"Cadenas Del Destino"

Sus siete años de estancia en Hogwarts fueron los más horribles de su vida, gracias a él. Y solo él. Pero sus amigos la ayudaron a superar todos esos tragos amargos que le hacía pasar el hurón ese. Llego a pensar que al concluir sus estudios en el colegio, él, la dejaría de molestar para siempre. Pero no fue así.

Siempre dijo y lo sostenía, que si quisiera que alguien desapareciera de este mundo fuera él.

Lo peor pasó ese día; ese maldito día que amenazaron a su padre de muerte si no pagaba una fuerte cantidad de dinero que debía atrasado. Miraba como su padre se retorcía de la angustia y desesperación al no saber qué hacer o como hacerle para conseguir ese dinero. Y de pronto una estúpida y absurda idea se le cruzo por la cabeza. Y la única alternativa que tenía era pedirme dinero a ese estúpido engreído.

Su madre había muerto cuando yo ella tenía doce años. Solo había quedado su padre y ella, y además de todo su sufrimiento, su padre había sufrido un accidente que lo había dejado en una eterna silla de ruedas. ¿Acaso el mundo no podía castigarla más? Pues, si podía.

No quería que su padre muriera en manos de esos estúpidos mafiosos. No podía dejar que lo lastimara sin que ella pudiera hacer algo al respecto. Pero de una cosa estaba segura; No se había arrepentido de haber pisado esa enorme mansión para pedirle ayuda a él. Mi vida había cambiado por completo, pero así pude ayudar a mi padre y zafarlo de esa enorme deuda.

Ya habían pasado tres años desde la pelea contra Lord Voldemort. Donde el bien había triunfado. Muchas cosas cambiaron después de esa pelea. Tom Riddle había muerto a manos de Harry Potter; El legendario. Lucius Malfoy había muerto tratando de defender a su esposa, Narcissa Malfoy, de las manos del señor tenebroso. Bellatrix Lestrange fue asesinada por Sirius Black.

Y ahí fue donde lo perdió. Ese fue el peor sufrimiento de su vida. Y lo mas insoportable fue saber que murió a más de él; Draco Malfoy. Nunca lo perdonaría por eso, nunca. Ron y Hermione sostenían una relación desde sexto año. El año en el que Draco Malfoy asesino a Albus Dumbledore. El pelirrojo prometió casarse con ella al final del colegio, pero eso día…nunca llego gracias a él. Ese estúpido hurón al que deseaba ver muerto. Y si ella fuera la causante de su muerte ¡mejor!

Después de lo sucedido, Harry había decidió vivir con Sirius Black, su padrino. Y ella…ella había decidió regresar a Londres muggle con su padre. Desde que puso el primer pie en su casa no recordaba algún día en el que no llorara por la muerte de su amado; Ronald Weasley. No creía poder superarlos nunca, y menos de enamorase del asesino de su prometido.

OoOoOoOoOoO

Se encontraba recostada en su cama, sin poder dormir. Cosa que ya había olvidado por completo desde hacía tres años atrás. No dejaba de tener esas pesadillas horribles en las cuales los mortifagos la habían capturado para después llevarla a la mansión Malfoy, donde se había desatado esa horrible batalla que le arrebato al ser más amado de su vida.

Abrió sus ojos asustada. Lo único que podía hacer, era cerrar sus ojos fingiendo que dormía. Algo que estaba segura nunca podría volver a conseguir. No hasta el día que se le ocurrió atravesarse en el camino de su peor enemigo.

Observo su reloj de cabecera que marcaban las dos de la madrugada. Bufo molesta y luego se enderezo de su cama. Sacudió su cabeza para mejorar su visión, ya que estuvo con sus ojos cerrados más de cuatro horas. Con valentía, se paró de la cama y se coloco sus sandalias para dirigirse al baño.

Al llegar a su destino empujo la puerta y esta se abrió al instante. Prendió la luz y se dirigió al espejo de baño. Se quedo quieta unos segundos. Después alzo su vista y se miro por primera vez, en tres años, al espejo. Se detallo cuidadosamente; Su cabello estaba más largo de lo normal, sus mejillas pálidas, su nariz un poco roja y sus ojos, esos ojos que expresaban alegría y felicidad en el pasado, de esos ya no quedaba nada. Ahora expresaban dolor, sufrimiento y sobre todo odio rotundo.

