En solo cuestión de minutos, la sonrisa de Chat Noir cambió a ser una expresión de horror, por lo que observaba.
—¿Cómo pudiste? —su voz estaba llena de reproche y desilusión —inmóvil por la escena que se generaba a sus ojos— No me dejaste apoyar mi cabeza en tu regazo, pero... ¿él si puede?
Mirando aquel -proclamado- enemigo restregar su rostro contra las piernas de Ladybug. Masculló entre dientes, indignado y siguió mirando de forma amenazadora al animal que se puso entre sus piernas.
—¿Estas celoso... de un gato?
Esa pregunta y esa pausa que realizo su bichito, le hizo sentirse realmente idiota, pero su malhumor le ocasionó hacer caso omiso a eso.
—Yo también soy un gato ¿Por qué yo no tengo esos privilegios? —repuso mirando fijamente a su Lady, serio, como Chat Noir creía que esa expresión es la que debía adoptar ante lo que requería la situación.
Sin embargo, su ceño se frunció, empeorando su malhumor, cuando escucho la suave risa de su Lady, sintiéndose mas humillado cuando estas aumentaron convirtiéndose en carcajadas, provocando que sus mejillas se ruboricen. Apretó los puños por tanto descaro, mucho más al ver como el gato, ahora se acurrucaba y se acostaba en su regazo. ¡Ese era su lugar!
—¿No te estas sintiendo mal, My Lady? —le recriminó, apuntándole con el dedo índice, al estar herido— ¡Me estas siendo infiel!
Ella rió más fuerte. Chat Noir estaba empezando a creer que su Lady no tenía corazón.
—Chat ¿sabes...? para serte infiel, primero debo salir contigo.
—¡Sal conmigo! —Refutó en desesperación— ¡Soy mejor que ese gato!
—No voy a salir con un gato —diciéndolo por los dos.
En eso, un maullido fue emitido y Ladybug acarició con ternura el pelaje del gato. El héroe volvió a horrorizarse, así que le lanzó una mirada retadora al minino; sonrió autosuficientemente, sus ojos entrecerrándose. El enfrentamiento recién estaba iniciando.
—Cata...
Ladybug lo golpeó con su yo-yo.
—P-pero M-My Lady... —replicó al instante, sobándose la cabeza por el reciente golpe, sintiéndose ofendido mientras una mirada molesta se posaba en el felino— ¡Me robo mi lugar!
La heroína, solo se dedicó a mirarlo indiferentemente. Por eso en segundos, el héroe tomó al gato entre sus brazos, apartándolo del cómodo regazo de su Lady donde se había instalado. Ladybug anonadada por la acción quedó mucho más sorprendida, cuando los cabellos rubios de su compañero rozaron sus piernas, sintiendo el peso de su cabeza.
—Mi lugar —exclamó al minino usurpador. La muchacha estaba sin reaccionar.
Parpadeó.
Chat Noir, si que era celoso y posesivo.
