¡Hola a todos! :)

Llevaba un tiempo ya de no subir nuevas historias, pero este año tengo muchos proyectos :D Este es el primero y espero que les guste.

En esta ocasión, se trata de uno de los animes más mainstream del 2015 y del cual poco me gustó. Sin embargo, fue dramáticamente salvado por el maravilloso Nishiki Nishio. Conocido por todos como un ghoul inútil y hasta débil,pero se convirtió en mi personaje favorito y me cautivó por completo con su historia. ¿Qué les puedo decir? Soy ridículamente cursi xD

En fin, antes de que que procedan a leer, quiero hacer un par de aclaraciones: Primero, me he basado desde luego,en muchos aspectos del anime y planeo mantener en su mayoria los hechos con respecto a los ghoul de un ojo o híbridos. Sin embargo, no todo será como tal vez, se supone, que debería ser. Y segundo, no sigo ni la línea del anime o del manga. Si hay alguna coincidencia, pues es meramente eso xD no me estoy ubicando en algún momento de ninguno de los dos.

Bien, creo que eso sería todo xD

Les mando un abrazo gigante y espero que lo disfruten.


Hybrida

Capítulo I

Era una linda tarde de otoño, fría e insípida. Como me gusta. A pesar de estar a punto de oscurecer el cielo se mantiene claro, con un ligero esplendor del sol, que atraviesa las nubes como dando pequeños saltos sobre ellas. Luce como una mezcla púrpura y naranja, opaca y cautivadora.

Me quedé unos minutos en el balcón hipnotizada por la vista. Incliné la cabeza un poco y miré la calle casi desierta. En al menos unos veinte minutos, el único cambio en el panorama fue un chico en bicicleta, aun vistiendo el uniforme de secundaria. Durante otros treinta minutos más, me parecía por ratos estar en un lugar inhóspito.

Había oscurecido ya, y fue para mí como un recordatorio chocante de que debía volver a la realidad. Mi detenimiento a admirar las cosas comunes había acabado; y abriendo la puerta corrediza entré a la casa de nuevo.

Era sábado por la noche, cuando sentí por primera vez tanto terror y angustia al mismo tiempo. Pensé que iba a morir. Y si bien, en algún momento, realmente no dude en quitarme la vida, esta vez eran circunstancias completamente distintas.

En primer lugar, cuando quise suicidarme, me aseguraría de hacerlo de una forma gentil y rápida dentro de lo que el acto de morir lo permitiera. Desde luego evitaría cualquier dolor adicional al que ya sentía por dentro. No hace falta torturarse en exceso. Se supone que el deseo de desaparecer, proviene de la escasa tolerancia que queda a los niveles insoportables de sufrimiento.

Además, en aquella ocasión no sentía miedo alguno. ¿Por qué habría de temer? El miedo a la muerte, según yo, se siente por dos razones: por la incertidumbre producto del desconocimiento al instante en que ocurrirá o lo doloroso que podría ser. Y por el enorme pesar que causa dejar a los que amas y verte despojado de tus sueños en un santiamén.

Ciertamente al suicidarme, no tenía que lidiar con el primer problema. Y de lo segundo, el destino se había encargado ya de quitármelo.

Así que, sin familia ni amigos, ni sueños, ni aspiraciones. ¿Qué razón iba a mantenerme atada a aquella nauseabunda existencia? Esa era mi posición en aquel entonces y no había inconveniente alguno.

Pero ahora me rehusaba a morir. No necesito una explicación precisa y contundente del porqué. No hace falta un gran argumento que justifique mis ganas de vivir, como antes, el deseo de fallecer.

Se trata de algo diferente, sí, pero más simple: ahora tenía un propósito y metas que quería alcanzar. Y todo se lo debía a él. Más intenso que el dolor que sentía en mi cuerpo, era el que sentía en mi alma de sólo pensar en dejar a Nishiki.

Después de haber entrado a la casa, apenas volteé para cerrar la puerta y pocos segundos después, un fuerte dolor punzante, bajando desde la parte superior de mi abdomen hasta el vientre, me tumbó de rodillas en el suelo. Las palmas de mis manos amortiguaron el golpe, pero de inmediato separé uno de mis brazos del suelo para llevar, rápidamente, la mano a mi boca. Traté de contenerlo, pero expulsé como vómito, una gran cantidad de sangre que se veía absorbida por la alfombra beige de la sala de estar.

Casi arrastrándome por el suelo, intenté trasladarme hasta el teléfono que estaba en la mesa de vidrio a mi derecha, pero el malestar era insoportable, y de algún modo, era como si consumiera hasta la última gota de energía que me quedaba para mantenerme.

