Latin Hetalia no me pertenece, Francisco (Ecuador) y Julio (Bolivia) son de sus respectivos dueños.
Resaca con una sonrisa
Cuando despertó, le dolía la cabeza y ese era el primer indicio de que algo muy malo estaba pasando. Se pasó una mano por el rostro y con miedo abrió los ojos, viendo un techo pintado de azul. Bien, al parecer no estaba en su cuarto. Parpadeó varias veces, tratando de ordenar sus pensamientos y recuerdos, pero inmediatamente se arrepintió. Prefirió no mirar al costado y de frente incorporarse, ahogando un quejido. Hizo las sábanas a un lado y se sentó en el borde de la cama, masajeándose las sienes, tratando de permanecer calmado y no despertar al chico que dormía a su lado.
Francisco sabía que la ha cagado y bien feo.
Quería hacerse creer que no había pasado, que no había amanecido en la cama de su mejor amigo... con el hermano menor de este.
Puta madre.
Oyó un quejido a sus espaldas e inmediatamente cuerpo se tensó. Miró con cuidado sobre su hombro y vio a Julio removerse. El adolescente pestañeó y finalmente despertó, y por un momento no dijo nada y simplemente le devolvió la mirada, pero luego cerró los ojos, puteando quejumbroso. Francisco se volvió a voltear y fijó la mirada en la pared que tenía al frente, oyendo como Julio se movía, quitando las sábanas y murmurando un "Miguel me va a matar". Estuvo a punto de responder un "no a ti", pero se aguantó y comenzó a buscar su ropa con la mirada. Para su desgracia, solamente dio con su ropa interior. Se mordió el labio, poniéndose de pie para ir por sus boxers, y se los puso. Se rascó la cabeza, maldiciendo todos los shots de tequila que se tiró y al mismo Julio por terminar sentado en su regazo cuando menos autocontrol poseía.
-Oye...
-¿Mhh? -se volvió cuando oyó la voz de Julio llamarlo, viéndolo parado junto al pie de la cama, apretujando nervioso su polo entre sus manos.
-Aquí no pasó nada... V-voy a cambiarle las sábanas a Miguel y tú te quedas callado.
Francisco apenas asintió y Julio desapareció del cuarto en menos de lo que canta un gallo.
La casa estaba hecha un desastre cuando Pancho bajó las escaleras. En el sofá da con sus hermanas, durmiendo abrazadas, María roncando levemente. Decidió darse una vuelta por la cocina y su mente estaba tan al límite que, al pasar frente al baño, no pensó nada cuando la puerta se abrió de golpe y vio a un Manuel agitado salir de ahí, seguido por un muy apenado Miguel y un Martín aún medio dormido y medio desnudo.
-Nunca más vuelvo a tomar -masculló el pobre ecuatoriano sentándose a la mesa de la cocina, pero aun así se asomó sobre sus labios una pequeña sonrisa al recordar los balbuceos de Julio de aquella noche y sus risitas borrachas.
