo negro y tiene un aspecto raro... Parece que tuviera alas...-musité notando que la criatura se alejaba por cada paso que daba, finalmente, se perdió entre la espesura.

-Vamos, debemos volver...-me pidió.

-¿En serio, no lo viste?

-No, ni si quiera se de lo que me hablas...-respondió caminando hasta la valla eléctrica, que como siempre, estaba apagada.

Me quedé pensando en ese extraño animal, y el motivo por el qué James, no lo pudo ver.

-¿Quieres ir al Quemadero?-me preguntó en cuanto nos alejamos del bosque.

Asentí en silencio, y nos dirigimos hasta donde me dijo.

Nuestra relación, había mejorado un poco, y podía decirse que ya no me ignoraba como en un principio, a excepción de las veces en las que Scorpius iba de visita.

Estuvimos observando las cosas que había, y sin perder la costumbre, intercambiamos un par de conejos por otros objetos que llamaron nuestra atención.

-Ya vámonos, James... Necesito hacer un par de cosas antes irme... -le comenté, mientras asentía en silencio y salíamos del Quemador.

-Espera, Rose...-me paró, jalándome de un brazo.

-¿Qué?-le pregunté.

-En un par de días será tu cumpleaños, y no podremos pasarla juntos...-me hizo recordar.

-Lo sé... Maldito Capitolio y su idea por hacer la gira de la Victoria en estas fechas...-murmuré riendo.

Él, también lo hizo.

-Quería darte algo, pero lo olvidé en casa...-me confesó acercándose extrañamente a mí.

-No importa...-comencé decir, pero ya era demasiado tarde- ¿James...?-dije nerviosa e intenté separarme de él, pero como la otra vez, no sirvió de nada.

Nuevamente, él juntó sus labios contra los míos y me besó sin mi consentimiento, acercándome aún más a él.

Sin embargo, en esta oportunidad, no le correspondí en lo absoluto. Por el contrario, me separé tan rápido como pude y le lancé una mirada de odio.

-¿Por qué?-le respondí herida y lastimada emocionalmente.- ¿Por qué cuando todo está bien entre nosotros, te atreves a arruinarlo?

-¿Por qué?... Tú sabes porque...

-¿Por qué no lo entiendes tú, James? ¿Acaso no sabes que estoy enamorada de otro?-le espeté con hostilidad.- ¿Acaso no lo sabes? ¿No viste los juegos?

-... Eres una hipócrita, Rose... Antes de que vayas a los juegos, nos besamos y...

-Nada, James... Tú no sabes por todo lo que Scorpius y yo, hemos pasado...

-¿Qué hay de mí? ¿Qué hay de todo lo que pasamos nosotros?

-Es diferente... Antes de irme a los juegos, yo estaba confundida... Pero, ahora, ya no lo estoy...

-Dijiste que todo ese romance fue un invento de Haytmich...

-Al principio...-le corregí- Fue así, al principio...

Él, se quedó callado y me miró con cierto rencor.

-¿Por qué no entiendes que entre nosotros no puede haber nada?-le dije antes de irme y dejarlo en las afueras del Quemador.

Maldita sea, James, pensé con demasiado fastidio por todo lo ocurrido. ¿Qué rayos ocurre contigo?

Cuando creí que todo iba bien con él, venía y me daba ese beso, solo para arruinar lo poco que habíamos reconstruido en nuestra relación.

Lancé una mirada de decepción, y me adentré a la Aldea de los Vencedores.

-¿Cómo ocurrió esto?-me dije.

Olvidé aquello y me dirigí a la enorme casa en la que vivíamos ahora.

En la entrada, estaba el nuevo gato amarillo que Lily había adoptado mientras yo estaba en los juegos. Según, la tía Ginny, este gato tenía similitud con el que tuvo mi madre cuando eran jóvenes, por lo que decidieron llamarlo Crookshanks.

-¿Qué haces aquí?-pregunté al notar que el felino estaba enroscado en la nieve. De inmediato, lo cargué e ingresé a la casa con él.

Me pareció extraño escuchar tanto silencio. Normalmente, la casa estaba llena de ruidos pues casi toda mi familia pasaba el tiempo, ahí.

-¿Tía Ginny?-llamé tan pronto como pude.- ¿Lily?

-Cariño, ahí estás...-comenzó a decirme la abuela, quien se apareció ni bien escuchó mi voz.-Tu tía y yo, te estábamos esperando...

-¿Qué tal tu paseo, Rose?-preguntó mi tía Ginny con actitud nerviosa.

-¿Paseo?... ¿Qué pase...-pero de pronto, me hizo un ademán para que me quedara callada, algo andaba mal- ...No se le puede llamar paseo a eso, tía Ginny, casi resbalo con toda la nieve.-disimulé al notar que unos agentes de la paz salían a mi encuentro.

-Tenemos visita, Rose... Ha venido un representante del Capitolio a verte.-me explicó de pronto.

-Señorita Weasley.- Llamaron los agentes tan pronto como me vieron.-Por favor, venga con nosotros.

Los seguí en silencio, y me llevaron hasta uno de los despachos de la casa.

¿Quién rayos sería el representante?

Abrieron la puerta por mí, y me dejaron a solas con el hombre.

Sin embargo, me pareció ver algo extraño en él, más aún cuando vi que llevaba una larga túnica negra y me daba la espalda. Luego de unos segundos, se volteó para mirarme.

No puede ser, pensé atemorizada.

Ese no era cualquier hombre, ese era Lord Voldemort.

-Por favor, señorita Weasley, tome asiento...-me pidió con su tétrica voz.


Eso es todo, hasta ahora. ¿Les gustó? Por favor, pongan su opinión en un comentario :)

Rosalie...