Ladeo su rostro queriendo no ver más de lo que era, o mejor dicho, de lo que había quedado de ella. Suspiro, después abrió el grifo de agua y se esparció el líquido sobre su rostro. Tomo una toalla y se seco su cara.

Al momento de terminar con su tarea alcanzo a escuchar como algo pesado cayó sobre el suelo haciendo un tremendo ruido. Entonces, fue cuando su padre se le cruzo por la mente. Con rapidez, salió de su cuarto y se dirigió escalera abajo. Tomo camino hasta la sala, donde seguramente su padre estaría leyendo o viendo televisión.

No obstante, asomo su cabeza para verificar que su padre estuviera bien y fue ahí, donde lo vio tirado sobre el suelo. Con rapidez entro a la sala y se dirigió hasta el.

-Papá- Llamo Hermione preocupada mientras se inclinaba para ayudarlo a levantarlo.

Stuart Granger alzo su rostro al momento de oír la voz de su hija. La vio como se encaminaba hasta el.

-Hermione, no entres – Ordeno el señor, pero ya era demasiado tarde.

-Pero, papá…- Pero la ex Gryffindor no pudo terminar. Al momento sintió unos fuertes brazos apresándola por la cintura mientras la alzaba del suelo. Después, una mano cubierta con un guante de piel sello sus labios impidiendo su grito.

-¡Déjenla tranquila! – Grito el padre de la castaña mirando a su hija a los ojos. Después la coloco encima del hombre que lo rodeo.

-Ya basta, viejo – Se burlo un hombre con aspecto agresivo de tez morena, alto y complexión robusta. Con una mirada cargada de odio y maldad. Luego se inclino hasta quedar a la altura de Stuart.

-¿Qué es lo que quieren aquí? – Pregunto el señor Granger desesperado porque ese par de imbéciles se largaran de su casa, ya.

No obstante, el hombre que tenia apresada a la castaña hablo.

-Mira, paralitico, por si no lo recuerdas, tu, nos debes dinero – Espeto un rubio ojiazul llamado Marcus.

-¿Que dinero? – Pregunto el señor sin recordar nada.

El moreno de nombre Spencer bufo harto de esa situación.

-Te refrescare la memoria, Stuart – Decía mediante se ponía de pie y caminaba hacia la ventana - ¿Acaso no recuerdas el día que fuiste a mi casa, llorándome y rogándome que te prestara dinero porque si no perderías tu casa? – Pregunto acariciando su arma lista para usarla.

Hermione solo abría más sus ojos al oír cada letra que escupía el estúpido moreno. ¿Por qué su padre no se lo había contado antes?

-Ahora, dime – Dijo rápidamente inclinándose de nuevo hasta llegar a la altura del papa de la castaña y colocándole la pistola debajo del cuello.

La ex leona reacciono al momento. Con un ágil movimiento le dio un codazo al hombre que la tenia prisionera y este la soltó al impacto. La ojimiel corrió con miedo hasta el lugar de su padre. Pero Spencer fue más rápido colocándose de pie y dirigiendo el arma hasta la figura de la joven al momento que apretó el gatillo.

La veloz bala roso la mejilla de la ex leona paralizándola al momento.

-¡Hermione! – Grito asustado el padre de esta al mirar la bala salir de la pistola que estaba dirigida a su hija.

En ese instante, Marcus la volvió a apresar por la cintura pegándola con fuerza a su cuerpo. La ex leona reacciono al contacto.

-¡Suéltame, estúpido imbécil! – Exclamo la castaña sin dejarse intimidar otra vez. Pero obviamente, el ojiazul era más fuerte que ella.

-Que fiera es tu hija, Stuart – Espeto el rubio acercando su nariz hundiéndola sobre los hermosos rizos de la joven capturado su olor.

Ante esto, Hermione torno su rostro lleno de asco. Después, miro a su padre y al moreno, quien la miraba burlonamente.

-Volviendo al tema – Expreso Spencer ahora mirando al padre de la castaña. Este lo miraba fijamente - ¿Acaso se te olvido pagarnos? – Le pregunto empujando al señor contra el suelo usando su pie.

La ojimiel no lo soporto más y exploto.

-¡Déjelo tranquilo! – Grito llamando la intención del moreno – Esta invalido y no puede caminar – Decía conteniendo toda su furia.

-Vaya, y también es muy contestona y,…muy linda viejo – Espeto Spencer ahora dirigiendo hasta la ojimiel.

Esta sentía un escalofrió tremendo al sentir la fuerte mirada del moreno sobre su cuerpo. Le daba asco al sentirlo tan cerca de ella.

