¡Hola a todos!
Pese a que me encanta escribir esta es la primera vez que me animo con un fanfic y ya que lo hacía pensé... ¿por qué no con esta gran pareja? Sí, sí, el GaaHina es una pareja que todo el mundo dice... si no va a ocurrir pero... ¿Y lo genial que sería?
Bueno, no os entretengo más con mi charla y os dejo con el primer capi.
CAPÍTULO 1:
Al parecer en Las Vegas todo era alegría, fiesta, mucho ajetreo y sobre todo, luces de neón. No entendía muy bien qué hacía allí. Sin duda, si alguien se percataba de su presencia desde fuera se daría cuenta de que no encajaba en este lugar. Ella era tranquila y pacífica, nada parecido a lo que encontrarías en esta ciudad.
Hinata estaba allí celebrando lo que su amiga Ino había descrito como la mejor fiesta de despedida de soltera de la historia. Y es que su primo Neji por fin había decidido dar el paso y pedirle matrimonio a Tenten, y para celebrarlo, todas las amigas habían preparado un viaje a Las Vegas.
De este modo, no había perdido el tiempo y llevaban toda la noche de fiesta. Aunque al principio habían empezado de forma bastante "chic" apostando en el casino del hotel y charlando tranquilamente en la barra del bar, en el mismo momento en que Ino decidió sacar boas de plumas para todas fue el pistoletazo de salida a la locura y desenfreno.
Pese a todo, Hinata había conseguido contagiarse del ambiente festivo y debía reconocer que parecer una chica normal, que se divierte con sus amigas bailando y armando barullo por una vez, era fantástico. O tal vez fuera que había bebido demasiado se había desinhibido lo suficiente como para no importarle.
No obstante, al parecer no todo podía salir bien y como siempre había algo que la hacía caer de bruces contra la realidad. El repentino rostro furioso de Sakura quien incluso había dejado de bailar, hacía presagiar lo peor.
—¡¿Qué demonios haces aquí, Naruto?
—Gaara, debo reconocer que jamás pensé que te diría esto a ti pero… ¡Es el mejor regalo de cumpleaños que me ha hecho nadie en la vida! —exclamó Kankuro radiante mientras observaba a través del cristal del taxi como la ciudad de Las Vegas se abría a su paso.
—Sí, y además vamos a alojarnos en el mismo hotel que Sakura. —exclamó a su vez un rubio a su lado, para desagrado de los demás.
—¡No, Naruto! Me niego. No hemos venido aquí a celebrar mi cumpleaños para que tú puedas espiar a tu novia.
—¿Pero es que no te das cuenta? Sakura y las demás están de despedida de soltera. Ya sabes cómo son ese tipo de fiestas. —les explicó Naruto horrorizado.
—Sí que lo sé. —afirmó Kankuro con vehemencia. —Muchas mujeres enloquecidas y desesperadas por… ¡Oh! Dime, ¿hay alguna chica soltera en su grupo de amigas? —preguntó el mayor recobrando su interés en la conversación.
—Hinata e Ino, que yo sepa. Buena idea Kankuro, tal vez si te presento a Hinata …
—¿Ella no es tu ex-novia? —preguntó Gaara con su voz inexpresiva, participando por fin en la conversación.
—Así es. Pero Sakura y yo estamos un poco preocupados, ya que desde que lo dejamos no ha vuelto a salir con nadie… ¡y eso fue hace ya cinco años!
—A esa tal Ino la conozco, es la amiga del novio de mi hermana. Toda una rubia explosiva. ¿Sabes, Naruto? Creo que me empieza a gustar esa idea de espiar a tu novia pero, ¿no has pensado en lo que te hará si te descubre.
—¡Por supuesto que he pensado en eso! No soy tan idiota como vosotros creéis, así que si se da el caso, tendré que adelantar mis planes un poco.
Pese a que ninguno de los hermanos Sabaku sabía a qué se refería el rubio con este comentario, ambos optaron por no profundizar en el tema.
Efectivamente, pasaron la noche buscando a Sakura y sus amigas cual acosadores. Gaara no era quien para meterse, a fin de cuentas era el cumpleaños de su hermano y si él quería celebrarlo así, no se iba a oponer. No obstante, le resultaba un comportamiento bastante desequilibrado el dedicarse a espiar a mujeres, ¡y luego decían que él era el loco psicópata!
Según las chicas se iban soltando la melena y volviendo la fiesta un poco más loca, Naruto comenzaba a ponerse más nervioso y celoso cada vez que un hombre se acercaba a "su Sakura" por lo que cometió un terrible error. Tanto quiso acercarse al grupo de chicas que cuando su novia giró la cabeza lo único que se le ocurrió fue esconderse detrás de una planta y obviamente, no funcionó.
