Lazos

El día estaba tan soleado como debía suponerse que estuviera respecto a la época del año pero, pese al cielo azul despejado, no se trataba de un día feliz. Los ruidos lejanos del ambiente no hacían más que alimentar su fuerte y constante dolor de cabeza por lo que, sentado frente a una taza de té frio que no tenía la más remota intención de tomarse, Harry estaba consciente de que sentía absolutamente infeliz, más miserable de lo que se había sentido en toda su vida y eso era decir bastante. A su alrededor, la familia de su mejor amigo estaba en un silencio solo roto de vez en cuando por los sollozos de la Sra. Weasley y las palabras de aliento que su esposo le dirigía sin estar muy convencido. Ninguno de los demás presentes podía apartar la vista del sufrimiento de los dos líderes de la familia y ni aún Kinsgley y Lupin, que Harry sabía que eran los más reacios a admitir lo complicado de la situación, se atrevían a hablar de un nuevo plan.

-Jamás creí que todo pudiera salir tan mal-susurro Hermione tan bajo como para que solo él pudiera escucharla, incapaz de contener un par de lágrimas que Harry no pudo evitar notar pero par las cuales no tenía ninguna palabra de aliento.-Estoy cansada.

-Yo también-confeso Harry sintiéndose apenas avergonzado de decirlo en voz alta, tratando con todas sus fuerzas de no derrumbarse nuevamente como lo había hecho horas antes- todo ha sido mi culpa…

-Harry, no- lo interrumpió Hermione y él levanto la vista solo para notar sus ojos hinchados por tanto llorar y su rostro demacrado por el dolor que no podía ocultar de ninguna manera. Harry sin embargo, sabía que seguramente él se veía igual por lo que sin poder callarse más, continúo con un tono más alto.

-Lo ha sido. No tiene caso negarlo Hermione. Jamás quise que nadie volviera a sacrificarse por mí. Jure que no lo volvería a permitir y ahora… Ron y Ginny…

El nudo en la garganta le impidió continuar por lo que se cubrió la cara con las manos, apoyando los codos en las rodillas para poder controlar el temblor de su cuerpo. Hermione lo abrazo delicadamente, llorando un poco aunque Harry estuvo seguro de que intento controlarse para no hacerlo.

-Ron no está muerto… -hablo Fred con una voz tan seria como Harry no lo había escuchado nunca.

-… Y Ginny tampoco- aseguro George con el mismo timbre y la misma solemnidad en sus palabras.

La Sra. Weasley empezó a llorar con más fuerza y ninguno otro de sus hijos agrego otra palabra. Harry levanto el rostro después de unos minutos y al hacerlo se encontró siendo el blanco de todas las miradas de los presentes por lo que se puso de pie, más decidido que nunca. Hermione lo miro asustada, sentada en el mismo sillón e incapaz de ponerse de pie tan rápido como él.

-Voy a matarlo-anuncio provocando en todos un sobresalto, con una voz tal que Harry no se reconoció a sí mismo por un instante- Voy a rescatar a Ron y a Ginny y después finalmente haré cumplir la profecía que ha provocado que mi vida sea un infierno. No puedo soportarlo más. No puedo quedarme aquí otro minuto a sabiendas de que ellos están… están…

-Harry-hablo Lupín con su voz conciliadora mientras Tonks se aferrada a su brazo como rogándole que midiera sus palabras- no sabemos si ellos están en la Mansión Malfoy y tampoco sabemos el trato que les están dando…

-¡El trato!-estallo Fred Weasley tan enojado que por un momento su cara demacrada adquirió más color por la furia- ¡Sabemos perfectamente que esos idiotas no van a ofrecerles té precisamente!. Harry tiene razón ¿Qué estamos haciendo aquí? ¿Qué estamos haciendo aquí cuando nuestros dos hermanos menores están a merced del mago más psicópata que ha existido y su banda de cobardes asesinos? ¡Debemos ir ya por ellos!

-¡No!-dijo Harry interrumpiendo a Fred y ganándose de nuevo todas las miradas- Nadie va más que yo. Es a mí a quien esperan, ninguna otra vida va a ponerse en riesgo. Sé que puedo hacerlo.

-Harry… -escucho que Hermione lo llamo pero no le hizo caso.

-Ellos no van a matarlos-hablo Percy, con una voz más baja de lo normal mientras seguía apoyado en una columna con la mirada perdida-a "él" no le gusta derramar sangre pura. Antes de irme del Ministerio se encargo de aplicar esa nueva política. Tampoco van a tortúralos-continuo como si le costara hablar y Harry supo entonces que sabia más de lo que parecía en un principio y estaba a punto de compartirlo- "el" nos quiere de su lado.

El silencio se instalo por completo pues incluso Molly Weasley pudo detener sus sollozos por la sorpresa. Harry sintió como Hermione reunía las fuerzas necesarias para ponerse de pie a su lado.