-¡Te dije que la dejaras! – Gritaba Stuart con todas sus fuerzas, pero obviamente, estos dos sujetos no le prestaban atención.

-La última vez que te mire, apenas tenias doce años, eras una niña aun – Decía lascivamente observando descaradamente a la joven de pies a cabeza – Pero ahora…ahora eres toda una mujer y muy hermosa – Finalizo su relato tratando de acariciar la mejilla de la castaña. Esta se lo impidió ladeando su rostro y alejándolo de él. El moreno sonrió - ¿Qué edad tienes?

A eso, Hermione lo miro y con rabia le escupió sobre el rostro.

-¡Que te importa! – Grito llena de rabia.

Marcus soltó una pequeña carcajada que hizo enfurecer a Spencer. Este fulmino a la ex leona y con decisión alzo su brazo en el aire para poder golpear a la joven. Esta cerró sus ojos esperando el impacto, pero este nunca llego.

-Chiquilla insolente – Maldijo respirando profundamente y conteniéndose para no golpear a la castaña. Después se giro para encara al padre de esta.

El señor Granger no sabía qué demonios decir para que los dejaran tranquilos y que se largaran de una maldita vez de su casa.

-¿Tienes mi dinero? – Pregunto tomando al castaño por el cuello obligándolo a mirarlo a los ojos.

Se miraron por unos largos segundos.

-No…no lo tengo – Contesto Stuart al borde de las lágrimas.

Este apretó sus labios molesto por las palabras del señor.

-Bien…- Expreso impactando al Señor Granger sobre el suelo – Tomare a tu hija, como pago – Dijo seguro mientras se dirigía hacia la castaña.

Esta al oír las palabras del moreno abrió sus ojos más. Después observo como el hombre de complexión robusta se acercaba a ella y la tomaba del brazo. Esta no podía hacer nada para zafarse del agarre del moreno. Obviamente era más fuerte que ella, solo le quedaba gritar y resistirse, pero no funciono por mucho.

-¡Suéltame, no! – Protestaba la castaña resistiéndose al agarre.

-¡Cállate! – Grito Spencer tumbándola sobre el sillón de su sala.

-¡Déjala, no le hagas daño, te lo suplico! – suplicaba el padre de la castaña viendo como estaba a punto de dañar a su hija enfrente de sus ojos y el, como un estúpido sin hacer nada.

El moreno hizo oído sordos a las suplicas del castaño. Se coloco encima de la joven recorriendo su cuerpo por encima de la ropa. Esta solo se negaba a los asquerosos besos que el hombre le quería proporcionar. Después adentro su mano por debajo de la blusa tratando de llegar a los senos de la ex leona.

Hermione luchaba para zafarse de ese estúpido pero no lo lograba. Marcus solo observaba la escena riendo con sonora y burlándose del rostro del señor Granger a ver como estaba a punto de destrozar la vida de su hija. En ese momento, el teléfono celular del rubio sonó.

-¡Quítate de encima, estúpido hijo de puta! – Maldijo la castaña haciendo explotar al moreno.

Este con rabia impacto su puño cerrado sobre el rostro perfecto de la joven. Esta ladeo su rostro debido al fuerte impacto.

-Te voy a demostrar lo que es un hombre de verdad – Dijo Spencer llevando su mano a la bragueta de su pantalón para liberar su miembro excitado debido al cuerpo de la castaña.

Se oyó el grito de un ojiazul.

-¡Spencer, basta, ya! – Ordeno guardando su celular en el bolsillo de su pantalón.

Este volteo a ver a su aliado mostrándose molesto por la interrupción. La castaña agradeció a Merlín por oír sus suplicas. El moreno protesto, pero el rubio lo interrumpió.

-El jefe quiere vernos, ya – Ordeno caminado hacia la salida de la casa Granger.

-Te salvaste, muñeca – Dijo lamiendo una mejilla de la joven al momento que se puso de pie. Luego se acercó hasta el padre de esta – Y tú, tienes un semana para pagarme, si no lo haces, vendré por tu hija y te matare con gusto – Amenazo sonriendo de lado y luego dirigió su mirada hacia la castaña. Esta lo miraba con odio – Nos vemos, hermosa – Se despidió guiñándole un ojo y después aventándole un beso.

Y sin decir nada mas los dos sujetos desaparecieron de la vista de los Grangers, y de su casa.