—¡¿Qué demonios haces aquí, Naruto? —exclamó la espiada tan alto que todo el bar se giró asustado a observar qué ocurría.
—Oh, Sa… Sa… Sakura. ¡Qué coincidencia! —le saludó su novio, aterrado.
—¡¿Coincidencia?
—S-sí, es el cumpleaños de Kankuro y… —el aludido asomó la cabeza tras Naruto y con una pequeña sonrisa saludó a las chicas con la mano. —Por favor Sakura ¡Ha sido todo idea de Gaara!
De pronto todos los ojos se posaron sobre el pelirrojo, quien permaneció inmutable.
—Mi idea fue invitar a mi hermano a Las Vegas el día de su cumpleaños, en ningún momento os sugerí que las espiarais. —respondió con tanta contundencia como tranquilidad.
—¡Lo sabía! ¡Naruto te voy a matar!
Mientras se desataba una batalla campal entre los dos enamorados Hinata poco a poco había conseguido desaparecer de la escena. Justo ahora que empezaba a disfrutar de la noche tenía que aparecer precisamente él.
No es que no le gustara estar con todos sus amigos, tan solo con Naruto se sentía diferente. Pese a que actuaba como si nada hubiera pasado, debía reconocer que todavía le dolía que la dejara por Sakura. No le guardaba rencor en absoluto, no estaba en su naturaleza hacerlo pero… aunque le doliera reconocerlo… habían pasado cinco años y todavía no estaba segura de haberlo superado.
Decidió buscar con la mirada algo en aquella sala con lo que entretenerse pero lo que encontró fue algo mejor, o peor. Unos profundos ojos aguamarina la observaban detenidamente. Por un momento se extrañó, pensando que debía haber visto mal, sin embargo, cuando ella misma decidió fijarse mejor pudo comprobar que no estaba equivocada. Sabaku no Gaara, uno de los mejores amigos de su antiguo amor, la estaba observando sin perder detalle. Sintió el rubor comenzar a extenderse por sus mejillas pero por alguna extraña razón, aun cuando se sentía totalmente avergonzada con la situación, era incapaz de dejar de observar aquellos ojos tan maravillosos del pelirrojo.
De pronto, algo rompió la magia del momento, al menos de su momento. El barullo que estaban montando el resto de sus amigos desapareció por completo lo cual llamó la atención de ambos jóvenes. A su lado, se encontraron a un Naruto arrodillado tomando de la mano a una Sakura ruborizada.
—¿Qué… has dicho? —preguntó Sakura con emoción contenida.
—He dicho, que si quieres ser mi esposa. —le respondió el rubio también emocionado mientras sacaba del bolsillo una cajita de terciopelo y le mostraba el anillo que llevaba dentro.
—Oh, Naruto. —contestó ella intentando contener las lágrimas. —¡Claro que sí!
—¿Sí?
—¡Sí! —gritó Sakura a los cuatro vientos mientras se abalanzaba sobre su ahora prometido y se fundían en un fuerte abrazo.
Hinata se quedó allí parada, en shock. No podía creer lo que acababan de presenciar sus ojos. Al igual que Sakura ella también intentó contener las lágrimas, pero por una razón totalmente opuesta. Decidió salir de su asombro y acercarse como el resto de sus amigos a felicitar a la pareja. Después de tanto tiempo ya había aprendido a ocultar por completo sus verdaderos sentimientos.
Todos allí eran felices. Tenten no paraba de hablarle a Sakura sobre todas las cosas que debía organizar antes de la boda, Ino que deberían volver a celebrar aquí la despedida de soltera y tantos otros comentarios que se suelen dedicar a una feliz pareja recién comprometida.
—Poco a poco todos vais cayendo. —comentó Ino. —Primero Neji y Tenten, ahora tú y Naruto… Ya solo quedamos Hinata y yo. —dijo mientras abrazaba quizá con demasiada fuerza a la mencionada. —Por suerte somos las más listas.
—¿L-listas? —preguntó la Hyuga.
—¡Oh, sí! Sin ataduras, sin nadie que nos controle. Sin un hombre que vigile nuestros pasos. Cuando estas dos lleven varios años casadas y estén hartas de las manías de sus maridos y hasta tengan que soportar a un par de hijos llorones, nosotras seguiremos libres como pájaros.
—¡Ino! ¡Eso no será así! —le replicó Tenten.
—Sí, tú serás libre como un pájaro, pero jamás habrás vivido momentos tan emocionantes como la pedida de mano. —añadió Sakura sin poder evitar mirar de nuevo su flamante anillo de compromiso.
—O dormir acurrucada al lado de la persona que amas.
—O tener la certeza de que hay alguien en el mundo que te comprende y te acepta tal como eres.
—O tener la posibilidad de compartir momentos con alguien especial.