-¿A qué te refieres con eso?-preguntó Charlie con un tono tal que quedo claro que exigía una respuesta inmediata. Percy estaba a punto de contestar cuando Harry sintió que todas las piezas encajaban en su cabeza.

-Por eso hablas del trato-afirmo Harry dirigiéndose a Lupin, furioso por tener ese pedazo de información cuando ya era muy tarde-¿Tú lo sabías no es así?

-Lo escuche hace meses-confeso Lupin cabizbajo-me pareció un disparate que Greyback estaba inventado. Aún así alerte a la Orden.

-¿Qué?

-No creímos que fuera necesario decírtelo Harry- explico ahora Kinsgley- era una idea demasiado ridícula y cuando se lo dijimos a Arthur …

-¡Papá!- estallaron varias voces al unisonó pero ninguna tan alto como la de la mujer que el Sr. Weasley aún sostenía en sus brazos.

-¡Arthur!-estallo Molly Weasley contra su esposo- ¡¿Quieres decir que…

-No tenía caso decírselos- explico el Sr. Weasley mientras Hermione se cubría la boca por el shock y Harry se sentía tambaleante- jamás creí que fuera posible que nos buscaran a nosotros, los traidores a la sangre más odiados por ellos. Al parecer me equivoque.

-Por eso lo hizo-opino Tonks asustada y Harry no supo muy bien a qué se refería pero antes de que pudiera preguntar algo, alguien más tomo la palabra.

-No tiegne sentigdo- murmuro Fleur para asombro de todos los presentes- togdo mungdo sabe que ustegdes son cogmo la fagmilia de Hagrry…

-Nada de "como"; lo somos-la corrigió su suegra amable pero firmemente- y jamás hubiéramos aceptado semejante propuesta.

-Tendrían que matarnos- opino George

-Ni aún muertos-lo apoyo Charlie

-Pog eso- continúo Fleur con un tono tal que Harry supo que estaba asustada- no tiegne ningún sentido…

-Por supuesto que lo tiene- dijo Bill abrazándola un poco y mirando a sus hermanos como si se sintiera responsable de no poder abrazarlos también al mismo tiempo- de hecho creo que es uno de sus planes más astutos excepto por el hecho de que jamás aceptaríamos. Imagina que…

Harry asintió sintiéndose peor que nunca y dejándose caer nuevamente en el sillón mientras Bill le explicaba a su esposa todo el asunto. Por supuesto que tenía sentido. Los Weasley eran, junto con Hermione y Lupin, su única familia pero era con ellos con quienes convivía más en las festividades y ocasiones importantes; además Ron era su mejor amigo y Ginny hasta hace unos meses había sido su novia y era bastante obvio que seguía enamorado de ella.

-… eso hubiera sido como derribar la torre desde los cimientos- escucho que ahora Hermione era la que explicaba-además de que puede ser que al ser sangre pura…

-Si eso salva a Ron y a Ginny quizás deban hacerlo- murmuro Harry- no se preocupen. Nadie va a juzgarlos.

-Daria todo por salvar a mis hijos-fue el turno de Molly Weasley de hablar; Harry sintió que lo hacía en su tono de regaño y se dirigía especialmente a él- pero jamás intercambiaría a ninguno de mis hijos por otro.

Harry sintió que una sonrisa involuntaria se formaba en su rostro y quiso decir gracias pero ningún sonido salió de su boca. La Sra. Weasley lo miro decidida, a punto de volver a llorar.


-¿Qué están haciendo ustedes dos aquí?

-Déjame quedarme y hacerle compañía- rogo el chico.

- La respuesta sigue siendo no.

-¿Y qué hay de mi?- murmuro la chica que claramente era su hermana- queremos estar juntos al menos…

-No. Y he visto la lechuza. Ha sido una imprudencia de su parte. La respuesta seguirá siendo no, hagan lo que hagan.

Harry vio los dos rostros demacrados de Ron y Ginny mirarse uno al otro acongojados y al ver sus caras pálidas y asustadas supo que no podía esperar más. Tenía que salir de ahí.


Harry salió de la Madriguera intentando hacer el menor ruido posible. Por supuesto, todos se enojarían a la mañana siguiente cuando se dieran cuenta de su ausencia pero si todo salía bien, regresaría antes con Ron y Ginny a salvo. Incluso en el peor escenario, al menos en el que estaba dispuesto a aceptar, los dos menores de la familia regresarían aunque él no pudiera hacerlo. Era lo menos que le debía a los Weasley, rescatar a Ron y a Ginny que solo habían sido objetivo del enemigo por su culpa; unir de nuevo a esa familia cuyo mayor pecado había sido aceptarlo como a uno de los suyos. No había tiempo para despedirse y agradecer, por si acaso no volvía, su regalo para todos ellos sería el fin de la guerra. Finalmente.