Después de todo lo sucedido, Hermione se levanto del sillón como resorte y se tumbo al suelo para abrazar a su padre. Este al verla venir le correspondió al abrazo. Se quedaron así por un largo rato solo disfrutando el calor uno del otro.

-¿Estás bien? – Pregunto Stuart separándose de la joven y tomando por la nuca obligándola a mirarlo.

-Si…si, no te preocupes – Decía desviando su vista. Le daba vergüenza ver a los ojos a su padre después de que él vio lo que intentaron hacerle.

-Hermione, perdóname, yo no quería que esto pasara – Decía el señor echándose toda la culpa, que en sí, si la tenía.

-No, papá, no te culpes – Consolaba la ex leona.

Después ayudo a su padre a ponerlo de nuevo en la silla. Este no dijo nada mas, solo pensaba como le iba a hacer para conseguir tanto dinero en tan poco tiempo. Hermione se dirigió a la cocina para coger un pedazo de hielo y colocárselo encima de la herida. Después regresó a la sala para estar con su padre.

-Papá – Llamo la castaña haciendo que el señor Granger la mirara – Te ayudare a conseguir el dinero más pronto de lo que crees – Decía acercándose hasta él y tomándolo por las manos.

-No, hija, tú no puedes hacer nada – Espeto Stuart sonriéndole a su pequeña – Encontrare la forma para conseguir ese dinero.

-Pero, papá… - Se quejo la joven dolida al saber que su padre no tenía fe en ella. Este la interrumpió.

-No digas nada mas – Pidió el castaño – Mejor vamos a dormir, ¿Si?

Hermione suspiro resignada al saber que no le ganaría a su padre, ya que era igual o más terco que ella misma. Claro, si no por nada saco ese carácter.

-Bien, vamos a dormir – Dijo poniéndose de pie – Que descanses – Se despidió besando a su padre en la mejilla.

-Te quiero, mi niña – Expreso Stuart viendo como su hija desaparecía por el umbral de la sala.

OoOoOoOoOOoOOo

Con asco se saco su pijama de encima. Con desesperación abrió el grifo del agua de la regadera para poder borrar las asquerosas manos de ese mafioso recorriendo su cuerpo. No soportaba dormirse así, con la sensación de odio. Se metió bajo el agua y alzo su rostro a esta dejando que el liquido cristalino cayera por todo su rostro.

Entonces no pudo más; soltó el llanto haciendo que las gotas de agua cayendo por su rostro se confundieran con sus lágrimas que resbalaban por sus mejillas rosadas. Tomo asiento sobre la loseta blanca de su regadera meditando como le haría para conseguir ese dinero pronto.

No le importaba en lo más mínimo el que ese estúpido regresara por ella. Lo que más le daba miedo era no poder conseguir el dinero y que su padre resultara lastimado o peor…muerto. ¡Maldita sea! Se maldecía impactando su puño cerrado contra la pared.

-Tengo que encontrar una solución – Se decía con su vista fija sobre algún lugar perdido de su cuarto de baño – Harry – Se dijo mentalmente – Por supuesto que no – Se contradijo.

¿Acaso tendría el cinismo de presentarse ante su amigo después de tres años evitándolo? ¡Claro que no!

Después de un largo baño por fin decidió salir de ahí. Se coloco una pijama nueva y se cepillo su cabello larguísimo. Se metió bajo las sabanas lista para tener una velada larguísima.

OoOoOOOOoOoO

La mañana había llegado rápidamente. La castaña aun estaba tumbada sobre su cama. No tenia ánimos de abrir sus ojos y mucho menos de salir de su recamara. No pudo, de nuevo, conciliar el sueño pero ya no se esforzaba en hacerlo.

Unos golpes en su puerta le avisaron que su padre necesitaba de ella. Con pereza se inclino y se bajo de su cama para ir a ver qué era lo que su padre ocupaba. Miro el reloj que marcaban las 9 en punto. Abrió la puerta dejándose ver.

-Lo siento, hija, ¿Te desperté? – Pregunto apenado el señor mirando a una castaña soñolienta.

-Claro que no papá, ya estaba despierta – Mintió la joven sonriendo. Su padre no estaba enterado de las largas noches de insomnio que sufría su hija – Buenos días – Saludo besando a su padre en la frente.

-Buenos días – Contesto Stuart recibiendo el saludo con alegría.

-Ahora bajo a hacer el desayuno – Aviso la joven regresando al interior de su habitación. Su padre la interrumpió.

