Todo comenzó esa mañana, justo después de que Clarisse terminara su entrenamiento en la Arena. Se había encaminado hacia el bosque para recostarse contra un árbol y descansar. Al poco tiempo cayó profundamente dormida. Todo iba perfecto, hasta que una risa ligera resonó en su cabeza. Una voz habló claramente en su mente:

-Orgullosos sueños, hija de Ares.

-¿Y tú quién eres?

-Ah, solo la más hermosa de todos,querida. Todos me aman -Clarisse sintió ganas de golpearla, pero no podía verla.

-Pues a mí no me caes nada de bien.

-Cariño, eso es por que no me conoces, o estarías besándome los pies como todo el mundo.

-Yo jamás haría eso. ¿Por que no te muestras y lo discutimos?

-No tengo tiempo para discutir con burdas mortales. Pero, ¿crees que te puedes resistir a mí? veremos, después de mi regalo.

-¿De qué demonios hablas?

-Te regalo la pasión, Clarisse La Rue, y ya veremos en unos días más si aún eres tan orgullosa y fuerte como crees.

Luego de eso, Clarisse despertó de golpe.

Esa misma tarde, Chris Rodríguez se paseaba tranquilamente por las cabañas, cuando vio a Clarisse pasar enfurruñada, murmurando para sí misma.

-Hey, Clarisse -en el último momento, Clarisse se detuvo. Y se quedó allí, observándolo con la boca abierta. Porque lo que el confundido Chris no sabía, era que Clarisse se había quedado "deslumbrada". No podía dejar de mirarlo, fijándose en el contorno de su boca, las líneas de sus músculos, la camiseta pegada a su pecho. . .

-¿Clarisse? ¿Estás bien?

Volvió bruscamente a la realidad.

-¿Yo? Claro que sí. Ahora apártate de mi camino, antes de que te golpeé -y salió sin más. Chris, un poco ofendido, se marchó.

La hija de Ares estuvo malhumorada toda la tarde. Cada vez que se le acercaba un campista, lo echaba a patadas y gritos demandando que, si alguien volvía a molestarla, ella misma se encargaría de freírlo como a un pescado y arrojar las cenizas al Hades. Se paseó nerviosamente por la orilla del lago por horas. Hasta que un chico se sentó a su lado.

-Hola

-Creí que había dejado claro. . .

-Que te molesten, lo sé. Y que nos freíras a todos -Chris la empujó juguetonamente con el hombro. Clarisse le devolvió el empujón un poco más fuerte de lo que esperaba y por poco lo arroja al lago de cabeza. Chris se sacudió y le sonrió.

-Entonces, ¿por qué las amenazas de muerte? ¿Sucede algo?

-¿Qué importa?

-Tú me importas, Clarisse. ¿Es tan difícil aceptarlo? -la hija de Ares lo observó un segundo, dudando.

-Me he sentido un poco. . .extraña, últimamente.

-Extraña, ¿cómo?

-Distinta, agh, débil y sensible y esas cursilerías inútiles -Chris cogió su mano amablemente y se acercó a ella. De improviso, besó a Clarisse suavemente, y se separó de ella para decir:

-¿Así?

Clarisse se ruborizó (aunque más tarde, contaría la historia de otra manera)

-Sí.

Entonces la risa traviesa de una diosa sonó por su cabeza.