Salió al jardín disfrutando un poco de la noche. Su última noche quizás. Ya no importaba. Ya no. No cuando Ginny había sido secuestrada por su culpa para poder intercambiarla por su vida. Si eso querían, eso les daría; su vida era un precio muy bajo la invaluable vida de Ginny Weasley. Aún recordaba la mirada de terror que su ex novia le había dirigido aquella noche cuando él, Ron y Hermione habían ingresado nuevamente al cuartel de Voldemort para acabar con Nagini, el último de los horcruxes. Por un azar del destino la Orden había llegado detrás de ellos y Harry se había sentido incluso esperanzado de que todo acabaría esa misma noche. Nagini estaba arrastrándose casi enfrente de ellos, sin protección, como si los estuviera retando. Y entonces había sucedido. Hermione se había quedado atrás con Tonks mientras Ron y Harry avanzaban; habían estado a punto de matar a la serpiente cuando Voldemort había aparecido y se había burlado de Harry al decirle que había hecho justamente lo que él quería. Harry no había entendido y Ron no se había detenido para matar a Nagini hasta que el grito de Ginny los había hecho percatarse de la presencia de la chica, ahí al lado de Voldemort, en la misma burbuja que Harry había visto que resguardaba antes a la serpiente.

-¡Vete!-le había gritado Ginny con esa mirada aterrada que Harry quiso pensar que era por ella misma pero que sabía, a su pesar, que era de terror por él- ¡Esto es una trampa!

La furia lo había cegado. No, Voldemort había arruinado la vida de todas las personas que había amado pero no a Ginny. No iba a permitirlo. Ron había perdido el poco color que tenía pero, sorpresivamente, lo había jalado hacia la salida como si hubiera compartido información con su hermana que él no.

-¡No puedo dejarla!-le había gritado a su mejor amigo aunque no era necesario, Ron tenía reflejado en los ojos la misma frase.

-Yo iré por ella- le había dicho el chico-pero tú tienes que irte ¡Harry! ¡Ahora!

Pero Harry no había podido contenerse. Voldemort seguía riéndose e incitándolo y él, loco de furia, perdido en el terror de que lastimara a Ginny, le había quitado de las manos la espada de Gryffindor a Ron y le había cortado la cabeza a Nagini de un solo golpe. Fue el turno de Voldemort de enloquecer. Harry vio la maldición volar hacia él a sabiendas de que no era una maldición asesina sino una mucho peor, sabía que Voldemort ya no se conformaba con su muerte sino que quería destruirlo por completo antes de matarlo. Hermione, que en ese momento entraba con el resto de la Orden, llego justo a tiempo para que ambos lanzaran el mismo grito de terror:

-¡Roooon!

Vio a Ron gritar con dolor antes de caer arrodillado enfrente de él, lleno de sangre y con la cara descompuesta por la agonía, intentando disimularlo como si fuera posible y necesario. Se arrodillo ante él, incapaz de decidir si salvar a Ginny antes de ayudarlo. Su mejor amigo se había interpuesto entre él y la maldición como un vil y horrible cliché de la vida.

-¡Llévatelo de aquí!-grito entonces Ron y Harry entonces observo que sus ojos azules se dirigían hacia un punto detrás de él, donde claramente estaba Hermione. La chica lanzo un hechizo hacía él que hizo que una especie de lazo mágico lo jalara, contra su voluntad, a la salida. La Orden se puso en guardia lo mismo que los Mortifagos y Harry vio entonces a Voldemort acercarse a Ron y desaparecer con él mientras la burbuja con Ginny permanecía sobre su hombro y una sonrisa macabra aparecía en su rostro de serpiente.

Habían pasado semanas desde aquello. Él se había vuelto loco las primeras noches, sin poder dormir, tratando de convencerse de que Ron y Ginny estaban vivos. Los había buscado junto con Hermione y la Orden a lo largo de Inglaterra sin encontrar nada, ni una sola pista hasta que la tarde anterior había llegado ese remedo de carta dirigido a él con una sola línea que entendió claramente:

-"Estamos de regreso Harry ¿no quieres venir a vernos?"

Toda la familia Weasley había perdido el control tanto como él. Hablaba en plural. Están vivos. Habían partido enseguida al que había sido el último cuartel conocido de Voldemort solo para descubrir que era otra trampa. La batalla se había prolongado hasta la mañana siguiente y aunque todos estaban orgullosos de reducir las filas de los mortífagos, la desilusión de no encontrar ni rastro de Ron o Ginny había culminado en la Sra. Weasley llorando con toda su familia en la sala mientras Harry hacia lo mismo, a solas, en el viejo cuarto de Ron. Harry no había entendido la intención de Voldemort hasta que, al bajar para tomarse una taza de té por insistencia de Hermione, una segunda carta había llegado:

-"Estamos con tu buen amigo Draco"

La cabeza le había dolido entonces a Harry de manera tan intensa que supo que esta vez si era verdad. Voldemort había fingido la batalla anterior para debilitarlos antes de la verdadera pero a Harry no le importaba. Iría de todas maneras.