Tras unos cuantos centímetros intentando avanzar, las piernas me dejaron de responder. Comencé entonces a desplazarme con los brazos, pero por más esfuerzos, estaba tan débil que me derribé sobre el rastro de sangre en el piso. Mi vista empezó a nublarse poco a poco, y tirada en el suelo retorciéndome del dolor, caí desmallada minutos después.

Me desperté en la habitación con el cuerpo algo débil. Nishiki estaba sentado en el borde de la cama tomando mi mano.

—¡Kimi! ¿Estás bien?, ¿sientes algún dolor?

Pude ver en su hermoso rostro algo de pánico y enorme angustia. Me sentí terriblemente mal al verlo de esa forma. Pero me llenó de inmensa alegría poder estar frente a él de nuevo.

—Estoy bien, sólo un poco aturdida.

—Es un alivio. ¿Acaso querías matarme ahí tumbada en el suelo repleta de sangre?

—Lo siento…

— En fin… que bueno que estés mejor. En verdad temía lo peor. Estaba muy preocupado. A decir verdad, ahora lo estoy más. Yo… en serio lo siento mucho. Soy el culpable de que esto te esté sucediendo. ¡Por favor perdóname!

Me dio un abrazo suave y sobre mi hombro sentí correrse unas cuantas lágrimas. Me sentía devastada. Nunca había visto a Nishiki llorar desde el día en que me confesó que era un ghoul. No sabía que pensar ante su reacción. No sabía que decir.

—¿Es grave? — pregunté sin ningún decoro.

Se separó de mí un poco y mantuvo la cabeza baja durante un tiempo. El silencio se comía la habitación, y aún no me daba la cara. Sin embargo, no lo presioné. Sea lo que fuera estaba segura de que lo enfrentaríamos juntos como siempre lo hicimos.

Pero tanta espera me dejaba llena de espanto. Estaba nerviosa y no sabría decir si quería, realmente, escuchar lo que tenía para decir.

Pero sabía que en algún momento debía hacerlo.

—Nishiki, escucha—

—Estás embarazada.

Me interrumpió de golpe con aquellas impactantes palabras. Él lucía horrorizado y me tomó de ambas manos repitiendo constantemente cuánto lo sentía.

Yo estaba estupefacta. Completamente inmutada como para hacer o decir algo. Estaba con la mirada fija al frente, observando nuestras fotos en el buró. Pensando en todo y a la vez en nada. Giré la cabeza lentamente hacia el lado, las paredes blancas de la habitación se me hacían más lóbregas que el negro mismo. Desorbitada, parpadeaba en busca de algún tipo de respuesta. Miraba a mi alrededor como esperando alguna intervención divina.

Entonces, finalmente reaccioné. Entendí la magnitud de lo que ocurría, la alegría en lo que parecía desafortunado.

Recordé a la pequeña Kimi que soñaba con formar su hogar. Que veía en papá y mamá aquello que proyectaba para sí misma en un futuro.

Hace tiempo había renunciado a todo eso por mi amor a Nishiki. Ambos sabíamos que era imposible para un ghoul y una humana procrearse. Pero ahora, de alguna forma, estaba pasando con nosotros.

Me quedaba viendo a Nishiki como si todo esto fuese ajeno. Me trataba de convencer de que esto en realidad estaba sucediendo. Era como un sueño para mí.

Estábamos cegados ante una realidad inminente.

Con mi mano derecha toqué mi vientre. Es indescriptible la sensación que me produjo. Podía sentirlo dentro de mí, dos corazones latiendo como uno. Puedo decir que desde ese instante ya le estaba amando.

Me cubrí la boca con ambas manos, dejando escaparse de mis ojos, minúsculas gotas de agua. Dejé salir un ligero sollozo y temblaba mi cuerpo.

—¿Cómo es esto posible?

Nishiki, finalmente me miró a los ojos. Exhaló. Tragó hondo y observé las venas en su cuello resaltándose levemente. Se pasó las manos extendidas bajo los ojos y se relajó un poco para hablar.

—No lo sé. El doctor Kanou, dijo…

Se exaltó de nuevo llevándose ambas manos a la cabeza.

—¡Por Dios! Si acaso él tuviera razón, ese embarazo haría de tu vida un infierno.

Nos quedamos callados por unos segundos.

Sonreí grácil y le acaricié la mejilla delicadamente. Estaba a punto de pedirle que se calmara y me explicara lo que el doctor Kanou dijo. Pase lo que pase lo encararíamos juntos.

—Pues… no me importaría vivir en un infierno si estoy contigo. — le dije envolviéndolo en mis brazos.


¿Y bien? ¿Qué les ha parecido este primer capítulo? Háganme saber sus opiniones hasta el momento! :D

Pronto estaré subiendo el capítulo II... ;)