-No, hija, ya desayune – Dijo rodando con sus manos la silla que lo mantendría en ella el resto de su vida. Bueno, eso decían los médicos. Hermione se detuvo en seco y luego se giro para regresar sobre sus pasos hasta el lugar de su padre – Solo vine a decirte que ir con Stephan Moddly, el primo de tu madre – Dijo mirándola.

-Bien, voy contigo – Espeto Hermione dándose de nuevo la vuelta.

-No – Ataco su padre. La ojimiel se giro para encararlo un poco molesta.

-¿Por qué no? – Pregunto la ex leona indignada.

-Quiero que te quedes en casa, por favor hija, además ya pedí un taxi para que venga por mi – Explico.

-Que terco eres Stuart Granger – Se quejo la joven negando con su cabeza.

OoOoOooOooOoOo

La noche había caído como rayo. Su padre aun no regresaba. Y eso la tenía con los nervios de punta. Reviso su reloj de pared por doceava vez donde marcaban las diez de la noche y ninguna señal por parte de su progenitor. Se mordió las uñas al grado de no dejar ninguna intacta. La angustia la estaba matando y no se quedaría quieta ahí esperando que le avisaran que su padre estaba en el hospital o en…, ni pensarlo.

Tomo su abrigo, ya que estaban en pleno septiembre, y con desesperación abrió la puerta principal de su casa para salir en busca de su padre. Y se detuvo en seco al ver enfrente de su casa un taxi y su padre bajando de él. Suspiro aliviada y agradecida con Merlín.

Stuart agradeció al señor del taxi y este arranco despidiéndose de su cliente. Al voltear a su casa, vio a su hija en el marco de la puerta mirándolo. Rodo su silla pero la castaña llego hasta él y lo ayudo empujándolo hacia el interior de la casa. Ninguno de los dos hablo hasta estar adentro.

Ya estando en la sala Hermione no tardo en descifrar el triste rostro de su padre. Su pariente no le había prestado nada. El castaño hablo.

-Hija, no te preocupes… - Pero la ex leona lo interrumpió.

-No, papá – Espeto harta de todo – Conseguiré el dinero, cueste lo que cueste – Le dijo arrodillándose tomando las manos de su padre entre las suyas – Lo prometo – Le dijo para que no se angustiara mas.

El señor suspiro sonriendo de lado.

-Mi amor, tú no puedes conseguirlo, es mucho dinero - Le decía haciendo entrar en razón a su padre.

-¡Claro que puedo, padre! – Grito haciendo que el castaño la mirara sorprendido – Y en ese momento iré por el – Y sin decir nada mas tomo de nuevo su abrigo y salió de su casa sin decir nada más.

Su padre se extraño pero no la detuvo. Sabía que si lo hacia su hija lo complicaría mas, solo observo el momento que su pequeña salió por la puerta desapareciendo de su vista.

OoOoOoOooOoO

Se encontraba sentada en la espera del tren que la conduciría hacia Londres Mágico. Cruzo el andén 9 ¾ decidida a todo para conseguir ese estúpido dinero lo más pronto posible. No quería verlo…no tenía el valor suficiente para mirar a los ojos al ser más odiado de toda su vida y sobre todo, al que le arrebato la felicidad, y la hizo añicos con un solo movimiento de varita.

No quería recordar más, no lo deseaba. Después de unos minutos más, el tren llego a la estación para que los pasajeros abordaran para ir a sus destinos. Hermione observo la puerta abrirse de par en par, pero ella aun estaba sentada. El corazón le temblaba de miedo. ¿Cómo se le pudo ocurrir esa estúpida idea de ir ante él y pedirle dinero? ¡Era absurda! Pero, su padre estaba primero.

Con resignación se pudo de pie y abordo el tren que la llevaría hacia el infierno donde el peor de los demonios gobernaba. Después de encontrar un asiento lo más retirado de los demás se concentro en las posibilidades de que ese engreído no la aceptara en su Mansión.

Estaba segura que no le daría la oportunidad de hablar ni siquiera una palabra. Sacudió su cabeza pensando en cada tortura que le pediría que hiciera antes de prestarle ese dinero. De seguro la humillaría hasta el borde que ella explotaría, pero, tenía que soportarlo todo por la vida de su padre.

El tren se detuvo en la estación de Londres Mágico. Suspiro y salió de ahí tomando camino hacia la Mansión. Camino un tramo muy largo a mitad de la noche, pero no tenía miedo. El miedo lo perdió hacía mucho tiempo atrás y nunca regresaría, nunca hasta que lo empezó a conocer de pies a cabeza.

