CAPÍTULO 1: QUIERO SER COMO MI HERMANO

-¿Estás lista?-

-Preparada.- Dijo Ailaren dando así comienzo a su entrenamiento diario con su hermano.

Era una tarde bastante calurosa. El sol atacaba furioso con sus rayos luminosos. Aquel bochorno no favorecía a Ailaren, sus movimientos eran cada vez más lentos y la espada le parecía muy pesada ese día. De su piel brotaba el sudor como si de sangre saliendo de una profunda herida se tratase. La luz le molestaba mucho en sus verdes ojos.

-Vaya..., hoy no estás muy fina.- La palabras de Aragorn sonaron con cierta burla, pero a ella no le molestó, sabía que lo decía con cariño.

-Es el calor, me marea.- Mientras se justificaba se iba aproximando a una roca cercana para descansar.

-Bueno, no pasa nada porque hoy no entrenes dos horas. Si te digo la verdad, yo tampoco es que tenga muchas ganas de seguir.-

Ailaren tenía la mirada perdida, últimamente se distraía con frecuencia y su hermano estaba bastante preocupado por ella.

-Ailaren, ¿te encuentras bien?- no obtuvo respuesta. Su hermana parecía no haberle escuchado.- ¡Ailaren!

-¿Eh? ¿Decías algo?- Efectivamente no se había enterado de la pregunta.

Aragorn soltó un suspiro, se acercó a ella y le posó una mano en el hombro.

-Te encuentro rara. ¿Pasa algo?-

-No..., no es nada. Nada...-

-¿Seguro?-

Hubo unos segundos de silencio, que él aprovechó para sentarse junto a ella.

-Aragorn, yo... es que...- No sabía como empezar.

-Tranquilízate. A mí puedes contármelo.- Lo dijo muy cariñoso y sosegado.

-Me siento despreciada por algunas personas. No quería decírtelo porque pensaba resolverlo sin tu ayuda.- Cuando terminó de hablar miró tímidamente a los ojos de su hermano.

-Pues deberías haberlo hecho.- Le acarició la mejilla a su hermana pequeña con un dedo.- Además, ¿en qué sentido dices que te sientes despreciada?

Ailaren no parecía muy convencida de querer responderle, pero las palabras amables de Aragorn la lanzaron a hablar.

-Yo siempre quise ser una buena guerrera, igual que tú. Me esfuerzo en mejorar, entreno todos los días, practico ejercicios especiales para aumentar mi fuerza... y no sirve de nada. Los demás se burlan de mí cuando quiero acompañarte en misiones difíciles. Después de pensarlo mucho, he llegado a la conclusión de que se ríen simplemente porque soy mujer. Aunque también puede ser que no valga para esto.- Decidió callar. Sabía que si continuaba acabaría llorando.

Aragorn la abrazó muy fuerte. Detestaba que su hermana sufriera. Él la quería mucho y esta dispuesto a ayudarla en lo que fuera.

-Ailaren, no hagas caso de lo que te digan. El que seas mujer no cambia la realidad, y la realidad es que tú eres una buena guerrera. Muy buena. Sería de tontos creerse lo que esa gente te metiese en la cabeza. Estoy seguro de que Padre se sentiría orgulloso de en lo que te has convertido: una mujer hecha y derecha.- Le besó en la frente y le dedicó la más sincera de las sonrisas.

-Gracias por tus consuelos, pero eso no mejorará la situación. Lo que quiero es que me valoren e ignorándoles no lo conseguiré. A ti te adoran. Siento tanta envidia. Me gustaría ser tú.- Comenzaron a recorrer sus pómulos numerosas lágrimas. Odiaba llorar pero no podía evitarlo.- ¡Jamás solucionaré esto!

Volvió a rodearla con sus musculosos brazos y suavemente le acarició el pelo.

-Te juro que haré todo lo que sea posible para arreglarlo. No permitiré que nadie te siga tratando mal.-

Siguieron en esa posición unos minutos más. Ailaren tenía tantas ganas de desahogarse desde hacía tiempo que sus llantos parecían no cesar.