—¡Vale! No hace falta que sigáis, comprometidas aburridas. —las cortó Ino de pronto. —No os merecéis llevar las boas de plumas de las fiestas. —Añadió sacándoles la lengua. —Además, lo único que las mujeres necesitamos en un hombre está en sus pantalones, ¿a qué sí, Hinata?
—¡¿Qué? Y-Yo… v-voy a ir… a por otra bebida. —tartamudeó la aludida ruborizada y alejándose a paso rápido de más comentarios indecentes de su amiga.
—Mira lo que has hecho, Ino. Has espantado a la pobre Hinata —oyó que la reprendía Tenten mientras ella se pedía su tercer Cosmopolitan.
Hasta que el camarero no le sirvió su copa y se sentó correctamente en uno de los taburetes no se permitió el lujo de suspirar. Giró la silla para poder observar a su grupo de amigas, donde ahora también se habían añadido Naruto y Kankuro.
De nuevo suspiró y dio un sorbo a su copa. Ellos disfrutaban de la noche y ella solo podía consumirse en su propia amargura porque era tan patética que aun después de cinco años todavía no había olvidado a su gran amor, quien, además de llevar esos cinco años saliendo con su amiga, ahora se iba a casar.
No solo eso, también estaba todo lo que Ino había dicho, que ellas nunca se casarían. Sabía que su amiga no lo había dicho con mala intención, pero esas palabras se clavaron en el corazón de Hinata como puñales. No se trataba de tener un anillo en el dedo pero sí de todo lo demás que habían dicho. Alguien que te comprendiera, que te escuchara, que te respetara… ¡Y ella no podía tenerlo, porque para empezar, para hacerlo primero había que olvidarse de su primer novio! Muchas veces dudaba de que ella pudiera hacerlo.
Sintió ganas de llorar, pero pudo contenerlas. Suspiró otra vez, y volvió a beber un poco.
—No pareces divertirte como los demás. —opinó una voz seria, a su lado.
Hinata se giró sobresaltada para encontrarse de nuevo aquellos ojos aguamarina que tanto la habían cautivado unos segundos antes.
—Oh, G-Gaara hacía mucho que no nos veíamos. —le saludó ella intentando parecer serena pese a que su voz la traicionó.
Y era cierto que hacía bastante tiempo desde la última vez que se vieron. Hinata había conocido al extraño pelirrojo cuando comenzó a salir con Naruto en el instituto, y de eso hacían ya ocho años. No obstante, una vez que esa relación se acabó apenas se veían si acaso una vez al año cuando Naruto decidía invitarle a alguna de sus reuniones con amigos.
La joven se había sorprendido al verlo bastante cambiado. Recordó que el día que lo conoció no era más que un muchacho de diecisiete años pálido y bastante extraño. No actuaba precisamente… normal, a falta de una mejor palabra para describirlo, con la gente. Sin embargo, lo que ahora tenía ante ella era un hombre serio y callado, pero con un enigmático atractivo físico. Quizá fueran sus ojos, eso era innegable, quizá fuera su pelo, de un rojo tan intenso que haría palidecer el fuego del infierno, o quizá fuera cualquiera de sus extraños rasgos, o el tatuaje de su frente con el kanji amor. Cualquiera de estas cosas, que en cualquier otra persona resultarían fuera de lugar, con él solo conseguían aumentar su magnetismo.
¡Oh, pero qué estaba pensando! Le acababa de hacer un chequeo completo. Se ruborizó solo de pensar que él pudiera haber oído cualquiera de sus pensamientos anteriores.
—No me has contestado, Hyuga. —le dijo él en su habitual tono serio.
Hinata dudó por un momento, quizá le hubiera preguntado algo mientras ella se había perdido en sus pensamientos. Y solo de recordarlos volvió a ruborizarse.
—Lo siento, ¿qué me habías preguntado?
—He dicho, que no pareces estar divirtiéndote.
—¡Oh, no! ¿Q-Que te hace pensar eso? —mintió ella. Muy mal, por cierto.
—Que en vez de estar allí con ellos, estás aquí conmigo. —respondió él tajante.
—¿Tan mala crees que es tu compañía? —se atrevió ella a bromear con una risita.
El comentario pilló algo desprevenido al pelirrojo quien no pudo evitar una mueca de asombro, eso sí, apenas perceptible al ojo humano. Ni siquiera Hinata, que estaba sentada junto a él pudo apreciarla, lo cual la preocupó pensando que le podía haber molestado.
—L-lo lamento, no era mi intención ofenderte. —se apresuró ella a disculparse.
—No lo has hecho. —contestó él. —En todo caso debo ser yo quien se disculpe. Si no te agrada ver a tus amigos comprometiéndose es tu problema y no debí meterme.
—Oh, no es eso. —negó ella con vehemencia. —M-me alegro mucho por ellos, de verdad.