Se detuvo en seco al ver la enorme casa a pocos pasos de ella. Se miraba hermosa y a la vez tenebrosa. Sabía que él, no tenía corazón y nunca lo tendría. Empujo la reja, la cual estaba abierta, y se encamino hacia las enormes puertas de madera lista para emprender la batalla.

-Tranquilízate – Se dijo la castaña con su puño en el aire un poco indecisa. Suspiro largamente y cerro sus ojos al mismo tiempo que golpeo la puerta tres veces seguida.

Volteo para todos lados buscando que nadie la mirar ahí, en la mansión de su peor enemigo. La fría noche estaba a todo lo que da, y su aliento salía por su boca como si estuviese fumando un cigarrillo. Al momento, escucho como una puerta era abierta lentamente haciendo que su temor aumentara más.

-¿Señorita Granger? – Pregunto una voz pero la castaña no sabía de dónde provenía, ya que no miraba a nadie.

Busco con su mirada a la persona y no la vio hasta que dirigió sus ojos a bajo descubriendo a un elfo domestico mirándola alegre.

-Dobby – Espeto la castaña sorprendida de ver al elfo en la mansión – Pero… ¿Qué…? – Prefirió callar.

-¿Se le ofrece algo? – Pregunto el pequeño mirándola.

-No…bueno…si – No sabía qué demonios decir – Quisiera hablar con tu amo – Escupió con asco la palabra amo - ¿está en casa?

-Claro…pero pase, no se quede ahí con lo frió de la noche – Pidió amablemente el elfo.

La ex Gryffindor dio un paso pero entrar pero luego se retracto. No quería estar a ese infierno de lugar, no por ahora.

-Mejor espero aquí, si no importa – Espeto sonriéndole al elfo.

-Como guste – Contesto Dobby – En un momento la anuncio ante el Señor – Dijo dejando la puerta abierta y alejándose hasta el despacho del rubio.

Hermione observo como el pequeño elfo camino hasta llegar a las escaleras y doblo a la izquierda desapareciendo de su vista. Su nerviosismo empezó a subir por sus venas hasta llegar a su cabeza. No sabía porque hacia esto, pudo haber encontrado otras opciones, pero no, siempre se tenía que decidir por la más peligrosa.

Después de unos minutos más Dobby apareció regresando sobre sus pasos llegando hasta donde se encontraba la castaña. Esta sabía que no traía muy buenas noticias por la expresión de rostro del elfo. Llego hasta ella.

-¿Y bien? – Preguntó la joven desesperada.

-Lo siento, Dobby lo siente – Empezaba a culparse – Pero, el amo no quiere verla – Dijo pegándose sobre su cabeza.

-No, Dobby, basta – Pidió la ex leona arrodillándose para tomar las pequeñas manos del elfo entre las suyas evitándolo de golpearse de nuevo – Tú no tienes la culpa – Decía la joven sonriéndole – Pero si tu "amo" no quiere verme, yo si – Finalizo poniéndose de pie y entrando a la mansión Malfoy sin el permiso del dueño.

Tomo camino hasta llegar a la puerta del despecho dele rubio. Observo la perrilla sintiendo como su corazón se aceleraba a mil por hora.

-Todo sea por mi padre – Murmuro abriendo la puerta sin autorización.

Sin saber que ese encuentro marcaria en su vida un futuro que no podría predecir y mucho menor negarse a las garras de el mismo demonio con el nombre de Draco Lucius Malfoy.

Continuara….

¡Hola! Primero que nada. Bien, quiero empezar escribiendo que esta historia no es del todo mía, una autora de la página Potterfics llamada Dramione18 me cedió los derechos ya que por razones no la pudo continuar. Sé que se estarán preguntando ¿Y tu otra historia? Pues quiero informarles que la dejare de continuar por un tiempo, ya que quiero enfocarme al cien por ciento con esta nuevo proyecto que estoy segurísima que les encantara.

Esta historia en sí, tiene solo ocho capítulos, los cuales me atraparon. Nunca había leído una historia así de emocionante, para mí. Estuve en pláticas con esta autora y la convencí de cederme los derechos y poder continuara y extenderla más para ponerle sabor a la historia.

Espero y les haya gustado el primer capítulo y que me dejen sus comentarios para poderla actualizar lo más pronto posible. Anímense, por favor. Bueno, me despido deseándoles lo mejor.

Atentamente,

Damian Malfoy.