-Jamás creí que todo pudiera salir tan mal-había dicho Hermione entonces- Estoy cansada.

Harry suspiro alejándose de los recuerdos para volver al mundo real. Sin proponérselo, pensó en que le hubiera gustado despedirse de Hermione y agradecerle por su eterna amistad incondicional pero no tenía tiempo y sabía, además, que su mejor amiga jamás permitiría que se fuera.

-No te iras

Suspiro. Harry sabía que Hermione era muy lista como para suponer que podía esperar a la mañana siguiente como había acordado con los demás. Tenía que aceptar que estaba de hecho un poco sorprendido de que no hubieran montado guardia en la puerta de la recamara de Ron para vigilar que no escapara cinco minutos después de despedirse.

-No vas a detenerme.

-No, yo no-dijo Hermione y se hizo a un lado lo suficiente como para mostrar a Harry el viejo sillón columpio de los Weasley donde Tonks y Lupin se habían quedado dormidos, claramente dispuestos a hacer guardia para evitar que Harry hiciera lo que estaba a punto de hacer.

-Ellos tampoco- dijo Harry dispuesto a hechizar al último amigo vivo de su padre y a su esposa si era necesario.

-Lo sé- confeso Hermione acercándose un poco más a él- yo los he dormido pero solo será por unos minutos.

-¿Tú qué?-pregunto Harry sorprendido pero su mejor amiga decidió fingir que no lo había escuchado.

-Una vez fuera de la Madriguera, los hechizos continúan hasta medio kilometro después de la puerta. Solo hasta ese punto funciona la aparición.

-Bien. Gracias.

-No Harry. No vas a dejarme atrás. Voy contigo, como siempre. Ya lo he decidido.

Harry sintió estallar un enojo oculto contra su mejor amiga aun en contra de su voluntad.

-Esto ya no es como siempre- contestó agresivamente- Antes éramos tú, Ron y yo. Y dado que Ron ya no viene, tú tampoco.

Hermione lo miro un par de segundos sin expresión alguna. Harry, que había pensado por un segundo que iba a romperle la cara como lo había hecho con Malfoy años atrás, se quedo también en silencio.

-Iré contigo-dijo Hermione como si lo retara a decirle que no nuevamente- Ya lo he decidido.

-No debiste haberlo hecho.

Había reproche en su voz y Harry lo sabía. No hablaban del hecho de que Hermione hubiera decidido ir con él y estaba seguro de que Hermione lo entendía. Y lo lamentaba pero era una frase que tenía atorada en la garganta desde ese día, cuando Hermione había decidido llevárselo a él con ese lazo mágico a la salida en lugar de ayudarlo a salvar a Ron que estaba desangrándose y a Ginny que estaba encerrada casi asfixiándose.

-Él me lo pidió- contesto Hermione con un nudo en la garganta- él me lo suplico con la mirada. Y yo supe, como aún ahora sé, que era lo mejor.

Harry lo sabía. Aún recordaba el grito de Ron que casi era una orden a pesar de que su mejor amigo parecía estar ahogándose en ese momento con su propia sangre. Ron había sido tan estúpidamente noble como siempre, como siempre le había reprochado a él mismo que lo fuera con los demás. Hermione no tenía la culpa de nada; Hermione, con su eterna amistad incondicional, no había hecho nada más que salvarle a él la vida otra vez. Hermione había demostrado ser una excepcional mujer porque con ese lazo mágico había elegido ampliar las posibilidades de ganar la guerra a costa de la vida del hombre del que a todas luces estaba enamorada.

-No puedes ir-dijo Harry suavizando su voz- nadie se detendrá para matarte.

-¿Y acaso no te he probado que puedo defenderme sola?-lo reto Hermione.

-Tu magia sigue débil por el lazo- argumento Harry a sabiendas de que no era cierto. La convocación del lazo mágico había resultado ser magia tan complicada que la había dejado débil durante un par de días pero su magia estaba totalmente recuperada y él lo sabía.

-Sabes que no es así- respondió Hermione- iré contigo.

-Hermione….

-No Harry, tú sabes que no puedo quedarme- Harry observo con pesar el sufrimiento reflejado en los ojos de su mejor amiga- Ginny es como mi hermana. Y Ron… Ron es… Tú sabes que…

-Sí lo sé- la interrumpió Harry

Hermione se controlo para no llorar y Harry, temeroso y agradecido porque ella estuviera a su lado, le ofreció su mano para irse juntos con un ligero temblor por ansiedad.