—Entonces fueron los comentarios de tu amiga… ¿Ino? Sobre el matrimonio lo que no te hizo feliz…
—Bueno… cada cual tiene su opinión.
—Y la tuya definitivamente no es como tu amiga la ha hecho ver. —argumentó Gaara. —Tú quieres todo lo que tus otras dos amigas tienen y tú no.
—N-no es cierto. —negó en voz baja.
—Además, te molesta que tu ex-novio rehiciera su vida, que la vaya a compartir con alguien y tú sigas sola.
—¡No es verdad! —negó esta vez en voz alta con un leve tono histérico en la voz.
—La dulce y buena Hinata, la que nunca ha hecho ninguna locura en su vida, más que venirse a celebrar en Las Vegas que su amiga se va a casar. Quizá aquí no te resulte tan difícil encontrar un marido, a fin de cuentas casarse en Las Vegas es fácil.
—¡No es tan fácil! —replicó ella ofendida.
Gaara se permitió el lujo de dirigirle una mirada de condescendencia y ella optó por resoplar y mirar hacia otro lado. ¿Quién se había creído que era para decirle todo aquello? ¿La dulce y buena de Hinata? ¿De dónde habían salido tantos insultos gratuitos? Era la primera vez en su vida que estaba realmente enfadada y no le importaba demostrarlo. Y casarse en Las Vegas… como si fuera tan fácil… Bueno, si lo pensaba fríamente, sí, era fácil casarse en aquella ciudad, y debía reconocer que siempre le habían llamado mucho la atención las bodas con Elvis de padrino.
De pronto dio con una idea descabellada y loca, el tipo de locura que la dulce y buena Hinata no proponía y que, por muy valientes que se creyeran algunos, no se atrevían a llevar a cabo. Observó fijamente lo que le quedaba de su Cosmopolitan y se lo bebió de un trago.
—Vamos a casarnos. —le propuso con una amplia sonrisa.
El pelirrojo arqueó una casi inexistente ceja. Definitivamente la joven había tenido una reacción muy impulsiva.
—Soy de las personas que piensa que el matrimonio cambia la vida de las personas. —le contestó Gaara.
—Pues ¿sabes? Eso es fantástico, porque lo que más me gustaría en este momento es que hubiera un cambio en mi vida.
El pelirrojo bajó la vista por un momento, pensativo. Durante unos segundos ni siquiera se movió, hasta el punto de que Hinata pensó que le había pasado algo, pero de pronto sobresaltó a la joven levantándose de su asiento y tendiéndole la mano.
—Si lo hacemos, hagámoslo ahora.
La propia Hinata no podía creerse la respuesta que le acababa de dar. En el fondo, cuando se lo propuso, solo lo hacía por molestar un poco el ego del joven, pero ahora que este había aceptado, no tenía ganas de negarse. De este modo, tomó la mano del pelirrojo y le siguió a la salida.
Todo pasó muy rápido a ojos de la joven una vez salieron del hotel. La capilla donde se casarían apareció por arte de magia un par de calles más abajo y casi sin darse cuenta, Hinata acabó llevando un ramo de flores y entrando a esta del brazo de un Elvis Presley.
Cuando empezó la ceremonia la joven todavía no sabía cómo había acabado ahí ni la locura que estaba a punto de cometer pero solo pensar en este hecho le daban ganar de echarse a reír.
El único momento en que finalmente tomó aire y se puso seria fue cuando el oficiante de la boda, se giró hacia ella para preguntar:
— Hyuga Hinata, ¿aceptas a este hombre como tu legítimo esposo?
—Sí, quiero. —respondió ella al instante de nuevo con una risita.
—Y tú, Sabaku no Gaara, ¿aceptas a esta mujer como tu legítima esposa?
Por un momento la sala al completo permaneció en el más absoluto silencio, pese a que realmente había allí dentro cinco personas.
El pelirrojo parecía meditarlo pero apretó las manos de la joven con más fuerza y dirigió su mirada a la persona que tenía frente a él. Si Hinata le hubiera mirado a los ojos en vez de fijarse en cómo sus labios pronunciaban las siguientes palabras, habría encontrado un brillo de triunfo, pero también de decepción, cuando finalmente Gaara dijo:
—Sí, quiero.
Hasta aquí el primer capítulo ^^
Ya tengo pensada y organizada casi toda la historia por lo que intentaré no tardar mucho en seguir publicándola regularmente. Además, decir que tengo muchas ganas de continuarla y estoy bastante emocionada porque es mi primer fic.
Me gustaría que los que lo leyerais me dejarais algún review, por pequeño que sea, acepto críticas (siempre que sean constructivas), opiniones y preguntas sobre la historia, supongo que esa es la finalidad del review y a fin de cuentas es lo que hace que mejores tu escritura jeje.
Sin más que decir, me despido. ¡Un saludo!
Almar_chan
